4. Forget the past, see the future


    ❍8 años después❍ 


Dolía.

Aún recordaba como apenas una semana después de irse con Mara, Adora había perdido a sus padres.

No, no es que habían muerto, solo dejaron de considerarla su hija, y la trataron como si nunca hubiera existido, como si no la hubieran amado.

Quizá esa fue la razón por la que Mara se fue, quizá esa fue la razón por la que la rubia guardaba tanto rencor, tanto odio hacia ellos.

Odio hacia ella misma también, a pesar de que nunca lo admitía.

Todo lo que la mantenía existiendo era Catra, su mejor amiga por la que guardaba sentimientos que pocas veces dejaba salir, que se negaba a sentir solo porque no quería perderla.

Porque esos sentimientos la hacían débil, y ella no lo era.

Había logrado mantener a la loba a raya, nunca volvió a salir después de aquella tarde en la que abandonó el supuesto hogar en el que vivía.

Sus amigos, emocionados por ella, no pararon de presionarla para que volviera a ser la loba, el ser que arruinó toda su vida en un día.

Así fue como Adora Grayskull se aisló de sus amigos y dejó de buscar la felicidad a cambio de encontrar respuestas sobre todo.

Se había vuelto como su hermana en cierto sentido, pues estaba obsesionada con saber la verdad sobre ella, sobre su familia y el por qué estaba ahí.

Solo que, Mara había desistido y buscó su felicidad, se casó con Light Hope tres años después de irse con Adora y  Adam, volvió a Eternia y dos años más tarde, su mellizo siguió su camino y se mudó con su novia, Teela.

Eso dejó a la ojiazul y a Razz juntas. Ella no pensaba abandonar a la anciana que por mucho tiempo había sido la fuente de conocimiento, sabiduría, consejos y cariño que la rubia poseía.

Era todo lo que le quedaba de alguna forma.

Se sentía sola.

Catra trató de apoyarla lo más que pudo, pero a veces simplemente la rubia era tan difícil de comprender, tan diferente a la Adora de antes, a la que recordaba... a la que amaba.

Sí, ella la seguía amando, y sabía, que entre todo ese odio, ese rencor y ese dolor, estaba la rubia. Su rubia, y quería recuperarla, solo que... no sabía cómo.

Intentó varias veces confesarle sus sentimientos, pero cuando estaba en frente de la rubia, sus ideas simplemente se iban, su cerebro volaba y todo dejaba de tener sentido.

Por eso, ambas se habían distanciado. 

Ya no había mucho de lo que eran antes, su lazo seguía ahí, pero era débil, y ninguna sabía qué era lo que las ataba a la otra, qué tenían para que no pudieran irse.

Era como un magnetismo, no importaba cuánto lo intentaran, o cuán lejos estaban la una de la otra, siempre terminaban ahí, juntas.

Solo que no querían admitirlo, no podían expresarlo, porque ambas eran tercas e idiotas, no sabían quién superaba a quién.

La rubia suspiró, levantándose de su cama por obligación y mirando su imagen en el espejo de cuerpo completo y riendo amargamente.

¿Cuándo había cambiado tanto?

Recogió su cabello en una media coleta, muy diferente a su coleta con copete habitual, pero simplemente no deseaba hacer nada ese día.

Encontró a Razz barriendo la acera como siempre, el sol brillando como siempre, y el olor a pasto y calles asfaltadas era exactamente el mismo.

Se despidió de Razz y salió caminando encorvada rumbo a su universidad, la única del lugar y que recibía a toda la ciudad dentro de sus puertas.

The Fright Zone era una ciudad pequeña, después de todo.

Lo único diferente fue un mensaje del grupo de su equipo, en donde, como cada viernes, la invitaban a una fiesta a las que iba por compromiso. Después de todo era She-ra, era la capitana y la chica más popular en toda su universidad.

Nada que realmente le importara.

Los mensajes que la presionaban no le dejaban más opción que aceptar, resignada.

Se sentía como cargar otro enorme peso en sus hombros.

Peso que, por supuesto, nunca estuvo lista para cargar.

(...)

El reloj marcaba las 9 pm, indicando que la hora de la reunión estaba a tan solo treinta minutos.

