♡GRWM♡
Abrí los ojos con fatiga, bastante adormilados gracias aquella bendita alarma, estire mi brazo para asi poder tomar el teléfono, y sin más, solo apagarlo.
Despierto con un nudo bastante familiar sobre el pecho, intentando de todos los modos posible, sólo salir de la cama, más no está funcionando.
A veces puedo ponerme de este modo, porque, me es lícito, ¿verdad? —con un suspiró solo me destapó de las colchas, poniéndome asi de pie, ya que el desayuno no se preparará solo.
—Buenos días. —pero el rostro de mamá, me es impedimento suficiente para no derrumbarme.
Y entonces, lo oculto tras una sonrisa en mi semblante. Pero... más allá de la superficie, lo se muy bien, sigo lastimada.
—¿Hoy tendrás reunión con el comité estudiantil? —preguntó con una taza recargada de "café" entre sus manos.
—Sí. —deje los palillos sobre la mesa poniéndome de pie, y llevando los utencillos al lavamanos.
—Entonces, llegarás muy tarde... —susurro para si misma.
—¿Cómo te fue en la entrevista? —cuestione sin siquiera voltear a verle, más bien, concentrada en la esponja y el jabón; más ella no respondió de inmediato— Mamá, necesitamos ese trabajo, las cuentas no se pagan solas y el salario de mis trabajos de medio tiempo no cubren con todo. Lo sabes.
Unos claros sollozos comenzaron agolparse detrás de mí espalda, audibles para mis tímpanos, con el corazón abatido, y tragando con gran dificultad, voltee a encontrarme con aquel patético aspecto, de nuevo.
—Lo siento... n-no pude cumplir, con las expectativas... yo sólo... —un inconfundible hipo terminó por delatarle, y no dude en dejar todo en ese preciso momento, solo para acercarme hasta ella, tomando aquella taza de entre sus manos— No, espera...
—No puede ser. —mis hombros decayeron y le miré con un sentimiento debastador, decepción. Voltee acercándome hasta el lavamano, en donde arroje todo el contenido de aquel licor— ¿Dónde esta la botella? —pero no respondió, más bien, solo terminó por hundirse aún más en su propia miseria— Mamá. —me alejé de la alacena con el ceño fruncido— No puede ser posible...
La vida solía ser tan hermosa, estaba llena de magia y posibilidades, me sentaba durante horas a dibujar e inventar historias locas que contaba a mis amigos. Pensé que mis historias, inspirarían al mundo y de alguna manera, le convertirían en un mundo mejor, era una soñadora. Y durante un tiempo, parecía que todos mis sueños se harían realidad.
—Perdóname, por favor... perdona... —sus ojos se cerraban constantemente, mientras el agua recorría su piel desnuda en la bañera, hundiendo asi, unos cuantos mechones de su cabellera rubia junto a ella. La cual recogí en una simple coleta a un costado de su hombro derecho.
Mi familia era mi mundo entero, suelen decir que el primer hombre en la vida de una niña es su padre, y es cierto, Hwang Dong Yul era el hombre de mis sueños. Pero los sueños pueden romperse en un instante.
Esos asesinos no sólo acabaron con la vida de Dong, también se llevaron la inocencia de Minnie consigo, despedazando a una familia por completo.
La policía pronto abandonó la búsqueda, ya que lo único certero, no era fuente de ayuda alguna. Y es que se trataba de una banda de sicarios, contratados seguramente por un prestamista. Después de todo, en los barrios bajos de Cheongju, no resultaban extraños los atracos de tal metodología, pero nosotras... no podemos seguir sólo con nuestras vidas.
—Descansa, mamá. —terminé de arroparla entre sus colchas, para asi, poder apagar la luz de aquella habitación vacia, y cerrar la puerta detrás de mi. Me recosté sobre esta, apoyando mi cabeza, apretando mis manos, volviéndolas en fuertes puños debido a la impotencia.
¿Qué hacer cuando pierdes la fe, la esperanza, el deseo de vivir? solía contar historias, la vida solia ser tan hermosa, claro que si, pero nunca imaginé... que la mía terminaría asi.
Llené las cajas con botellas vacias luego de encontrarlas con gran esmero, y vertir por el lavadero hasta la última desdichada gota de alcohol. Observé el reloj en la pared para suspirar. "No tengo tiempo para esta mierda."
Tragando con furia, tomé las cajas entre mis manos, rodeándolas con mis brazos y sali de la casa, en dirección al volquete de residuos más cercano de la esquina. A unas dos cuadras.
—Ya lo sé, lo sé. —frunci el rostro irritada, y todo debido a sus continuos reclamos en el pateo trasero de los vecinos.
—Vamos pequeña misterio, una nueva mirada a las cosas se siente bien. ¿No lo crees? —no respondí— Hija, Eunbi es tu amiga, no quería robarme, pero es su cumpleaños. ¿Lo entiendes? —su bella sonrisa desapareció, y todo por la intervención de una entonada y melodiosa risa.
—Lo sé, pero unnie, ella... ¡esta llamando tu atención! —como una niña rebelde, me cruce de brazos— No es justo que deba hacer monerías para que me notes. Incluso oppa, no voltea a verme por pasar el rato con "ella." —observé, sin disimulo alguno, a mi hermano reír en conjunto de los hermanos mayores de la familia Jung.
—Ay pequeña... —acarició mi cabello, inclinándose y asi, quedando a mi altura— Eunbi es una niña dulce, al igual que su hermana Yerin, pero, ¿quién dice que también debes serlo? —alce la mirada, fijamente sobre él— Tú también tienes lo tuyo, mi pequeña misterio.
—¿En serio?, ¿eso crees? —asintió sin dudar.
—Por supuesto, siempre seras la prioridad para tu hermano y sobre todo, —sonrió, acariciando mi mejilla— para papá. Pero créeme, te aseguro que llegará el indicado, aquél que vea en ti, todo lo que veo yo. Lo prometo. —no dude en abrazarlo.
Un día mi mundo se detuvo, y sin ningún tipo de aviso. Las huellas en el camino se volvieron borrosas, entonces... me encontré a mí misma, tumbada, y perdida a un costado del camino.
—¡Eunbi! —voltee para encontrarme con ambas hermanas Jung a la vista— ¡Vayamos juntas! —Eunha se veía radiante con su uniforme escolar, como de costumbre. Yerin por su parte, se preparaba para comenzar la universidad, con un poco de nostalgia desbordando en sus ojos.
El tiempo pasa por sí mismo, sin decir un miserable lo siento. Y aunque sea demasiado ambicioso de mi parte, me gustaría presionar aquel botón para poder retroceder, por un mísero segundo en el tiempo. Deseando, poder asi, disfrutar un poco más de aquella paz inalcanzable, de su ensoñada compañía.
