Capítulo 18: Only With You - CYN
No olvides votar y comentar en esta historia, ¡ayudas mucho de esa forma!
***
Correr como si me fuera la vida en ello parecía ser la nueva sorpresa de aquella mañana. Mi despertador había decidido no sonar, por lo que no me había levantado a la hora necesaria como para llegar puntual. Aunque, seamos sinceros, creo que el despertador sonó... pero lo apagué medio inconsciente.
Encima, aquella mañana tenía una exposición grupal. Lara y Gala me habían despertado llamándome al teléfono, diciéndome que éramos las terceras en exponer y que me diera prisa (la realidad era que me habían gritado preguntando dónde estaba y que corriera por mi vida, ya que justo en esta presentación no conocíamos demasiado las partes respectivas de las demás). Así que allí estaba, con una sensación de ardor horrible en los gemelos mientras entraba por la zona de la sala múltiple, corriendo para llegar a la parte central del edificio magisterio.
Di gracias al cosmos cuando vi uno de los tres ascensores abiertos, algo que sucedía una vez cada tres mil años. Corrí por todo el vestíbulo para entrar como un rayo dentro de aquel cubículo, le di a la segunda planta (que era la tercera en realidad porque entre la planta baja y la primera había una entreplanta) y casi volé hasta llegar a la puerta de clase. Frené en seco al ver al grupo anterior al nuestro exponiendo, respiré unas cuantas veces para calmar mi cuerpo y entré en el máximo silencio posible.
Los rostros tanto de Gala como de Lara se relajaron en cuanto entré, me miraron y se dieron un manotazo entre ellas, como si hubiera sentido un alivio descomunal. Traté de sacar de mi bolsa los apuntes de la presentación que había hecho el día anterior y respiré, dándome tiempo solo a repasar un par antes de que nos tocara exponer. Para mi gran suerte, nos salió muy bien. Desayuné en el descanso entre clases lo que había cogido de casa, engullendo porque la tripa me gruñía con ahínco. Revisé un mensaje que le había enviado a Marc tras la presentación, pero no obtuve respuesta. No me preocupaba, la realidad es que yo jamás había sido de esas personas que se sienten ofendidas porque les dejaran un simple mensaje en visto.
—Hoy yo no me puedo quedar, tengo que irme porque he quedado con el churri —exclamó Lara, dando un bocado al pequeño bocadillo que traía—. Solo de pensar en las dos horas de metro me quiero morir.
—Yo también me tengo que ir, hoy tengo comida familiar. Han venido unas primas de Albacete y tenemos la casa a tope —respondió Gala, a lo que yo suspiré.
—Eso suena a que hoy me quedo solita estudiando aquí, ¡qué guay! —bromeé, abriendo los ojos y aplanando mis labios, a lo que mis dos amigas me observaron con compasión.
—Oye, ¿y tu cumple? ¿Cómo fue? —preguntó Lara, dejándome algo parada al momento— Sé que fuimos un poco pájaras con Marc, pero es que ya que no nos dejarte hacerte una mini-fiesta, por lo menos que él te acompañara.
—Bien, fue bien —respondí, escueta. Gala se rio, dándome un par de codazos y riéndose, sacudiendo su pelo rubio liso por el movimiento.
—Seguro que eres tan pillina que no nos lo cuentas porque no hay demasiadas cosas decentes, ¿verdad? —bromeó, a lo que yo negué.
—Sois unas cochinas. Solo dimos un paseo por el Jardín Botánico y fuimos a cenar a la playa. Pero sí, me lo pasé muy bien. Marc es un encanto y estamos demasiado bien juntos. Es como si pudiera ser yo sin tener que filtrar todo lo que pienso al hablar. Me pasa eso con poca gente —respondí, a lo que ambas se miraron con los ojos abiertos, dejando escapar un «Uh» agudo que me llegó a la fibra de la membrana timpánica— ¿Qué?