Terminó por ir a la sala a esperar mientras su abuela miraba alguna telenovela que pasaba por la televisión.

Se dedicó a observar de nuevo todos los artículos sobre hombres lobos existentes, la mayoría mitos o leyendas antiguas que no le ayudaban nada a entender lo que necesitaba, a saber más sobre sí misma, a conocer cuál era la razón por la que ahí estaba.

Razz fue su primera opción al principio, pero ella siempre decía que toda la información estaba mezclada y más de una vez afirmó confundir el pasado con el presente y el futuro.

Por eso dejó de pedirle ayuda.

Pero de vez en cuando, en el momento menos esperado, la anciana de anteojos revelaba palabras inconexas que pocas veces lograba comprender de todo.

No supo cuándo se quedó embobada en el drama que tanta atención le prestaba Razz.

Era interesante, porque la protagonista se enfrentaba con su mejor amiga solo por tratar de entender quién era realmente.

Pero el reloj marcó la hora en la que tenía que partir, por lo que dio un último vistazo a la televisión,  intrigada por el drama.

Se despidió de su abuela, que miraba casi sin pestañear, pero, a último momento, cuando estuvo a punto de cerrar la puerta, la anciana la miró fijamente, una expresión seria sin llegar a ser fría.

—Mara, querida.—Dijo dulcemente y Adora estuvo a nada de corregirla, pero no lo hizo. Después de todo Razz era incorregible.—Debes dejarlo ir. Hay un gran futuro frente a ti.—Aconsejó, Adora no sabía muy bien a qué se refería la anciana de anteojos.

—¿Dejar ir qué, Razz?—Cuestionó confusa.—Mi futuro no estará si no encuentro respuestas.—Se quejó.—No importa. Me voy, no me esperes despierta, por favor.—Pidió la rubia casi azotando la puerta.

Razz miró al lugar donde hace un par de segundos había estado su nieta.

La anciana solo suspiró, negando con la cabeza tristemente.

—Nunca puedo ayudar.—Soltó al aire, recordando, viajando con su mente a través del tiempo, dejando que la tristeza regresara junto con las memorias del pasado.

Todo lo que pudo hacer con Marlena, Mara y Adora fue observar, como un espectador de una película, sin poder hacer nada para cambiar todo lo que sucedió.

Pero, con el tiempo, olvidó que sucedió, aquel rostro odiado se perdió en su memoria, junto con todo lo que ocurrió en un pasado.

Quizá lejano, quizá cercano...

Ya no lo sabía. Lo más probable era que tantos medicamentos habían embotado su cerebro, forzándolo a funcionar y eliminando parcialmente cada uno de sus recuerdos.

Tal vez haya sido aquella persona, cuya débil imagen aún quedaba en su cabeza en forma de odio, de rencor  y dolor.

Pero pronto olvidó todo de nuevo, como si su mente se hubiera reiniciado, sin saber qué estaba pensando o qué estaba haciendo.

Simplemente volvió al sillón, retomando su drama, aún con una sensación de malestar, de olvido.

De dolor.

(...)

El trumulto en aquella casa particular era visible incluso antes de entrar, por lo que la rubia simplemente intentó parecer amigable y mostrar su mejor imagen.

Era momento de ser She-ra.

Entró al lugar con una de sus mejores sonrisas, siendo interceptada por varios grupos de personas que querían hablar con ella o simplemente estar a su alrededor.

Casi suspiró de alivio al ver a los de su equipo en un grupo apartado, Huntara, Octavia, Roy y algunos más se encontraban charlando, bebiendo y riendo amenamente.

—¡She-ra!—Saludó Octavia golpeando con fuerza el hombro de su capitana.—¿Cómo vas?

—Creí que no vendrías, blonde.—Le dijo su compañera peliblanca.—Creí que estabas ayudando a tu vieja a hacer postres o algo.—Se burló. Adora gruñó por lo bajo, tratando de controlar a su lobo.

—Cállate.—Fue lo único que respondió, tomando un sorbo de la fría cerveza que alguna persona le había entregado al entrar.

Escuchó en silencio las bromas y charlas entre ellos, aportando algo de  vez en cuando, pero nada realmente importante.

