Capítulo 11: From the Start - Laufey
¡Hola! No olvides votar y comentar este capítulo si te está gustando la novela. De esta forma me ayudas a hacer crecer más el libro. 🥹💖
***
Aquel sábado salí de casa oliendo al perfume que hacía mucho que no me ponía. La realidad era que había tratado de evitar a Vero a toda costa, ya que no me sentía cómoda diciéndole hacia dónde me dirigía. Traté de no pensarlo mucho, arreglarme rápido y coger el bus antes siquiera de que me diera tiempo a ser consciente de lo que estaba haciendo.
El sol caía a plena mañana, chocando con mis tatuajes y la piel blanquecina de mis brazos. Llevaba un vestido rosa pálido, con un nudo en el centro del pecho y con algunas florecillas blancas repartidas hasta las mangas cortas. Tenía el pelo recogido en dos pequeñas trenzas que me había costado demasiado hacer, al igual que el maquillaje rosado que mi rostro mostraba. Sí, me había arreglado "mucho" para ser yo. Pero la realidad es que era una forma de hacerme sentir segura en aquella quedada. Tenía que empezar a llamarla por su nombre, aunque entonces me costara aceptarlo. Iba a una cita. Con Marc.
Estuve apenas unos cinco minutos esperando cuando llegó un mensaje a mi móvil, diciéndome que me diera la vuelta. Vi a Marc acercarse a lo lejos, caminando en lo que dibujaba una sonrisa al enfocarme y guardaba su móvil. Quise no fijarme demasiado en él, pero ya le había visto colgando un bolso en su hombro derecho. Sentí algo dentro de mi pecho y quise disimularlo al sentir cómo sus ojos recorrían mi persona, así que miré hacia un lado como si estuviera observando el paisaje que tenía a mi alrededor.
Los jardines estaban llenos de gente que caminaba entre las casetas, observando todos los objetos que cada librería disponía en su pequeño escaparate. Aquella Feria del Libro de Valencia estaba siendo algo más grande que las anteriores, incluso podía vislumbrar que se habían juntado dos firmas y había colas que recorrían parte del Jardín de Viveros. Era algo mágico acudir a aquel sentimiento lector, tomar una bocanada de aire y sentir que la inspiración flotaba por cada rincón.
—Hola, Vega —me giré antes de escuchar su voz, encontrándolo frente a mí. La sonrisa se me escapó de los labios al verle, al recordar cómo la última vez que nos habíamos visto su boca había estado sobre la mía. Tenía dentro de mi pecho todo el conjunto de sensaciones que el beso me había despertado, unas que yo juraba haber dormido hacía años.
Estaba guapo. Sus enigmáticos ojos castaños tenían un brillo que antes no había visto. Se notaba que había pasado tiempo intentando arreglar su mata de cabello castaño, tenía las gafas negras puestas y llevaba una camisa blanca de manga corta con unos vaqueros. No le hacía falta más para destacar ante mis ojos, era magnético. Pero, desde luego, lo que más me llamó la atención fue la cámara que colgaba de su cuello por una correa.
—Hola, Marc —exclamé, retiré un mechón de pelo que tenía pegado a mis labios por el bálsamo que llevaba en ellos— ¿y eso? —señalé el bolso que traía, curiosa.
—Me ha apetecido traer la cámara. ¿Te importa? —cuestionó.
—Oh, qué va. Me parece genial. —Vi un gesto de una pequeña sonrisa en su rostro.
—¿Damos una vuelta o vamos a tomar algo?
—Iría a tomar algo primero, la verdad es que tengo sed —confesé, a lo que Marc asintió. Marc comenzó a caminar y le seguí, colocándome a su lado.
Tuvimos que esquivar a unas cuantas personas que caminaban por allí, haciéndonos paso hasta llegar a un pequeño bar que ofrecía bebidas en una terraza bastante aceptable, todavía dentro de la feria. Tomamos asiento en cuanto recogimos nuestras cosas para beber. Yo llevaba un zumo de melocotón y Marc un refresco.
