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Frank terminó de formar el moño con sus cordones y se puso de pie, teniendo cuidado de no hacer demasiado ruido, incluso a pesar de no ver absolutamente nada. Pasó sus manos por todo el suelo, buscando su celular, y luego de varios minutos, lo encontró, agitó y la linterna fue encendida.

Lo primero que alumbró fue el rostro del contrario, solo por el placer de observarlo dormir. Podía ver sus facciones completamente relajadas, y su cabello ocupando la mayor parte de ellas. No pudo resistirse demasiado, y llevó sus cálidos dedos hasta su rostro, para apartar ese cabello.

—Eres tan lindo—Musitó, rozando suavemente su nariz.—¿Quién rompió tu corazón?—Preguntó en un tono extremadamente bajo, se sentía triste por él, sus palabras de la noche anterior lo habían hecho pensar bastante, y no podía imaginarse a una persona rechazando su amor.

Continuó acariciando su rostro, y con muchísimo cuidado, acercó sus labios a los del contrario, dejando un suave beso, casi imperceptible, sin notar realmente que estaba siendo imprudente, podría despertarlo en cualquier momento, y así fue.

—Quita el reflector de mi cara—Su voz, ronca y adormilada, asustó al contrario, que alejó su mano inmediatamente, apagando la linterna de su celular.—Si vas a besarme que sea cuando esté consciente.

—Lo siento—Musitó torpemente.—Creí no haber hecho tanto ruido—El pelinegro rió.

Gerard recordó los interminables quejidos de Frank por haberse chocado con algo, el ruido al colocarse su ropa, y el movimiento de la cama. Era imposible no despertarse con todo eso.

—¿Vas a la escuela?—Al terminar su frase se sintió bastante extraño, estaba preguntando eso a la persona con la que se había acostado, mientras descansaba desnudo en su cama.

—Decidí que no puedo reprobar, mi madre me mataría—El pelinegro inclinó sus cejas, se imaginaba a él en una situación parecida, dar un exámen a esa hora de la mañana, probablemente se equivocaría en su nombre. Eso explicaba sus malas calificaciones en la secundaria.—Pero no te preocupes, nos vemos luego—Dió algunos pasos, intentando salir, porque si no se apresuraba iba a llegar tarde.

—Espera—Gerard acomodó su cabello y se incorporó en la cama, tratando de pensar claramente. Luego encendió la luz de noche, y buscó sus pantalones a un lado de la cama, para sacar su billetera y sacar varios billetes.—Toma un taxi, es demasiado temprano para que salgas solo.

Frank negó, negó y continuó negandose, diciendo que no aceptaría ese dinero, y volviendolo un poco tedioso, porque Gerard realmente deseaba protegerlo.

—Entonces déjame llevarte—Aunque no quería dar su brazo a torcer, esa opción sonaba mejor en su cabeza, tenía más tiempo para escuchar su voz rasposa y disfrutar de su cercanía, fingiendo que eran como una pareja.

El menor esperó al contrario a que se diera una ducha rápida y se vistiera, mientras tomaba un café, sintiendose extremadamente extraño, en la cocina. Podía escuchar a lo lejos los sonidos de alguien moviendo objetos, no tenía ni idea de quién podía ser, porque no provenían del cuarto de Gerard. Apenas iban a llegar las siete de la mañana, y no creía que alguien en su sano juicio se despertara a esa hora porque sí.

—¿Vamos?—El pelinegro se acercó a él, y miró de reojo su taza.—¿Terminaste?.

—Sí—Mientras se ponía de pie, el contrario tomó esa misma taza para servirse su propio café.—¿Por qué haces eso?.

—No quiero lavar dos tazas.

—Probablemente eso aún tiene restos de mi saliva—Frank no haría lo mismo, pero aún así le parecía gracioso.

—¿Crees que me da asco tu saliva?—El contrario no respondió nada, porque esa conversación era simplemente rara.

—Hey, ¿qué hacen despiertos a esta hora?—Michael entró a la cocina, vestido con su pijama de unicornios, intentando simular que esa situación no era extraña en muchos sentidos.

