Su mejor amigo le dejó dos regalos antes de morir: un pequeño bebé que necesitaba amor y protección y un hombre con el corazón roto por el peso de las mentiras que se formaron a su alrededor. Y JiMin tuvo que aprender a lidiar con ello, amoldandose a su nueva rutina como "papá" sepultando los sentimientos que permanecieron intactos por el hombre al que su mejor amigo quiso.

Pero si hay algo que JiMin aprendió, era que no importaban las circunstancias o el tiempo, incluso la distancia porque si se estaba destinado a ser, entonces sería.

Ahora, mientras observa a su propio bebé dormir con las manos hacia arriba y hechas puñitos, todo lo que desea es que permanezca así de chiquito y sin preocupaciones, mientras su hijo mayor que aunque no lo es biologicamente hablando pero si de corazón, se mantiene acurrucado contra su pecho, viendo a su hermanito dormir.

Con el paso de los primeros dos meses después de tener a su bebé, JiMin comprendió que cada mente es un mundo y que no podía cambiar el hecho de que ante los ojos de otras personas e incluso de sus conocidos, el seguía siendo una puta que se acostó y se embarazo del esposo de su fallecido mejor amigo. Y no se trataba de que fuese cierto o de que dejara de doler, era solo que cada día aprendía a lidiar con el hecho de que las personas hablaban porque podían y porque no tenían una sola maldita idea del infierno que fue vivir ocultando sus sentimientos para hacer feliz a una persona que significó muchísimo en la vida de los demás, pero que seguía sintiéndose vacío, mientras amaba a quien quizá no le correspondía.

Duda con el corazón que alguien más hubiese podido entregar su felicidad así y después aprender a vivir con ello de la forma en que él lo hace, mientras ve a sus hijos crecer y a su hombre volver a casa día a día, después del trabajo.

Entonces, por supuesto que duele saber que ahora es el malo ante los ojos de muchos y que perdió el cariño de quienes deberían escuchar atentamente y tratar de entenderlo. Pero también dolió horrible perder a su primer alma gemela, quien se fue del mundo dejando a una personita a la que hubiese amado incluso mucho más de lo que amo a Min YoonGi. Y, en el fondo, comparando la escala de dolor.. JiMin prefiere guardar en sus memorias el recuerdo alegre de TaeHyung y la promesa de cuidar a sus personas favoritas, que dejarse envolver por palabras tontas que un día perderán el valor y tratarán de escuchar su verdad aunque sea solo por el morbo de la curiosidad.

—¿Minnie?

Sin ver a YoonGi al rostro, JiMin besa la frente de su hijo mayor y lo acomoda a un lado de su bebé, abrigandolos y tomando su tiempo bajo la mirada del hombre mayor.

Son afortunados por tenerse, pese a lo difícil que fue separarse y volver a intentarlo, pero ambos se esfuerzan por reparar el daño y crecer a su hijos de la mejor la forma, con los pies siempre sobre la tierra y bajo la lección de vida más importante que la vida les pudo brindar: sí, ama. Pero que tu amor no te ciegue, porque incluso si parece duro.. siempre tienes que escogerte primero y tratar de ayudar a los demás de otra forma, no de una que te destruya a ti desde adentro.

JiMin esta seguro de que TaeHyung lo hubiese entendido o al menos ahora cree estarlo. Tae siempre fue bueno, el mejor.. y quizá si hubiese sido sincero sobre sus sentimientos.. pero no. Por muy duras que las cosas fueron en el pasado, JiMin no desearía cambiar nada porque ahora lo tiene todo y tal vez las cosas tenían que ir en ese orden.

Regresando su atención al amor de su vida, le regala una sonrisa con los ojitos cerrados, caminando hacia su figura y envolviendolo en un abrazo apretado que lo transmite todo.

El pasado aún duele y las perdidas se anclaron a él para toda la vida, pero ahora, en su futuro y en el de YoonGi, ambos tienen un amor que sobrevivió a todo y un par de hijos por los cuales luchar y de quienes aprender.

TaeHyung tenía razón.. él tenía que seguir por ambos. JiMin siempre lo amaría como el mejor amigo y hermano que la vida le pudo dar.

Eso era todo.

Grow.