—Parece que hoy no es el día de más gente, menos mal —exclamó, a lo que yo levanté la mirada.
—Está llenísimo —argumenté, a lo que él me miró directo.
—Bueno, tendrías que haber venido ayer. Eso sí que era estar a tope —musitó, a lo que yo alcé la vista mientras echaba el zumo de melocotón en mi vaso. Me parecía curioso conocer acerca de sus hobbies, de saber por qué había acudido tanto a la Feria de Libros.
—¿Venía algún escritor que te guste a firmar?
—No, no es eso... —respondió— Vine a dibujar.
—A fotografiar y dibujar. Eres todo un artista —contesté, haciéndolo soltar una pequeña risa. La verdad es que toda persona que dedicara un mínimo de atención al arte me parecía admirable, sabía que crear cualquier tipo de obra requería de un esfuerzo más que envidiable.
—Tengo un trabajo de la carrera, por eso. Cuanto más material tenga, más sencillo se me hará seleccionar y terminarlo —asentí, comprendiendo.
—Te he traído una cosa —me removí en mi asiento, sacando de mi bolsa aquel pequeño regalo que tenía envuelto en papel de periódico, dentro de una pequeña bolsa. Sus ojos observaron aquello de forma curiosa, mientras yo se lo entregaba.
Comenzó a desenvolver aquello con esmero, mirando los pliegues para no romperlo. Yo era un poco ansiosa con el tema de los regalos, siempre me lanzaba a ellos y me daba igual romper el papel, por ello me contuve las ganas de insistirle. Debo reconocer que me costó. Aun así, lo conseguí, no me tiré a romperle el envoltorio como si no hubiese un mañana.
—No puede ser —exclamó ante el regalo que le había llevado.
—Es de lavanda, pero si me dices tu aroma favorito, a lo mejor a la próxima te lo puedo traer —respondí, a lo que sacó su vela de color celeste, con forma de concha.
—Ostras, huele muy bien —musitó, acercándose el detalle a su nariz—. Muchas gracias, Vega. La verdad es que no me lo esperaba —habló, a lo que yo sonreí.
—No me tienes que dar las gracias, Marc. Tenía que regalártela. La hice para ti —confesé. Recordaba el hueco de mi tarde en el que saqué tres velas de distintos tonos celestes. Elegí el que más se parecía a sus ojos... aunque ese era un detalle que todavía iba a guardar para mí sola.
—Ahora me sabe mal quemarla.
Marc guardó el regalo en el envoltorio que yo le había hecho en lo que yo bebía de mi zumo y negaba.
—Las velas son como las fallas. Lo bonito es construirlas y luego darles su fin —respondí, a lo que el castaño sonrió.
—Entonces le dedicaré una buena tarde a la vela. Quizá una cena, una mascarilla y un buen baño de burbujas. —Su contestación me hizo alzar las cejas, mientras una sonrisa tímida se escapaba de mi boca.
—¿Eres fanático del skincare? —pregunté, a lo que él sonrió.
—Uso protector solar todos los días, me lavo la cara y la hidrato, ¿eso se considera fanático?
—¡Con razón tienes la piel tan bien! —mi exclamación lo hizo reír, mientras me fijaba en cada poro de su rostro—. A mí también me encanta, es como el pequeño momento al día que tengo para mimarme. Te aseguro que si enciendes esa vela haciéndote una rutina larga, vas a venir corriendo a pedirme más.
—No tengo ninguna duda de ello —respondió, mientras ambos nos sonreímos.
Al levantarnos, no me dejó pagar mi consumición. Marc hizo memoria de aquella cerveza a la que le invité y a cómo había insistido para que a la próxima fuera él quien me invitara, así que no me opuse demasiado. Caminamos juntos entre las casetas, yo le observaba sacar de vez en cuando su cámara y echar alguna que otra foto, en lo que echaba un ojo a cómo cada pequeña tienda trataba de vender aquello que tenían en el escaparate.
