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《Oh! You Pretty Things.》

La voz de David Bowie inundaba el automóvil, con una imagen perfecta de Frank siendo el ser humano más educado de todos, y Gerard un poco alejado de la realidad, observando el camino.

—¿Cómo conociste a Bowie?—Preguntó el castaño, intentando formar una conversación. El contrario giró su rostro levemente en su dirección por un segundo, pareciendo que hablaría, pero solo formó una sonrisa encantadora.

—Mi padre solía tener muchos discos, Michael se escabullía a su habitación para tomarlos y poder escucharlos conmigo, cuando nuestro padre iba a su trabajo—Frank a veces olvidaba que Mikey era su hermano, porque nunca antes había visto un vínculo tan bueno entre hermanos.—¿A ti te gusta?.

—Claro, pero yo no tengo una historia tan tierna, solo encontré su música en Youtube—Sonrió un poco, comentándole un poco sobre lo mucho que le llamaba la atención ese artista.—¿No te gustaría hacer un cover de él?.

—Estábamos pensando en tocar Under Pressure, con The Used, pero...—Puso sus ojos en blanco, explicando la situación de manera rápida, sin querer dar ningún detalle.—Pasaron cosas.

Oh, entiendo—No iba a preguntar nada más sobre eso, porque había notado la expresión extraña en el rostro del pelinegro, en cambio comenzó a tararear la canción que sonaba por los parlantes del auto, siendo seguido por Gerard, y pronto se encontraban cantando con la música a todo volumen.

Gerard llevó una de su manos a su cabello, acomodandolo, y dejando de prestar atención en la carretera por unos segundos, admirando lo extrovertido y alegre que se veía Frank, nunca hubiera pensado que alguien de su edad pudiera comportarse de una forma tan madura.

—Creo que Freddie Mercury reencarnó en ti—Comentó riendo, mientras el castaño cantaba como podía la canción "I want to break free".

I've fallen in love for the first time—Cantó de una manera tenue, mirándolo directamente a los ojos, mientras fingía estar emocionado solo por la canción, pero tan solo quería hacerle saber que estaba enamorado de él, y de ninguna manera podría deshacerlo.

Gerard observó sus labios, escuchando el pequeño trozo de la canción que había pronunciado, pero sin saber cómo interpretarlo, porque solo era un adolescente fanático de My Chemical Romance, y aunque en sus ojos pudiera notarse las ganas de expresar un sentimiento, mientras no lo escuchara, iba a ignorarlo.

Volvió su cabeza hacia el frente, encandilandose con la luz intensa que ocupaba la mayoría de su vista, y el pequeño quejido de Frank que ni siquiera llegó a ser una palabra. Solo hizo frenar el auto lo más rápido que su cuerpo se lo permitía, haciendo que las llantas rechinaran en el pavimento.

—¿Gerard?—El castaño soltó un suspiro pesado, apretando el cinturón de seguridad entre sus dedos temblorosos, el mencionado lo observó desde su lugar, con su rostro pálido y sus dedos agarrotados alrededor de uno de los brazos del menor.

Gracias a sus reflejos lo primero que se le ocurrió, además de detener el auto, fue intentar proteger a Frank, aunque lo único que pudo hacer fue sostener su brazo.

—¿Estas bien?—El castaño asintió efusivamente, ignorando que la canción continuaba sonando.

—¿Tú?—Gerard hizo la misma acción que el contrario, volviendo a retomar el camino indicado. Ignorando los insultos del otro conductor por el susto que se llevaron gracias a haberse distraído.

—No se lo digas a tus padres.

—No planeaba hacerlo—Ambos intentaron relajarse, pero en todo el resto del viaje no mencionaron ni una palabra, Gerard se encontraba muy concentrado en conducir correctamente y Frank no quería molestarlo, por el momento no quería morir.

En algunos minutos llegaron hasta la calle del menor, y él se encargó de señalar su hogar. Gerard estacionó el auto frente a la casa, y Frank formó una pequeña sonrisa, despidiéndose de él con un beso en la mejilla. Salió del vehículo, dándo algunos pasos hacia la entrada de su casa.

—¡Oye!, ¿no te olvidas de algo?—El pelinegro llamó la atención del contrario con un tono jocoso, señalando hacia los asientos traseros, donde se encontraba Pansy abandonada.

Oh, lo siento—Mencionó, volviendo sobre sus pasos. Tomó la guitarra, abriendo una vez más la puerta del auto.—Realmente no me di cuenta.

—Suele pasar—Frank estaba tardando más de lo necesario totalmente apropósito, no quería alejarse ni por un millón de dólares, pero debía hacerlo, no podía molestar al pelinegro, además no tenía ninguna excusa.—¿Cuántos años dijiste que tenías?.