—El mañana se puede imaginar vívidamente, pero me completa esta perfección. Me gusta más, nuestro ahora, ¿a ti no?
—Oppa, te pregunte que quieres hacer cuando te gradúes, tampoco quería saber si tienes planeado casarte y tener bebés. —no pudo evitar reír ante el crudo sarcasmo empleado.
—Tienes razón, tal vez estoy exagerando pequeña hermanita. Y será porque no tengo en claro que quiero hacer, no lo sé. —se encogió de hombros— Tal vez porque no todos nacen sabiendo cual es su pasión. —y desparramo mi flequillo, ocasionando que me quejase— Pero confío en que el mañana será aún mejor, asi que debemos de prepararnos. —sonrió entusiasmado.
Te equivocaste, y como de costumbre, tú solias tener la razón en todo, por ello te creí, pero aquella vez, te obligue a pronosticar algo de lo que no estabas del todo seguro. Por ello, te invité a mentirme, a mentirte... y no sabes cuanto lo siento, mi dulce hermano mayor.
Minhyun sólo deseaba que el tiempo se detuviera aquel instante, y era un gran deseo, puesto que estábamos unidos, puesto que estaban con vida. Pero yo lo menosprecie por pensar en el futuro, cuán arrepentida me encuentro ahora.
Y es que no logró ver una salida, acaso, ¿existirá alguna? pues mis pasos perdieron el sentido, y mis pies ya no quieren moverse. Aún sigo lastimada.
—¿Quieres venir a la fiesta de este fin de semana? —con una sonrisa decline a la oferta de mi buen amiga, por supuesto que mi tocaya no se conformó con aquello.
—Eunha, debo trabajar, no tengo tiempo para salir los fines de semana. Lo lamentó. —me disculpe, mientras nos encaminamos a la par por los pasillos silenciosos de la institución, directo hacia la salida principal.
Después de todo, mi adorable vecina es un año mayor, por lo cual, se encuentra cursando su último año escolar. Y ambas somos miembros del comité estudiantil, asi es, también lo soy. Aún no logró entender cómo me deje arrastrar ante tal chapita, la cual, honestamente, no deseo sacar a relucir.
—Pero, siempre me dices lo mismo, cada año es igual. Sinb, —dolió, realmente sentí clavarse un fuerte pinchazo sobre mi pecho al oír aquel apodo— necesito que me dejes ayudarte.
—No pedi que me ayudarás, por si no lo notaste. —asegure las correas de mi mochila y me negué a volver a ver aquellos ojos inundados por la pena— Asi que ve a esa fiesta, y diviértete.
—Pe... —le interrumpi, importándome muy poco la frialdad que impartía en ese preciso momento.
—Debo irme, llegaré tarde a la cafetería.
Hay días, en los que verdaderamente, el mundo se vuelve demasiado pesado. ¿Qué debería de hacer? Tal vez, mostrar las marcas emocionales que traspasaron mi piel en el transcurso de estos largos y duros años. Quizás y así, ella al fin reaccione, al menos... por amor a mi.
—Muchas gracias, que tengan un buen día. —reverencie ante la pareja, luego de entregarles su orden rápida. Voltee dispuesta a limpiar la maquina, cuando oí la puerta abrirse nuevamente— Bue... —pero, solo quede en blanco al verlo.
—Dos bebidas frías, —observó la pancarta colgada detrás de mi— un mocha frappuccino y un caramelo frappuccino. Por favor.
—Por supuesto. —teclee en la máquina registradora mientras tomaba su orden— Son 5,500 KRW. —no dudo en pagar con una sonrisa en su rostro.
—El día es agradable en verdad. Es bueno verte. —voltee dispuesta a preparar su pedido, en absoluto silencio. Ya que mi adorado compañero se encontraba retrasado— ¿Cómo estuvo el instituto? —al parecer alguien no entiende las políticas de cero plática— Espero que Eun no te haya hecho pasar por un dolor de cabeza.
—Descuida, tu hermana no tiene esa intención.
—Lo sé, pero por lo general no lo controla, menos con esa vocecita aguda y parlanchina. —rió con suavidad, levante la perrilla de la maquina y voltee con ambas bebidas ya listas.
—Aquí tiene. —tomó una entre sus manos, con una sonrisa adornando aquellos labios en forma de corazón.
—Muchas gracias. —volteó dispuesto a marchar.
—Espera, debes de llevártela. Has pedido por ella. —cuestione con seriedad, más solo se limitó a negar con su cabeza, sin voltear.
—Disfruta del sabor a café, después de todo, es tu favorito, Eunbi. —se alejó luego de un simple "adiós" y observé entre mis manos aquel mocha frappuccino.
"Es tu favorito." —no pude evitar recordar, aquellas tardes en que soliamos reunirnos los cinco, en alguna que otra cafetería del centro.
Las risas de un grupo de jóvenes sentados por el fondo, generó que aquella conocida opresión volviera sobre mi pecho, me encontre obligada a ejercer una clara presión sobre aquella bebida fría. Pues, la risa de oppa no se esfumó de entre mis memorias, él era un muchacho feliz, un ángel que no merecía cargar con tanto.
La puerta se hizo oír, alce la mirada, encontrándome con un Moon Bin empapado por una fina capa de sudor sobre su frente, la cual relucia en todo su esplendor; apenas recuperando el aliento con gran dificultad.
—L-lo lamento... Eunbie yo... —ladee con mi cabeza detrás, insitandole a tomar su lugar, y no tardó nada en atrevesar la barra en completo silencio, y asi tomar su delantal y la estúpida gorra animada en forma de oso— ¿Oh? tu chico te dejo un regalo mientras no estaba. —su sonrisa me irritó, y no dude en chocar su pecho contra aquella bebida, en un simple acto de inercia.
—Puedes quedartela.
—¿Hablas en serio? —la tomó emocionado entre sus manos, voltee pasando de él— Nunca me has dado ni siquiera una de todas las que él suele dejarte.
Es cierto, por lo general suele pasarse por la cafetería cuando Moon es quién toma las ordenes, y Sanha es quién cubre el puesto detrás de la barra. Mientras me encuentro ayudando a Yewon con los postres o incluso sacando la basura por detrás del local.
Y solo les pide el mismo favor, una y otra vez, que me entregué una de sus bebidas.
Es la primera vez que me brinda una, directamente.
—Iré a reponer unos pasteles, podrías cerrar la boca y limpiar la maquina. Claro, si no quieres que Yuna unnie se enteré de tu retraso. —su risa no tardo.
—Claro, ¡gracias! —empuje la puerta, divisando por el rabillo de mi ojo, como el idiota levantaba la bebida, con una inegable sonrisa entre sus labios, en una simple señal de salud.
