20. Run away


Su cuerpo trabajó en automático hasta que la sensación de peligro latente disminuyera lo suficiente. No estaba segura de qué tan lejos había ido, ni mucho menos tenía algina idea de dónde se encontraban.

Sintió a la morena removerse sobre su lomo antes de reacomodarse lánguidamente sobre ella, acariciando con gentileza su pelaje apelmasado.

—Hey, Adora.—Murmuró suavemente.

Casi pudo oírse a si misma suspirar de alivio ante la voz de Catra.

La castaña bajó despacio de su lomo para poder mirar a los orbes azules, y justo en ese momento, terminó por desfallecer en el suelo, su cuerpo cambiando dolorosamente una vez más, como aquellas primeras veces; desnuda y vacía.

—¡Adora!—Gritó alto y claro, cubriéndola casi de inmediato con su cuerpo y abrazándola fuertemente mientras repasaba con sus manos algunas heridas abiertas y observanndo con impotencia la sangre manchando su piel pálida. 

No tardó mucho en darse cuenta de que había un círculo de personas rodeándolas con una mezcla de curiosidad y asombro, pero que nadie se acercaba más de la cuenta a pesar de ver a la rubia en ese estado. Sintió la ira burbujear en su pecho cuando dedicó una mirada a todos ellos, y fue ahí cuando notó un rostro familiar aproximándose a velocidad.

—¿Qué sucedió?—Preguntó el rubio, acercándose hacia la figura de Adora. La de ojos bicolor lo observó con sorpresa, inspeccionándolo en silencio.—¿Qué?—Preguntó casi a la defensiva, sus ojos, tan azules como los de su novia mirándola fijamente.

—¿Qué haces aquí, Adam?—Soltó sin quitar su expresión de sorpresa.—¿Sabías que esto pasaría?

—Mara llamó cuando Adora se fue. —Respondió secamente, quitándose la mochila de los hombros y sacando algo de ropa de allí y entregándosela, a lo que se apresuró a vestir torpemente a la rubia.—Supongo que ella sabía con quién lidiaba Adora.—Dijo, levantando a la rubia en sus brazos después de volver a colocarse la mochila. La morena lo miró confundida, empezando a seguir sus pasos aún sin conocer su rumbo.

—¿Y por qué no vino ella entonces?—Preguntó sin pensar. El rubio se encogió de hombros.

—No es tan fácil.Digamos que es algo... complicado.—Habló después de meditarlo un momento.—Al menos nosotros dejamos del lado el odio y nos dedicamos a vivir en paz, pero...

—Adora no puede olvidar el pasado.—Completó con un suspiro, mirando al perfil del rubio, recordando su mirada perdida en algún lugar lejano al que la morena no tenía total acceso. Solo podía ver, en aquellos ojos azules, una nubla parecida a la que veía en los ojos de su novia, recordando, atrapados en algo que no los dejaba avanzar.

—No quiere hacerlo.—Corrigió con firmeza, abriendo el asiento de conductor de su auto y dejando entrar a la castaña primero para luego colocar cuidadosamente a la rubia, que respiraba pesadamente sobre sus piernas. Catra acarició suavemente el cabello rubio humedecido por el sudor, deseando haber llegado antes, deseando poder evitar lo sucedido.

Deseando, sin saberlo, evitar lo que sucedería después.

(...)

—Bright Moon está bastante lejos aún...—Informó el rubio.—Nos quedaremos en Thaymor esta noche.—La morena solo pudo asentir, mirando con preocupación el cuerpo de su novia, inconsciente sobre su regazo.

—Necesitamos un hospital.—Casi suplicó con voz trémula.

—Encontraremos alguno mientras buscamos donde quedarnos.—Suspiró, aprovechando el semáforo en rojo para entregarle un teléfono a la castaña.—Llama a tus madres mientras tanto. No tienes tu teléfono, ¿verdad?

Negó con la cabeza, tomando el aparato y marcando el número de Cyra rápidamente.

—Prime debió tomar todo.—Farfulló molesta.