A mi poco saber acerca de la fotografía, Marc sabía captar. Podía ver cómo miraba esos pequeños encuentros cotidianos entre las personas, como podía ser una sonrisa cómplice o las manos callosas de un librero sujetando una pila de libros mientras observaba con ilusión la gran cantidad de clientes que acudían a su tienda. Lo dejé volar, disfrutando de acompañarlo y charlar con él, hasta que encontré una caseta de libros de segunda mano. Me perdí.
Casi volé allí y estuve mirando entre los montones de libros, descubriendo entre ellos algunos de Isabel Allende. Llevaba ya tres en las manos cuando decidí parar, a sabiendas de que no me gustaba rellenar demasiado mi piso de cosas. Faltaban pocos meses para volver a casa y llevar todo sería algo agotador. Eso sí, pequé con los títulos como Paula, de Isabel Allende, La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero e Higiene del asesino, de la maravillosa Amélie Nothomb.
—¡Muchas gracias! —exclamé a la mujer que atendía en la parada, sonriéndole cuando me dio mi cambio.
Di media vuelta, en busca de Marc, a quien mi mente hacía algo alejado de mí, echando fotos por algún lugar. Mi sorpresa fue encontrarlo cerca, con el objetivo dirigido hacia mí. Sentí de golpe una mezcla entre emoción y vergüenza que me hizo sonreír, a lo que vi cómo él disparaba para capturar ese momento. Después separó la cámara de su rostro y yo me acerqué, dándole un pequeño empujón mientras Marc revisaba algunas de sus fotografías.
—Me podías haber avisado —mencioné, a lo que el castaño me miró de lado, hacia su derecha, donde yo estaba posicionada.
—Si te llego a avisar, no te habría captado así —exclamó, alzando la cámara para que mirara aquello que había capturado.
Era yo, con uno de tantos libros que había revisado en mis manos. El cabello rosa caía por la parte izquierda de mi cuerpo, mientras la otra parte lo tenía recogido tras la oreja. Miraba la sinopsis con serenidad, leyéndola, toda mi atención estaba puesta en aquel libro como si fuera lo único que requería en ese momento. Pasó la fotografía y de nuevo era yo, hablando con la mujer de la librería, teniendo una pequeña sonrisa en la boca. Pude ver que el vestido me quedaba mejor de lo que recordaba, por lo que sonreí. La siguiente foto también era yo junto con las cuatro de después.
La última era mi rostro, de cara, con una sonrisa que por mucho que practicara delante del espejo jamás podría volver a replicar. En ese momento lo había estado mirando a él, con su cámara. Había visto al chico que me gustaba y a quién había adorado de adolescente, frente a mí, con una pequeña sonrisa tras la pantalla de su cámara. Era con él con quién me había besado el día anterior. Sentía esa chispa cada vez que nuestros ojos conectaban, incluso cuando me dedicaba pequeños gestos. Podía ver en mí la ilusión y la timidez, la inocencia de pensar en que algo comenzaba a surgir entre nosotros. Todo eso en una simple imagen.
—Esta es mi favorita. Cuando la edite un poco va a ser... Increíble —habló, mirándome a los ojos.
—Tengo cara de boba —musité, en un intento de ponerme una máscara delante de mis inseguridades y de mi gran vergüenza.
—Tienes la cara de una persona buena, Vega, de alguien que mira con ilusión —respondió—. Eres preciosa y sales preciosa —su exclamación causó que tuviera que tragar saliva para recordar cómo respirar.
Mucho más cuando, de forma inconsciente, me coloqué frente a él y alcé mi cuerpo con mis talones. No sé de dónde había nacido aquella iniciativa, pero la dejé fluir cuando junté nuestros labios y lo besé. Sentí cómo apartó la cámara, con cuidado de que no la estropeáramos, pero no se separó ni un solo milímetro de mí.