Me perdi de su presencia en el interior de la sala, observando dentro de ella, a la feliz pareja, terminando su labor con una sonrisa adornando sus rostros.
—Bin llegó. —San asintió al oirme, solo para dedicarle una última mirada a su enamorada y pasar de ambas. Yewon alzó sus ojos en mi dirección y sonrió.
Un presente diferente, un nuevo mañana, esperaba que todos fueran míos. ¡Que ambiciosa! Hoy deseó regresar, pero ya es muy tarde para ello, sólo debo continuar... y en verdad, detesto a este mundo líquido. Donde todo se te escapa de las manos, al igual que el agua.
—Eun, ¿quieres...? —ignoré su comentario con el ceño fruncido, mientras contemple el celular en mi mano, específicamente, como la hora transcurria sin piedad alguna.
—Se me hace tarde, mierda... no puedo perder el autobús. Nos vemos mañana. —me alejé de su lado, sólo para correr hasta la parada y no permitir que este se escapase de mi perímetro.
—Ten un regreso seguro... —susurro contristado, mientras observaba al bus avanzar.
En el medio de aquellas pequeñeces a las que suelo denominar, sin mucha concordancia de hecho, aquellas que me hacen sentir "feliz", hay pequeñas cosas que me protegen, y se que su luz, inegablemente, es una de ellas.
—Por favor, me gustaría ordenar dos tazones de bibimbap, un plato de kimchi y haemul paejon. ¡Ah! también gogi gui, ¿no chicos? —sus acompañantes rieron a la par, animadamente— Y unas cuantas botellas de soju por favor. —tomando nota de cada uno de sus pedidos, sonreí forzosamente para reverenciar, y alejarme de aquella ruidosa mesa.
—Oh preciosa, cambia esa cara. ¿Quieres qué tome la mesa? —sonrió con galantería, como de costumbre.
—Cuando requiera de tus servicios playboy, confía en que te avisaré. —pase de si, por su costado, con poco y nada de interés. Oyendo su típica risa luego de un rechazo tan directo.
—¡Sigue participando Jackson! —Bam se burlaba desde la otra punta del restaurante.
—Al menos tengo a Mark... —suspiró cabizbajo— ¡Buenas tardes! —pero como de costumbre, se reincorporó con una buena actitud optimista, y se alejó con su bandeja en mano directo a los nuevos clientes.
—Dos bibimbap, un kimchi, haemul paejon, y bastante carne para gogi gui. —alce la vista de aquel anotador, ante la inconfundible y algo molesta sonrisa de Mark, me fue inevitable cuestionar— ¿Qué?
—No seas cruel con mi chico, por favor Eun. —rode los ojos con fatiga— ¡Dale una oportunidad! Prometo que no te arrepentirás.
—Ponte a cocinar, tus comensales esperan. —me dirigi hacia las exibidoras, en busca de la mayor cantidad de botellas que mi propia anatomía, claramente, pudiese cargar.
—Tuan deja de jugar y ven aquí, idiota. —reprocho Jinyoung detrás de la barra, en el cuarto de cocina junto a sus dos ayudantes.
Tal vez puedo estar rodeada de personas, si, constantemente al trato con el público, pero detesto solo sonreír y actuar como si nada pasara. Ya que estos son un manojo de emociones, a veces se encuentran felices, otras veces irritados, e incluso abusivos, y detesto no poder protestar ante el egoísmo excesivo que suelen emplear.
—No vuelvan al local, no deseamos tratar con este tipo de calañas. —reprochó Jaebeom con total seriedad ante los dos tipos que intentaron sobrepasarse.
—Eun, ¿te encuentras bien? —Yugyeom se veía preocupado.
—¿Cómo va a estar bien? esos idiotas, ¡merecían una paliza!
—Calmate Jack, ¿quieres tener problemas con el jefe? —intervino como con anterioridad Youngjae, sosteniéndole del brazo— No podemos provocar más disturbios.
—Pero... —después de todo, les debo demasiado a muchas personas, y no deseó ser una carga para nadie más, no de nuevo.
—Estoy bien. —los siete chicos voltearon a verme, y sonreí— Muchas gracias. —reverencie— Ahora, debemos de terminar de atender a nuestra clientela, no falta mucho para terminar la jornada. —junte mis palmas y aplaudi— ¡Andando!
De cualquier forma, tomes el camino que desees tomar, al fin y al cabo, llegarás al mismo destino. Entonces, ¿qué paso?, ¿qué fallo?, ¿para qué darlo todo si nada vuelve? Por ello, solo decidi, no cuestionarme más por el mañana, aprendí a vivir en el presente, muy a mi pesar.
Pero aún asi, todavía quiero señalar mi camino, dejando un rastro detrás; volviéndole evidente, para poder estar mejor.
—Al fin se acabo otro arduo día... —Jb estiró sus brazos ante las alumbradas calles de Seúl.
—Buen trabajo. —sonrió Mark a las afueras del local, mientras el jefe cerraba las rejas de este.
—¿Segura no quieres venir con nosotros? —Yugyeom volteó a verme. Negué con una sonrisa apacible, no podía acompañarlos aquella rutinaria cena semanal.
—Necesito llegar a casa, mamá esta esperando.
—Es una pena, pero si quieres puedo... —el cuello de su camiseta, siendo estirada desde atrás, le fue impedimento suficiente para no acercarse ni un centímetro más.
—Déjala en paz, ten un poco de dignidad. —las risas de los demás se hicieron oir, el comentario de Seok Jin fue realmente épico— Lamento lo ocurrido esta noche. —negué consecutivamente.
—¡Oh vamos! eres como Blancanieves y los siete enanitos. —ambos rieron sin descaro— ¿No quieres un par más?, ¿eh lindura? Lo disfrutarás... —se adueño de mi muñeca ejerciendo gran fuerza sobre esta.
—Eres una buena chica Eunbi, que nadie confunda eso. —sonrió— Espero verte la semana que viene en la cena. —asentí con una suave sonrisa para con Jin, y me despedi al verlos marchar.
—En fin, mañana será un día mejor, adiós preciosa. —Jackson se despidió con su mano en alto y un guiño de ojo, una sonrisa despreocupada adornaba su rostro cuando terminó por separarse de mi lado.
—Mañana será aún mejor, prepárate. —sonreíste, pero debí de haberlo reconocido en ese mismo instante. ¡Carajo! Tú, mi adorado y único hermano, sonreíste, pero con tanta hipocresía resguardada.
No es fácil, lo sé muy bien, pero aún así, intento esforzarme un poco más. Aunque desearía, que todo acabase de una buena vez.
Tomé el bus, sentándome en uno de los asientos del fondo, alejada del resto de pasajeros, sólo para poder observarles en silencio.
