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—Al parecer tiene alrededor de ocho semanas, aún es pequeño—La mujer, que presumía el nombre "Linda", al igual que su madre, en un pequeño cartel a la izquierda de su pecho, continuó moviendo la maquina en su vientre.—Aún no podemos ver su sexo, pero todo está de maravilla—Frank permaneció observando ese nombre, preguntándose si su madre tendría la misma amabilidad cuando lo supiera.—A eso venías, ¿cierto?
—No—Musitó, quitando la mano de la doctora, intentando limpiar torpemente el gel. La mayor quiso tomar algunas servilletas para ayudarlo, pero Frank no se veía realmente bien para poder alejarse.—No digas estúpideces, eres una maldita inútil.
—¡Frank!—Chilló Jamia al escucharlo, tratando de mantenerlo sobre la camilla, pero el contrario la empujaba para poder irse de allí.
—Voy a llamar a Jessica, ella es psicóloga y puede ayudarte a comprenderlo—Aunque Linda hiciera todo lo posible para tranquilizarlo, lo único que recibía era insultos y argumentos de por qué era una incompetente.
—¡Basta, Frank, cálmate!
—¡Estoy calmado!—El castaño tomó su propio cabello y se alejó de su amiga algunos pasos, apretando su mandíbula con fuerza. No parecía querer a nadie cerca, pero después de cerrar su ojos repetidas veces y respirar como si fuese la última vez, bajó ambas manos hacia los costados de su cuerpo, y relajó su expresión.
Jamia se sentía bastante asustada, porque nunca había visto a su mejor amigo gritando tan molesto y jamas la había tratado tan violentamente.
—¿Dices que estoy...?—Acomodó su cabello, sin terminar la frase y divagando su mirada sobre la pantalla, que se encontraba en negro. Había tenido un cambio de actitud radicalmente.—Me gustaría que lo revisaras de nuevo.
Linda acomodó sus lentes y tragó saliva, asintiendo con una expresión extraña, aunque intentaba verse amigable. Jessica ingresó a la habitación bruscamente, tan solo viendo a Frank recostarse en la camilla nuevamente y al parecer todo ocurriendo perfectamente.
Como si no hubiese pasado nada, el castaño volvió a sentir el frío en su vientre y sonrió de manera tenue, comenzando a ver nubosamente a ambas doctoras hablar a un volumen bajo.
—¿Quieres...?—Parecía que todo estaba sucediendo a medias, porque nadie terminaba sus frases y Jessica no sabía si permanecer allí o irse.—¿Ver?
—Ajá—Jamia se acercó hasta él y tomó su mano suavemente, esperando que no la hiciera llorar de nuevo, y al rozar sus dedos los notó temblorosos y fríos, al igual que la poca estabilidad que tenía en ese momento su mejor amigo.
La ecógrafa terminó de sacar las fotografías necesarias y le tendió las servilletas, esa vez con un poco más de seguridad.
—¿Quieres que llame a Gerard?—Preguntó Jamia inocentemente, tomando a Frank por uno de sus brazos para ayudarlo a bajar de la camilla.
—Oh, claro, y decirle "llegué para arruinar tu vida, te amo"—Jessica intentó tomar por su hombro al menor, pero él la quitó y aún recostado giró sobre su lugar para bajarse. Al tener sus pies sobre el suelo, no pudo mantenerse así, inmediatamente cayendo, golpeandose y sintiendo el frío piso en su rostro.
Jamia no tuvo el tiempo suficiente para sostenerlo, Frank había sobrellevado sus nervios y crisis emocional por unos minutos, pero terminó por desmayarse y gracias a eso golpearse la nariz, haciendo que sangrara. Todo en ese momento parecía ser desesperante.
***
—Bien, ¿cómo te sientes?—El primer doctor, que en la mente de Frank era un idiota, se encontraba observándolo fijamente, con una pequeña sonrisa en su rostro.
El castaño no respondió, y solo lo miró de mala manera, llevando su mano hacia su propio rostro para rozar su nariz, y darse cuenta de que tenía una pequeña gaza.
—Frank, tu madre quiere verte, ¿tú quieres verla?—El mencionado negó, recordando qué demonios hacía en una camilla de hospital.—¿Prefieres que sea yo quien se lo diga?—Al inverso de lo anterior, esa vez se encontraba de acuerdo, pensando en que tal vez de esa manera podría retrasar un poco su muerte segura.
Aunque quiso creer en la idea de que se encontraba en un sueño, o más bien una pesadilla, no era así, y según lo último que recordaba, esa mujer, con el mismo nombre que su madre, había afirmado una realidad muy difícil de aceptar, y que ni siquiera quería tener en mente.
—¿Frankie?—Jamia se asomó por la puerta, bastante insegura.—¿Puedo pasar?
—Ya estas dentro—Fingió una felicidad y tranquilidad bastante falsa por unos minutos, hasta que la mujer, sin ninguna intención más que la curiosidad, fijó su mirada en la zona del vientre del contrario.—Dime que no es cierto, Jamia.
—No es tan malo, Gerard va a estar muy feliz y...
—No digas esas cosas, no son ciertas y...—Suavemente tomó una de las manos de su amiga, solo para recibir algún tipo de cariño. Se sentía muy necesitado de algo de cariño.—Odiamos los estúpidos niños.
Antes de que la contraria pudiera volver a hablar, Frank comenzó a llorar como una Magdalena, dejando salir todo lo que sentía en ese momento, mezclaba viejas anécdotas en donde los bebés parecían odiarlo y la idea de arruinar su vida, producto de dejar la universidad.
—Frankie, debes decírselo a Gerard, él va a hacerlo más fácil, tienen que afrontarlo juntos—Ni siquiera por un segundo se le ocurrió pensar en que el pelinegro no lo apoyara.
—¿Y si no lo quiere?—Jamia se desconcertó, por la manera en que su amigo hablaba de su novio parecía que se querían demasiado, y eso significaba estar juntos a pesar de las circunstancias.—Debe haber miles de personas mejores para él, y sin este gran problema.
Aunque la mujer intentaba alentarlo e intentar que viera esa noticia como algo bueno, no lo estaba logrando.
—También es de Gerard, ¿o tú lo hiciste solo?—Frank sintió sus mejillas sonrojadas.—Eres muy especial y hermoso, estoy segura de que este bebé va a ser igual—Remarcó la palabra "bebé", señalando su vientre.—Y si Gerard no lo quiere puede irse al diablo, ya me tiene a mí, y siento que ya lo amo—Eso pareció calmar un poco al castaño, dejándose acariciar por Jamia, que se encargaba de decirle palabras bonitas.
—¿Puedo hablar contigo?—Linda, su madre, ingresó a la habitación, haciendo que nuevamente se alterara.
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