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El castaño hundió su rostro en la almohada, escuchando a Gerard en la cocina, probablemente cargando a Bandit y recibiendo a Jamia en la casa.
Ella había decidido visitarlos para pasar un buen rato, y se encontraban en el sillón esperando a Frank, mientras él se negaba a levantarse. Le dolían las piernas y deseaba que Jamia solo se lanzara a su cama para conversar un rato, sin ningún tipo de verguenza, pero ya no estaban en los viejos tiempos, aunque solo hayan pasado unos meses.
A Jamia le daba bastante verguenza ingresar como lo hacía en la casa del castaño cuando vivía con Linda. Gerard estaba allí, y se sentía juzgada en silencio por su mirada, aunque solo sea la mirada de "no dormí en toda la maldita noche".
—Es muy pequeña—Comentó la castaña, observando a Bandit con ojos grandes. La pequeña solo admiraba todo a su alrededor, buscando a Frank con un poco de desesperación, todo el día estaba entre sus brazos así que no estaba acostumbrada a que la cargara otra persona.—Oh, buenos días.
—¿Qué haces a las nueve de la mañana en mi casa?—Preguntó Frank, aunque fuese una broma. Jamia rió y le enseñó la hora de su celular, en realidad daban la una de la tarde.—Creo que no estoy bien—Sonrió un poco, permaneciendo de pie frente a su amiga; llevaba una camiseta enorme y probablemente sucia, junto a los primeros pantalones que encontró en su clóset.
—¿Por qué está haciendo esa expresión?—Consultó la mujer, notando las, casi inexistentes, cejas de la menor, inclinadas. El pelinegro había permitido que la cargara.
—Está por llorar, babosa—Le dijo un pequeño insulto, como siempre lo hacía, pero Gerard lo regañó desde la cocina.
—Si sigues diciendo esas cosas la primera palabra de Bandit va a ser "idiota"—Frank puso sus ojos en blanco, tomando a la pequeña con cuidado, y ella se tranquilizó inmediatamente, era bastante impresionante la manera en que lo hacía, y le causaba mucha intriga cómo demonios podía darse cuenta de que era él, incluso con los ojos cerrados.
—Tiene razón si te lo dice a ti—Rió por su propia broma, aunque para el pelinegro no fue gracioso.—Ya, diviértete un poco.
Gerard fue quien puso sus ojos en blanco esa vez, Jamia ya empezaba a ponerse incómoda, pero sabía que su amigo a veces era un poco pesado, y no lo hacía apropósito, supuso que solo estaba cansado.
—Frank, tienes que almorzar, ¿por qué no sales con Jamia a comer?—El nombrado puso una expresión de neutralidad, pensandolo por un segundo, y terminó por mirar a su novio, preguntandose si lo decía en serio.—¿Qué pasa?
—¿Tú no quieres ir?—La castaña sonrió, observando la naturalidad que tenía su amigo para hablar con el contrario, cuando hace un poco más de un año se desmayaría con solo tenerlo cerca.
—No, yo me quedo con Bandit, tú sal—Necesitaba ver al contrario como hace bastante tiempo no lo hacía, pensando en él mismo y arreglándose para verse aún más bonito de lo que ya estaba.—Tienes que distraerte—Frank no se sentía lo suficientemente convencido, pero de todas formas le sonrió a su amiga y asintió hacia su novio, acunando a la pequeña un momento más, para luego dejarla entre los brazos de Gerard, y poder darse una ducha.
***
—Ya sabes donde estan todas las cosas de Bandit—Mencionó de manera distraída, mientras se colocaba una chaqueta y doblaba el borde de las mangas, a pesar de que adoraba ese abrigo, era un poco grande para su cuerpo.—Cuídala bien, Gerard—Puso una expresión de seriedad abruptamente, acariciando de manera suave las mejillas de la pequeña.—Llámame por cualquier cosa, ¿si?
—Hey, soy mayor que tú, sé qué debo hacer—Bromeó el pelinegro, intentando despreocupar al menor, recibiendo solo una sonrisa rápida.—Nos vemos luego.
—Vuelvo en un rato—Se colocó en puntillas de pie, dejando un beso en los labios del contrario, y luego otro en la coronilla de su hija, sonriendo solo un segundo después, mientras la observaba, ella lo miraba mientras apretaba el borde de la manta que la envolvía.—¿Crees que me veo bien?—Indagó el castaño, haciendo una expresión de inseguridad, intentando apresurarse a él mismo, porque Jamia lo esperaba en el auto.
—Claro, como un super modelo—Halagó inmediatamente el pelinegro, llevando una de sus manos al cabello del contrario, acomodando algunos mechones detrás de su oreja.—Muy hermoso.
—Gracias—Le guiñó un ojo y se alejó, agitando una de sus manos como saludo, dirigiendose al centro comercial con su mejor amiga, perdiendo de su vista a su hogar.
