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—Hola Frankie—Samantha se acercó al castaño apenas pudo verlo, ignorando completamente a las personas que se encontraban alrededor de él.—Te ves muy bien con el cabello mojado.
—Hola Sam—Le dió un pequeño beso en la mejilla como saludo, sonriendo por el halago, pero sin darle demasiada importancia.—¿Los demás ya estan listos?.
—Sí, Hayley quiere darte una noticia importante—Jugaba un poco con sus manos, mientras intentaba esconderse bajo su flequillo.—Estan detrás del escenario.
Frank se mantuvo allí varios minutos más, conversando y llevando hacia una mesa a sus amigos, a pesar de notar la presencia de Samantha bastante cerca de él, esperandolo sin mencionar palabra.
—Tal vez Gerard pueda cantar una canción—Mencionó Michael, y el nombrado se giró como si lo hubiesen insultado, inclinando sus cejas con molestia.—O tal vez no.
El de lentes se dió cuenta de que ya había sido suficiente para su hermano, notando su incomodidad bastante excesiva por estar cerca del menor, parecía un adolescente nervioso. En cambio el castaño intentaba verse despreocupado, o quizá sí se encontraba nervioso, pero lograba ocultarlo perfectamente.
—Hayley debe estar esperándote—La chica de cabello rojizo se acercó, apresurando a Frank, quien desvió su mirada idiotizada del rostro de Gerard y finalmente la siguió hasta detrás del escenario.
Jamia y Hayley dejaron de maquillarse para prestar toda su atención al castaño, chocandose un poco para llegar cerca de él.
—¿Quieres ver a la cantante principal?—Preguntó Jam, solo con uno de sus ojos delineados, mientras la chica de cabello naranja caminaba de un lado a otro, fingiendo que desfilaba.
—No quiero ver a Avril, gracias—Musitó el contrario, y las demás sonrieron, esperando que Frank entendiera, pero no lo hizo, y solo las observó confundido.
Tenía tres chicas en frente, y seis ojos mirándolo fijamente, así que inclinó sus cejas extrañado.
—¿Pasa alg...?—Antes de que pudiera terminar, las tres comenzaron a chillar que Hayley era la cantante principal, dándole la noticia al fin.
Frank tampoco podía contener la alegría, abrazándola y besando su mejilla, viendo la presentación de otra manera; como algo divertido.
—Ahora explícanos que demonios te pasó en el rostro.
***
A pesar de que las canciones eran de su total conocimiento, y a veces hasta tarareaba o movía su cabeza al ritmo, se sentía aburrido, porque aún no había salido Frank al escenario y la única razón por la que estaban allí era para verlo.
—Voy a fumar, ¿alguien quiere venir?—Preguntó Gerard, y Raymond alzó su mano al mismo tiempo que pateaba a Bob por debajo de la mesa al notar que también iba a hacerlo. Quería hablar con él a solas.
—Tú no fumas Ray.
—¿No puedo simplemente acompañar a mi amigo mientras se destruye los pulmones?.
Gerard levantó una de sus cejas, pero no mencionó nada más, solo se dejó acompañar, alejándose varios metros del lugar para al fin encender su cigarrillo.
—¿Te gusta Frank?.
—No.
Raymond entrecerró sus ojos, sospechando al máximo de su respuesta.
—Entonces...¿por qué te pones tan nervioso?.
—No es así, solo me hace sentir incómodo—Explicó, y el contrario no pudo sacarle ni una palabra más, no porque no quisiese hablar, sino porque una persona bastante especial caminaba por la misma acera donde estaban parados, en su dirección.
—¿Por qué pones esa cara de idiota?—Indagó el rizado, riendo un poco al ver su expresión de consternado, pero inmediatamente notó que observaba un punto detrás de él, y al girarse tragó saliva, volviendo su vista hacia Gerard, revisando que aún no se hubiera desmayado.—Actúa normal.
Lindsey pasó a su lado, junto a su compañera de banda, con su típica pollera a cuadros y chaleco rojo, perfectamente arreglada con su estilo, al parecer tocaría en algún lugar cercano.
Gerard dió una larga calada a su cigarrillo, y no pudo evitar seguirla con la mirada, que por una fracción de segundo se cruzó con la de ella, y con eso fue suficiente para hacer que mordiera su labio inferior, dispuesto a llorar por un año completo.
Raymond solo lo tomó por uno de sus brazos, llevándolo nuevamente dentro del lugar, sabía todas las palabras que el pelinegro diría más tarde, mientras mordía sus uñas o secaba sus lagrimas, lo que sea que pudiera desestresarlo más rápido.
A penas entraron al lugar, vieron a una bonita jovencita sostener el micrófono, con vestimenta completamente negra y la sonrisa más grande que pudiera tener.