O incluso, apreciar por aquella ventana, imaginando aquél propio universo de cada una de las personas que el viaje me permitiera, por un simple destello de segundos.
Y es que algunos tenían dificultades, otros sonreían, algunos se veían agotados, más todos tenían algo en común, tenían un hogar al cual regresar.
—"Mamá esta esperando." —si como no... en fin. Solo espero, que se haya despertado mucho más tranquila, y así poder ir a trabajar completamente sobria y descansada.
Tomé el picaporte de la puerta, introduje la llave y la abrí con cansancio, fue un día agotador, al menos podré darme una ducha caliente antes de caer rendida a los pies de la cama. Ladee el cuello, estirando los músculos y tendondes, tronando los huesos. Encendí la perilla de la luz a un costado de la pared, y ni siquiera me moleste en descalsarme de las blancas zapatillas que portaba esa agotadora tarde.
—¿Mamá? —susurre con el ceño fruncido, y me recompuse para acercarme hasta la pequeña mesa en donde se encontraba sentada— ¿Qué haces en medio de la oscuridad? —un vaso de vidrio yacía en su mano, el cual contenía un líquido transparente dentro y no dudó en darle un largo sorbo— Estas ebria... —en realidad, resulto ser más un cuestionamiento, que algún tipo de afirmación certera.
—¿Dónde están las botellas? —tomé aquel vaso de un abrupto movimiento, y no dude ni un segundo en llevarlo hasta mi nariz, oliendo aquel edor que me obligó a cerrar con fuerza los ojos, volteando en dirección a la regadera.
—Ay dios mío, ¡mamá! —me queje dejando caer aquel vaso con gran pudor.
—Oye, no te lleves el vaso, ¡déjalo aquí!
—No fuiste a trabajar, tampoco te interesa conseguir un mejor empleo. Al contrario, te la pasaste de fiesta aquí, mientras yo estaba haciendo doble turno. Ahg, —cerré los ojos, en una ilusa búsqueda de paz inexistente— solo soy una estudiante, tengo dieciocho años. ¡Esto no esta bien! —me acerqué hasta ella, inclinándome entre sus piernas y así, poder levantar su barbilla— Tienes una familia que te necesita, ¡yo te necesitó!
Aunque lo oculto con una sonrisa día tras día, aún sigo lastimada, ¡maldición!, ¿acaso no lo ves?.
Suelo desvelarme cuando es demasiado tarde, y ya no encuentro a nadie más cerca, me encuentro tan sola en mi propia habitación, en esta cárcel fortificada, y... cada lágrima comienza a brotar al fin.
Me encuentro a mi misma, deseando que la noche siga siendo la mañana, una mañana eterna, y que el sol no se ocultara detrás de una maldita neblina, pero... ¡al diablo! esta noche, solo por esta noche, dejaré que mis lágrimas caigan sin remordimiento alguno.
—¿Crees ser la única en derrumbarse?, ¿eh? —reclame relamiendo mis propios labios, en un auto reflejo de impotencia; permitiendo que mis sentimientos más íntimos salgan a flote y respectivamente a la luz. Alce asi, las mangas de mi propia camiseta oscura, la cual cubria mis más tristes heridas— Mira, quiero que veas.
—No... —bajó su mirada como la cobarde que era, pero sostuve nuevamente su barbilla con irá.
—Ya hemos pasado por esto, no puedo soportarlo más, cinco años. ¡Cinco años mamá! —y quebró al fin— Lo he intentado todo, me he esforzado, quise comprenderte, desee creer en ti.
—Tal vez me equivoque...
—¿Tal vez? —repeti ahogadamente.
—Lo siento... —balbuceo con sus ojos impregnados por unas cuantas lágrimas cristalinas, y todo, únicamente, al apreciar los brazos marcados de su pequeña hija— debo trabajar duro, porque te estoy... decepcionando de nuevo... lo siento tanto, soy una mamá terrible...
—Si, lo has hecho. Una y otra vez, decepcionarme... preocuparme y angustiarme. —aleje mi mano, dejando caer asi su semblante, en un típico y desesperante llanto que ya no creía.
Y me force a ponerme de pie, sentía mis piernas entumecidas, me encontre a mi misma, tan patética, con excasas fuerzas, y completamente desolada.
—En cada una de tus recaídas, siempre me dices lo mismo...
Ya no debo de preocuparme por nadie más, despues de todo, esta bien sentir dolor; porque no debo, más bien, no tengo porqué limpiarme cada una de mis lágrimas con vergüenza.
—"Ma-mañana será otro día..." —susurre exasperante, recordando el rostro de mi padre, la brillante sonrisa de mi hermano— Mentira, vanas mentiras... —alce la mirada contemplando aquella dolorosa debilidad mía— Lamentó que el amor de tu vida haya muerto, en serio siento... que la luz de tus ojos se haya extinguido junto a él, pero también perdí a mi familia. —golpee mi pecho con un incremento de fuerza jamás antes empleada— ¡También se llevaron una parte de mi!
Aquellas noches sin dormir, he tenido demasiadas de ellas, tantas, que he perdido la cuenta. Preocupándome, en si esta vez, al abrir los ojos o al regresar a casa, te encontraría sin vida, ahogada en tu propio vomito o en la irracionalidad de tu estado de inconsciencia.
Aún recuerdo...
—Mamá, ¿por qué esta la puerta cerrada?, ¿mamá? —golpee insistentemente aquella dura madera, luego de girar aquella perilla trabada desde adentro— ¡Abre la puerta!, ¡mamá! —la derribe con esfuerzos luego de empujarla una y otra vez, sólo para... encontrarla del otro lado, sumergida en ella.
Me dejé caer a un lado de la bañadera y estire mis brazos, tomándola con fuerza, obligándole a respirar y abrir sus ojos.
—Mamá, detente, ¿qué estas haciendo? —lloré, lloré como la niña de trece años que era— mamá... no, por favor, por favor, no hagas esto... todo mejorará, todo se arreglara, por favor, lo siento... ¡no!
—¿Por qué no? —balbuceo entre lágrimas saladas, entrelazadas con el agua tibia y el edor alcohol. Su pecho subia y bajaba, desenfrenado, completamente perdida en el alcoholismo— Si tu estarías mucho mejor sin mi...
—Eso no es cierto, todo mejorará... todo se arreglará, ya lo verás... mamá.
—Yo también sufrí con la pérdida de ambos, pero tú eres una egoísta... y ya estoy cansada, has lo que desees, no te retendré más. Vete, lárgate de mi vida, claro, tú también... déjame sola, total, ¿cuál es la diferencia?
Voltee para salir de aquella hostil casa, de la misma casa, en la cual un día atesore tantos recuerdos preciados, más, atestados por la pesadumbre, aquella a la que solía conocer como hogar y ahora, es mi desdicha personal.
