xLove never felt so goodx
Cuando el amanecer ocupó el horizonte, y su cuerpo se llenó de emoción, logró levantarse, incluso aunque fuese demasiado temprano para eso, pero aún así no podía continuar durmiendo, estaba muy ansioso para eso.
Gerard salió de la habitación con pasos pesados, buscando su amado café en la cocina y cerciorándose de que Bandit estuviese bien en su cuna. Ese era el día tan especial, por el que Frank había esperado con tantas ansias, él lo sabía muy bien, pero incluso cuando el pelinegro fue quien lo tranquilizó diciendo que no estuviera tan nervioso, era él ahora a quien le temblaban las piernas de solo pensarlo.
Tenían todo preparado, se había asegurado de eso al menos cinco veces el día anterior, así que tenía ese tiempo exclusivamente para tomar sus ansias con café y tostadas, pensando en lo especial que sería, y tratando de mentalizarse para no arruinar algo, aunque sabía que si eso ocurría, Frank estaría allí para mejorarlo y no hacer que se sintiera mal.
En un par de horas sería la parte más importante, las firmas. Los acompañarán las personas más cercanas, y luego, en la noche, celebrarán un festejo con más invitados, pero de todas formas no planearon algo demasiado extravagante.
—¿Gee?—Indaga el menor, asomándose por la puerta de la habitación, y viendo al contrario recostado en el sillón, con la mirada perdida en un programa para niños que solía mirar Bandit en la televisión, tal vez reflexionando sobre la existencia.—¿Puedes darle su biberón a Bandit?, quiero ducharme y se acaba de despertar—Gerard asintió, revisando el reloj en su celular y notando que había pasado una hora y media allí.
Se dirigió a la habitación, viendo a Frank dejar su ropa lista para cambiarse cuando saliera de la ducha, antes de alejarse de él dejó un beso sobre sus labios, sonriéndole, ambos sabían que en poco tiempo se casarían, y eso les hacía sentir mariposas revoloteando sobre todo su cuerpo.
Gerard sostuvo a la pequeña contra su pecho, llevándola a la cocina para preparar su leche. Antes de dársela se aseguró que estuviera a la temperatura correcta, luego la vio tomar con sus pequeñas manos el biberón, sin poder sostenerlo aún con su propia fuerza.
Sus ojitos brillosos lo miraron con atención, para el pelinegro era muy interesante que esa niña tan preciosa necesitara de ellos para comer y hacer absolutamente todo lo que necesitara, aunque faltara poco para que cumpla su primer año, tan solo cuatro meses.
Habían dejado que pasara algo de tiempo antes de hacer la celebración de su casamiento, porque su niña aún era demasiado pequeña, pero con ocho meses de vida ya lo creían suficiente, además no podían esperar mucho más tiempo.
Luego de un momento, al ver a su novio ya alistándose con toda la delicadeza del mundo, se sintió aún más nervioso, pero aún así debía tratar de calmarse, y prepararse él también.
***
Bandit estaba preciosa entre los brazos de Linda, observando, sin realmente tener una noción de lo que ocurría, cómo sus padres firmaban los papeles de la boda.
Frank mojó con una de sus lágrimas la hoja donde dejó su firma, se sentía demasiado emocionado con esa situación, hasta el punto en donde ya no pudo contenerse, y Gerard lo tomó entre sus brazos, dejando varios besos sobre su coronilla y rostro.
Cuando salieron, dándose decenas de besos, y tomados de la mano, Jamia los cegó con el flash de una cámara y al bajar las escaleras de entrada, Frank no estuvo seguro de quién, pero arrojaron arroz sobre ellos, haciéndolo sonreír, un momento antes de que Gerard tomará su rostro con ambas manos y lo besara, de una manera más pura y casta, simplemente para sentirlo cerca.
Gerard sentía sus piernas temblar, nunca había sentido el amor de esa manera. Recordó cuando era un niño, y amó a su madre, a su familia; la vez que defendió a Michael de jóvenes mucho más grandes que él aunque estuviese muerto de miedo, solo porque lo amaba y no quería verlo lastimado. El momento en que adoptaron su primera mascota, dormir con aquel cachorro, diciéndole "te amo" antes de apagar las luces. Su primera novia, con toda la inocencia que eso significaba. Lindsey, la mujer con la que creyó que formaría su vida. Bert, quien muchas veces lo acunó en su propia miseria y tristeza, ayudándolo como pudiera a salir de aquello. El amor por la música, el arte, el olor a pintura, las nubes, y Frank.
Encontrar a Frank, observarlo a los ojos, y desviar su mirada para notar que dependiendo de ellos había incluso algo que podía superar cualquier sentimiento. La pequeña y adorable persona por la que podría morir, encontrar la manera para revivir y volver a hacerlo las veces que sean necesarias.
Cuando creyó que ya no podría amar a alguien, que solo podía lastimar, o ser lastimado, el mundo le dió un diamante brillante que debía cuidar, y que incluso si no sabía hacer eso con él mismo, a pesar de haberse roto en mil pedazos, logró protegerlo. En una parte de su corazón sabía que Frank estaría allí para siempre, había estado con él antes de siquiera saberlo, y en ese momento los unía algo mucho más intenso; no se trataba de papeles, ni de sus anillos, era la mirada profunda que clavaban en el contrario, jurándose el amor eterno, sin importar absolutamente nada de lo que podría ocurrir alrededor, excepto las pequeñas risas de su hija debido a la gracia que le causaba ver a Raymond arrojándole arroz a Michael para que sonriera.
