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—Esperando un hijo—Gerard inclinó sus cejas, confundido, mientras deseaba que Frank se explicara un poco mejor.—Tuyo, es nuestro—Se corrigió, observando la reacción del contrario, sentía una presión profunda en el pecho, solo quería una respuesta.

El pelinegro observó de reojo el abdomen del castaño, aún sosteniendo sus manos temblorosas y frías. Ignoraba los pequeños lloriqueos de los cachorros en la caja, pronto les darían todo lo necesario.

Pensó en preguntar cómo había ocurrido eso, y buscar varias explicaciones más, pero no tenía demasiada ciencia, ambos eran unos descuidados y eso ocurriría en algún momento, no tenía absolutamente nada para reclamar, solo aceptar las consecuencias.

—No me odies, por favor—Frank limpió con el dorso de su mano las lágrimas que tenía en el rostro, podía ver la expresión seria del contrario, y eso lo asustaba, ¿qué estaría pensando?—No estaba enfermo del estómago, era solo...—Sus palabras eran entrecortadas, y evitaba mirar a los ojos del pelinegro, tenía miedo de descubrir qué quería decir con ellos.—El embarazo.

Gerard no mencionó nada, ni siquiera sabía qué decir, ¿cómo cuidarían de un niño con sus estilos de vida?, sonaba muy difícil, hasta irreal, pero también lo sentía emocionante, se lo imaginaba a Frank demasiado tierno cuidando de un bebé, básicamente porque él también era como su bebé.

Notaba que el menor temblaba y los escalofríos recorrían su cuerpo. Se quitó su propio abrigo, que era bastante grueso, y envolvió al castaño con él, haciendo que diera un pequeño sobresalto, mirando por fin los ojos del contrario.

Inmediatamente, al ver la delicada sonrisa en el rostro del mayor, Frank mordió su labio inferior y aceptó el abrazo que Gerard estaba ofreciéndole, lanzandose a sus brazos como si fuese la última vez.

—Es un hijo, Frankie, está bien, todo está bien—Acunaba su cuerpo mientras dejaba besos en su coronilla, intentando tranquilizarlo al menos un poco, necesitaban ir a un lugar mejor, allí estaba muy frío para que Frank estuviera, podría enfermarse.—Quiero que lo tengas, y lo cuidemos juntos, cariño, quédate tranquilo—Con sus palabras lograba calmar al contrario, que constantemente repetía todas las cosas malas que se había imaginado, casi era inentendible, porque se escuchaba entrecortado y amortiguado por el pecho de Gerard. Solo tenía puesto un suéter, pero ni siquiera sentía el frío, a él en ese momento no le importaba.

—¿Estas molesto conmigo?, lo siento tanto, estuve muy preocupado todos estos días y...—Tomó un poco de aire, alejando mínimamente su cuerpo del pelinegro.—Tenía miedo de decírtelo.

—No estoy molesto, me siento bien con ello, no es algo malo—Hablaba con un tono alegre, que hacia el final de la frase se convirtió una bonita sonrisa.—Quiero saber cómo te sientes tú, ¿estas feliz con esto?

Frank dejó su boca entreabierta, estaba por responder, pero no sabía cómo, los sentimientos que tenía en ese momento no podían ponerse en palabras, un peso que llevaba en los hombros finalmente se volvió liviano, y desapareció al ver escuchar la voz del pelinegro calmándolo, diciendo que todo estaría bien.

—Yo, al principio, no quería que estuviera aquí—Apoyó su propia mano sobre su vientre.—Pero luego descubrí que sí lo quería, y estuve muy feliz por eso—Se acercó hasta el rostro del mayor, casi rozando sus narices.—Imagínate cómo me siento ahora.

Gerard terminó por juntar sus labios, sintiendo lo cálidos que eran sus besos, incluso con nieve cayendo del cielo. Era un pequeño beso muy significativo, que finalmente tuvieron la oportunidad de darse, y que representaba un gran cambio en sus vidas.