—Shh, sólo... cierra los ojos Eunbi.
—Oppa... —susurre asustada detrás suyo, dentro de aquel ropero viejo— Te-tengo miedo. ¿Quiénes son esos hombres? —tragaste con dificultad, pero volteaste para dedicarme una reconfortable sonrisa.
—Estas conmigo, yo te protegeré, hermana. Confia en oppa, ¿mhm?
Asentí como una completa cobarde, y ante los gritos súplicantes por parte de papá, enlazados con el ruido de los muebles siendo arrojados con ímpetu, y claros golpes... tú cubriste mis ojos con ambas manos, me acogiste entre tu pecho, y protegiste mi inocencia.
Aún, perdiendo la tuya con tremenda brutalidad, frente a frente.
Sólo tenías quince años, pero te obligaste a protegerme, y lidiaste con el recuerdo de una masacre sin piedad... una que, terminó por devorarte. Desvaneciendote entre tantas sonrisas brindadas, ensombrecidas por el susurro del suicidio intangible, e inquebrantable.
La realidad es de cada quién, la verdad es de quién la inventó; lo aprendi contigo. La maldición se vuelve perceptible, solo cuando dejas que una mentira repetida durante tanto tiempo, se vuela una verdad absoluta.
Creí que estariamos bien, porque me lo repetí durante tanto tiempo: estaremos bien, estaremos bien. Bien, hasta que decidiste dejarnos.
Transitando por aquél camino doloroso, por el naufragio de tus propios sueños rotos, envueltos en oscuras pesadillas; atrapado tras un sin fondo vacio y entenebrecido. Uno que no deseabas compartir.
Aún recuerdo....
—¡Ahh! —golpee con la punta del pie aquella bolsa de consorcio.
Y es que mi piel se desgarra luego de sentirse viva por primera vez en mucho tiempo, y al fin se encuentra explotando, cual ola golpeando contra una roca, o la misma tormenta que libera aquél amenazador rayo luego de tantos truenos perceptibles.
—¿Estás bien? —aquel timbre me sobresalto por completo, voltee asustada y evidentemente hecha un manojo de nervios.
—¿Hoseok? —frunci el ceño y sobe mi nariz— ¿Qué haces aqui? —alejé la mirada de él, con el ceño fruncido— ¿Escuchaste todo eso?
—Hay días grises si, más no hay nada especial en ellos. Solemos creer que la tormenta nunca se detendrá, pero no es cierto... —sus manos estaban resguardadas entre sus bolsillos, y su semblante era una verdadera incógnita— Los pajaros también cantan tras la tormenta, entonces, me es inevitable cuestionar. ¿Por qué no vamos a poder las personas, deleitarnos con la poca luz que nos quede?
—Siento que me estoy consolando a mí misma. —mufe por lo bajo.
—Dime, ¿no quieres eso? —su timbre era sutil y suave.
—Mi pasado esta repleto de errores, muchos creen protegerme, pero no lo entienden. —no volvi el rostro a él, más bien, me sumergi en mi propia congoja.
—¿Qué cosa?
—Que esta bien. —me encogi de hombros, cabizbaja. Derrotada.
—¿Estás segura?, hay quienes solo utilizan las palabras para disfrazar sus verdaderos pensamientos. Yo creo... que tú cariño se aferró tanto al recuerdo, que se convirtió en dolor. Un dolor engañoso y verdaderamente frívolo para con los demás. —apreté mis puños.
—Bien, es cierto, tal vez... tal vez este mintiendo, porque no estoy para nada bien, no lo estoy. Pero dime, ¿qué es más hermoso que el tiempo que ya pasó? no tienes una respuesta asegurada para ello. Y esta bien, quien mejor que yo para enfrentar ese aleteo, un aleteo más especial, que cualquier otra cosa...
—Sigueme, —alce la mirada conteniendo el llanto— puedes tratar de usarme. Cierra los ojos y toma mi mano. Vayamos juntos hacia el futuro que decidimos olvidar. Porque el día perdido no se olvida, sólo podemos alejarnos de este e intentar olvidarlo, como si nada hubiera pasado. Tsk, —una pequeña sonrisa se apoderó de sus labios, una sonrisa de nostálgia, embriagada por la tristeza— nos engañamos a nosotros mismos. Creó que aún podemos enhebrar el pasado con nuestro futuro, pero todo comienza en nuestro presente. Porque debemos de recordar. Porque es vital no saber olvidar.
—Sabes... tu armario está repleto de ropa de mi estilo, —no pude evitar observar su ouffit casual, deseando desviar y tranquilizar mi pesado corazón. Un pantalón deportivo de color negro y una camiseta holgada de color blanco, e inevitablemente sonreí; limpiando mis mejillas— y mi pasado está repleto de errores compartidos. Todos me protegen, pero está bien, porque todavía tengo mucho que atesoro, al igual que tú, ¿verdad? —susurre anticipando el brillo en su semblante, uno que reconozco sin tanto esfuerzo.
Sonrió— De hecho si, aprendí a amarme a mi mismo. Y tú hermano tuvo mucho que ver en ello. —la brisa sopló, con un calido y acogedor frío, uno que tanto necesitaba.
—Amarte... —bajé la mirada consternada, recordándole, era tan susurrante y agradecido. No me sorprendía oir algo asi respecto a oppa— ¿Me amó?
—"El mañana que has estado soñando, prepáralo conmigo, ábrete a nuevos tiempos, abre esa puerta. Abreme." —alce la mirada y él, sonrió— Esas fueron las palabras de un joven más maduro de lo que cualquiera creería. Min era conocedor del sufrimiento que padecíamos como familia, un padre ausente es difícil de suplir. Y aunque mamá se esforzaba demasiado, necesitábamos de él. Pensé que nadie lo notaría, pero los vecinos no son ciegos.
Quiero mostrarte que he cambiado, quiero mostrártelo. ¡Prepárate conmigo!
—Cuando nos vemos en el espejo, podemos apreciar sus rasgos, aquel reflejo intangible, las niñas no son conscientes y es entendible, es un ser que se mantiene lejos y que solo envía cartas cuando otro año se festeja. Pero mamá, ella se sorprende de lo mucho que nos... —bajó su mirada— que me asemejo. En ocasiones me faltaron los consejos, debido a temas que me resultaron tan complejos y no sabía como manejarlos, mucho menos que decidir. Pero mamá en verdad se a esforzado, en enseñarme el bien para no andar equivocado. —sonrió con pesadez— A diferencia de las niñas, ya que ellas, tuvieron bien presente a su referente femenino.
"¿Qué es más hermoso que el tiempo que ha pasado?"
En verdad quiero mostrarte que he cambiado, que aún estoy flotando, quiero demostrártelo, que no necesito que me defiendas, que no necesito que te preocupes más por como sobrevivire al manaña.