Vió a sus antiguos amigos paseando por el lugar, sonrisas brillantes pintadas en sus rostros.

Y por un momento deseó, tan fervientemente estar con ellos, quizá tanto que fue imposible que Glimmer y Bow voltearan directamente a su dirección, sus alegría desvaneciéndose  en ese preciso momento, tan notorio que casi dolió.

Un par de murmullos, miradas discretas e indiscretas, una discusión en susurros que no pudo escuchar y el grupo alejándose de Adora a propósito.

Honestamente no le importó, pero su mundo se detuvo en el momento en que vio a la morena cruzar por esa puerta con Entrapta y Scorpia, ajena a todo, con una radiante sonrisa que se desvaneció cuando sus miradas se cruzaron.

Adora corrió hacia la cocina de la anfitriona, buscando cualquier clase de trago fuerte que la ayudara a pasar el nudo en su garganta.

Aún recordaba muy bien cómo había perdido a quien consideraba aún su mejor amiga.

5 años antes

Desesperación.

Si había una palabra para describir lo que la morena sentía en ese momento, sin dudarlo era esa.

Su mejor amiga había dejado toda su vida de lado para dedicarse a buscar cosas sobre su pasado, pasado que ni siquiera sabía si existía.

Podía decir sin titubear, que la rubia se había vuelto peor que Entrapta, aunque la chica de coletas jamás había llegado a esos límites hasta donde sabían.

Pero la ojiazul, en cambio, se había enfocado tanto en eso que  dejó de comer como debía, de dormir como antes e incluso de disfrutar la vida.

Estaba absorta, ojeras enormes bajo sus ojos, una mueca de enojo y frustración en su concentrada expresión.

Catra gruñó, quitándole el aparato de las manos a la rubia.

—¡Ey! ¡Estaba a punto de encontrar algo!—Gritó la rubia, irritada.

—¡¿Podrías detenerte por un momento?!—Cuestionó la de ojos bicolor en el mismo tono.—¡No te reconozco, Adora! ¡Te la pasas todo el día en el teléfono buscando cosas sin importancia!—Acusó, y con mucha razón, más de la que Adora quería admitir.—¿Has comido una comida completa siquiera?

—¡Eso no importa ahora!—Gritó.—¡No son cosas sin importancia, es mi pasado!—Volvió a decir.

—¡No es tu pasado! ¿Acaso sabes de qué estas hablando? ¿Sobre quién estas buscando saber?—La rubia agachó su cabeza apenas ante el argumento de su compañera.—¡No! ¡No sabes ni siquiera quien eres! Yo no sé quien eres.—Dijo, finalmente agotada de discutir.—Te desconozco, Adora Grayskull.—Sentenció la morena para salir rápidamente de la casa de su amiga.

La rubia no la detuvo.

Uno tras otro, los líquidos pasaban por su garganta casi tan rápido como las lágrimas que corrían por sus húmedas mejillas, quemándolas.

No se dio cuenta cuánto había bebido hasta que intentó caminar, su mundo dando mil vueltas con la acción y teniendo que sujetarse de la isla para no caer.

Secó sus lágrimas, y con cuidado salió de la cocina, encontrándose con Huntara casi en el mismo estado.

No tenía intención de hablarle, por lo que pasó de largo, tratando de caminar en línea recta.

Y por supuesto, no fue sorpresa para nadie que pocos segundos después de intentar acercarse a la morena, la rubia cayera justo a sus pies, murmurando cosas sin algún sentido.

Un pequeño grupo detuvo su celebración para observar su estado, pero Catra fue más rápida y, con la ayuda de Scorpia pudo llevar a Adora a un balcón apartado luego de pasar por cuatro habitaciones que estaban ocupadas por completos desconocidos.

La rubia solo pudo sentir el aire fresco un momento antes de aspirar el fuerte aroma del perfume de la de ojos bicolor. 

Era suave, pero para ella, con su olfato desarrollado, parecía ser la esencia más fuerte que jamás había olido.

Un olor dulce como frutas y madera, además de que el aroma se mezclaba con el olor perfecto de Catra, olor a chocolate, olor a hogar.