Gerard acomodó el cabello del contrario detrás de su oreja, envolviendo su cuerpo en un abrazo cálido, susurrandole miles de veces lo mucho que lo amaba. Entrelazaron sus manos nuevamente y continuaron caminando, siendo atacados por todos para poder tomarse fotografías con ellos y Bandit.
—Tenemos un par de horas libres—Mencionó el castaño, apenas volvían a su hogar después de almorzar en un restaurante y andar de aquí para allá organizando correctamente la fiesta en la noche.—Y creo que voy a aprovecharlas para dormir—Añadió, observando cómo el contrario se quitaba sus zapatos y se recostaba a su lado, casi sobre él, parecía imposible despegarse al menos por un minuto.
—No lo sé, aún me tiemblan las manos, dudo poder dormir—Frank musitó un "aw" extenso, tomando entre sus brazos al pelinegro, que aún llevaba su camisa puesta, haciendo que no se sintiera completamente cómodo, pero no quería deshacerse de ese abrazo así que no planeaba moverse.—Extraño a Bandit.
—Yo también, no me gusta estar lejos de ella—Linda realmente insistió en pasar al menos esa tarde con su nieta, intentando que ellos pasaran un momento a solas después de un acontecimiento tan especial. Cualquiera hubiera pensado que estarían teniendo sexo como mínimo, pero en realidad estaban acurrucados en su cama, simplemente hablando de varios temas y dejando pequeños besitos húmedos en sus labios.
—¿Deberíamos aprovechar este momento para...?—Comenzó el menor, haciendo que el pelinegro alzara su cuerpo, riendo.
—Estaba pensando en invitarte a bailar antes, pero si eso quieres...—Comenzó a acercarse al cuello del contrario, pero Frank ya se había emocionado con la idea de bailar a solas. Sabía que esa misma noche, en su fiesta, se la pasarían bailando todo el tiempo, pero le gustaba la privacidad con el pelinegro, así que le encantaría hacerlo solo ellos dos, sin nadie observando.
Gerard sonrió divertido, dejándose caer en la cama cuando Frank se alejó a los saltitos buscando su celular junto al parlante de tamaño pequeño que solía llevar de un lado a otro.
Eligió una canción un poco rápida, con la que levantó al mayor de la cama y comenzó a moverse entre risas y caricias. Nunca entendió tan bien la canción "Love never felt so good" como en ese momento, cuando observó a Gerard con las mejillas sonrojadas, admirando el cuerpo del contrario en su traje perfectamente entallado. Ambos estaban en calcetines, muy coloridos, y con sus anillos dorados brillando.
La canción estaba por finalizar, y Gerard se encaminó rápidamente al celular para poner otra. Con Frank abrazado a su cintura, casi arrastrándose solo para molestar al contrario.
—Esta canción me recuerda a ti—Se escucharon los primeros segundos, y el menor ya se encontraba completamente en éxtasis, como si fuese una bailarina que olvidó el siguiente paso y su acompañante la guiara completamente.—I Can't help falling in love with you...—Gerard apoyó una de sus manos en la cintura del castaño, mientras cantaba dulcemente las frases de la canción.
Al principio solo bailaron algún tipo de vals extraño, pero solo unos segundos después Frank apoyó su rostro en el pecho del contrario, abrazándolo por los hombros, y permaneciendo así mientras se balanceaban con pequeños pasos delicados de un lado al otro.
Pronto la canción terminó, dejándolo con las ganas de pasar miles de minutos más en esa posición. Y justo un segundo antes de alejarse con pesadez Make you feel my love se reprodujo, y fue la excusa perfecta para continuar de esa manera.
El castaño podía escuchar los latidos del mayor, y acariciar su piel las veces que quisiera. Cerró sus ojos, intentando estar aún más cerca de su esposo, mientras pensaba en la manera que estaban haciendo el amor, más placentero que cualquiera de las anteriores.
Gerard se detuvo, tomando con con ambas manos la mandíbula del contrario, comenzando a besar desesperadamente los labios húmedos del castaño, con quién sabe cuál canción llenando el silencio de la habitación.
Quitó la tela blanca de su camisa, que se deslizó por su espalda hasta caer al suelo. Cada pliegue en la tela, cada detalle, y el destello que formó la hebilla de su cinturón al deshacerla quedó en la mente del pelinegro como uno de los mejores recuerdos. Sentía que esa era la primera vez en donde podía admirar la desnudez del contrario, y disfrutar el sabor de su piel, la textura y la cicatriz que adornaba su vientre angelicalmente.
Se sintieron por extensos minutos, acariciando cada centímetro que podían, con la música adornando el momento. Los gemidos de Frank parecían marcar el compás de cada canción, mientras el mayor lo penetraba.
Ambos sonrieron tontamente al escuchar la canción de Titanic reproducirse, mientras se observaban fijamente, completamente desnudos, y descubriendo que en el cuerpo del contrario ya no quedaba lugar para su alma tan llena de amor, porque se escapaba a través de sus ojos, con la poca cordura que se mantuvo en ellos.
FIN
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