«12»

Ambos estaban sobre la cama del rizado muy abrigados. La nieve caía suavemente desde el cielo nublado, todo se veía blanco por la ventana y aquello era señal del pleno invierno que vivían, pasada ya la navidad.

Se abrazaban para matar al frío. Con la mirada perdida. Pensando en una y mil cosas a la vez. Extraño.

— ¿Bri?

— Dime, mi amor.

— ¿Crees que algún día nos casaremos?

Lo preguntó sin pensarlo mucho. ¿Estaría apresurándose? Bueno, a fin de cuentas ya llevaban tres años juntos —cuatro contando el año de Brian en Australia—, sin embargo, aún eran muy jóvenes. La juventud y el amor de aquella misma característica a veces nos hacen fantasear y quizás precipitarse.

— ¿Casarnos...?

Error.

— Claro, no sé, quizás me estoy precipitando...

— No, no, es solo que... no sé, me tomó por sorpresa —dijo.

— Ya veo... —dijo con un hilo de decepción en su tono de voz.

— Pero eso no quiere decir que no quiera —se apresuró en decir y acarició su cabello enredándolo ligeramente en sus dedos.

— ¿En serio? —preguntó sin evitar sonreír.

— En serio —aseguró—. Si no me caso con el amor de mi vida ¿con quién lo haré?

Roger sonrió entre sus brazos como un gato pequeño abrazándose de su dueño con el fin de conseguir un mimo.

— Además es normal que pensemos en esas cosas —siguió hablando Brian rápidamente—. Digo, llevamos tres años... igual es bastante tiempo, ¿no?

— ¡Sí! —no evitó esconder su emoción—. Algún día nos casaremos. Y tendremos una casa de madera con lobos, cerdos, ovejas, una mina de redestone... ¡y mataremos Creeper's juntos!

— Ya te dije que no volvieras a jugar Minecraft sin mi supervisión —dijo Brian.

— ¡Pero me gusta!

El rizado rió e hizo que Roger quedara frente a él para que lo mirara.

— No sé cuándo —comenzó—. Pero creo que no es mala idea eso de casarnos.

Roger sonrió y besó sus labios contento abrazando su cuello, sin saber que en Brian emanaba un pequeño temor mientras correspondía a aquel beso.

¿Y por qué?

Una tonta superstición.

(...)

— Has mejorado —el maestro dejó su examen sobre la mesa—. Felicitaciones.

Un cien.

Casi no podía creérselo, se llevó una mano a la cabeza mientras sonreía ampliamente. Había valido la pena haberse quemado las pestañas. Definitivamente.

— Contento, ¿no? —preguntó alguien y Brian se dio vuelta a asentir. El tipo, un poco moreno y de ojos verdes sonrió—. Me recordó cuando aprobé una materia en la que estuve colgando meses... Jeff Sorum.

— Brian May —le estrechó la mano.

— ¿Muy complicado?

— Algo así —asintió Brian—. Normalmente me va bien, solo estuve algo distraído por un tema personal.

— ¿Qué tema? Si no es muy impertinente...

— Mi papá murió —dijo mirando al suelo con mirada melancolía. Jeff se sintió mal y comenzó a disculparse cuántas veces pudo—. No te preocupes, no sabías.

— Pero debí suponerlo... May, ¿era Harold May?

— ¿Cómo... cómo supiste? —preguntó.

— Digamos que mi papá es el juez —dijo algo avergonzado—. Siempre nos habla de sus juicios, y ese en particular me dio bastante rabia, ¿cómo pudieron ser tan irresponsables?

— ¡Eso mismo dije yo! —exclamó Brian—. Gente así no debería ser médico.

— Definitivamente no —asintió Jeff—. ¿Puedo invitarte una cerveza? Pareces un tipo agradable.

— Bueno, de hecho... iba a juntarme con mi novio, pero...

— Ay, vamos, solo será un rato —dijo—. Llegarás a tiempo.

Así que accedió.

(...)

Roger acababa de cerrar el libro.

— ¡Por fin terminé el séptimo libro! —exclamó contento—. Ahora podré ver las películas... le diré a Bri, ah, leí que salió el octavo... ¿estará a la venta...?

Hablaba solo. Cuando estaba de buen humor —que en aquel tiempo era básicamente siempre—, y no tenía con quién hablar, estando solo, lo hacía. Una especie de tic que anteriormente había sido rechazado por su personalidad tímida que poco a poco iba desapareciendo. Ya no le temía a los fantasmas del pasado. Simple.

— ¡Salió el octavo libro de Harry Potter! —exclamó tan fuerte que logró despertar a Michael—. Lo siento...

El joven lo miró confundido y volvió a dormirse. Roger rió por lo bajo y comenzó a buscar si vendían el libro por internet.

Pronto se percató de la hora. Brian iría a buscarlo a las diez para ir al cine —exactamente a ver Harry Potter y la Piedra Filosofal, que en aquel último tiempo había comenzado a ser la saga favorita del rubio—, sin embargo, eran las Diez y cuarto y aún no llegaba.

¿Estaría bien?