Detalló por un momento en ella, en sus ojos, uno azul, otro dorado, la mezcla perfecta del sol y el mar en unas dilatadas pupilas como las de la morena. Se fijó en su piel canela, sus pecas, que brillaban en la noche y que, gracias a la luz de la luna parecían constelaciones.

Sus finos labios estaban teñidos de un suave rojo acompañando su maquillaje sutil, casi natural. 

Escuchó su voz, lejana, como un grito, pero no le importó, estaba hipnotizada, el alcohol en su sistema afectando cada nervio, cada sentido.

Lo que no esperó en absoluto fue recibir una bofetada en su mejilla, haciéndola volver a la realidad de inmediato, observando confundida. 

—¿Ves a lo que me refiero?—Preguntó la morena de vuelta, Adora totalmente perdida en sus palabras, pues no había escuchado nada.—Estás... tan enfrascada en...—Catra pareció pensar por un momento antes de continuar.—En todo esto, en lo que no pudiste llegar a ser. ¿Por qué no solo lo dejas ir?—Inquirió, tomando a la rubia por su chaqueta y tratando, luchando con todas sus fuerzas para no llorar. Entonces Adora lo entendió todo.

—Mara, querida. Debes dejarlo ir. Hay un gran futuro frente a ti.—Aconsejó, Adora no sabía muy bien a qué se refería la anciana de anteojos.

—¡No es tu pasado! ¿Acaso sabes de qué estas hablando? ¿Sobre quién estas buscando saber?¡No! ¡No sabes ni siquiera quien eres! Yo no sé quien eres.Te desconozco, Adora Grayskull.—Sentenció la morena para salir rápidamente de la casa de su amiga.

—Y-Yo. Y-yo no...—Intentó articular torpemente. Catra la soltó, decepcionada y se alejó negando con su cabeza.

—¿Quién eres?—Preguntó, su voz quebrada hizo que Adora empezara a soltar lágrimas sin control de nuevo. Se miraron por última vez, tan intensamente, tan dolorosamente que no podían dejar de llorar.

Porque, en el fondo de sus corazones querían estar juntas, querían ser lo que eran antes, querían amarse como nadie nunca lo permitió.

Y otra promesa se rompió junto con la rubia en el momento en el que la castaña se dio la vuelta para irse, sin mirar atrás.

Flashback

—Adora, ya te lo dije.—Le repitió su amiga morena.—No importa que seas un lobo, o un humano, tú me cuidarás a mí y yo te cuidaré a ti. No es tan malo si estamos juntas.—Dijo, una sonrisa en su rostro, brillante, esperanzadora. Los ojos de la rubia se encendieron con una chispa de anhelo, y sin importarle su desnudez, corrió a abrazar a quien entonces era su mejor amiga.

—¿Lo prometes? ¿Siempre estarás conmigo aunque sea una bestia horrible?—Cuestionó.

—No eres una bestia horrible, Adora.—Corrigió con una sonrisa.

—Sólo promételo, ¿si?—Pidió la rubia, aferrándose más a su compañera.

—Lo prometo.—Aseguró.

Su sonrisa se iluminó cuando Adora cayó sobre ella para abrazarla aún más fuerte.

Era una promesa.

Su promesa.

Fin del Flashback

Y de nuevo, Adora no detuvo a Catra.

Todo lo que hizo fue desplomarse en el suelo, hipos saliendo de ella mientras murmuraba el nombre de la morena.

Pero en lugar de levantarse y buscar a la de ojos bicolor, la rubia solo se levantó y se fue directamente a su casa.

Su orgullo no le permitía hacer más.

Y ella tampoco tenía las fuerzas para luchar contra sí misma.

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Wow, que giro, ni yo me esperaba eso.

Me dolió bastante escribir esto, para ser honesta. Cualquier cosa que me recuerde al u promise? me rompe y me deja sin estabilidad.

Pero yo, siempre masoquista vuelvo a la misma wea :v

En fin, creo que esto va tomando cada vez más forma y espero que no me de un bloqueo en media historia :')

No creo que vaya a haber mucho fluff por un buen, por que? 

Porque esto está destinado a doler, mis querides :)

Así que cuídense, tomen awa, báñense, y probablemente tengan listos sus pañuelos porque esto recién empieza :D

Los quiero <33

Atte: Heiwa


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