—Tú te has pillado pero mogollón —Junté los labios ante la expresión de Lara, musitando un casi imperceptible «no» que no terminamos de creer ni ellas ni yo. De repente, me vino una sensación un tanto agobiante, porque sé que tenían razón.
—Ya verás tú la hostia —respondí, tapándome la cara con las manos.
—¡Pero qué dices, Vega! Ha sido el destino, estoy segura. Ese mismo ha querido que los dos os juntéis después de tantos años y os enamoréis —frené a Gala, con la mano en alto.
—Oye, oye, que yo todavía no estoy... no...
—¡Calla! —exclamó la castaña, sin importarle demasiado dejarme con la palabra en la boca—. Mira, los dos sois signos compatibles en el zodiaco, ambos os habéis fijado el uno en el otro en épocas diferentes y ahora os estáis enamorando como dos tortolitos después de unos cuantos años. Eso, para mí, se llama destino.
—Para mí se llamaría putada —respondió Lara, alzando su dedo índice y hablando con la boca medio llena por su bocadillo.
—No es nada del destino —miré a la castaña— ni tampoco es una putada —desvié mis ojos hacia mi otra amiga—. Nos gustamos. Estamos viendo donde nos lleva esto, pero vamos poco a poco. No tengo ninguna prisa con Marc.
—Y no debes tenerla. La verdad es que es muy guay que podáis pasar tiempo juntos, ya sabes, sin que sea solo algo físico. Eso demuestra muchas cosas —la afirmación de la rubia me hizo girar la cabeza, dándome cuenta de que tenía razón.
—Claro, ya no solo es la atracción sexual, sino que es la complicidad y el compartir tiempo. Eso te dice que vas por muy buen camino si buscas algo más que un polvete —Gala extendió su mano para que le diéramos los papeles de nuestros almuerzos, los que tiró antes de regresar a su sitio.
—¿Y Vero? ¿Ya le has dicho que estás con Marc? —la pregunta de Lara me hizo quedarme quieta de golpe, a lo que alcé los ojos hacia ella.
—Es que... no estoy con él. —Mis amigas intercambiaron una mirada, antes de volver sus ojos ambas hacia mí. Suspiré— Venga, podéis decirlo.
—¿Pero con sinceridad o con tacto? —preguntó Lara, alzando sus cejas. Era algo que siempre preguntábamos cuando queríamos saber una verdad: si necesitábamos que la persona lo expresara con cuidado o, por el contrario, podía utilizar las palabras que quisiera porque no nos iba a causar tanto daño.
—Sinceridad. —Sigo dudando de haber elegido bien. A veces las palabras eran peor que un golpe, pero en el fondo yo sabía que ella tenía razón.
—Creo que te estás poniendo excusas a ti misma para no enfrentar una situación que te genera incomodidad. Al final, de todas las formas posibles vas a hacer daño a Vero y no creo que se merezca que le ocultes algo así. —Si había algo que adoraba y a la vez temía de Lara, era la forma que tenía de soltar la verdad como quien anuncia el tiempo que va a hacer durante la semana.
—Tú no estás haciendo nada malo, al final pues oye, ella también rechazó a Marc cuando quiso. Tiene plena libertad de empezar algo contigo, pero yo también creo que por tu parte no lo estás haciendo todo lo bien que podrías. —Las palabras de Gala, que es la persona más buena en este mundo, siempre calan bien hondo— Vale que no sea tu amiga como tal, pero no sé, al final ambas habéis compartido cosas de vuestra vida personal.
—Yo lo sé, pero joder, es que me siento una estúpida. No soy capaz.
—Porque es una situación incómoda, en eso estamos todas de acuerdo. Pero, Vega, tienes que echarle valor. A lo hecho, pecho —apuntó Lara, encogiéndose de hombros—. Nosotras nunca te vamos a juzgar porque no hemos estado en tu situación, pero también es nuestra función, como amigas que sí somos, decirte las cosas.