Aquel beso no fue hambriento ni erótico en un sentido carnal. Fue delicado, dulce y pasional. Volvió a besarme con tranquilidad, como su fuéramos a tener mucho tiempo más para dedicarnos aquellos gestos. No había cabida para el ansia en aquel instante, lo que agradecí. Me gustaba tener esa sensación de paz cuando estábamos juntos, algo que iba mucho más allá de ser solo dos personas dedicándose gestos de cariño.
Nos separamos, mirándonos a los ojos con una sonrisa. Una de mis manos cayó a un lado de su cuerpo y él no dudó en apresarla, dejándome caricias suaves en el dorso. Quise contarle que estaba cumpliendo la ilusión de una Vega actual, pero también una pequeña adolescente que vivía dentro de mí. Guardé silencio, todavía me sentía algo inquieta con esa pequeña confesión, por lo que me guardé para mí.
—Me gustas mucho, Vega —exclamó, cerca de mí, para que supiera bien que no estaba soñando. Sus ojos azules me observaban bajo las gafas negras de pasta, dejándome saber que había verdad en lo que decía.
—Tú también me gustas mucho, Marc —confesé, siendo cómplice de aquella verdad que acababa de salir de nuestras bocas.
La verdad es que me sentía feliz. Era consciente de que quizá aquello no estaba demasiado bien visto por Vero, pero había sido ella misma quien me había dicho que entre ella y Marc no ocurría nada. De lo que estaba segura era de que debía hablar con ella antes de nada, contarle lo que estaba pasando entre nosotros y asegurarme de que no le importaba... Aunque eso era lo que me había dado a entender. Era un pequeño bálsamo para mi incomodidad.
—¿Te apetece que comamos juntos? Conozco un sitio donde podemos picar unas tapas y luego coger algún plato. ¿Quieres? —me preguntó, a lo que yo sonreí y asentí sin dudarlo.
Hablamos mucho. Charlamos sobre nuestros gustos y aquellas cosas a las que aspirábamos en un futuro. Marc quería ser diseñador gráfico e ilustrar todo aquello que encontrara, también participar en alguna película de animación. Se le iluminaban aquellos ojos azules cuando hablaba sobre cómo adoraba pasar horas pensando e ingeniando. Yo podía escucharle todo lo que quisiera si seguía hablando con esa ilusión.
Me preguntó por mis inquietudes. Le conté cómo me había encantado la experiencia de tener unas pequeñas prácticas en un colegio, además de haber sido monitora en verano en más de un campamento. Narré sobre mi gran pasión por la profesión docente, esa que me había enseñado que como sociedad debemos avanzar y enseñar eso a las futuras generaciones. También hablé acerca de cómo pequeños pasos a veces conseguían crear algo enorme, un aprendizaje que con los niños se me había quedado a fuego dentro de la mente.
Nos sentimos cómodos conversando, acercándonos al final de la velada y despidiéndonos con un beso. Estaba cayendo en picado, pero tampoco quería evitarlo. Que le dieran al paracaídas.
¡Hola amores!
No sabéis las ganas que tenía de subiros este capítulo. Es emocionante pensar que, tanto por donde ha ido Marc como Vega, yo también he caminado. Hablar y escribir de Valencia me ablandece el corazoncito. Todavía más cuando pienso en cómo voy a mostraros mucho más en cada capítulo.
Este me deja con una sensación dulce en la boca. Me parece que Marc y Vega son una pareja súper dulce, ¿no créeis? Esperemos que siga siendo así, peeeero... JAAJAJAJJA
Podéis seguirme en todas mis redes sociales como "autoraeva". Me podéis encontrar tanto en Instagram como en Tiktok y demás.
OS AMO CON TODA LA PATATITA 🧡
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top