13. Love life
Catra se marchó poco después de dejar a Adora dormida en su cama. Necesitaba descansar; necesitaba estar sola, y sabía que su presencia solo forzaría a la rubia a que le dijera cosas que ni siquiera había terminado de procesar.
Ya eran casi las 9 am, por lo que simplemente regresó a su propia casa, encontrando a sus madres esperándola. Lo bueno de todo es que les había dicho que se quedaría con la rubia, así que no tendría demasiados problemas.
—Hey.—Saludó cansada una vez cruzó por la puerta, hallando a C'yra y Lyra desayunando en el comedor con pereza. Sonrió ante la escena, sabiendo que ambas eran bastante perezosas y habían inculcado eso en su hija. La de ojos dorados sonrió, una mezcla de algo que no pudo desifrar y comprensión maternal en su expresión.
—¿Quieres desayunar?—Invitó. La morena asintió frenéticamente, sabiendo que no había comido nada desde la noche anterior, y no supo cuán hambrienda estaba hasta que el primer trozo de fruta pasó por su paladar, abriéndole increíblemente el apetito. Oyó risas burlonas, pero no dijo nada hasta que finalmente pudo calmarse un poco y recuperar la postura.
—Lo siento.—Se disculpó, tomando un poco de jugo.—Pasaron muchas cosas.—Soltó, dos pares de ojos curiosos posandose sobre ella.
—¿Con Adora?—Se aventuró Lyra. A pesar de que aparentaba que no, a la ojiazul de hecho le agradaba, ella y toda su familia habían sido bastante cercanos a la suya, a pesar de tener muy poco en común, el vínculo entre esas dos niñas inquietas habían hecho que, para mal o para bien, los Grayskulls y las Applesauce forjaran una especie de compañerismo a través de los años, incluso cuando sus hijas se distanciaron, seguían manteniendo el contacto de vez en cuando. Y, como era de esperarse, tampoco eran ajenas al hecho de que Adora y otros miembros de su familia eran hombres lobo.
—Sí.—Suspiró, con un asentimiento. Agradecía que su relación con sus madres fuera del tipo que podía decirles prácticamente lo que fuera, aunque no siempre le resultaba fácil. Pero también sabía que si no se lo decía a alguien, podría volverse loca.—Ella... e-ella... no sé que le pasó, y-yo la encontré ayer en el bosque, y-y estaba tan... solo no quiero que se lastime con todo su estúpido intento de encontrar respuestas...—Intentó explicar, no pudiendo hallar las palabras adecuadas y solo soltando fragmentos descompuestos, casi con desesperación. Lyra tomó suavemente su mano y C'yra empezó a acariciar su espalda en círculos calmantes.
—Si aún no te sientes lista, podemos dejarlo para más tarde, pequeña.—Dijo la ojiazul suavemente. Catra negó. Ella estaba lista. Ella necesitaba estar lista. Porque no podía ver a Adora en ese estado y ser débil.
Y el simple hecho de verla así le partía el corazón. Tan vulnerable, tan vacía. Con un brillo desvaneciente que sabía que había perdido hace mucho, un brillo que aparecía de forma efímera pintando su pálido rostro cuando estaba con ella. Quería mantener esa burbuja, sabiendo que era imposible. No era así como funcionaba.
No podía simplemente pedirle que se olvide de todo, porque había comprendido, y quizá a la mala lo importante que era para la rubia saber quién era. Saber qué era.
Una lágrima se deslizó por sus ojos heterocromáticos antes de suspirar pesadamente. No necesitó más, casi de inmediato sintió cuatro cálidos brazos simplemente apoyandola en silencio. Y se aferró a ellos como no hacía desde que afirmó que era muy grande para abrazos, y eso fue cuando tenía 15 años.
Quizá no estaba tan lista después de todo.
Luego de varios minutos—no supo cuántos—, la morena se separó, alegando que dormiría. Lyra quiso decir algo pero se contuvo, por lo que terminó durmiendo por varias horas hasta que decidió que continuaría apoyando a su rubia en lo que más pudiera.
No quería, pero tampoco quería verla luchar por algo que no debía sola. Incluso si no supiera todo, no cometería el error de dejarla alejarse. No permitiría que se fuera.
