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—Bien, ¿qué crees?—Jamia dió un sorbo a su batido, mirando hacia el infinito, sin saber qué responder realmente. La historia de Frank fue expuesta ante ella con lujo de detalle e incluso algún dato extra, producto de la ilusión del castaño por lo sucedido.
—¿Estas seguro de que te hizo esa pregunta?
—¿Cuál?
—¿"quieres ser mi novio"?
—Claro, bueno, algo así...—Divagó su mirada por la decoración de la cafetería.—Está bien, no lo dijo explícitamente, pero fue algo claramente connotativo.
—Uh, sí—No quiso romper su fantasía, era bastante obvio que tal vez Gerard tampoco lo haya querido hacer. Aunque de todas formas no lo consideraba un rompecorazones, parecía realmente estar dándole una oportunidad a Frank.—¿Y cuándo van a verse de nuevo?
—No lo sé, ojalá en poco tiempo, quiero estar con él—Apoyó su barbilla sobre la palma de su mano con una expresión de aburrimiento, observando a través del gran ventanal.—Creo que estoy perdido.
—¿Apenas te das cuenta?, Frank, no quiero que salgas lastimado de esto—El mencionado observó sus ojos brevemente, negando. Jamia recordó cuando Hayley le comentó sobre un enamoramiento pasajero, y lo poco que duraría luego de haber apagado la atracción sexual, pero no parecía ser así.
—Gerard no va a hacerme daño, estoy seguro de que él sabe lo que quiere, soy yo el que está haciendose ilusiones demasiado grandes.
La contraria bajó su mirada, pensando en lo inteligente que era su amigo, y la pantalla de ingenuo que fingía a veces, sabía perfectamente en dónde se estaba metiendo, era completamente consciente de eso. A pesar de lo enamorado que estaba, sabía que el pelinegro era difícil.
—Me alegro de que puedas comprenderlo, te estas jugando el corazón, y puede que salga totalmente destrozado—Bebió de su vaso, notando el leve asentimiento del contrario.—Pero también pueden hacerse realidad tus deseos.
Frank entrecerró sus ojos, apoyando su cabeza sobre la mesa. Era claro para él lo que deseaba, pero el problema se encontraba en la diferencia entre ambos, Gerard no estaba listo para recibir su cariño, pero el menor sí se encontraba lo suficientemente determinado para soportar todo lo que eso significaba.
—Quiero estar con Gerard—Alzó su cabeza, jugando con su cabello.
Jamia lo comprendió, aunque no pudiera terminar de entender los sentimientos del castaño.
***
Gerard se encontraba sentado en medio del sofá, haciendo zapping mientras sus tres compañeros de banda y hogar lo atacaban con preguntas sobre lo que habían visto un par de horas atrás.
—"Tranquilízate, mi amor"—Se burló el rubio, intentando imitar su voz.
—¡Yo no dije eso!—Gerard dejó un programa al azar en la pantalla, subiendole el volumen para no escuchar a los demás. Apenas soltó el control remoto, Michael lo tomó, poniendo el sonido en un número par.
—Tenía que hacerlo—Musitó, acomodando sus lentes.
—Gerard, ¿vas a intentar algo con él?, son bastante diferentes, y Frank me da un poco de pena, seguramente está esforzandose por tener tu...—Pensó lo siguiente que diría.—"Amor"—Fingió haberse estremecido, no podía imaginar a uno de sus más grandes amigos siendo cariñoso, era gracioso para él.
—No pierdo nada con intentarlo, es muy agradable—El pelinegro destacaba lo dulce que Frank era para él, logrando calmar el vacío que Lindsey había dejado en su interior, luego de haberla visto aquella noche.—De todas formas es complicado.
Pasaron varios días, hasta que llegó el sagrado sábado—ante los ojos de Frank—y eso significaba ver a Gerard. No habían hablado mucha más que la típica conversación por mensaje, hasta que el pelinegro revisó los estados de WhatsApp.