¿Lo entiendes papá?, ¿puedes oírme hermano? quiero que lo vean, deseó mostrarles con fervor.
—Honestamente no se cuánto tiempo haya pasado, desde que las chicas no le ven, pues, él nunca las ha visitado, y entiendo que no deseen verlo. Después de todo, cuando les dijo que iría a buscarlas, ambas estaban tan contentas... —sonrió con pesadez— que manera de ilusionarlas. Eunbi tenía planeado correr hasta él para abrazarlo, pero terminó dormida porque nunca llegó. ¿Dónde estaba? esa era la pregunta del millón. Tal vez fue la misma situación, cuando me quede esperando en mi primera graduación o incluso, cuando Yerin estuvo enferma y pasaron horas, pero no, nunca llegó y mi madre se quedo sola y aturdida. —sus ojos brillaron— Pero ella nunca se dio por vencida, prefirió muchas veces no comer para que nosotros tengamos comida.
—Hoseok... yo no... no tenía idea. —susurre avergonzada, y es que siempre creí que crecieron sin problema alguno, es que, los cuatro convivían riendo la mayor parte del tiempo. Bromeando y sonriendo con ese brillo tan sincero en sus rostros, aún mucho antes de que él apareciera en sus vidas.
—Lo sé, descuida. —negó— Al principio, me decía a mi mismo que era porque trabajaba demasiado, pero... perdí las esperanzas hace tiempo atrás, por ello me dolía verlas tan ansiosas por saber de él. Respectivamente, Yerin también comprendió que era suficiente y dejó de interesarle, más Eunha, ella... siempre lo tuvo tan presente, deseaba su paternidad con tanto énfasis, se supone que era él quién jugará con ella y no un padrastro. Y no lo tomes a mal, adoramos a Jun Ho, él siempre será nuestro padre, sin importar los lazos sanguíneos. Él construyó y fortaleció aquellos lazos que desconocíamos, como el cariño, el afecto, el regaño a lo incorrecto. —se encogió de hombros— Lazos mucho más importantes, como el estar presente.
—Dijiste... que entendías que ellas no quisieran verlo, eso significa que tú... —suspiró.
—Asi es, decidí reunirme con él. Necesitaba reconocer aquel rostro nítido y poco claro en mis memorias. Debía de oir su versión, no para perdonarle, más bien, para cerrar un ciclo. Pues el único recuerdo vigente en mi corazón, era aquella vez en dónde... Eunha decidió dejarlo ir por completo, luego de haber oído a mamá al teléfono, cuando ella preguntaba... "¿Por qué nos abandonaste?" —alzó sus ojos al cielo oscurecido por completo— La imagen de una pequeña de tan solo once años, llorando desconsoladoramente en los brazos de, su hermana, otra pequeña de doce años, si... aún recuerdo. —sus ojos eran profundos ante tanta mierda vivida, más la suavidad en su timbre era, entrañablemente cálida— Y se me parte el corazón.
Eras... tan diferente de lo que creí, después de todo, es verdad, la doble moral resulta aterradora, y si no viéramos con atención, sin siquiera darnos cuenta, el invierno no espera por adentrarse a la profundidad del dolor. Consumiendonos.
Más, no es como si no importará, pero... hay verdades, en las que es mejor, sólo, no decir nada.
—Me lo confirmó, no fui planeado, sólo el resultado de un error. —su cabeza aún se mantenia alzada, su cuello estirado y su barbilla, definida— Eunbi, muchos desean tener hijos, más no todos tienen esa bendición. Mis hermanas padecieron mucho su ausencia, no era suficiente una mesualidad, y aunque ellas me vieran como lo más semejante, yo no podía hacer nada al respecto...
—Claro que no, tú también llevas su sangre, su color, quizás fuiste un accidente, pero aún así, necesitabas su amor. Él fue quien falló, —tomé su mano y la apreté con suavidad— no tú. —Hoseok no dudo en enrollar nuestros dedos— Aveces... —bajé la mirada contrictada-- hay que aprender a dejar de esperar cosas, de la gente que es incapaz de hacernos bien.
—Minhyun dijo exactamente lo mismo. —sonrió con tanta ternura, que embriago mi pecho por completo, iluminando mi propia mirada— Muchas cosas cambian en la vida, pero solo una, comienza y acaba con la familia. Y el peso de la casa, no recae sobra la tierra, sino sobre una mujer. La mayoría de veces sobre ellas. —su mirada tan intensa, calaba sobre los tuetanos de esta, desdichada alma andante— Eunbie, antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas; porque nada bueno sacaras de ello.
Cuando se mira por mucho tiempo el interior de un abismo, este también mira el interior de uno. Minhyun oppa perdió ante tal oscuridad, abrumadora.
—¿Cómo podre yo... vencerla? —balbuceos sin fuerzas provenían de un pecho derribado. Si él no pudo, yo...
—Cuanto más atrás puedas mirar, más adelante lograrás llegar. Todo mejorará. Pero tú, te ves tan apagada, tan triste, tan rota... dime, ¿qué le pasó a esa niña de brillante sonrisa, ilusiones de colores y alma inquebrantable? Porque se... que Min Hyun y Dong Yul la quieren de vuelta. Porque su madre la necesita, y ante todo...
Hoseok ya le tenía de frente, y una angustia repentina se anticipó a su voz; ya no había dudas, mucho menos escapatorias. Debía decirlo.
—Porque Hwang Eun Bi, no quiere marchitarse, no debe marchitarse como si nada. Sin pelear siquiera.
Ya es tarde, me siento ahogada en medio de un bosque completamente desconocido. Arrasada por el torbellino de millones de historias, momentos vividos que se guardarán en la memoria...
—Esta bien, mírate y mírame, todos pasamos por algo similar si miras con cuidado. Más allá de la superficie, sientes... que no hay salida. Pero esta bien, no tengo porque limpiarte las lágrimas, ¿verdad qué no es facil? pero ya lo sabes, que puede volverse más sobrellevadero. Sólo debes...
—Compartir la carga... —no se trata de una mirada selectiva, porque, ¿qué sentido tendría? No seria vida si no recordaramos lo que uno a sudado o a llorado, dejado embarrado o incluso, aquello que esta dañado.
Claro que no quiero vivir solo una faceta, porque no deseo mentirme más.
—Y mientras lo sepas, todo estará bien. —acarició sus mejillas mojadas por las inconfundibles lágrimas que tanto tiempo había decidido esconder, en busca de aquella película perfecta. Una que, resulta irreal, una completa falacia, una tonta utopía.
Y con suavidad acercó sus labios a los de Eunbi, y le dio un tierno y hermoso beso, el primero para ella, y el más deseado para él.
