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—¿¡De qué estas hablando!?—Un hombre con una voz cargada de molestia interrumpió la charla entre Jamia y Hayley, haciéndolas dar un pequeño salto por el susto. Realmente se veía enojado.—¡No puede ser Avril!.
—¿Qué demonios estará pasando?—Musitó la castaña cerca de su amiga, mientras observaba de reojo los movimientos nerviosos de las manos del hombre.—¿Crees que le haya pasado algo malo?.
Hayley alzó sus hombros, sin saber qué responder, solo intentando escuchar la conversación entre ese hombre y la que parecía ser Avril detrás de la línea telefónica.
—¡No vuelvas a pedirme ser la cantante!—Sentenció, haciendo que ambas jóvenes abrieran sus ojos con sorpresa.—Y no me interesa que te hayas roto una clavícula.
Jamia se cubrió la boca con una de sus manos, con absoluta sorpresa por lo que acababa de escuchar, ni siquiera conocía realmente a la chica, pero ya le daba demasiada pena.
—Ahora me da un poco de lástima—Hayley se sintió un mal al recordar las veces en las que deseó ser la cantante principal, aunque Avril tuviera que sufrir por eso.—¿Ella estará bien?.
Las palabras del hombre continuaban, repitiendo constantemente "ya deja de llorar", y eso no hacía sentir mejor a la chica de cabello anaranjado que lo observaba preocupada. Ese hombre era el padre de la rubia, y se compadecieron por ella, no se veía amigable.
—Oye, si Avril no está...—Jamia tenía una expresión de confusión, divagando en sus pensamientos mientras miraba de reojo al hombre de vez en cuando.—¿Quién va a ser la cantante principal?.
***
—¡Maldita sea!—Parecía que absolutamente todo iba a salirle mal ese día. Le hubiera gustado leer el pronóstico antes de salir de casa, porque no se esperaba que comenzara a llover. No veía ni un taxi libre desde algunas cuadras atrás, y no entendía la razón, tal vez solo estaba teniendo un pésimo día.
—Hey, ¿me das un cigarrillo?—Dos jóvenes, un poco mayores que Frank se le acercaron, con una mirada extraña. Se había detenido por unos segundos bajo un pequeño techo, aprovechando para sacar su cajetilla de cigarrillos y fumar uno. Aunque no fuese recurrente eso en él, cuando se encontraba nervioso solía hacerlo.
—Claro—El castaño dudó un poco de sus buenas intenciones, tendiéndole lo que pedía, además de ofrecerles su encendedor. Aunque ya hubiesen pasado unos segundos de haber encendido el cilindro, los dos sujetos continuaban a su lado, haciéndolo poner nervioso.
A penas notó que una de las personas se giró de una manera brusca se dió media vuelta y comenzó a caminar, o tal vez correr. Musitaba frases como "pueden robarme mañana, pero no hoy". Ni siquiera se dió cuenta de que se estaba empapando con la lluvia, y no le importaría, pero llevaba a su guitarra colgada en la espalda, que aunque tuviera su funda, no duraría demasiado tiempo seca.
—Hey, vuelve aquí—Gritó uno de los sujetos detrás de él, y Frank se preguntó qué clase de ladrones eran, ¿en serio creía que iba a regresar?.—¡Dame tu billetera!.
El castaño volteó su rostro, observando al hombre cada vez más cerca, y en ese momento sí comenzó a correr, maldijo el momento en el que se le ocurrió pasar por esa calle.
Frank era bastante rápido, agradecía a su profesora de Educación Física por eso, y también al arquitecto que se le ocurrió hacer un escondite tan perfecto a un lado de un edificio, donde decidió ocultarse. Ignoró la rata muerta a unos metros de él y esperó un momento para salir.
Dió algunos pasos lentos sobre la acera, mirando hacia ambos lados de la avenida, y no parecía haber nadie dispuesto a asaltarlo, así que siguió caminando bajo una tenue llovizna, rogando por un taxi.
Caminó algunos metros, cuando escuchó el sonido de una camioneta detenerse a su lado, y seguirlo a unos metros de manera lenta. Ni siquiera se molestó en correr nuevamente, a esas alturas le daba igual ser secuestrado.
—¿No te da miedo que te siga una camioneta?—Bromeó Raymond, y el castaño se giró al reconocer la voz, solo observándolo sin ninguna expresión, haciendo que el contrario se asustara un poco.—¿Estás bien?, ¿si eres Frank, verdad?—Por un momento creyó que tal vez el menor tuviera un hermano gemelo o algo por el estilo y lo estuvieran acosando.
El mencionado solo asintió, caminando hacia una de las puertas del vehículo y abriéndola. Se quitó a Pansy de la espalda y luego subió, sentándose cómodamente, apoyando su cabeza contra el vidrio de la ventana.
Tenía una expresión que demostraba molestia y parecía estar nervioso, por lo que ninguno se atrevió a decir algo. Frank los observó y luego hizo una pequeña sonrisa como forma de saludo.
—Nunca dijimos que íbamos a llevarte—Mencionó Gerard, que se encontraba a su lado, el contrario cambió su expresión a una de confusión e inmediatamente sus mejillas se pusieron de un color rojizo.—Es broma—El pelinegro sonrió, y Frank quedó atontado al verlo, le parecía la sonrisa más hermosa del universo.
—Tienes una bonita sonrisa—Comentó, haciendo que los demás lo observaran extrañados, y Gerard quitó su sonrisa, desviando su mirada hacia otro lugar.
—Sí, Gerard, tienes una bonita sonrisa—Repitió Bob, pero con un tono de burla muy característico, mientras reía. El pelinegro chasqueó su lengua, intentando ignorarlo, pero Bob picó su mejilla con uno de sus dedos, solo para molestar.
Frank los observaba con sus mejillas sonrojadas, arrepintiendose por haber dicho ese halago. Bob continuaba molestando a Gerard, porque se daba cuenta del excesivo cariño que el menor le tenía, y que eso incomodaba al pelinegro.
—Frank, a Gerard le gustas—Mencionó el rubio, tan solo para hacerlo enojar. El pelinegro comenzó a negar, y el castaño solo permanecía quieto, jugando con sus manos por los nervios que tenía.
—¡Es mentira!.
—Admitelo, Gee—Michael interrumpió la conversación, uniendose a Bob para continuar con la broma.
—Esto va a terminar mal—Musitó Raymond, solo observando desde afuera cómo el pelinegro se molestaba, y por lo tanto los otros dos continuaban bromeando.
—No pasa nada si lo admites, de todas formas Frank también gusta de ti—El nombrado giró su rostro, prestándole atención.—¿Cierto?—Mikey lo miró con una sonrisa, esperando que se molestara o negara, mientras moría de verguenza, igual que su hermano.
—Sí—Bob inhaló para comenzar a decir tonterías, pero no mencionó nada al escuchar que Frank lo había confirmado, quedándose sin palabras.
Raymond rió al ver la situación, y cómo todos se quedaron en silencio derrepente, el menor desvió su vista hacia la ventanilla, y todos los demás volvieron a lo que estaban haciendo.
Gerard observó el perfil del castaño, recordando cómo había confirmado sin ningún problema lo que ya había sospechado. Pero, ¿cómo iba a mirarlo a la cara después de eso?, solo quedaba alejarse de él, como ya intentaba hacerlo, o corresponderle, porque después de saber sus sentimientos era imposible estar juntos sin la típica incomodidad.
Pero por alguna razón no quería simplemente ignorarlo, le parecía lindo e interesante, algo de él le llamaba la atención inevitablemente.
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