—Maldita sea.—Oyó al rubio murmurar por lo bajo mientras continuaba avanzando.

(...)

Despertó completamente desorientada, una luz blanca apuntando directamente en sus ojos, lo que la hizo casi gritar de dolor. Tardó un momento en procesar todo lo sucedido antes de sentarse rápidamente, alarmada, arrepintiéndose de inmediato debido a la dolorosa punzada que sintió en uno de sus costados y en su pierna.

Huyeron... ¿no es así?

Estaban a salvo.

O eso quería creer.

El olor enfermizo no estaba presente, pero la sensación de peligro aún quemaba sus huesos. No fue hasta que escuchó pasos extrañamente familiares en los que pudo calmarse apenas para identificar el sitio en el que se encontraba: una habitación de hospital.

Vió unos mechones cortos y salvajes de cabello rubio asomarse en la puerta, dejando paso a un alto ojiazul con cara cansada. Su hermano. Y justo detrás, Catra, con una pequeña venda cubriendo parte de su mejilla y brazo, sus ojos heterocromáticos brillando con alivio al verla.

—¿Adam?—Alcanzó a prenguntar antes de sentir como los brazos de su novia la apretaban suavemente contra sí misma, oyéndola suspirar aliviada cuando correspondió con algo de dificultad el abrazo.—¿Qué haces aquí?—Cuestionó.

—Bueno, estaba mucho más cerca que Mara, me pidió que te cuidara.—Explicó.—Siento haber llegado tarde.—Se disculpó llevando uno de sus brazos a su nuca, exactamente como su melliza.

—¿Qué me pasó?—Preguntó nuevamente, casi desesperada por tener respuestas.

—Tú... la loba. No estoy segura de qué pasó, pero creo que estuviste a punto de matar a Prime y el te hirió. No sé cómo lograste llevarnos fuera de ese lugar.—Confesó rápidamente y sin respirar, separándose apenas unos centímetros para que la rubia pudiera escucharla.

—...La...loba...—Logró articular.

Y lo recordó de inmediato.

Recordó como el odio burbujeaba en su interior, como las sombras susurraban a su oído, controlándola, arrastrándola. Casi pudo sentir de nuevo las agujas punzantes que sintió por todo su cuerpo con cada paso que daba, el dolor en su pecho, el sabor a hierro de sangre que no era la suya, de todas las sensaciones desagradables que había sentido tiempo atrás.

Un escalofrío recorrió por su espalda cuando creyó haber visto una sombra oscura flotando en una esquina de la blanca y sosa habitación, un susurro desvaneciéndose en su oído.

Esa bruja.

Todo era su maldita culpa. 

Pero la haría pagar, tal como había hecho pagar a Prime, incluso siendo contra su voluntad. Quería ver la misma expresión de sufrimiento, sentir el horrible sabor de su sangre asentándose en su lengua mientras le quitaba, con ella, la vida.

Y pudo haber continuado maquinando ideas, imaginando cómo se sentiría su carne al penetrarla con sus colmillos y cómo sonarían sus gritos agónicos... pero un fuerte dolor en una de sus mejillas la detuvo. 

Catra se había separado de su abrazo. Y no solo eso, también la había abofeteado.

Pero en sus ojos azul-dorado no pudo ver ni una pizca de enojo. Solo vió dolor, dolor puro e infinito rebosando en forma de lágrimas transparentes y ojos cristalizados. Hubo unos segundos eternos de silencio que bien pudieron haber sido horas. 

Antes de que pudiera articular palabra, la mano cálida de Catra se apoyó sobre la misma mejilla que había golpeado momentos atrás, acercándose tanto a ella que el simple sollozo que soltó se sintió como un grito que penetró directamente a su corazón.

—Ya... es suficiente.—Soltó al aire. Parecía solo una frase al azar, pero dolió como nada nunca le había dolido.—Déjalo ya.—Suplicó, la primera lágrima finalmente deslizándose por su mejilla canela. 

Porque sabía perfectamente a lo que su novia se refería.