Suspiró, quizás sólo estaba ocupado, ya vendría.

Tenía fe en eso.

(...)

— ¿Astronomía, física o Astrofísica?

— Astrofísica, definitivamente.

— Te inclinas por lo difícil.

— Justamente —asintió Brian y volvió a beber de su quinta cerveza en aquella noche—. ¡Es genial! Además aprendo cosas que uso para ligar con Roger... no creo que entienda, pero no importa, se ve lindo cuando está confundido.

— ¿Quién es Roger? —preguntó Jeff.

— Roger... Roger, Roger, Roger, Roger... ¡Roger! —soltó un eructo y rió de forma estrepitosa, Jeff también lo hizo—. Roger es mi novio... aunque quiere casarse y ¿Sabes? Yo no estoy seguro...

— ¿Y por qué no? ¿Es muy reciente?

— ¡Llevamos tres años...! —rió— pero ¡amigo, tengo diecinueve años! Como que estoy un poco joven. ¿No crees?

— Quizás, pero igual llevan bastante tiempo.

— Meh... estamos bien, no sé qué más quiere, tampoco sé por qué le dije que sería pronto... Está exagerando y apurándonos.

— ¿Pero están comprometidos?

— ¡Qué se yo! —rió—. Ni eso estoy seguro.

— Espera, ¿Roger? ¿Cuál Roger? ¿Es de la universidad?

— Así es... el rubio bonito de ojos azules... es tan bonito...

— ¿Uno que parece chica?

Brian rió mucho.

— ¡Sí...! ¿Verdad que sí?

— Ah... lo conozco, creo que le gustan de esas bandas antiguas porque siempre se viste con camisetas de ellas.

— Las escucha todo el día —asintió y se restregó un ojo.

— ¿Cómo lo soportas? —rió—. Es como si estuviera drogado todo el día hablando de cosas buenas.

— Meh, no se droga —dijo.

— Pero en serio, ¿es muy odioso?

La presión social, sumada al efecto del alcohol, puede provocarnos dudar de lo que diremos de forma honesta. ¿Por qué? Porque queremos agradar, queremos vernos más atractivos de lo que somos y queremos que gente que normalmente no tiene verdadera importancia en nuestra vida, quieran ser nuestros amigos al pensar que somos alguien que no somos.

Simple, pero confuso. Naturaleza humana.

— Honestamente... —dudó un momento—. Lo es. No tengo idea de cómo a veces.. lo soporto. Sus "palabras" no van a revivir a mi papá. Quizás termine pronto con él, esto no está yendo a nada.

Y tras esto, cambiaron de tema, sin saber que un trío conocido y agradado en un pasado había escuchado todo aquello.

Y no serían tan canallas como para callarlo.

(...)

Roger jugaba con el lápiz golpeándolo sobre Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. De vez en cuando emitía un bufido y hacía que el cabello que le caía a modo de flequillo se elevara por acción del aire. Brian estaba tardando demasiado. Si llegaba, igual no podrían ver la película. Esta ya habría acabado.

— Y... nuevamente me dejó plantado —masculló.

Michael se había levantado una hora antes y había salido. Así era su compañero, dormía todo el día y salía en la noche. Le había preguntado si quería ir con él, pero Roger se rehusó.

Suspiró, y luego escuchó su teléfono sonar, se dirigió y respondió.

— ¿Hola?

— Roger, hola —hablaba rápido.

— ¿John?

— ¡Sí, cariño! ¡Y Freddie también! —exclamó este.

— ¡Oigan no me olviden! Hola, Rog, soy Jeremy.

— Hola —sonrió al saber de ellos tras un periodo relativamente largo—. ¿Qué pasa?

— Bueno, ¿podemos ir a visitarte?

Roger miró la hora y luego volvió al punto ciego.

— No te preocupes por Brian, no llegará —dijo Freddie, Roger emitió un gesto extrañado.

— ¿Podemos? —volvió a preguntar Jeremy.

Roger asintió y al percatarse que no podían saber su acción, dijo que sí.

A los Diez minutos, los tres ya estaban en su departamento de universidad.

— ¿Qué sucede?

— Quizás quieras sentarte, cielo —dijo Freddie.

— No es como si alguien hubiera muerto, solo hay que decirle —intervino Jeremy.

— ¿Qué diablos sucede? —preguntó.

— Cielo, Brian te engañó.

— ¿Ah?

— ¡No, eso no! —exclamó John—. Lo siento, Rog, no es eso.

— ¡Estaba pasándola muy de maravilla con ese tipo en el bar!

— La gente puede tener amigos, Freddie —dijo John.

— Eso mismo dijiste del tipo ese de la universidad, ¿no es así?

— ¡Freddie!

— Ok, estamos alargando demasiado esto —dijo Jeremy—. ¡Miren a Roger!

— ¿Qué?

— ¡Ay pobre criaturita! —exclamó Freddie y le apretó las mejillas, Roger mantenía su expresión de confusión.

— ¿Podrían explicarme lo que está pasando? —preguntó con la voz amortiguada por el apretón de mejillas.

— Bien, Brian está en un bar hablando con un tipo.

