18

La ambulancia llegó e ingresaron a Brian a esta. Roger rogaba que lo dejaran ir con él, pero no lo dejaron, así que le pidió el auto prestado a Michael, quien se lo prestó al instante. William fue con él.

Iban en un camino silencioso. A Roger le caían las lágrimas por las mejillas mientras conducía. William sentía como le temblaban las manos.

— Fue mi culpa, ¿verdad? —preguntó Roger al volante.

— ¿Qué? —William lo miró sorprendido—. Por supuesto que no, Rog, ¿por qué dices eso?

— P-Porque me enojé con él —respondió—. P-Porque no le rogué cuando terminó conmigo. P-Porque lo dejé solo cuando estaba viviendo un momento difícil.

— No, Roger, no es tu culpa —dijo William—. Las cosas pasaron así, tenías derecho a estar dolido, tenías derecho a no rogarle.

— ¡Pero ahora va a morir! —exclamó con los ojos inundados.

— No va a morir —intentó tranquilizarlo—. Va a estar bien.

— ¡Q-Quizás cuánto tiempo estuvo en el agua!

— Actuaste bien, lo sacaste, intentaste reanimarlo...

— ¡P-Pero pude evitarlo!

— Quizás no —dijo—. Estaciona, voy a conducir yo.

— No hay tiempo...

— Estás muy nervioso, no puedes manejar así, podemos chocar.

— B-Bien —dijo y se orilló. Salió del auto, William también y le dio un abrazo para proporcionarle mayor tranquilidad. Roger correspondió y agradeció el gesto. Volvieron a cambiarse de asiento, William conducía.

Siguieron en camino y llegaron al hospital. Corrieron a verlo, el médico les indicó que les diera los nombres de los padres y Roger aseguró que ya había llamado a la madre de Brian, esta ya iría en camino.

— Aún lo estamos atendiendo —dijo el médico—. Así que tiene que esperar un poco para verlo.

— Está bien... ¿no tiene ninguna otra lesión?

— Bueno, se golpeó la cabeza, pero además de eso, no tiene nada. Ninguna fractura, ningún corte, ningún esguince...

Roger suspiró aliviado, luego notó como el resto del equipo médico salía de verlo y les indicaban que estaba estable.

— ¿Puedo entrar a verlo? —preguntó Roger.

— Lo siento, solo familiares.

— Yo... eh... soy su novio —mintió.

— Está bien, pase —accedió y Roger agradeció.

(...)

Brian comenzó a abrir los ojos poco a poco. Le dolía la cabeza y notó que estaba conectado a un respirador por las fosas nasales. Escuchó a su madre exclamar “¡está despertando!” y un leve sollozo del cual no supo el dueño. Cuando abrió los ojos vio a su madre y a Roger al lado. El último sonreía con lágrimas acumuladas en los ojos y apenas Brian preguntó qué había pasado, lo abrazó con fuerza.

El rizado se sorprendió y correspondió mientras se le humedecían los ojos. Roger seguía abrazándolo, escondiendo el rostro entre su hombro y su cuello.

— Gracias a Dios que estás bien... —murmuró y Brian no evitó sonreír levemente.

Roger se separó algo avergonzado.

— Lo siento —murmuró en una sonrisa tímida. Brian comprendió, pero no le dio más vueltas.

Su madre pronto también lo abrazó y le besó la cabeza numerosas veces diciéndole que por favor no le volviese a hacer eso y que había tenido suerte de haberse salvado.

Tras un rato de hablar con ella —tiempo en el que Roger permaneció callado y sentado en una esquina—. El rizado pidió si podía quedarse a solas con él. Ruth accedió comprensiva y le dio un último beso en la frente para luego irse a la sala de espera.

— Hola —Le dijo Roger acercándose con la silla y sentándose al lado suyo.

— Hola, Rog.

— Perdón, Bri.

— ¿Por qué?

— No sé, pude evitarlo —dijo rehusando su mirada.

— No... no es así, yo... no sé.

— ¿Por qué lo hiciste? —preguntó con un hilo de voz.

— Porque lo único que hago es decepcionar a todo el mundo —respondió—. Eso y fracasar en todo.

— No es cierto —dijo Roger.

