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—Yo creo que más bien eres un inútil—Dijo Lindsey alejándose de Gerard, quien la observaba un poco confundido. Ella solía ser un poco agresiva con sus palabras.
—Lo siento, pero no sé hacer esto, ¿por qué no se lo pides a Frances?—El pelinegro le alcanzó el peine junto a las pequeñas coletas.—Ella tal vez pueda ayudarte.
—Quiero que pasemos un poco de tiempo juntos, ¿ni siquiera es posible eso que ya me estas corriendo?.
—No es eso Lyn-Z, si quieres puedo hacerte el peinado que te gusta, pero no te prometo que quede de la misma manera—Intentaba ser lo más comprensivo, la pelinegra estaba en su habitación después de haberse acostado con él y realmente deseaba tener dos trenzas, pero Gerard no sabía cómo hacerlas correctamente.
—Solo hazlo—Le devolvió las herramientas que necesitaría y después de un trabajo intenso, tardío, perfeccionista, logró las dos tan aclamadas trenzas. Las consideraba un 10/10 para ser las primeras que hacía.—A ver—Se puso de pie, haciendo que la camiseta del contrario que llevaba puesta, le cubriera hasta donde finalizaba su trasero. Se observó en el espejo, parecía bastante conforme.—Wow, te luciste.
Gerard rió un poco, estaba feliz de que le hayan gustado, y sentía que al fin podrían estar en paz después de tantas discusiones.
—Te ves muy bonita.
—Lo sé, mi cabello es genial—La mujer sonrió, sus ojos se achicaron por esa acción, haciendola ver infantil. Gerard también sonrió, pero luego de un momento volvió a tener una expresión de seriedad, se acercó para besarla y la pelinegra giró su rostro, impidiendoselo.—No quiero hacerlo de nuevo, estoy cansada.
—Solo iba a besarte—Lindsey entrecerró los ojos, sospechando un poco, pero finalmente rió y se acercó a él para dejarle un beso en los labios.
Lyn-Z se dió una ducha con agua fría, luego volvió a vestirse y dejó solo a Gerard, debía ir a ensayar con su banda. Se despidieron en el umbral de la puerta con otro beso, y tal vez sería el último.
***
Frank compró un ramo de rosas en la florería más cercana a su casa. Era bastante grande, pero le encantaba y estaba seguro de que también le encantaría a Gerard.
Salió camino al nuevo escenario, tocarían en un lugar diferente, no tan alejado del anterior, pero más grande. La cantidad de gente que los seguía iba en aumento, así que debía estar seguro de continuar siendo el fan #1.
Aunque ya tuviera un boleto para ese concierto, se detuvo unos segundos en la boletería, de todas formas era el primero en la fila y tenía largos minutos por delante hasta que llegara alguna otra persona. Hayley puso una sonrisa enorme en su rostro, apenas vió a uno de sus amigos en la ventanilla monótona de todos los días se alegró. Trabajaba allí desde unos meses atrás
—Frankie, ¿cómo estas?—Abrió la pequeña puerta a uno de sus costados y abrazó al contrario.—Aw, ¿son para mí?—Mencionó en forma de broma señalando las rosas.
—Estoy muy bien, ¿y tú?—Continuó con la conversación mientras sacaba una flor del ramo, ofreciendosela a la chica de cabello llamativo.
—Ahora mucho mejor—Recibió el obsequio, adentrandose nuevamente a su cabina y dejándola dentro un vaso con agua.—¿Vienes a ver MCR?.
—Claro—Movió el ramo un poco de su pecho para mostrarle la camiseta que llevaba. Decía el nombre de la banda y debajo la portada de su disco; I brought you my bullets, you brought me your love.—Es mi banda favorita.
—¿Sí?, a mí solo me agradan algunas canciones, pero sospecho que van a ser grandes, tienen todo lo que un adolescente emo busca.
—¡No son emos!—Respondió Frank, fingiendo estar enojado en forma de broma, aunque lo que había dicho lo pensaba realmente. Cuando estaba a punto de mencionar alguna otra cosa, una chica de acercó a la boletería para comprar una entrada, así que tuvieron que terminar su conversación, las personas ya estaban llegando.
Una hora después abrieron las puertas y pudo entrar al lugar toda la gente, Frank se encontraba contra la valla, como siempre, tenía las rosas en frente de él y no podía esperar para entregárselas a Gerard. Creía que se vería muy hermoso junto a ellas, tendría hasta un tinte dramático.
Apenas comenzaron a tocar, Frank estiró su brazo con el ramo, intentando que el resto de personas no lo arruinara. El pelinegro finalmente se acercó hasta él, tomó las flores y se lo agradeció con una sonrisa, ese gesto contrastaba con toda la intensidad del concierto, era como un pequeño destello de luz en la oscuridad. Esa sonrisa hizo sentir a Frank sin fuerza, como si no le quedara oxígeno en los pulmones y una sensación de calor inundara su pecho, era mejor que cualquier amor que podría experimentar.
—Yo creo que estas un poco obsesionado—Mencionó Jamia al escuchar sus palabras, el castaño lloraba como un niño, sin ninguna razón más que el amor que sentía por Gerard. Era demasiado fuerte para su corazón, pero la mujer no lo entendía y se estaba preocupando un poco.—¿Por qué no vamos a mi casa?, podríamos cocinar algo juntos...—El castaño no prestaba demasiada atención, estaba demasiado ocupado llorando contra la puerta trasera del lugar, esperando que salieran los chicos de la banda.
—Quiero quedarme aquí Jam, pero luego puedo ir a tu casa si quieres—La castaña lo observó detenidamente, maldijo el día en que encontraron un folleto de una presentación de "My Chemical Romance", cuando apenas comenzaban y ni siquiera vendían la mitad de todas las entradas en donde tocaran. No quería ser grosera con su amigo, pero ya estaba cansada de que sus vidas giren al rededor de una banda, aunque ella le diera la importancia que puede tener cualquier banda que le guste, sabía que Frank vendería hasta sus riñones para acostarse con Gerard. Y le preocupaba bastante.
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