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Apenas Frank llegó a su hogar, notó que había más silencio que el de costumbre. Eran las cuatro de la tarde, había pasado la noche en casa de Jamia. Revisó el cuarto de su madre, ella no estaba allí, pero en su lugar había una nota.
《Voy a casa de tu abuela, pide algo por delivery para la cena》
Esas eran las únicas palabras que tenía, pero al castaño no le molestaron, sino todo lo contrario, estaba feliz de poder poner música alta en los parlantes y andar en ropa interior por toda la casa.
Para empezar su domingo a solas, escribió en su cuaderno de notas, que aunque no quisiera admitirlo eran un diario secreto. Expresó allí todo lo que había sentido con el beso, desde la ternura por el roce de sus labios, hasta la calentura de imaginarse esa boca llena por su pene.
Sus pensamientos no eran los mejores, y pronto algo le molestaba en sus pantalones. Miró su entrepierna y estaba duro, no se sorprendió para nada por eso, era bastante normal para él masturbarse pensado en Gerard, en las imagenes que tenía de su rostro, y luego de haberlo besado era aún más fácil imaginarselo en su cama, esperando por ponerlo en cuatro y cogérselo.
Mientras imaginaba en su mente esa situación, en lo grande que sería el pene del pelinegro, y lo grueso que eran sus dedos para tenerlos alrededor de su miembro, se masturbaba de manera rápida, bajando y subiendo su mano.
Los gemidos agudos llenaban toda su habitación y parte del pasillo, tenía la casa solo para él, así que podría gritar todo lo que deseara.
Tiró por el borde de la cama su diario, junto a los bolígrafos, levantando su camiseta y bajando su ropa interior. Quería intentar algo nuevo, y aunque le causara un poco de miedo, humedeció dos de sus dedos con su saliva, preguntandose en su interior si lo estaba haciendo bien. Los llevó hasta su trasero, dudó bastante si hacerlo, pero finalmente metió su dedo índice en su interior.
Sentía molestia y un poco de dolor, para nada similiar a lo que pensó que sería. Para distraerse, con su otra mano continuó masturbandose normalmente, comenzando a mover su dedo en su interior.
No estaba conforme con lo que sentía, aunque la sensación había mejorado, seguía sin descubrir la magia de eso. Terminó por dejarlo, tocándose de la manera en la que lo hacía siempre, frotando su mano contra su pene, sabía perfectamente qué hacer para sentir placer.
Cuando acabó, esperó un poco para limpiarse, pensando en lo que había hecho, estaba seguro de que no era para nada como el contacto humano, quería tener a Gerard entre las piernas y que le enseñara cómo tocarse correctamente, seguramente sabría hacerlo. Mordiendo su labio inferior, pensando en eso casi se endurece nuevamente, así que se puso de pie para darse una ducha. Estaba pegajoso y sucio, aunque sus pensamientos no se limpiarían con una simple ducha. Por más fría que estuviera el agua.
***
"Gerard: no debería ser tan malvado, pero cuando me nombraste en el escenario todos esos idiotas se murieron de envidia, me encantó escuchar mi nombre en tu boca.", Frank terminó con un punto que se obligó a hacer, aunque quisiera poner "y me gusta tu boca" no lo hizo, no quería incomodar al mayor. Solo terminó su carta con varios corazones y un dibujo con el nombre de la banda.
Metió el papel en su mochila, junto a algunas formas hechas con papel origami, cada una tenía el nombre del integrante de la banda que le correspondía. No lo consideraba un regalo importante, o que siquiera les gustaría, como el cinturón de murciélago que Gerard usó el concierto pasado. Hasta se avergonzaba de no tener algo bueno para ellos, pero no tenía dinero más que para la entrada, que incluso compró con dinero prestado de Jamia.
Trató de ignorar ese pequeño detalle y se dirigió al concierto, caminando. Volvía a ser sábado y no podía faltar, aunque sus piernas dolieran por la clase de gimnasia en el colegio.
Cuando le faltaba muy poco para llegar al lugar, unos chicos comenzaron a gritarle cosas desde un callejón, no estaba dispuesto a escucharlos, pero al parecer vieron su camiseta y comenzaron a gritar insultos hacia la banda.
Uno de los hombres tenía cabello negro y largo junto a una barba mal cortada, habían otras personas pero no podía distinguirlas, ese día tocaban bastante tarde, así que no había casi nada de luz en la calle, además de los faroles.
—¡MCR es un asco!—Le gritaban para molestarlo, Frank de detuvo al otro lado de la acera, solo los observaba intentando recordar si los conocía.—¡Un animal canta mejor que Gerard!.
Esa voz pertenecía a Bert de The Used, quien lo hacía solo en forma de broma, incluso a su lado se encontraba Gerard fumando un poco de marihuana, Frank no pudo reconocerlo porque tenía un abrigo con capucha. Estaba allí porque aún faltaba mucho para el concierto y necesitaba relajarse.
—¡Ni en tus sueños vas a tener una banda como MCR!—Gritó de vuelta, intentando que se retracte por sus dichos.—La voz de Gerard es la más hermosa—Musitó un poco más bajo, asegurándolo.
—¡Wow, se enojó la groupie!—Le respondió, molestando a Frank.—¿Por qué no mejor vas a su concierto y le dejas tu carta de amor?—El pelinegro sacudió el brazo de Bert, pidiéndole que parara, no era gracioso. Robert no obedeció y fingió que se acercaría al menor. El castaño entró en pánico cuando lo vió moverse abruptamente, dándo un pequeño salto en su lugar.—¿Se asustó la perra de Gerard?—Quizá Robert estaba muy drogado para darse cuenta de la situación, sus bromas solían ser insoportables, pero esa vez se estaba metiendo con alguien que ni siquiera conocía.
—¡Déjame en paz!—Gritó Frank, pero en el medio de la frase su voz se quebró, y comenzó a llorar por las palabras que Bert continuaba diciendo. Y ni siquiera quemándolo con su cigarrillo, Gerard podía detenerlo. A veces no entendía de que clase de idiota era amigo.
Frank limpió sus lágrimas sintiendose totalmente humillado, y el pelinegro no pudo quedarse callado, ya lo había reconocido.
—Hey, ¿Frank?, es solo una broma—Se quitó su capucha para que pudiera verlo.—Este imbécil es mi amigo, no te preocupes, solo no sabe lo que dice.
El castaño tapó su rostro con verguenza, no esperaba que Gerard apareciera de la nada y mucho menos en esa situación, nadie habló por unos largos segundos, hasta que Frank dió unos pasos en dirección a su destino.
—Suerte en el concierto—Dijo un poco bajo, pero el pelinegro pudo escucharlo. Agradeció, dedicándole una sonrisa extraña y el menor se alejó de allí llorando.
Muchas de las personas a las que conocía habían encontrado al pelinegro en la calle, y siempre quiso tener la misma suerte, pero no lo logro de la mejor manera. Sentía que algún tipo de intento para acercarse a él se había perdido.
My chemical romance aún era una banda pequeña, y tenía la posibilidad de ver a sus integrantes caminando normalmente por la ciudad, solo esperaba poder verlo nuevamente para disculparse por la escena que hizo solo por una broma, aunque él no haya tenido la culpa.
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