—Aunque luego hagas lo que te dé la gana, cosa que también comprendemos porque nosotras también lo hacemos —puntualizó Gala, haciéndonos sonreír a las tres en lo que me daba un golpecito en el hombro—. Marc y tú tenéis un bonito futuro. No lo empañes con cosas que, al final, lo único que van a hacer es dañar eso.
—Bueno... os quiero mucho, mis tarotistas del amor —exclamé, mirándolas. Ambas me sonrieron con cariño—, pero tenemos que ir a clase porque el señor ya ha llegado —respondí yo, viendo por las puertas de cristal cómo nuestro profesor pasaba al pasillo de la clase para entrar en el aula.
Pasé la otra clase algo despistada, mirando el teléfono desde el portátil y tomando menos apuntes de los que me gustaría. Marc todavía no me había contestado y mi madre hablaba por el grupo de la familia (que solo compartíamos con papá) para preguntarme cómo estaba. Mis progenitores me habían llamado el sábado para felicitarme, tratando de convencerme para que vinieran a por mí y pasar el fin de semana en el pueblo. La realidad era que lo último que deseaba en ese día tan señalado era meterme en la casa en la que guardaba tantos recuerdos con Alma. Sin embargo, les prometí que iría otro finde. Sé que ellos me esperaban con ilusión y yo también tenía muchas ganas de verlos.
Al terminar la clase me despedí de mis dos amigas, yéndose cada una por un lado. Por mi parte, bajé a la sala de usos múltiples y traté de adelantar trabajo, ya que los exámenes estaban a la vuelta de la esquina. Necesitaba organizarme para no dejar que ninguno de los trabajos llegara a interferir en mi estudio cuando los controles fueran todo lo que ocupara mi vida en esas semanas. Por ello, puse el móvil en silencio y me enfrasqué durante un tiempo a realizar tareas. Traté de aislarme del ruido de la sala un poco, además de las sirenas que se escuchaban a lo lejos ya que nos encontrábamos en una zona donde siempre pasaban ambulancias. No sé cuánto tiempo estuve así, pero también comí algo de lo que había metido a la bolsa a toda prisa. Se me pasó la hora de comer cuando regresé a mirar el móvil, ya algo cansada.
Di un gran salto cuando vi más de diez llamadas perdidas de Vero. Los mensajes que me enviaba preguntando mil veces acerca de donde estaba me hizo temer algo horrible. La llamé asustada, me lo cogió al segundo tono.
—¡Vega! —Su voz temblorosa me hizo tener más miedo.
—¿Qué pasa? —pregunté, bastante preocupada.
—Tía, estás bien. Joder, joder, ¡pensaba que estabas dentro! —reconocí en su tono de voz que estaba llorando, por lo que el corazón me dio un vuelco. Casi se me escapó corriendo por la boca en el mismo momento en el que escuché unas sirenas por la línea de teléfono.
—Vero, ¿qué está pasando? —pregunté.
—Vega, tía... el piso... joder, el piso se ha quemado.
—¡¡¿Qué?!!
—El vecino de al lado de nuestra galería se ha dejado el aire acondicionado y se le ha prendido fuego el aparato de fuera. Nos ha entrado el fuego en casa —sentí un mareo que me hizo agarrarme a la mesa. De repente tenía toda la comida en la garganta, el latido de mi corazón se me paró en seco.
—Voy para allá, espera, ¡voy ya! —exclamé, poniéndome en pie y metiendo todas mis pertenencias en la bolsa.
Parecía que el día solo iba a mejor.
¡Hola, amores!
Se acerca súper pronto un maratón de capítulos, ya que estamos en la recta final para poder terminar esta novela. Tengo muchas ganas de que leáis como acaba la historia de Vega y Marc, así como de comenzar otras historias que os enamoren por completo. 💖
Para seguir al tanto, podéis seguirme por redes sociales, tanto en Instagram como por Tiktok (@autoraeva). OS AMO CON TODA LA PATATITA 🧡🧡
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top