Solo atinó a acurrucarla entre su pecho, estrechándola con sus brazos mientras sentía como sus lágrimas humedecían la bata que vestía, cerrando sus ojos y sintiéndose una absoluta idiota.

Su corazón latía extrañamente lento y adolorido, su cuerpo se estremecía ante el cálido abrazo y el frío que congelaba hasta sus huesos cuando recordaba el motivo de sus actos. 

Quería terminar con todo eso también, quería parar. 

Y, sin quererlo, una lágrima se deslizó por sus ojos azules.

Soltando, sin una palabra, todo lo que su corazón guardaba. 

Adam ya no estaba junto a ellas, y finalmente se separó unos centímetros para poder ver a la casi felina, que la miraba intensamente, llegando hasta lo más profundo de su alma a través de aquellos ojos bicolor.

—Y-yo...—Empezó con un nudo en la garganta.—Lo siento.—Completó. Sus palabras colgaron en el aire durante unos momentos antes de desvanecerse sin haber obtenido una respuesta, y sintió cómo su corazón se contraía casi dolorosamente en su pecho. Quería repetírselo una vez más, por si no la había escuchado, decir de mil maneras que se arrepentí de haber llegado tan lejos...

Decirle, también, que a pesar de todo, no iba a parar.

No podía parar.

Pero el nudo en su garganta se hizo más fuerte, obligándola a apretar sus labios con expresión dolorida, incapaz de articular una palabra más.

Contrario a lo que pensó, su morena cerró sus ojos con un largo suspiro, negando con su cabeza, viendo una nueva lágrima deslizarse y dejando un invisible rastro en su mejilla antes de hundir su cabeza en su pecho, sin decirle nada más.

—Te amo.—Le susurró apenas, mirando distraídamente a la nada.

(...)

Dos días después, estaban nuevamente de camino a casa. Una sensación de inquietud permanente invadía el cuerpo de la morena, pero decidió no decir nada mientras veía a su rubia descansando plácidamente en su hombro, como cuando eran niñas y la diferencia de altura era de apenas unos centímetros.

En aquellas facciones relajadas pudo ver un destello de la vieja Adora, la que siempre amó y siempre amaría, tan ella, y a la vez, tan distinta, tan extraña. Dirigió su mirada hacia la ventana del auto, la carretera pasando como un borrón mientras más se acercaban a un paisaje conocido. Sacudió levemente a su novia antes de dejar un beso suave en su cabello rubio cayendo sobre sus hombros.

—Llegamos.—Anunció cuando la ojiazul se separó para mirarla. Pudo ver cómo Adam sonreía gracias al espejo cuando la rubia restregó su rostro contra el hombro de Catra como lo hacía antaño. Como si el  mismo pensamiento hubiera cruzado por la cabeza, el rubio suspiró.

—Ojalá todo fuera tan fácil como antes.—Dijo, captando la atención de Adora.

—Siempre ha sido fácil para ti.—Masculló por lo bajo. Desgraciadamente, el ojiazul no pasó por alto sus palabras y se dedicó a mirarla amargamente por el retrovisor.

—¿Tú lo crees así?—Cuestionó, sus ojos perdidos en algún lugar. Sabía lo que su hermana pensaba. Que porque él no era como ella o Mara lo tenía todo resuelto. Que el simple hecho de no tener un lobo solucionaba completamente su vida. 

La rubia guardó silencio. Apretó el volante con más fuerza para evitar decir algo hiriente una vez más.

—Te la pasas diciendo que nadie te entiende cuando tú tampoco lo entiendes.—Reclamó.—Nunca entenderás cómo me siento al saber que dos de las personas que más amo sufren por algo así.—Solo pudo decir antes de tomar una bocanada de aire y soltarla para calmar el enojo que empezaba a formarse.

Quería decir más. Quería decir mucho más.

Quería preguntarle si sabía cuántas veces la había observado irse al bosque a cuatro patas, deseando secretamente poder correr entre los árboles sin cansarse demasiado; cuántas veces sentía que lo dejaban atrás, siempre en el medio, siempre preguntándose qué hubiera pasado si él también  fuese como ellas.