— Sí, lo es —dijo—. Te perdí por eso. Y además provoqué que el juicio de mi papá se vaya al diablo. Lo eché todo a perder.

— Brian, si me hubieras perdido, ¿estaría aquí?

Brian sonrió levemente.

— Supongo que no.

— Si me hubieras perdido, ¿hubiera fingido que sigo siendo tu novio para que me dejaran entrar?

— ¿Ah?

— No importa —dijo con las mejillas rojas—. El punto... el punto es que no volveré a dejarte solo.

— No me dejaste solo. Yo terminé lo nuestro —contradijo.

— Sea lo que sea que haya sido, no estuve contigo cuando me necesitaste. Yo... estos meses...

— Rog... tú tienes derecho a rehacer tu vida. No puedo evitarlo, y si eres feliz con ese otro chico...

— Un momento, ¿qué otro chico?

— El chico con el que te vi besarte en la fiesta —murmuró.

— Ese hijo de su... —se interrumpió al ver la expresión divertida que mantenía Brian—. Ese tipo no es nada mío. Me besó porque me acosa, es todo.

— ¿De verdad?

— Sí —asintió.

— Entonces quizás fui algo precipitado...

Roger rió levemente.

— Perdóname por todo lo que dije, Rog —pidió.

— Por supuesto que sí —dijo.

Y Brian se sintió más tranquilo, porque supo que al menos el amor de su vida no lo recordaría con rencor.

(...)

— ¡Brian Harold May no vuelvas a hacer lo que hiciste! —exclamó William entrando a la habitación.

— Lo siento —rió Brian levemente por su reacción.

— ¿¡Sabes lo preocupado que estuve!? ¡Pudiste haberte matado!

— Esa era la idea, imbécil —dijo Brian aún entre risas.

— ¡Pudiste pensar en el resto! Dios mío Brian, me saldrán canas y tengo menos de veinte.

Brian rió con ganas.

— Te pareces a mi mamá —siguió riendo Brian.

— Ya cállate, estás castigado.

— ¿Qué? —volvió a reír.

— Justamente, señorito, no puedes usar el celular por todo el verano.

— ¡Pero mamá!

— ¡Nada de peros! Ahora, vi que hablaste con Roger, ¿qué te dijo?

— Bueno, dijo que no me dejaría solo —sonrió—. Sea o no como novios... estar con él me basta.

— Eso es bueno —asintió William.

— Le pedí perdón y me perdonó —dijo sonriendo de forma más amplia—. Me perdonó.

— Te dije que lo haría —dijo William y le dio una palmada amistosa en la espalda—. Vivieron mucho como para no hacerlo.

— Sí, es cierto —dijo—. Quizás me precipité.

— ¿Quizás?

— Mira, perdí un documento para el juicio de mi papá y vi a Roger besándose con otro tipo, ¿bien? Pensé que... no sé, había arruinado todo lo bueno que tenía en la vida.

— No pienses eso —dijo William—. ¿Entonces Roger tiene novio ahora?

— De hecho, no, el tipo lo besó y dijo que era algo así como su “acosador”, ¿comprendes?

— Vaya, pobre Rog.

— Sí —asintió—. Will, ¿crees que quizás tenga oportunidad de de nuevo con él?

— Quizás —dijo—. No puedo prometerte nada, pero sí puedo decirte que estaba realmente afectado por ti.

— ¿Tú crees?

— Sí, él te sacó de la piscina e intentó reanimarte.

— ¿En serio?

— Estaba realmente asustado por ti, Bri.

— Espero que podamos volver...

— “No me ruegues que volvamos” —recitó las últimas palabras de Brian.

— Ya, ya, entendí —se puso las manos en la cara.

— Si quieres que vuelvan, tendrás que hacer méritos para superar eso —dijo William—. ¡No lo compres!

— No lo voy a comprar —dijo Brian—. Voy... voy a intentar recuperarlo y hacerle recordar cosas de cuando recién éramos novios. Ya tengo todo planeado.

— ¿De verdad?

— Sí, de verdad —dijo—. Pero quizás deba esperar un poco a ver cómo va avanzando todo.

— Sí, creo que es lo mejor —asintió William dándole su aprobación.

Brian sonrió, ya sabía que hacer, pero para ello debía primero unir las piezas rotas del jarrón de su relación.

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