—¿Deberíamos invitar a Patrick?—Indagó la mujer, recordando al rubio, y preguntándose qué estaría haciendo en ese momento.—Es sábado, así que debe estar holgazaneando.
—Voy a avisarle que vamos por él, tarda años en vestirse—Inmediatamente le envió un mensaje de texto, pero no recibía una respuesta, hasta que al fin lo hizo, pero cuando la leyó quedó bastante sorprendido.—A que no adivinas lo que respondió—Jamia dejó un silencio, en el que meditó sobre qué clase de mensaje pudo haber recibido, Patrick era un poco impredecible. Antes de que pudiera mencionar palabra, Frank terminó por decirlo, sin poder esconderlo demasiado.—¡Está en casa de Peter!
—Preguntale si puede caminar—Bromeó la castaña, luego de soltar una carcajada. Al parecer se encontraba demasiado ocupado para acompañarlos.
Pasaron dos horas en el centro comercial, riéndose de cualquier cosa que se les atravesara en la vista, y comiendo comida chatarra como si no hubiese un mañana, hasta que ya no pudieron más, y decidieron descansar por un momento, justo antes de volver a casa.
Gerard terminó de ajustar el pequeño abrigo de la pequeña a su cuerpo, era extremadamente adorable y la cubría casi completamente. Llevaba un moño a juego con su ropa, que en realidad era un pañuelo que con mucho cuidado el pelinegro envolvió alrededor de la cabeza de la menor, formando un bonito y cómodo accesorio para ella.
Estaba esperando al castaño con mucha emoción, tenía una sorpresa planeada, aunque le gustaría que fuese más extravagante y especial, debió conformarse con esa situación, de todas formas lo haría de lo más bonito posible.
Acomodó su propia camisa, y el chaleco de su traje, aunque no llevaba puesto el saco, creía que se veía mejor así, y lo hacía parecer un poco más despreocupado.
Tomó a Bandit con una manta que nunca antes habían usado, completamente llena de tiernos dibujos con flores, de un color rosado pastel y varios detalles en tonos celestes. La pequeña se veía muy adorable, y al parecer tenía mucho sueño, porque cerraba sus ojitos inevitablemente al sentirse en el pecho de su padre.
Se mantuvo en el sofá por algunos minutos, recostado tranquilamente con Bandit sobre su pecho, mientras utilizaba su celular, enviandole mensajes a Frank para averiguar en qué momento llegaría.
Jamia: Estamos llegando, Gerard, prepara tu trasero
El pelinegro rió por ese mensaje inesperado, ella sabía lo que haría, y lo había ayudado para que Frank saliera de allí y poder preparar su sorpresa.
Dejó a la menor en el sofa, colocando una almohada para evitar que se girara hacia el borde, y buscó en el refrigerador el pastel con una decoración especial, colocándolo con su caja sobre la mesa, y buscando a su hija para que ella también estuviese presente.
Frank llegó a su hogar de un momento a otro, girando la perilla y abriendo sus ojos bastante confundido al ver a su novio tan elegante, al igual que su niña en sus brazos.
—¿Olvidé alguna fecha importante?—Comentó de manera graciosa, sintiendose extraño, quizá sí lo había hecho, y comenzaba a sentirse mal.
—No, solo quiero que tengamos una linda tarde—Mintió el pelinegro, observando la silueta del contrario, podía notarla debido a que se había quitado su chaqueta. Su cabello enmarcaba su rostro de una manera perfecta y sus expresiones lo volvían muy interesante.—¿Tú quieres?
—Claro—Inclinó sus cejas confundido, asintiendo, y sintiendo curiosidad por la caja completamente blanca sobre la mesa.—¿Puedo...?
Gerard afirmó y lo invitó a abrir eso que tanto observaba, para que finalmente sucediera.
El menor dejó su chaqueta sobre el respaldo de una silla, y tomó la caja delicadamente, abriéndola por los costados, y topándose con una frase un poco extraña.
《Perdón por no ser el mejor...》
—Oh, Gerard, ¿en serio?—El nombrado asintió, pero no se acercó a él, intentando que continuara indagando en su sorpresa.—Gee...—Murmuró con suavidad, poniendose triste, le dolía que él se sintiera así.
Al sostener la base donde se apoyaba el pastel, lo levantó para dejarlo sobre la mesa, notando otra frase debajo, escrita en el cartón de la caja. Al leerla entrecerró sus ojos, y sus manos temblaron un poco en ese momento, levantando su mirada.
《Pero te prometo todo mi amor de por vida.》
—¿Quieres casarte conmigo?
El anillo dorado brilló frente a sus ojos, sostenido por una de las manos del pelinegro, dentro de una bonita caja de color negro. Bandit abrió sus ojos grandes, observando la situación como si entendiese absolutamente todo.
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