«3»
Cuando despertó tenía el cabello en la cara y la almohada babeada. Sentía la boca pastosa y aún estaba bastante adormilado, así que se sentó y se frotó los ojos mientras miraba a su alrededor algo confundido.
Pronto todo le cuadró, estaba en la universidad y aquella era la primera mañana allí. Sonrió. Miró a su lado, pero Michael se había ido ya, posiblemente a desayunar, y solo quedaba su cama echa un revoltijo al lado.
Miró la hora en su celular, eran las siete y cuarto, aún le quedaban cuarenta y cinco minutos para entrar. ¿Dónde estaban las duchas?
Salió de la habitación a paso lento producto del sueño, sin haberse peinado y con la cara llena de baba seca. Tenía aún una expresión que lo hacía lucir un muerto viviente, pero quería encontrar las duchas. ¿Había llevado ropa?
Se abrió la puerta de al frente, dejando ver a Brian, que estaba completamente vestido con una camiseta blanca, unos jeans oscuros, zapatillas negras y con los rizos algo húmedos.
— ¿Y tú? ¿Eres extra de la Guerra Mundial Z? —le dijo riendo, Roger le devolvió una risa irónica y un ligero golpe en el brazo que fue tan lento como un caracol.
— Tengo sueño —dijo simplemente y con la voz ronca.
— ¿A qué hora te dormiste? —siguió riendo Brian.
— No sé... no me acuerdo —respondió arrugando el entrecejo—. Hace sueño.
— No puede hacer sueño, Roggie —rió ya por tercera vez.
— En mi hipotálamo hace sueño —masculló frotándose un ojo.
— Bueno, ¿y en tu hipotálamo no te dijeron que tenías que llevar ropa y toallas para ir a las duchas?
— ¿Hay duchas...?
— Sí, Roggie.
— Ah, cierto... —bostezó—. ¿Dónde diablos están esas porquerías?
Brian volvió a reír y lo condujo a la habitación para que llevara algo para vestirse, Roger seguía medio dormido, y cuando ambos se sentaron en la cama a rebuscar en la maleta del rubio, este último se dejó ser sobre el hombro de su novio, aún sintiéndose medio dormido y cerrando los ojos.
— Vamos, despierta —lo zamarreó con ligereza y Roger se enderezó para volver a frotarse los ojos y bostezar—. Te ves hermoso en las mañanas, bebé.
— Estás jodiéndome... ¿no? —preguntó sin lograr despabilarse, pero poniéndose de pie. Brian se echó a reír.
— No, siempre quise que mi novio fuera parte del elenco de The Walking Dead —siguió, esta vez Roger sonrió.
— Y yo siempre quise que mi novio fuera un poodle mojado —dijo agachándose a la maleta para buscar qué ponerse.
— ¿Ves? Soy el chico de tus sueños —apoyó la espalda contra el colchón mientras miraba a Roger que seguía rebuscando en el suelo.
— Bueno, eso no te lo niego —rió levemente, finalmente sacando una camiseta de Pink Floyd, unos jeans negros rasgados, zapatillas y un gorro de lana.
— ¿Para qué el gorro? —Brian arrugó el entrecejo.
— A veces me da frío —se encogió de hombros—. Vuelvo en un rato —besó sus labios suavemente y se dispuso a salir de la habitación, sin embargo Brian tomó su mano haciendo que cayera a su lado.
— ¿Y si te quedas un rato conmigo? —pidió para luego besar su frente.
— Hm... me encantaría —lo abrazó y fue correspondido—. Pero debemos ir a clases y quiero terminar de filmar el video.
— Oh, vamos bebé, solo será un rato —insistió—. Quiero tenerte así abrazado un rato más, eres como una estufa a gas. Una muy pequeña y bonita.
Roger sonrió.
— ¿Y por qué dices eso? —preguntó.
— Porque siempre que te abrazo estás calientito —dijo.
— No es cierto —rió Roger levemente.
— Claro que sí —insistió Brian y besó su cabeza—. No puedo creer cómo eres tan lindo.
— No lo soy —dijo Roger.
— ¿Pero qué dices? —dijo Brian—. ¡Mírate! Eres precioso, bebé.
Roger sonrió agradecido y lo besó, luego del beso se levantó para ir a la ducha.
— Te iré a buscar cuando vuelva —prometió.
— Está bien —dijo Brian—. ¿Sabes donde están, verdad?
— No tengo idea —dijo Roger con las manos en la cintura.
Brian rió y le indicó el sector del baño con duchas que usaban los estudiantes, Roger agradeció y se dirigió al lugar.
Volvió ya vestido y fue a buscar a Brian, le dijo que terminaría el video y que irían a clases, Brian accedió.
Tras terminarlo, ambos fueron hacia el salón de clases que le correspondía a cada uno, por lo que se separaron en aquel momento.
— Bueno, esta es su primera clase de su carrera —dijo el profesor—. No voy a mentirles, astrofísica es una carrera sumamente difícil, pero no imposible, si se esfuerzan, claro.
Brian prestaba suma atención a lo que le decía el profesor, tomaba apuntes a lo que correspondía a materia importante y se disponía a prestar la máxima atención posible. Estaba sumamente contento de por fin haber logrado su sueño, estudiar astrofísica. Aunque claro, aún le faltaba para lograrlo totalmente.
De todas formas, allí estaba, contento, sabiendo que aquel año universitario sería memorable, estudiando la carrera de sus sueños y estando con Roger. Sería perfecto.
Sentía como su celular vibraba con insistencia en su bolsillo, pero no contestó, se metería en problemas. El celular vibraba y vibraba, sin descanso, y cuando lo hacía, a los segundos volvía a su labor.
Brian extrañado, esperó a que la clase terminara, y al hacerlo contestó, dándose cuenta que eran unas once llamadas perdidas de su madre. Supuso que quería saber cómo le estaba yendo y claramente no tenía los horarios.
Cuando contestó, la noticia lo dejó helado.
(...)
— Así que traten de leer el libro acerca del sistema pulmonar y escretor para el mes siguiente, pueden retirarse.
Los alumnos recogieron sus cosas y Roger salió del aula para ir a encontrarse con Brian y contarle de todo lo que había aprendido en tan poco tiempo, y de lo emocionado que se sentía de seguir estudiando, de lo didáctica que había sido la clase y de lo mucho que le comenzaba a gustar su carrera.
Así que caminó por los pasillos y lo vio, de pie en medio del patio y de espaldas, dirigiéndose a los dormitorios.
Sin pensarlo mucho corrió a abrazarlo por la espalda y besó su mejilla.
— ¡Te encontré! —exclamó con una sonrisa juguetona, la que desapareció cuando el chico se dio vuelta—. ¿Bri? ¿Qué sucede, mi amor?
— Me llamó mi mamá —dijo con la vista apuntada hacia un punto ciego.
— ¿Y qué te dijo? —preguntó Roger comenzando a preocuparse.
— Que mi papá acaba de sufrir un infarto.
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