El día siguiente intentó concentrarse en sus estudios, tratando de despejar su mente, pero finalmente no lo logró, y sus madres la encontraron empacando sus cosas más importantes.
—Tengo que ir con Adora.—Sentenció, mirando a ningún lado en particular.
—Parece que ahora vives allí.—Masculló la ojiazul, recibiendo un sape por parte de su esposa. La de melena castaña la miró con comprensión y algo de nostalgia.
—Ya eres lo suficiente mayor como para esto.—Sonrió ella.—Solo, llama cuando puedas, queremos saber cómo está Adora.—Pidió suavemente. La morena se acercó, abrazando a su madre con fuerza, y un segundo después, los brazos de Lyra también estaban envolviéndolas.
—Ni creas que la voy a aceptar como mi nuera.—Soltó sin pensar, y la sonrisa de Catra se congeló un instante, esa simple palabra reverberando infinitamente.
¿Nuera? ¿Adora? Pero ellas no eran nada. No. Sacudió su cabeza. Ellas eran algo.
Pero, ¿qué eran?
La palabra amigas estaba descartada. Las amigas no se besaban con esa intensidad, no se decían que se amaban ni follaban como lo hacía con Adora. La rubia no era su amiga. Ni con derechos, ni con nada. Otros términos llegaron a su mente, pero los eliminó de inmediato. No la veía como a una hermana, ni sentía ningún cariño maternal por ella.
Admitió que la amaba. La ojiazul también se lo había dicho. Se besaban y prácticamente vivían juntas, dado que las últimas semanas había estado más con Adora que en su propia casa.
Se apartó del abrazo, tomó sus cosas y las miró.
—No espero lo contrario.—Dijo con una sonrisa mordaz. Finalmente se despidió algo atontada y salió minutos después por la puerta.
—Creo que ellas aún no lo entienden.—Exhaló C'yra, dándole un codazo a la pelinegra. Ella solo farfulló algo con un intento de ocultar su sonrisa.
(...)
—Perdí a la loba.
Esas fueron las primeras palabras que logró articular Adora cuano finalmente pudo hacerlo. Claro, durante los últimos dos días había intentado formular palabras sencillas, pero nada tanto como eso.
—¿Qué?—Cuestionó la morena, intentando cerciorarse de que había escuchado bien. No necesitó una respuesta cuando vió el par de orbes azules cristalizarse con una capa de lágrimas. Sin embargo, tomó una respiración profunda, y habló.
—Ella me la quitó. N-no sé cómo, pero sé que la tiene.—Explicó con la voz ronca, cansada.—Aún puedo sentirla.—Murmuró, mirando a sus temblorosas manos, mismas que Catra tomó despacio, parando el temblor por unos instantes.—Y voy a recuperarla.—Sentenció con determinación, su expresión cambiando de inmediato.
La morena analizó detenidamente cada detalle hasta que pudo identificar qué era.
Odio.
Odio, sencillamente odio, como nada que había visto.
Un dejo de oscuridad apareció frente a sus ojos, pero tan pronto como llegó, se fue. Solo... desapareció, pero aún estaba allí, lo sabía. Respiró despacio, subiéndose por completo a la cama y arrodillándose para ser un poco más alta que la ojiazul. Tomó su cabeza despacio y la acunó en su pecho con un suspiro triste.
No podía oponerse. No podrían pelear con un monstruo como ese sin salir heridas, tampoco.
Pero estaría allí. Incluso si significaba perderlo todo.
Porque todo no era Adora. Adora significaba todo y más. No tendría sentido.
—¿Cómo?—Preguntó apenas, su voz fallando al final.—¿Cómo vas a enfrentarte a esa bruja?
Su cuerpo se congeló cuando escuchó la inminente respuesta:
—Voy a matarla.—Sentenció con frialdad.—A ella y a todo lo que hay detrás. No me importa.—Y la de ojos bicolor comprendió rápidamente que no era un juego. Pero no se apartó.
Después de todo, ¿qué importaba si la persona que más amaba se manchaba las manos de sangre?
—Solo...—Exhaló.—Prométeme que no harás algo estúpido o dejarás que te maten.—Pidió con un hilo de voz. Si la ojiazul iba a enfrentarse contra el mundo, que lo hiciera. Pero si no volvía a casa, entonces ella se enfrentaría contra todo por haber perdido su mundo.
