25

Los dos estaban sobre la cama de Brian conversando de temas variados mientras comían papas fritas. Aún estaban abrigados por el frío y se habían puesto una manta adicional. Era un día helado.

— No, te estoy diciendo algo serio —dijo Roger.

— Rog, no es serio decir que la cerda Peppa tiene cuatro ojos y no dos —refutó Brian.

— ¡Puede ser traumático para los niños! —repuso él escandalizado.

— Sí, como digas —rió de forma leve y lo abrazó.

— No sé, a mí Peppa me daba miedo —dijo el rubio sintiéndose cómodo entre sus brazos. Ya se había sacado hacía un tiempo el tinte rojo, sin embargo, si tenía ganas, de lo teñía.

— ¿Es joda? —preguntó Brian riendo con más intensidad.

— ¡Tuve pesadillas con esa Cerda! ¡Es satánica!

— Bueno, bueno —rió—. Ay, Roggie...

— ¿Qué sucede?

— Que a esta hora, exactamente, ayer volvimos a ser novios —dijo—. Cumplimos un día.

— Aw... ¿entonces cumpliremos días hasta cumplir una semana? —preguntó Roger mirándolo.

— Todos los días celebraremos el haber cumplido uno —dijo Brian—. De ahora en adelante voy a apreciarte de la mejor manera posible.

— Te amo —soltó y se acurrucó entre su cuello y su hombro.

— Yo también, mi amor —lo besó.

— Eso fue muy cursi —dijo Roger tras separarse.

— ¡Roger!

— ¿Me perdonas?

— No, mataste el romanticismo —dijo.

— Oh... por favor, Bri —pidió y le dio un beso en la mejilla—. Ovejita. Poodle. Rizadito. Brimi.

— Bien, solo porque me diste demasiada ternura diciendo todo eso junto —dijo.

— ¡Sí! —exclamó y lo abrazó más fuerte—. ¿Qué harás para Año Nuevo?

— No sé... Will me había invitado a una fiesta, pero me da flojera ir... de todas formas mi mamá irá a pasarlo con sus hermanas. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes planes?

— No —respondió—. ¿Has visto que alguna vez me inviten a alguna fiesta?

— ¿Y crees que a mí sí?

— ¡Oh, Bri! ¡Somos la pareja perfecta! ¡Somos los más antisociales de todo Londres!

Brian volvió a reír y Roger sonrió al ver aquella imagen suya, como queriendo guardarla por el resto de su vida en su caja de recuerdos.

— Sí, es cierto —dijo Brian—. Bueno, ¿qué te parece si vamos juntos?

— Me gustaría mucho —dijo sonriente—. Cuando llegue a casa, podré decirle esos chistes malos a mi mamá de “no te veía del año pasado”.

— Cierto —rió levemente—. Extrañaba esto.

— ¿Qué cosa, Bri?

— El estar abrazados, donde sea, sin importar si es una cama, un sofá, el piso... reírnos de estupideces, verte reír y saber que podré ver esa imagen tuya por mucho tiempo, besar tus labios si me place y recordarte lo mucho que te amo, por todo lo que eres.

— ¿De verdad sientes todo eso por mí? —preguntó con emoción.

— Todo eso y mucho más, Roggie —aseguró.

— Yo también —dijo—. También siento lo mismo por ti.

— Qué lastima haber perdido ese año contigo solo porque fui un imbécil...

— Yo también exageré un poco —dijo Roger.

— Llevabas aguantándome mis estupideces como por dos meses —lo justificó Brian—. Y lo que dije... Dios... jamás voy a perdonármelo.

— Yo ya te perdoné por eso —dijo Roger—. Y de todas formas, no debí aguantarte y debí dejarte las cosas claras... no hubiéramos terminado como lo hicimos. Hubiese sido distinto. No solo fue culpa tuya, Bri, fue de ambos, y yo también te pido perdón por haber exagerado.

— Está bien —accedió y le acarició el cabello.

— Gracias —volvió a acurrucarse mientras cerraba los ojos—. ¿Dónde es la fiesta?

— No sé —dijo—. Creo que arrendaron un local.

— Oh, genial —sonrió—. Bri.

— ¿Qué?

Ugü.

— ¿Qué? —rió.

— ¿Nunca viste la carita ugü del teclado?

¿Qué bebiste? —le preguntó.

— ¡Hey! ¡Yo no he bebido nada! —reclamó.

— Bueno —rió y sacó una papa frita para después darle una a Roger en la boca, quien se sonrojó—. Aw... ¿te pones rojito conmigo?

— Claro que sí, por algo eres mi novio —dijo sonriendo con la boca llena—. Me gustan las papas.

— A todos —respondió.

— Hm... papas.

— ¿Qué? —rió de forma estrepitosa.

— Peos.

— Roger, ¿qué diablos?

— Perdón.

— Bueno —dijo—. Extrañaba reírme con tus imbecilidades.

— Aw... yo extrañaba decir imbecilidades —dijo y Brian volvió a reír.

— Eres hermoso, Roggie.

Sonrió. Hacía mucho no se sentía así.

— ¿De verdad?

— ¿Por qué te mentiría?

— Ay, no sé... —dijo.

— Pero mírate —le dijo—. No entiendo cómo puede haber alguien así... ¿vienes de...?

— Inglaterra —rió—. Igual que tú.

— Pero yo no soy así.

— No, eres más lindo —lo abrazó y besó su mejilla, Brian sonrió con un sonrojo algo notorio en aquella zona.

— Algún día quiero casarme contigo —le dijo.

— Pensé que no —respondió en una risa nerviosa.

— Tenía esa estúpida superstición de si uno se casa joven, terminas arruinando el matrimonio —le explicó—. Pero al diablo. ¿Te casas conmigo mañana?

— ¿Mañana? —rió.

— Es broma —le respondió—. No te pongas nervioso.

— Yo ya estaba comprando los pasajes de avión a las Vegas.

— Espera, ¿habrías dicho que sí?

— Eh... no... —mintió.

— ¡Hubieras dicho que sí! —exclamó y lo abrazó más fuerte—. Te quieres casar conmigo... quieres ser mi esposo... me amas...

— C-Cállate —tartamudeó rojo.

— El pequeño Roggie quiere ser mi esposo —siguió—. El pequeño Roggie me ama... me ama...

— ¡Yo soy el infantil de la relación! —exclamó.

— Te quieres casar conmigo... quieres besarme... quieres ser mi esposo...

— Claro que no, déjame tranquilo —mintió aún rojo.

— Porque me amas... —siguió riendo y lo abrazó dejándolo encima suyo para verlo a los ojos—. Te amo.

— Yo también —sonrió y lo besó.

Brian correspondió al beso y le colocó el cabello tras la oreja mientras los dos sonreían.

Y cuando el teléfono sonó, Roger se cayó de la cama.

Brian rió con ganas y respondió. Su madre le informó que habían aplazado la boda de su primo por el mal tiempo, y al mayor, tras colgar, se le ocurrió una idea.

Se acostó a su lado y tomó su mano para luego plantar un beso en ella.

— Roger Taylor, ¿irías a la boda de mi primo conmigo?

— ¡Ay, sí, Brian, acepto! —exclamó riendo y lo abrazó por el cuello para luego besarlo en los labios.

Y así estuvieron toda la tarde, entre risas, besos, abrazos y promesas de amor, que esta vez sí serían cumplidas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top