— Ya, ¿y? —preguntó en alusión a lo dicho por Freddie.

— Bueno, empezaron a hablar de ti —siguió John—. Nosotros estábamos ahí, pero no nos vio.

— ¿Y cómo escucharon entonces?

— Cielo, yo creo que hasta en Asia escucharon —dijo Freddie.

— Estaban algo ebrios y hablaron muy fuerte —asintió Jeremy.

— Entiendo... ¿y qué dijo? —preguntó.

— Bueno, acerca que eres exagerado al querer casarte...

— ¿¡Cómo diablos saben eso!? —exclamó Roger y Jeremy dio un respingo.

— ¡Jesucristo! —exclamó y se lanzó al suelo. Roger rodó los ojos, con Jeremy Albarn allí, ningún asunto puede ser "serio".

— ¡Porque Brian lo mencionó! —exclamó Freddie mientras Jeremy volvía a ponerse de pie—. Presta atención.

— ¡Eso hago!

— ¡Dios mío dame paciencia! —exclamó Freddie.

— Esto parece una teleserie barata, por favor ¿podrían ir al grano? —preguntó Roger comenzando a exasperarse.

— Bien, bien, bien —dijo John—. Dijo que le parecía exagerado porque aún eran muy jóvenes, que no sabía qué más querías.

— ¡Que parecías chica! —interrumpió Freddie.

— Y que eras odioso y no sabía cómo te soportaba —masculló lo último Jeremy sintiéndose verdaderamente mal.

— Espera, ¿cómo?

— Sí... bueno, el tipo te conocía y preguntó cómo te soportaba —dijo John—. Dijo que... que parecías drogado todo el tiempo.

— Brian dijo que no te drogabas, pero el tipo preguntó si eras muy odioso y dijo que sí, que no sabía cómo te soportaba y que tus palabras no iban a revivir a su papá —siguió Freddie y miró a John, ¿cómo le dirían lo último que mencionó?

Pensaron las intenciones de Roger de casarse. Lo compararon con la última oración dicha por Brian respecto al rubio. Sin dudas era doloroso, pero Brian estaba bajo la presión social y el efecto del alcohol.

— Y... dijo que pronto terminaría contigo porque... porque lo suyo no estaba yendo a ningún lado —dijo lo último John realmente apenado.

Roger quedó atónito sin saber qué decir. Abrió mucho los ojos.

— De... de seguro está ebrio —dijo intentando consolarse a sí mismo mientras se levantaba y caminaba por la habitación.

— Sí, cielo, pero los ebrios dicen la verdad —dijo Freddie y John le dio un ligero golpe en el brazo.

— Lo estás empeorando —le susurró.

— Como tú lo empeoraste al decir que era solo tu amigo.

— ¡Es solo mi amigo!

— ¿Podrían dejar sus discusiones matrimoniales para después? —interrumpió Jeremy y luego se dirigió a Roger—. Lo siento mucho, Rog. Fue lo que escuchamos...

— P-Prometió... p-prometió...

— Lo sé, cielo, pero lamentablemente la vida es así —Freddie puso una mano en su espalda, Roger se limpió los ojos y rápidamente se dio vuelta a verlos con una sonrisa notoriamente fingida.

— G-Gracias por decirme, pero es tarde, quizás deban volver a sus casas —dijo—. Gracias por venir.

— Rog...

— Estoy bien, nos vemos pronto —dijo y tras que los tres se fueran, cerró la puerta y se apoyó en ella comenzando a llorar levemente, deslizándose hasta quedar sentado.

Esperaba que fuera un chiste, sin embargo, no lo era, aquellas habían sido las palabras de Brian.

(...)
Escuchó golpes en la puerta y fue a abrir. Brian estaba allí. Roger lo miró con el ceño fruncido.

— Hola, mi amor...

— Ah, ¿de verdad vas a decirme así?

— Mira lo hermoso que estás... —lo tomó por la cintura y aunque Roger intentó soltarse, no pudo—. ¿Por qué eres tan bonito, Roger?

— Suéltame ahora —dijo.

— ¡El amor de mi vida...! —exclamó y lo besó apasionadamente, Roger alejó el rostro molesto—. ¿Qué pasa, hermoso?

— Quiero que me sueltes ahora.

— Ah, yo sé que no —dijo y le besó el cuello varías veces, Roger volvió a alejarlo—. Hey... ¿qué pasa?

— Primero, estás ebrio, segundo, me dejaste plantado y tercero me dijeron lo que dijiste.

— ¿Que te amaba? Por supuesto que sí, dame un beso —lo volvió a besar y Roger lo empujó con molestia—. ¡Hey! ¡Estoy intentado ser romántico aquí!

— Sí, seguro, vete y hablamos cuando dejes de estar ebrio —dijo y lo sacó de la habitación para luego cerrar la puerta.

Brian rió levemente aún ebrio y se adentró en la suya, sin importarle que William y su novia estaban allí besándose.

— Ignórenme, sigan en lo suyo —se desplomó sobre la cama y se durmió.

— ¿Está vivo? —le susurró su novia a William.

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