«44»

Brian terminaba de arreglarse para llevar a Roger a la cita planeada para día de San Valentín. Estaba algo nervioso, pero tenía fe que en qué todo saldría bien. Estaba seguro que pasarían. La mejor experiencia de sus vidas. Eso quería creer.

Así que tras terminar de arreglarse, tomó el ramo de flores que estaba sobre su mesita de noche y se dirigió a la habitación de al frente. Roger le abrió la puerta y le sonrió.

— Hola, mi amor —le sonrió y dejó un beso en sus labios—. Estás precioso.

— Gracias —sonrió—. Tú también.

— Feliz día de San Valentín —le entregó las rosas seguidas de un regalo.

— Aw... no debiste —dijo tomando el paquete entre sus manos—. Yo también te tengo algo.

— ¿En serio? —preguntó el rizado.

— Por supuesto —sacó un paquete y se lo entregó —. Feliz día de san Valentín.

Ambos lo abrieron. Roger encontró el segundo, el tercer y el cuarto libro de la saga de Percy Jackson, junto con una carta. Le sonrió a Brian y tras agradecer con mucho entusiasmo los libros, comenzó a leerla.

Bueno, se me da mal hacer cartas, pero aquí estoy. Sinceramente, solamente tomé un lápiz y comencé a escribir. Cómo puedes notar, es de tinta celeste, como tus ojos. Y más abajo escribiré con uno rosado o fucsia... o como se llame ese color, porque son como tus labios y como las frambuesas, que son tu fruta y sabor favorito de helado, pastel, jugo, y básicamente cualquier postre o cosa dulce. Quizás te estés riendo en este momento porque es algo bastante estúpido, pero al diablo, lo haré igual.

En fin, no quiero aburrirte con una carta de dieciocho páginas por ambos lados, como sale en las comedias de los noventas, pero sí quiero darte este gesto, porque siento que pese a que, conociéndote, sé que te encantará, los libros quizás son algo bastante superficial y quiero que este día de San Valentín sea inolvidable para ambos. Tengo muchas cosas planeadas y espero que te gusten, de hecho, esta es una de ellas. ¿Qué te parece? Aquí me tienes escribiéndote esto que me ha dado vueltas desde las tres de la mañana.

Bueno, ¡feliz día de San Valentín! Este es el octavo año qué paso amándote, aunque sólo hemos sido novios seis de ellos. Bueno, de todas formas es bastante tiempo, ¿no? ¿Estoy usando mucho la palabra "Bueno"? Sí, creo que sí, intentaré dejar de usarla.

Te amo mucho, Rog. No te imaginas cuánto, y quiero que pasemos por siempre juntos, porque no podría estar separado de ti.

Con amor, tu novio, Brian.

Roger sonrió tras terminar de leer y le dio un fuerte abrazo.

— Fue hermoso —le dijo en el abrazo. Brian lo correspondió y lo levantó para cargarlo—. ¡Hey!

— ¿Quieres que vayamos a nuestra cita, princesa? —preguntó.

— B-Bájame.

— Meh, no quiero —besó su nariz y le sonrió.

— Aún debo entregarte tu regalo —se excusó.

— Bien —cerró la puerta con un pie y lo dejó sobre la cama. Roger se levantó y le entregó su regalo para luego sentarse a su lado y besar su mejilla.

El mayor le sonrió y se dispuso a abrirlo, viendo una libreta de dibujo con una foto de los dos y varios corazones en él. La abrió curioso, encontrándose dibujos, fotos y numerosas cosas de ambos. Nuevamente sonrió, enternecido.

— No sé si la recuerdas... —dijo Roger.

— Por supuesto que la recuerdo —aseguró—. Pensé que ya no la tenías.

— ¿Cómo no iba a tenerla? —puso la cabeza en su hombro—. ¿Te gustó?

— Me encantó —respondió—. De verdad... es un regalo hermoso, Rog.

— Quise hacer algo lindo por ti —sonrió con cierta timidez y cerró los ojos.

— No es lindo, es precioso —repuso y besó su frente.

— Espera, te tengo otro más —se puso de pie y sacó otro paquete.

— Rog...

— Tranquilo, ¡me compraste tres libros! ¿Cómo solo iba a regalarte una libreta solamente?

— Porque esa hermosa libreta tiene los inicios de nuestra relación —dijo.

— De todas formas quise hacerlo —dijo—. Vamos, ábrelo.

Brian rió un poco y se dispuso a abrir el paquete de regalo. Se encontró con una camiseta de Star Wars junto con una figura Funko de la misma franquicia.

— ¡Oh, Rog! ¡Me encanta! —exclamó.

— ¿De verdad? —preguntó algo nervioso.

— ¡Me fascina! ¡Es fascinante!

— Me alegra que te guste —sonrió.