Frank se encontraba a algunos pasos de ella, esperando que todos sus compañeros estuvieran listos, y en menos de un minuto comenzaron a tocar Basket Case.
Hayley estaba haciendo una grandiosa interpretación, su voz se adaptaba perfectamente a todas las canciones a través del show. Y se podía notar su gran gusto por lo que estaba haciendo en su facilidad para dirigirse al público.
En la mesa donde se concentraba toda la atención de Frank se encontraban haciendo comentarios de vez en cuando, sobre algún instrumento o la música en general, pero Gerard solo observaba un punto fijo, distrayendose a veces con la energía del castaño chocando y desordenando cualquier cosa sobre el escenario.
Era bastante inusual ver a un adolescente tan emocionado y extrovertido frente a una cantidad de personas, en especial si se encontraba el chico que le gustaba entre ellas, pero para Frank era realmente placentero estar en ese lugar, y lo podía demostrar en sus expresiones.
Gerard acomodó su cabello, mientras observaba a lo lejos como el menor le daba una patada al pie del micrófono, y Hayley inmediatamente se acercaba a levantarlo, haciendole un poco de gracia, pero no se sentía con los ánimos suficientes siquiera para formar una sonrisa.
—¿A dónde vas?—Preguntó el de lentes, viendo a su hermano levantarse de su asiento, pero la única respuesta que obtuvo fue un simple "en un momento regreso", y no pudo hacer nada para detenerlo.
Parecía que a Frank le habían dado la peor noticia del mundo de un momento a otro, porque detuvo todos sus movimientos al notar que el pelinegro se estaba alejando, inevitablemente confundió los acordes de su guitarra, perdiendose por un segundo en la canción.
Lo siguió con la mirada, pero luego intentó distraerse, sin prestar atención a ese detalle, aunque ya no pudiera tener la misma emoción de antes.
—¡Muchas gracias!—Canturreó Hayley al finalizar la última canción, e intentó tranquilizar un poco su corazón que saltaba de la alegría.
Gerard no había vuelto a la mesa, así que lo primero que hizo el menor fue bajar del escenario, sin siquiera despedirse del público, y dirigirse al lugar donde se encontraba My Chemical Romance.
Samantha lo vió alejarse, sin poder darle la pequeña carta que había escrito para él. Jamia solo lo dejó tranquilo, conocía bastante su personalidad y sabía que interrumpirlo solo lo haría peor. No le prestó atención a la dirección en la que se alejaba, evitando que notara la mesa donde se encontraba su banda favorita.
A penas Ray, Michael y Bob lo vieron sentarse en una de las sillas a su lado, notaron la sonrisa extraña en su rostro, como si estuviese por escuchar algo malo. Pero solo recibió sus halagos, haciendo que mejorara un poco su expresión.
—Gerard se sentía un poco mal, por eso decidió salir—Mencionó el rizado, mintiendo, y el castaño se preocupó por él. En menos de unos segundos ya se encontraba fuera, buscando al supuesto Gerard enfermo.
Caminó varios pasos de un lado al otro, hasta que tuvo la maravillosa idea de revisar la camioneta, y allí lo encontró, solo descansando en los asientos traseros, sin emitir ni un sonido.
—Oye, ¿te sientes bien?—El pelinegro giró su rostro completamente, y Frank pudo darse cuenta de sus ojos empañados.—Puedo llamar a los demás si quieres—Tartamudeó un poco al principio de su frase, dudando sobre permanecer en ese lugar, el contrario no parecía querer verlo ni en un millón de años.
—¿Yo te gusto?—Preguntó inesperadamente, haciendo al castaño sorprenderse, sin saber qué responder exactamente. Se estaba arrepintiendo de haberse sentado a su lado.
Gerard estaba triste, quizá como todos los días de su vida, pero en ese instante todo parecía recaer sobre él. Desde el momento en que vió a Lindsey supo que sus emociones iban a derrapar apenas lo permitiera, y había enviado un mensaje a Bert para evitarlo, pero solo lo hizo peor, porque luego de la última vez que lo vió, Robert lo había bloqueado nuevamente.
No tenía a nadie más para recibir un poco de cariño, era lo único que necesitaba, hasta que recordó a un pequeño y lindo Frank, al mismo tiempo que el mismo abría la puerta de la camioneta.
El castaño asintió tímidamente ante la pregunta, no podía evitar desviar la mirada hacia otro lugar.
—A mí también me gustas—Mintió el pelinegro dulcemente, con una tenue sonrisa, mientras observaba la expresión de felicidad en el rostro del contrario.
Gerard no creía que esa mentira estuviera tan alejada de la realidad, sí le gustaba, quizás no con la misma intensidad, pero lo hacía, aunque quisiera negarlo.
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