—Lo prometo.—Susurró, levantando su mirada y suavizándola de inmediato al chocar con aquellos ojos azul y dorado que la hacían delirar. Súbitamente invirtió sus posiciones, siendo ella quien acunaba en sus fuertes brazos a Catra.—Siempre volveré a casa contigo.—Prometió, su voz ronca recuperando apenas un tono dulce y suave, al igual que esa infinita mirada azul, llena de cariño y amor. La castaña tomó las mejillas de la ojiazul, besándola como solo ella podía hacer, tanteando todo lo que podía con su lengua húmeda, su manos bajando hasta envolverse en el cuello de Adora y sentándose firmemente en su regazo, quedando frente a frente cuando se hubieron separado.
—Adora, dime algo.—Pidió. La rubia la miró, y estuvo a punto de reírse y de decir "algo", pero la morena la detuvo, poniendo sus ojos en blanco.—No, no así.
—Gatita...—Empezó, pero un dedo con una uña larga y afilada pintada de negro se posó en su boca, deteniéndola. Quiso protestar, pero al ver la mirada en los ojos contrarios, supo que era hora de dejar de jugar.
—¿Me amas?—Cuestionó, maldiciéndose internamente por dejar que su voz saliera tan débil. La rubia asintió varias veces, como si fuera algo imposible de dudar.
—Como a nada.—Confirmó, sin decir nada más. Por la expresión de su contraria, entendió que no era lo único que quería decir. Aún así, logró ver una media sonrisa en la comisura de sus labios, y tuvo infinitas ganas de probarlos otra vez. Toda la vida, si era necesario. A cambio, obtuvo un cálido beso en su nariz.
—Yo... yo también te amo.—Soltó, como si fuera la primera vez que lo decía. Ya había tenido suficiente tiempo para pensar. Y no quería seguir sin ponerle nombre a esa cosa nueva que tenían.—Tú... tú...—Intentó sin encontrar las palabras. Al fin, cuando lo hizo, suspiró.—¿Qué soy para ti?
Adora pareció pensarlo, y la morena sintió sus ojos empezar a picar. Eso fue hasta que la más pura de las sonrisas llenó sus labios.
—Todo.—Respondió.—Eres la única que mi corazón ha querido desde siempre, y sé que es contigo con quien quiero quedarme.—Se sinceró con las mejillas sonrosadas.—Honestamente, no sé, no me imagino que hubiera hecho sin ti. Porque te necesito para sentirme completa.—Continuó, soltando una ligera risa.—Suena cursi, y quizá algo estúpido para ti, porque... para mí tú eres el amor de mi vida.—Sonrió, como si no hubiera desarmado a Catra con tan pocas palabras.
—Eres una absoluta idiota.—Contestó, sellando sus labios una vez más, sin poder ocultar la sonrisa que pintaba su rostro.—Y no puedo creer que aún así seas mi mundo entero.—Confesó, el rubor de sus mejillas brillando con fuerza. La sonrisa de la rubia se ensanchó y sus ojos se encendieron con más fuerza, pero a la castaña aún le quedaba algo que decir.—¿Quieres... quieres ser mi novia?—Dijo, sintiendo su estómago revoltear tan horriblemente que era dulce. La ojiazul asintió tantas veces que la morena quiso reír.
—No... no pensé que serías tú quién lo diría.—Admitió.—Quería hacer algo inolvidable, pero entonces...—Su voz se desvaneció cuando quiso continuar. Catra decidió que era buen momento para ahogarse en los labios de la ojiazul, su cuerpo removiéndose sobre ella y frotando sin querer su entrepierna.
—En serio, en serio eres tan idiota.—Intentó burlarse, pero su voz salió entre dulce y grave debido a que algo empezó a rozar su zona favorita.—Todo es inolvidable contigo.—Suspiró cerca de sus labios, un jadeo escapándose cuando sintió manos firmes apretando su trasero.
—Gatita, por favor...—Casi suplicó la rubia. El periodo de abstinencia no había sido el más largo, pero su necesidad era superior y ya no la dejaba pensar.