Que si sabía lo mucho que dolió observar cuánto sufría Adora, cómo de a poco iba apagándose, consumiéndose sin más mientras se sentía incapaz de hacer nada, impotente y vacío, sin tener la fuerza ni el valor suficientes para detenerla. 

Pero calló. Decidió centrar su vista en la carretera y no en los dos pares de ojos que quemaban su espalda. La ojiazul abrió y cerró varias veces la boca, como queriendo decir algo que al final nunca pudo expresar. 

Le dedicó una mirada llena de miles de cosas que ni él sabía cuando se detuvo frente a aquella casa y escuchó las puertas abrirse y cerrarse con un ruido seco.

Arrancó.

Una vez más, como hacía mucho tiempo, se alejaban sin siquiera dirijirse la palabra.

(...)

—Segura que no quieres ir a casa primero?—Preguntó la rubia con un tono algo distante. La morena negó.

—Le dije a mamá que volvería mañana por la mañana.—Respondió, mirando a una pared de la habitación como si no la conociera, a pesar de haberla visto por años.—Si voy lo más probable es que quieran colmarme de preguntas y de comida.—Dijo, sonriendo ligeramente ante el pensamiento. Pudo ver el atisbo de una sonrisa un tanto nostálgica en los labios de la rubia, sintiéndose empujada a besarlos delicadamente por un par de segundos.

—¿Cuántos días hemos estado fuera?—Se preguntó cuando se separaron. La morena lo meditó por un momento.

—Uh, como cuatro días, si no me equivoco.—Contestó, acostándose perezosamente sobre la cama, ignorando aquel extraño sentimiento que parecía seguirla constantemente. Adora finalmente sonrió, aunque su sonrisa no llegó del todo a sus ojos.

—Deberíamos tomar un baño y una siesta.—Invitó, alejándose hacia el baño e incitándola a seguirla. La morena sonrió resignada y se puso de pie, observando la silueta desnuda de la ojiazul, llena de heridas que empezaban a sanar y hematomas oscureciendo su color. Se apresuró a abrazarla con la mayor suavidad que pudo, acariciando despacio mientras se dejaba llevar por aquellos orbes azules, que le prometían silenciosamente que todo iría bien.
















































Aunque, en el fondo, sabía que nada iría bien.

















Quizá solo lo estaba negando. Quizá la razón por la que no quería volver a casa estaba escondida en alguna  parte de su cerebro, y simplemente se había negado a aceptarlo.

Quizá hubiera estado mejor si ni siquiera volvía.

Porque lo sintió perfectamente, en ese latido faltante y doloroso, en esa calidez abandonando de inmediato su cuerpo en un momento en el que debía haberse sentido segura y feliz, en ese extraño sentimiento arremolinándose en su estómago cuando sus ojos se cruzaron con los de Razz, extrañamente lúcidos y profundamente doloridos.

Porque nada la preparó para lo que vió cuando la llave finalmente encajó en la puerta, encontrándose a Lyra desplomada en el suelo, aferrándose con uñas y dientes a la persona que había amado durante toda su vida, su cuerpo bañado en sangre que sabía que no era suya, con lágrimas cristalinas nublando sus ojos y levantando la vista, aterrada.

El mundo dejó de moverse en el segundo de realización.


































































—...¿Ma...má?
































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Hey! Aquí llegué yo con una ligera dosis de drama para hacer que la noche sea menos aburrida. 

La verdad no pensé que terminaría el cap hoy, pero la vida nos da sospresas y me dió suficiente inspiración para escribir esto. Cuando actualizaré de nuevo? No lo sé, pero estoy segura de que seguiré mejorando para entonces.

Pero en fin, si les gustó el cap no olviden dejar su estrellita y comentar, ya saben que cualquier duda, crítica o sugerencia constructiva la estaré respondiendo lo más pronto que pueda :3

Cuídense, báñense, tomen awita y no olviden que deben hacer las cosas que les dan miedo antes de que se queden sin tiempo :3

Lxs quiero <33

Atte: Heiwa













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