—Los amo—Murmuró el pelinegro, permaneciendo apenas a unos centímetros del contrario.—A ti—Clavó su mirada en las pupilas dilatas del menor.—Y a ti—Bajó su vista hasta el vientre de su novio, acariciando levemente por sobre la tela.

—Yo también te amo—Frank tenía una voz rasposa, pero con un tono muy feliz.— Y el bebé dice que también te ama—Agregó, enterneciendo completamente al pelinegro.

—¿Eres traductor de bebés?—Preguntó con gracia, y el contrario afirmó efusivamente. Ambos sonrieron y volvieron a besarse, con la tenue luz de los faroles en la calle.

***

—Al menos tomamos el café—Comentó el castaño, dandole leche a los perritos. Habían pasado por una veterinaria antes de llegar a la casa de Gerard, no habían podido ir a una cafetería, pero al menos estaban tomando un café en la sala.

—Lo mismo pero más barato—Ambos rieron, recordando la imagen de internet. El pelinegro veía con cariño cómo el contrario cuidaba a los cachorros.

Los habían acomodado en una caja de zapatos, eran lo suficientemente pequeños para entrar y hasta tener lugar de sobra. La estufa y el cariño con el que Frank los trataba era suficiente para que se durmieran.

—Vamos a tener que buscarles un hogar—El castaño los dejó sobre la pequeña mesa frente al sofá y junto al calor de la estufa eléctrica. Tomó su taza de café y le dió un sorbo, sintiendo el líquido caliente recorrer su garganta.

Faltaba poco tiempo para la hora de la cena, y eso significaba que Michael, Raymond y Bob no tardarían en acercarse hasta allí.

—Frank—El mayor ignoró el comentario del castaño, tenía ganas de hablar sobre algo en específico, no podía esperar.—¿Hace cuánto lo sabes?—Ambos sabían a qué se refería, y el contrario giró un poco su cuerpo, dispuesto a responder.

—Algunas semanas—Murmuró, un poco nervioso, aunque le haya dicho lo confuso que estuvo respecto al embarazo, no deseaba que supiera todo el tiempo que se lo ocultó.—Pero no salimos demasiado esos días, iba a decírtelo.

—Lo entiendo. Me gustaría haber estado contigo cuando te lo dijeron—Frank pensó en que realmente no le hubiera gustado estar allí, pero no lo dijo.—¿Cuánto tiempo tiene...Ahí?—Era un poco incómodo preguntar ese tipo de cosas, en especial porque no sabía cómo hacerlo.

—Unos tres meses, no lo sé exactamente—Conversaron sobre el tema por unos minutos, la curiosidad de Gerard era muy grande, y quería saber absolutamente todo.

—¿Qué rayos?—Michael ingresó a la sala de forma silenciosa, hasta que vió a Frank con su camiseta alzada y Gerard acariciando su abdomen. Ambos dieron un salto por el susto, y el menor se cubrió inmediatamente, teniendo sus mejillas rojizas al máximo.—¿Qué estaban haciendo?

—Vas a ser tío—El menor alzó la mirada sorprendido al escucharlo, no podía creer que acababa de decirlo en voz alta y con tanta facilidad, cuando él tuvo miles de debates internos para tan solo poder comprenderlo.

Mikey se quitó sus lentes y resfregó sus ojos, intentando averiguar si continuaba en su sueño.

—¿Es broma?

—No.

El de lentes fue caminando hasta el sofá, y vió a los cachorros en su caja, poniendo sus ojos en blanco.

—Se referían a eso, idiotas.

—¡No!—Gerard le dió un suave golpe en la cabeza.—Frank tiene un bebito aquí—Señaló la zona del vientre, hablando claramente para que pudiera entenderlo.

Oh—Se quedó unos segundos mirándolos, para finalmente abrazarlos de la nada.—¡Felicitaciones!, voy a ser tío de verdad—Lo último sonó como si hubiese sido un sueño hecho realidad.—Tienen que nombrarlo "Michael James", en honor al mejor bajista de...

—Ya cállate—Respondió su hermano, aún abrazándolo, con Frank en medio, siendo cruelmente apretujado por ambos.

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