—¿Y Razz?—Preguntó, alegrándose secretamente de que Mara casi nunca estuviera en casa. Justo como si la hubieran llamado, un grito se hizo presente fuera.
—¡Mara! ¡Iré a comprar ingredientes para la cena!—Avisó. Y luego el silencio reinó.
—¡Soy Adora!—Se quejó con un bufido, pero luego río, mirando a su ahora novia con una sonrisa traviesa.—¿Eso respone tu pregunta?—No hubo respuesta. Lo siguiente que supo es que Catra estaba besándola con la misma necesidad que ella sentía, sin tener tiempo de dejarla actuar, pues sentía que la mano contraria tanteaba casi con desesperación hasta poder sacar su desesperado y palpitante miembro.
Se separó apenas unos centímetros para mirarla, sus ojos bicolor brillando con deseo. Deseo por ella, el mismo deseo que la ojiazul sentía. Sus manos no se quedaron atrás, retirando con habilidad cada prenda innecesaria. Cuando hubo completado su misión, se detuvo solo para observar a su morena con absoluta devoción, admirando y amando cada parte de ella. Sus pezones marrones se erectaron aún más ante la intensa mirada y su boca cayó directamente en ellos, succionando con avidez mientras su otra mano bajaba tortuosamente hasta su centro, disfrutando de la humedad y calor en la palma de su mano.
La castaña gimió cuando empezó a trazar círculos perfectos alrededor de su sensible y erecto clítoris mientras la rubia apartaba su cabello castaño hasta llegar a su cuello, donde encontró una perfecta marca de colmillos aún curándose. Aún sin la loba presente, supo que la había hecho suya. Parte oficial de su manada, en términos más complejos.
—Gatita.—Llamó suavemente, su voz ronca mientras lamía su cuello y rozaba apenas con sus dientes.—¿Puedo... uhm... marcarte?—Pidió en una súplica, en ningún momento deteniendo sus caricias. Catra abrió los ojos para mirarla y asintió lentamente con un jadeo. Y fue todo lo que necesitó, pues prontamente sintió su coño alineándose en su polla y entrando con fuerza mientras mordía el precioso cuello moreno, justo en la herida antigua. La morena gimió tan alto que sonó como un grito, pero no pudo detenerse hasta sentir un sabor metálico en su lengua.
Sus caderas se movían por voluntad propia mientras la castaña la montaba como si fuera un caballo, pechos morenos rebotando apenas con cada movimiento, sus paredes internas succionándola tan fuerte que no pudo evitar gruñir, moviéndose al ritmo de su novia mientras sus dedos presionaban en la cantidad justa su clítoris.
—A-Adora...—Gimió, sus movimientos volviéndose frenéticos mientras las embestidas se volvían cada vez más rudas, emitiendo un sonido pegajoso, como el de un chapoteo, cada vez que golpeaba. La morena juró que no podía más, hasta que pudo ver la diferencia tan marcada en sus tonos de piel y arqueó la espalda, dejando paso a varios espasmos continuos.—¡Adora!—Gritó mientras se apretaba aún más contra la dura polla, y la rubia apenas logró sacarla a tiempo, vaciándose en el cuerpo de la morena y ensuciándolo. No pudo evitar envolverla en un beso eufórico y apasionado.
—¿Quieres un baño?—Sonrió con picardía, y Catra tuvo que esperar a que sus espasmos pararan un poco para asentir. Sin embargo, no pudo moverse mucho, sus piernas parecían gelatina. Adora sonrió aún más, levantando a su novia en sus brazos, y llevándosela con gusto.
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Cursi? Puede ser. Pero realmente quería ver un poco más de interacción entre las mamis de Catra y ella, y también ha sido un paso importante para el desarrollo posterior.
Hay un par de pistas en algún lado, así que aunque lo cursi ganó por hoy, no se acostumbren, las ideas se vuelven más y más claras y tengo algo plaeado. Solo sé que no soy regular en esto, pero hoy la inspiración me dió una cachetada.
En fin, no tengo mucho más que decir hoy, cuídense, báñense, tomen awita, y ya saben, si les gustó no se olviden dejar su estrellita y comentar, cualquier duda, sugerencia o crítica constructiva la estaré respondiendo lo más pronto que pueda.
Lxs quiero <33
Atte: Heiwa
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