— ¿Sabes? Ya que me diste el Funko del bebé Yoda, deberíamos considerarlo nuestro hijo.

— ¿Qué? —rió Roger.

— Criemos juntos al niño —bromeó y ambos rieron.

— Me alegra que te gusten tus regalos —sonrió.

— A mí también —dijo—. Ahora, sígueme o llegaremos tarde.

— ¿A dónde? —preguntó.

— Ya vas a ver —sonrió.

Roger se encogió de hombros y lo siguió. Caminaron bastante tiempo, hablando de temas variados y riendo varias veces, como tendían a hacer.

— Bien, desde aquí, te pondré esta venda —dijo Brian.

— ¿Ah? ¿Por qué? —preguntó el rubio.

— Para sorprenderte —sonrió y se colocó detrás suyo para taparle los ojos con la venda. Luego dejó un beso en su nuca que hizo que sonriera—. Ven, mi amor, vamos.

— ¿Y si me caigo? —preguntó.

— Tranquilo, yo no te dejaré caer —aseguró.

— Está bien —rió de forma nerviosa y se dejó guiar por el mayor.

Cuando Brian quitó la venda, Roger sonrió al ver el pequeño picnic que había organizado, con una cesta, una manta y luces colgadas en los árboles. Besó a su novio en los labios tomándolo por las mejillas y tras agradecer, decidieron sentarse a comer.

— Bueno, sírvete lo que quieras. Incluso hice galletas —dijo Brian sacando varias cosas de la cesta.

— Bien —sonrió y sacó varias cosas para comer.

— ¿Te gusta? —preguntó.

— Me encanta —besó su mejilla y luego lo abrazó.

— Tengo algunas cosas más planeadas —dijo.

— ¿En serio? —preguntó.

— Sí —respondió—. Dos.

— ¿Y qué son? —preguntó curioso nuevamente.

— Ya vas a ver.

— Hm... yo quiero saber —dijo.

— Ten paciencia.

— ¡La curiosidad está matándome...! ¡Ayuda...! ¡Voy a morir...! —se lanzó al pasto de espaldas. Brian rió.

— No seas bobo —rió.

— Nací bobo —le guiñó un ojo.

— Lo sé.

— ¿Amas a tu bobo novio?

— Claro que lo amo —respondió—. Si no, no llevaría ocho años con él.

— Llevamos mucho tiempo...

— ¿Verdad que sí? —dijo—. Espero que te gusten mis sorpresas.

— Estoy seguro que me van a gustar —respondió.

— ¿Lo prometes?

— Claro —rió un poco y besó sus labios—. ¿Por qué estás tan nervioso?

— Por nada, Rog —sonrió.

(...)

— Bueno, ya llegamos —anunció el mayor. Roger abrió la puerta y abrazó su cuello para besarlo castamente. Brian correspondió con su habitual sonrisa tomándolo por la cintura.

— Gracias por este día —le dijo el rubio sonriendo.

— No tienes que agradecérmelo —sonrió—. Sin ti no hubiera hecho nada de esto.

— De todas formas fue muy tierno —besó su mejilla.

— ¿Puedo entrar? —preguntó.

— Por supuesto —rió un poco y le dejó pasar. Luego cerró la puerta. Brian se sentó en la cama y Roger se sentó a su lado para luego poner la cabeza en su hombro y cerrar los ojos, como tendía a hacer.

— Estás muy bonito, Roggie —comentó el mayor acariciando su cabello.

— Tú también, ovejita —sonrió.

— Qué tierno eres —rió un poco.

— Hm... no lo soy —rió también y D acurrucó. Brian rió un poco y besó sus labios varías veces, haciéndolo sentir varias mariposas y cosquilleos.

Brian se acomodó frente a él para poder besarlo mejor, Roger claramente correspondió y abrazó su cuello. Siguieron besándose bastante rato, y Brian poco a poco fue poniéndose sobre él y le puso las manos en la cadera.

— ¿B-Bri?

El mayor lo besó e introdujo la lengua. Roger comenzó a incomodarse y no supo por qué, pero luego Brian comenzó correrle la playera y a besarle el cuello, de una forma distinta a cómo otras veces lo hacía hecho. Al menos así lo sintió Roger, que comenzaba a incomodarse y a sentirse invadido por varios recuerdos negativos de cosas que le habían sucedido.

— Brian, espera...

El aludido no respondió y no se detuvo, de hecho siguió en los hombros. Roger puso una mano en su pecho para detenerlo, pero sólo logró una sonrisa en el rostro contrario.

— Brian, para...

En aquel momento se detuvo y lo miró confuso sin dejar la posición en la que estaban y que ponía cada vez más nervioso e incómodo al rubio.

— ¿Sucede algo, bebé? —le preguntó.

— Yo... eh... aún no —dijo.

