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Jamia no sonrió cuando escuchó a Frank decir eso, tampoco le pareció tierno, mucho menos quiso responderle, solo lo dejó allí, mientras ella se alejaba. Ya estaba aburriendole perder su tiempo esperando a una banda, eso no cambiaría nada. Podía comprender que a Frank en serio le gustara, pero a veces le daba un poco de miedo.

—¿Qué crees?—Preguntó la castaña a Hayley, la había visto en la boleteria y esperó a que acabara su turno para salir con ella a comer, era bastante agradable, la había conocido por Frank, pero con el tiempo ellas tuvieron más relación.—¿Tengo razón verdad?.

—Bueno...—Hayley pinchó una papa frita con su tenedor.—Supongo que no es un fanático como cualquier otro—La contraria asintió.—Tal vez termine teniendo sexo con alguno de la banda y se le pase.

—Eso suena horrible—Jamia negó, le había contado cada cosa que le parecía extraña de su amigo. Tal vez estaba exagerando un poco, pero se preocupaba por él.—No quiero que lastimen sus sentimientos, realmente está enamorado de Gerard Way.

—No lo creo, Jam—La mujer negó, bastante segura de lo que iba a decir.—Solo está confundido, no puede distinguir entre el cantante y la persona. Mira...—Ella pensó un poco y luego continuó hablando.—Yo conozco a su novia.

—¿Tiene una novia?—Jamia parecía bastante sorprendida. Frank había hablado sobre haberlo besado, así que en ese momento no sabía qué decir.

—Claro, es un dios griego, ¿cómo no iba a tener una?—La castaña no estuvo en desacuerdo.—Su nombre es Lindsey, y según las cosas que ella dice, Gerard no es tan especial, solamente es un hombre lleno de defectos...como todos.

Wow—La observó sorpendida, si bien era obvio que Gerard sería un ser humano normal, le impresionaba un poco confirmarlo.—¿Qué te ha contado?.

Hayley se preparó para hablar, y permanecieron allí, pasandose chismes, por largas horas.

***

Mientras tanto, Frank lloraba y gritaba intentando tomar una mano del pelinegro, el grupo había salido junto a otra banda, al parecer amigos de ellos. El cantante, Bert McCrackren, ya lo reconocía por otra razón, pero al resto no. The Used también fue ovacionado cuando salieron por la puerta. Eran igual de conocidos que My Chemical Romance, y encontrarlos de la nada causaba mucha emoción en algunos fanáticos.

Gerard llevaba el ramo de rosas en su mano, le había encantado ese presente, era simple, pero muy hermoso y tener esas flores atadas al pie del micrófono le había parecido muy bonito. Seguramente las utilizaría de nuevo, no las que llevaba en ese momento, obviamente, a esas las pondría en su habitación.

El menor pasó su cabello por detrás de su oreja, intentó acercarse y lo logró, a costa de darle codazos a cualquiera que se le cruzara en frente. Llegó hasta él, tomó su mano y le dijo cuánto lo amaba, probablemente el pelinegro comprendió la mitad de sus palabras, su voz era difícil de entender por la respiración agitada y el llanto. Aún así, Gerard apretó su mano, correspondiendo el cariño, diciendo "yo también te amo".

El pelinegro podía reconocer a ese jóven, y sabía que Bert también, por eso lo veía reír un poco, le causaba gracia el fanatismo y la idolatría que tenía ese chico en específico. Según recordó el de ojos verdes, su nombre era Frank.

—Gracias por las rosas, Frank—Dijo, intentando devolverle un poco de todo el amor que le estaba dando. El mencionado puso una expresión de sorpresa, parecía que su corazón se había detenido, Gerard se asustó un poco, pero continuó saludando a los demás fans, para luego subir a la camioneta.

Frank cubrió su boca con una de sus manos, no podía terminar de comprender lo que había pasado, él había dicho su nombre.

El pelinegro subió junto a todos los demás a la camioneta, encontrándose allí con Lindsey, que miraba su celular mientras mascaba chicle. Cuando el pelinegro intentó besarla, porque hacía días que no se veían, ella movió su rostro, esquivándolo.

—Das asco del olor a cerveza—Mencionó la mujer, con un tono de voz cruel y agresivo. Gerard la observó un poco sorprendido, los demás, que se encontraban bastante cerca, escucharon la frase y también quedaron sin palabras.—Mejor búscate una puta para revolcarte así de borracho.

Al parecer ambos querían encender una discusión, tal vez demasiado intensa. La pelinegra gritaba y revolvía temas anteriores, mientras Gerard lloraba, también con su voz en un tono muy alto, reclamándole su frialdad.

El resto de la banda estaba bastante acostumbrada, pero agradecían que The Used fuera en una van diferente a la suya, porque sino esa situación sería diez veces más incómoda, aunque no creyeran que eso pudiera ser posible.

Michael se encontraba bastante harto de esas situaciones, en específico porque por la noche su hermano se acercaría hasta su habitación y lloraría en sus brazos. No le molestaba consolarlo, al contrario, pero Gerard no escuchaba ninguno de sus consejos, y siempre terminaban en el mismo problema.

Bob, que manejaba la camioneta, se detuvo un momento, sin decir nada, y todos, excepto la pareja que continuaba gritándose, bajaron. Se dispusieron a fumar un poco, intentando ignorar esa situación, pero era bastante difícil.

—¿¡Entonces por qué sigues conmigo!?—Preguntó alterada la mujer, después de escuchar todos los reclamos del contrario.

—¡Porque te amo!.

Lindsey intentó tragarse sus palabras, mordiendo su labio inferior, pero de ninguna manera pudo retener lo que iba a decir.

Yo no te amo—Remarcó duramente el "no", haciendo que la discusión se terminara instantaneamente.—Terminamos, Gerard.

El mencionado negó, intentando retener a la mujer, pero ella se zafó de sus brazos, mirándolo sin expresión. Aunque rogara desesperadoque no se fuera, pidiendo perdón, ella no obedeció.

La pelinegra se alejó de la camioneta, caminando en dirección contraria hacia donde iba el automóvil, luego tomándose un taxi, e intentando olvidarse de su ahora exnovio.

El pelinegro la vió alejarse con sus ojos verdes transformados en lagunas, una presión en su pecho le invadía, era como si le hubiesen arrancado un pedazo de alma, no era posible describir el sentimiento exactamente, pero era tan fuerte que sus piernas se sintieron débiles y no podía pensar en nada más, ni siquiera recordaba cómo respirar.

Michael fue el primero en entrar a la camioneta, dándole un pequeño abrazo, que no fue correspondido, Gerard solo permanecía inerte. Y así estuvo toda la noche. Iban a dirigirse a una fiesta, junto a su banda amiga, pero en silencio decidieron mejor ir a casa y dejar al pelinegro dormir en su cama, tranquilo. Con sus amigos acompañandolo lo mejor que podían.

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