—Tengo que ir a mis clases—El de lentes asintió, aunque en ese momento no llevaba sus anteojos. Se acercó a Gerard, y sin siquiera preguntar tomó su taza y bebió un trago de ella; Frank observaba la situación, ¿todos en esa casa compartían sus vasos?, o peor aún, ¿compartían de esa manera sus demás cosas?

***

—Hola Jam—Dejó un beso en su mejilla.—¿Cómo estas?.

—Mal, pésimo, horrible...—Patrick llegó hasta ellos en el momento que la mujer continuaba con su lista interminable de sinónimos.—Catastrófico, feo, desagrada...

—Oye, no me digas esas cosas—Reclamó el rubio, creyendo que se lo decía a él.

—No es a ti, idiota—Era bastante obvio que la mujer se encontraba nerviosa e irritable. Tanto como para no darse cuenta de las delicadas marcas en el cuello de su amigo, el cabello aún mojado, incluso cuando odiaba ducharse por la mañana, y sus ojeras bastante notorias, además de tener aún las marcas por la pelea del sábado.

—¿Estas nerviosa por el exámen?, no es tan complicado, además puedes copiarte—Jamia ni siquiera le prestaba atención, observando un punto detrás de él, que no era nada en específico, solo se encontraba perdida en sus pensamientos.

—Patrick, dile al baboso de tu novio que es el único que aún no conoció a My Chemical Romance en persona—Cambió de tema abruptamente, recordando la noche anterior, y al mismo tiempo el sueño que tenía encima.

—No le digas baboso, se llama Peter, y no es mi novio—Aclaró, queriendo proteger a su casi-novio.—¿Además a qué te refieres?.

Jamia desabrochó dos botones de su camisa, mostrando su brasier sin ninguna verguenza, y haciendole ver a Trick que tenía la firma de Ray Toro allí.

Frank abrió su boca, pensando en lo bizarro—en el sentido anglosajón de la palabra—que era haber visto eso, y se preguntó cuánto habrá insistido su amiga para que el rizado accediera. De todas formas rió, Ray probablemente también lo había hecho.

Pasaron los minutos, y debieron comenzar las clases, el castaño agradeció que no recibió ningún interrogatorio, aunque se encontraba preocupado un poco por su amiga, se veía extraña. Y mientras la observaba leer las respuestas del exámen desde un papel bajo el borde de su falda pensó en las palabras que usaría para contarle lo ocurrido la noche anterior.

Lástima que su anécdota quedaba totalmente pequeña en comparación con lo que Jamia debía contarle.

—Frank, estoy tan asustada.

—Tranquilízate, no estas embarazada y yo no voy a ser tío—Ambos se encontraban con sus cabezas extramadamente cerca, leyendo el instructivo de la prueba de embarazo. Un par de horas atrás habían salido de la escuela, y el relato lleno de nerviosismo de la castaña, explicando todas las razones por las que podría tener un pequeño renacuajo en su vientre llenó los oídos de Frank, poniendolo un poco histérico a él también, ¿qué demonios iban a hacer si Jamia estaba embarazada?, porque era obvio que iba a apoyarla en todo.
El aparato con forma extraña fue tomado por las manos de la mujer, mirándolo atemorizada, luego observando la puerta del baño de Frank, y después a Frank.

—¿Y si sale positivo?

—Puede ser un retraso normal, Jam, primero hazte la prueba—Con esas palabras la contraria se metió al cuarto de baño, y siguió paso por paso las indicaciones, para luego dirigirse hacia la habitación del castaño.

—¿Y?

—¿Cuantas líneas era negativo?

—Solo una—Jamia levantó su mirada, pero luego volvió a bajarla.

—Jamia no me asustes, no tienes un mocoso ahí dentro.

—¡Claro que no, baboso!—Ambos comenzaron a gritar de manera aguda, felices de tener una vida sin niños, al menos por el momento.

—De todas formas ve al médico—Mencionó Frank, observando cómo Jamia movía su trasero en forma de festejo.

—¿Te imaginabas tener un niño gritando a mitad de la noche?—Dijo la castaña, sin prestarle atención a su recomendación.—¿O tener que limpiar pañales llenos de...?

—¡Basta!, qué horror—Ambos rieron, pensando por un segundo una imagen donde ellos, sin poderse cuidar ni siquiera a sí mismos, cuidando un bebé.

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