— ¿Aún no? —volvió a preguntar confundido.

— Aún no estoy listo —argumentó bastante avergonzado.

Brian se sentó en la cama y Roger rápidamente también lo hizo con las mejillas bastante rojas.

— ¿Para esto? —preguntó el primero.

— Sí —respondió el rubio algo asustado por la reacción que podía tener su novio.

— ¿Es broma?

Y... ahí estaba.

— No, Bri, yo...

— ¿Por qué no? —preguntó—. ¿No soy suficiente o algo?

— ¡No! —respondió al instante—. No es eso, Bri... yo... mentalmente no estoy listo. Aún.

— No entiendo... de... de verdad que no.

— Yo... no me siento preparado —dijo—. Quizás más adelante... en otro momento...

— Llevamos ocho años —repuso.

— Lo sé, pero...

— ¿Cuánto más vamos a esperar? —preguntó interrumpiendo al rubio.

— No sé —respondió cabizbajo.

— ¿No te gusta eso? —inquirió aún molesto.

— No sé —volvió a responder.

— ¿Y por qué no quieres? Todas las parejas quieren... —dijo.

— N-No sé... —volvió decir encogiéndose cada vez más en su puesto.

Brian dio un suspiro cansado y molesto, y se echó el pelo hacia atrás mientras desviaba la mirada del rostro preocupado de Roger.

— ¿El problema soy yo? —preguntó el rizado.

— ¡Por supuesto que no! —exclamó Roger.

— ¿Y entonces? —preguntó con un tono algo triste y decepcionado—. ¿No me amas?

— Sí te amo —aseguró y se tapó el rostro—. Te amo y muchísimo. Eso es cierto.

— ¿Entonces?

— Me... me da malos recuerdos por ahora, ¿bien? —admitió.

— Roger, han pasado más de diez años, supéralo.

— ¡Pero cuesta! Y además... sabes que no fue una vez. Fueron varias.

— ¿Y qué tiene que ver eso con nosotros? —preguntó—. ¿Por culpa de unos imbéciles no haremos nada? ¿Lo que todas las parejas hacen para expresar su amor?

— Brian, no nos aceleremos...

— ¡No estoy acelerándonos, llevamos ocho años! —repuso en un tono más molesto—. ¡Además dijiste que te iba a gustar lo que fuese!

— ¡Lo sé, y lo siento muchísimo, pero no puedo! —exclamó.

— ¿Vas a victimizarte?

— ¿Qué? ¡No!

— Es que no entiendo. ¿No se supone que soy el Amor de tu vida?

— Lo eres —aseguró.

— ¿Y por qué no quieres que lo hagamos? ¿Esperas a alguien más acaso?

— ¡P-Porque no estoy listo! Pensé que ibas a entenderlo...

— Y yo pensé que esta noche terminaría bien —suspiró y se puso de pie.

— Brian, no te vayas —tomó su mano—. Hay que hablarlo...

— No quiero hablarlo —respondió.

— Yo sí, siento que es necesario...

— Deja de insistir, Roger.

— Tú haces lo mismo —dijo—. Por favor, solo quiero solucionar este asunto, mi amor...

— Yo no, por ahora no me llames así —dijo cortante.

— P-Pero...

— No salgas con peros —dijo y caminó a la puerta. Roger lo siguió rápidamente e intentó impedir que se fuera—. Roger, déjame irme.

— N-Necesitamos hablarlo...

— ¿Para? Si igual no vas a querer hacer nada.

— ¿Es lo único que te importa? —preguntó algo desconcertado.

— Por ahora, sí, ahora córrete que quiero irme a dormir —dijo y salió por la puerta, cruzando el pasillo y cerrando su propia puerta tras entrar. Roger se volvió a sentar en la cama y apoyó la cabeza en la almohada.

Pero el rubio volvió a pararse y cruzó el pasillo, golpeando la puerta con nerviosismo para que esta fuera abierta. Tras varios intentos, Brian abrió bruscamente.

— ¿¡Qué!? —preguntó molesto.

— Necesito que me digas la sorpresa —dijo con un hilo de voz.

— ¿Disculpa?

— La sorpresa —dijo—. Dijiste que habían dos. Infiero que lo que pasó fue una. ¿Cuál era la segunda?

— Lo que no pasó, Roger.

— ¿Cuál era la segunda? —insistió.

— Dijiste que cuando peleáramos nos daríamos una semana para ablandar los ánimos —dijo Brian.

— Cuál era la segunda, Brian.

— Iba a proponerte matrimonio, ¿contento? —dijo y cerró la puerta. El rubio quedó con la boca abierta y los ojos muy abiertos. Sorprendido.

¿Entonces esto es mi culpa?

•*•*•*•*•*•

FELIZ AÑO NUEVOOOO WUUUU

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top