En ellos aparecía el de Frank, que había sido subido recientemente. Gerard se encontraba sentado en unos pequeños desniveles del suelo detras del escenario, revisando su celular con ojos brillantes, esperando el horario del concierto.
En las imagenes, el castaño estaba sonriendo, junto a su amiga Jamia, ambos tenían cabello húmedo en su frente. ¿Estaba lloviendo?, ni siquiera lo había notado. Pasó a la siguiente, donde la chica se encontraba dejando un beso en la mejilla del contrario.
—¿Qué estas viendo?—Preguntó Raymond acercandose a él, sin darle tiempo a ocultar la pantalla de su celular.—Oh, esa chica es extraña.
—¿A qué te refieres?
—Nada...—Musitó el rizado, recordando el suceso traumático.—¿Está lloviendo?
—Eso parece—Gerard lo chequeó asomandose por una pequeña abertura entre algunas salidas de emergencia, notando que era un día horrible para estar a la intemperie, y aunque le dieran pena todas las personas que se encontraban allí esperando por ellos, decidió salir para encontrar a Frank.
Tomó prestados sin permiso algunos paraguas junto a la puerta de entrada, no sabía de quienes eran, pero de todas formas los tomó y salió hacia la parte exterior del recinto.
Los jóvenes, vestidos mayormente de negro, y de vez en cuando algún adulto con una expresión de molestia, se giraron hacia él por unos segundos, hasta que reaccionaron y comenzaron a exaltarse.
No recordaba a cuántos adolescentes con delineador corrido les entregó un paraguas, pero finalmente, y un poco desorientado, encontró a Frank, observandolo inmóvil, con un destello de admiración que nunca iba a irse.
—Vengan conmigo—Tomó la mano del castaño y comenzó a llevarlo hacia la entrada, con Jamia dando saltitos de alegría detrás de ellos, saludando con un tono de burla a las personas que le caían mal de esa fila.
Los llevó a una habitación alejada, donde preparaban su maquillaje, y tomaban algunos tragos. Tal como lo había pensado, sus compañeros estaban allí, Raymond ayudando a Michael con el alisado de su cabello.
—¿Estuvieron mucho tiempo allí afuera?—Preguntó el pelinegro, sin detenerse siquiera a mirar las expresiones de confusión de sus compañeros. Buscando algo con lo que podrían secarse.
—Frank está ahí hace dos horas—El castaño le dió un golpe disimulado, sonrojandose un poco, y antes de que pudiera contradecirla estornudó.—Seguro ya te enfermaste.
Comenzaron a hablar entre ellos, llamándole la atención al resto de personas.
—Solo fue un estornudo.
—Sabes que tienes unas defensas del asco, ¿tienes los suficientes abrigos?
—No te preocupes Jamia—Frank se sentía como un niño siendo reprendido, intentando disimularlo frente a los demás.
—Mi suéter no está mojado, puedes ponertelo luego—El castaño asintió, no tenía otra opción, realmente iba a enfermarse.
Gerard escuchaba la conversación con una pequeña sonrisa, sintiendo ternura por ambos, aunque apenas tenían algunos años menos, lograban comportarse muy diferente a él con sus amigos. Le hacía recordar levemente al cariño que le tenía a su hermano y su manera de protegerlo.
—Aquí tienen—Les tendió dos toallas que había en uno de los cajones, nunca había notado que estaban allí.—Deberías sacarte esto—Señaló su abrigo completamente húmedo, debido a la llovizna.
Antes de que pudiera responder, el pelinegro tomó el borde de su abrigo, ayudándolo a quitárselo, y luego sacudiendo su cabello con la toalla.
Frank le permitía hacer todo eso sin ningún problema, ante la mirada extrañada de la castaña. Al terminar con su corto cabello, tomó su rostro y dejó un rápido beso sobre sus labios. Buscó una de sus chaquetas en su mochila, envolviendolo con ella y finalmente dejandolo en paz con sus cuidados.
Sentía un rasguño en su interior, observando las mejillas rojizas del contrario, junto a su nariz de la misma manera, pensando en lo delicado que era, y la sensación que tenía de poder romperlo por accidente.
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