Sigueme, prepárate conmigo, cada día, todos los días, sólo... no te atrepientas de nada justo ahora. Porque todo aquello que alguna vez lamentamos, tú seras ese final feliz, con luces frías esperando poder florecer.
No puedo y no quiero apartarme de ti, porque prometo que en cada noche diré, 'para siempre', y cumpliré, entonces, no vuelvas alejarte de mi. Quédate conmigo, y en esta noche, abrazame con fuerza, no me sueltes.
La puerta principal se abrió, dejando al descubierto una galería repleta de niños encantados y atentos, cual hechizo, sentados, esparcidos en el suelo, delante de su dulce presencia.
—Había una vez, un pajarillo llamado ave de fuego. Ave de fuego gustaba del sol, pasaba días enteros bajo sus rayos, y cuando venía la lluvia, se quejaba con su mamá. —sonreía con aquel libro rojizo entre sus manos— Quería saber, ¿por qué Dios le había dado el poder para ocultar al sol? su mamá le sonreía y decía, "lo sabrás algún día, cuando pasees por las nubes."
Los ojos del castaño se enfocaron sobre aquellas dos mujeres de pequeña contextura, una más bajita que la otra, de un cabello corto y un intenso castaño claro, al igual que la rubia de cabellera larga y lisa; ambas mujeres, inconfundibles para él.
—Entonces, una y otra y otra vez llovía, y una y otra y otra vez, ave de fuego se quejaba ante su madre; hasta que un día, una enorme tormenta se desato... —alzó la vista de las hojas y contemplo a cada uno con una fina sonrisa entre sus labios— su madre respondió diferente. Ella dijo, "esta haya arriba esperándote, tendrás que verlo por ti mismo." Ave de fuego estaba asustada, no había usado mucho sus alas. Ascendió hacia lo desconocido, pero en vez de respuestas, se encontró con truenos y centellas, y el viento que resoplaba, pensaba que lo destrozaría.
La sonrisa en el rostro de aquella castaña era reconfortante para el menor. Sobre todo, al contemplarle acompañada por sus propios padres, Jessica en serio se veía renovada y con deseos sinceros de salir adelante.
—Quería devolverse cuando paso... subió a las nubes, y allí estaba, más bello que nunca. Y en ese momento comprendió todo, "no hay tormenta que pueda llevarse al sol, el sol siempre brillara." Asi que entendió las palabras de su madre, "solo tienes que pasear por las nubes."
El libro fue cerrado, y ante el abucheo de tristeza por parte de los pequeños, los aplausos fueron consecutivos, generando una enorme dentadura en medio de aquella perfecta sonrisa brillante.
—Debes escribirlo. Unnie, queremos oírlo completo. —la risa de los mayores resonaron con ternura ante aquella hermosa niña, careciente de su mano izquieda.
—Noona, quiero ver a ave de fuego volando sobre las nubes. —el pequeñin se puso de pie elevando ambos brazos, cual alas, dejando al descubierto, aquella pierna derecha, completamente ortopédica— ¡Quiero verlo!
—Yo también, y pronto podremos. Prometo que la próxima vez, traeré el libro completo y con ilustraciones.
—Muy bien pequeños, denle gracias a la señorita Hwang por su tiempo compartido. —todos se pusieron en pie, permitiendo apreciar, cada una de las piezas ortopédicas, brillando en todo su esplendor y con una enorme concordancia, gritar a una sola voz, "¡Kamsahamnida!"
El joven quedó de pie, apreciando aquella obra maestra, una pintura inolvidable, que atesoraría sin dudar en lo más recóndito de su corazón. La familia completa, reuina y genuinamente feliz, luego de un proceso de naufragio doloroso.
Los ojos de la pelirroja se elevaron, dando directamente contra aquel muchacho que tanto cariño le brindaba, aquel que le sosegaba con lazos inimaginables y poco conocidos para si misma. Lazos de amor.
Sin dudarlo mucho, paso de su familia, para acercarse hasta el mayor, y con una sonrisa pararse frente a él.
—¿Le ha gustado el proyecto doctor Jung? —con una sonrisa bajo la mirada.
—No llevo mi bata, escritora Hwang.
—Es cierto, lo noté, y no entiendo porqué, con lo que me gusta verlo de blanco. Se ve tan sexy. —este se sonrojo, inevitablemente.
—Hablando de ello, también desearía verla de blanco, indomable pajarillo, mi dulce ave de fuego.
—Pues, algún día, cuando encuentre al indicado, ¿quién dice que no sucederá? —se cruzó de brazos, alzando una ceja.
—¡Tortolos! —ambos volteraon ante el grito de Yerin, la rubia se encontraba de pie a un lado de su novio— Oppa nos invita a una barbacoa, dejen de perder el tiempo. —Seok Jin rodeó su cintura y ambos sonrieron complices entre si.
—Pero quiénes hablan. —se mofo divertida la menor de los Jung— Kookie, a qué mis hermanos son demasiado pasionales, ¿verdad qué tengo a quién salir~? —el mencionado se sonrojo para reír nervioso ante la atenta mirada de ambos hermanos, sobre protectores de la menor.
—Dejen de amenzar a mi pobre yerno.
—¡Mamá! ¿por qué lo favoreces tanto? —se quejó Yerin con un mohín.
—Porque es el más joven. —rió la mujer para acercarse hasta ellos— De todos modos, tu padre adora a Seok asi que no chites, niña celosa. —el mencionado guiño su ojo hacia la pareja, y el más alto no dudo en responder con un beso volador, ocasionando grandes risas.
—Solo vamos a comer... —intervino Sinb con una enorme sonrisa de vergüenza ajena, en su adorable rostro.
La noche era preciosa, el restaurante de los hermanos Kim quedo reservado para una fecha especial, de igual modo, adornado para esta; luego de tantos años, la familia se encontraba cenando con desbordante alegría.
—Sowonie, lo siento, pero necesito la ayuda de mi hermanito... —la sonrisa de la azabache le interrumpió.
—Cuñado, no me debes explicaciones, solo cuida que no rompa nada valioso. —la risa de Seok contagió a la mayoría, que ni siquiera comprendia el chiste en si.
—Gracias cariño, eres tan oportuna. —se burlo el agraciado para brindarle un corto beso entre los labios, y avanzar por delante de Seok, quien le alzó un pulgar a la menor.
—Nam, conseguí el pastel que pediste. —Moonbin sonrió a un lado de Sanha y su novia— Yewon es nuestra ace en la cafeteria. —formó un corazón con sus dedos, ocasionando la risa de la menor.
—Me alegra oirlo, ahora todo depende de él. —volteó a ver a su hermano mayor— Los chicos hicieron un gran trabajo con la comida y la ambientación, se merecen un aumento.
—Es bueno que pienses en nosotros hyung. —se acercó Yugyeom— Mark es muy enérgico, es difícil seguirle la corriente cuando se junta con Jackson en la línea de fuego.
—Hablando de él, ¿sabe de qué va todo esto, verdad? —la sonrisa estirada y forsosa del menor fue dolorosa para los hermanos Kim, que tanto apreció le tenían al desdichado enamorado.
Un pequeño ruidito se hizo presente, una copa de vidrio en conjunto a un tintinear por cortesía de aquel perfecto tenedor, logró captar la atención del entorno de amigos.
—Gracias por su atención, estoy feliz de que luego de tantos años, al fin compartamos de tal modo. —observó su copa por unos segundos y continuó— A menudo, suelen decirme que es culpa de su carácter que se encuentre sola, y tienen razón. Es demasiado real en un mundo de hipócritas, demasiado directa para los que viven en mentiras. Ella no se conforma con falsos amigos o amores para pasar el rato. Es una persona que esta bien en su soledad. —sonrió con admiración— Por ello, soy un agradecido de poder tenerla a mi lado, porque ella es consciente de que no necesita a su otra mitad, ya que nació perfecta y completa por si misma. Tan auténtica.
—"Prometo que conocerás aquel que te vea con los mismos ojos que yo, y lo sabrás. Princesa, papá amara darle su bendición."
—Tú solo, necesitas a alguien que sea tu complemento. Y estoy feliz de que me veas como tal. Porque lo haces, ¿verdad? —fuertes risas inundaron el salón, y los labios de Eunbi susurraron un poco audible, pero visible "te amo"— De esta mujer aprendí lo que significa la paciencia, la tempestad, la ira. —incluso la risa de la peliroja se hizo oir, que estaba acompañada por su antigua jefa, Yuna y su esposo, Jimin— Pero sobre todas las cosas, el apoyó mutuo para salir de las comodidades y enfrentar las dificultades.
El amor no es solo una simple palabra, mucho menos un iluso sentimiento. El amor, todo lo sufre, todo lo espera, todo lo perdona; el amor no desaparece.
El amor es magia, y una que se encuentra en peligro de extinción.
—Aún recuerdo... de ella conocí la perseverancia, la lealtad, la pasión y el significado del corazón. Por ello y mucho más, quiero que se quede en mi vida, no solo hoy, no solo por un día, —sonrió— no solo el transcurso de estos nueve años compartidos, que fueron hermosos, pero deseó mucho más. Y tal vez me volvi ambicioso. —rió para si mismo, mientras jugaba con su copa de cristal— Pero quiero que comparta el resto de mi vida. Las veinticuatro horas y los siete días de la semana.
Los ojos de Eunbi se abrieron de repente, y su sonrisa comenzó a desvanecerse; de un momento a otro, se encontró perdida en aquél par de ojos oscuros, fijos sobre si, encegecidos, los cuales le contemplaban como si fuera oro en polvo.
—Si tú me lo permites, delante de todos los presentes, amigos y familia, ¿quieres convertirte en la madre de mis hijos? dime, ¿me harias tremendo honor? Señorita Hwang, ¿le gustaría convertirse en la señora Jung?
Las lágrimas se aproximaron sin retorno por las cuencas oculares de la menor, nublando su visión por completo, embriagada por el sentimiento de plenitud que comenzaba a extasiarla.
—Eunbie... —volvio a llamarle— a pesar de que te resulte incómodo de oír, quiero agradecete por estar a mi lado.
—Idiota... tú me vuelves una mejor versión de mi misma, y me haces sentir tan afortunada.
—Odio el rojo oppa. —este apretó su mejilla para reir— Nadie cambiara eso. —declaro segura de si misma, cruzando sus brazos irritada— Asi que olvídalo.
—Pero mira que controversia, porque que yo sepa, Hoseok ama el rojo. —se alejó del cuarto riendo.
—¡Hwang Min Hyun! —las mejillas de la menor se sonrojaron al ver su espalda alejandose empoderado— ¡Eres un idiota! —y sin más, salió del cuarto corriendo detrás de él, aun ante las risas expectantes de sus padres.
—Desde aquél año, en que oppa dio contigo en su curso... me consideré afortunada. A pesar de ser un idiota por repetir segundo grado... —limpió sus mejillas ocasionando las risas de todos los presentes, sobre todo de la familia Jung— Te consideré un gran idiota.
—¡Y valla que lo era! —Eunha negó ante la desvergonzada declaración de su hermana.
—Mi idiota favorito, —sonrió mientras un entonado "aww" se oia a sus espaldas— El idiota que alegraba mis días, e incluso... el sol que alumbró en medio de mi oscuridad. —con su timbre quebradizo, su madre, Jessica, lloró al oírle, sonriendo con emoción por estar frente a la gran mujer en la que se convirtió su más grande tesoro— Tú y yo, juntos en este camino, es mi deseo.
Hoseok tomó su pequeña mano y depósito un bello anillo de compromiso sobre su dedo anular, y aún ante las lágrimas emergentes, ambos se unieron en único y pasional beso.
Todos los presenetes aplaudieron conmovidos, Yerin y Eunha incluso gritaron y silbaron a la par, Jackson por su parte lloró desconsolado sobre el pecho de su buen amigo Mark. Y los suegros se encontraban conmovidos entre si; las luces se apagaron de repente, encendiéndose en su lugar, unas cuantas lamparitas de colores.
—Con amor siempre comenzamos el día y también lo finalizamos. —sonrió acariciando sus mejillas, y esta juntó sus frentes cerrando sus ojos, difrutando de aquel momento, de aquella bella conexión mutua— Quiero que por siempre lo hagamos asi. —susurro para ella.
—Entre tú y yo, nada cambiará. Nunca. —ronroneo con sus ojos aún cerrados, sonriendo; y este tomó sus mejillas, alzando su mirada, contemplandole en silencio.
Hoseok besó su frente, deseando, que ellos descansarán en paz, porque nunca más la dejaría sola. "Lo prometo. Mi buen amigo. Mi querido suegro. "
Eunbi solo podia sentir gratitud y gran sentido de permanencia. "Papá, tenías razón. Gracias, por haber sido el más preciado sueño. Appa, oppa... gracias por abrirme paso a un dulce sueño nuevo."
Sin darme cuenta, la primavera inegablemente, llegó, adueñandose por completo de aquel bosque solitario y saturado en angustias. Provocando cambios rotundos, olvidando los miedos y sanado las heridas.
Tienes que seguir brillando, sigue brillando, anda, prepárate junto a mi, pues descubrirse a uno mismo, resulta bastante divertido. Quiero mostrarte que he cambiado, quiero mostrarte que ahora me amó a mi misma.
Eres la sobreviviente, eres la que me enorgullece hoy en día.
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