—Diecisiete—No recordaba haberselo dicho en ningún momento, pero no interesaba.—¿Y tú?—Ya lo sabía, pero era descortés no devolver la pregunta.

—Veintidos—Gerard pareció pensar por un segundo, luego sonriendole en forma de saludo, cuando el menor se alejó completamente.—Eres lindo Frank...—Musitó, mientras aumentaba el volumen de la música, observando cómo el castaño buscaba sus llaves solo con la luz de la calle, acentuando la forma de su cuerpo.—Pero demasiado inocente.

De ninguna manera le diría a ninguna persona ninguno de sus pensamientos. Creer que un pobre adolescente, admirador de la imagen de su cantante favorito era lindo, en un sentido no tan inocente, lo hacía verse a él mismo como un enfermo, porque ni en un millón de años eso sería bien visto, y a su hermano le daría un paro cardíaco.

De todas formas, tenía una imagen bastante distorcionada y conservadora de Frank, que se encontraba masturbandose en la ducha, con el recuerdo de Gerard rozando su piel y mirándolo fíjamente.

***

—Eso es ilegal—Raymond salía del concierto por la puerta trasera, siendo el primero, como siempre.—Eres un mocoso.

Frank sonrió tontamente, siendo la envidia de todos alrededor. Se encontraba junto a todas las demás personas, sin perder la costumbre, pero esa vez llevaba un cigarrillo en sus labios, que lo utilizaba específicamente para quemar accidentalmente a cualquier persona que quisiera quitarle su lugar.

—Lo siento—Le tendió la cajetilla de cigarrillos, porque de todas formas no iba a usarla, y quería entregarle algo, aunque había dejado de ser tan insistente con sus tontos regalos, que luego de conocer a la banda le daba un poco de verguenza habérselos entregado, continuaba queriendo verlos al igual que antes; fuera del concierto.

Raymond solo le sonrió, quedándose con los cigarrillos y continuando con las firmas a varias personas que nunca había visto en su vida, y Frank tampoco, eso significaba que había más gente que antes. Eso le resultó genial al castaño, que se quedó pensativo por unos segundos.

—¡No me jodas, Frank, yo también quiero ir!—Jamia gritó como si fuera el último día de su vida, pero su voz se iba haciendo cada vez más pequeña, a medida que Michael lo llevaba más lejos, jalandolo por uno de sus brazos.

—Vamos por unas cervezas—Musitó cerca de su oído, y Gerard le dió un golpe en la cabeza. Se encontraban sobre la camioneta, directo a un club nocturno.

—¡No deberías haberlo traído, idiota!—Mikey solo lo observó de mala manera, notando cómo su rostro parecía duplicarse, tal vez había tomado demasiado.—A penas tiene diecisiete.

—Relájate—Mencionó Bob desde el asiento de conductor, riendo un poco por lo histérico que se encontraba el pelinegro. Todo el día había atacado a cualquiera que le dirigiera la palabra.

—¡No quiero!, ¡Michael no puede hacer lo que quiera todo el tiempo!—Frank lo observaba inerte, hacía a penas dos semanas se había comportaba de lo más agradable con él cuando lo dejó en su hogar, y había asistido a uno de sus ensayos luego de eso, pero en ese momento parecía que lo odiaba.

—Yo puedo hacer lo que quiera. ¡Y no es nuestra culpa si Lindsey te llamó el jueves para decirt...!—El resto de las personas en el auto escucharon atentamente esas palabras. Raymond y Bob no sabían cuál era la razón de su intenso mal humor, pero ya lo habían descubierto.

—¡Cállate!—Chilló el pelinegro, recordando la voz borracha de Lindsey diciendo que aún lo quería, para en la mañana retractarse de todas sus palabras con un mensaje, seguido por bloquearlo de sus redes sociales.—Y no la menciones.

—¡Y ya sé que fuiste a revolcarte con Bert por despech...!—Gerard giró su cuerpo, observándolo por unos segundos y luego dándole una bofetada, haciendo que Michael se callara al instante. Agradecía estar totalmente borracho, sino esa acción hubiese dolido bastante.

—¡Suficiente!—Gritó Raymond, tomando a Mikey por sus hombros y llevandolo a los asientos de en frente, con él.—Parecen niños de cinco años.

Todos decidieron ignorar las pequeñas lágrimas en el rostro del pelinegro, Michael sabía que se había arrepentido rotundamente de ir a buscar a Robert como un idiota, solo por lo triste que se sentía debido a lo ocurrido con Lindsey, pero estando tan borracho no podía darse cuenta de sus acciones.

—Ten—Frank acercó un pañuelo al pelinegro, que había quedado sentado a su lado.—No voy a ir con ustedes, no te preocupes—Tal vez eso le molestaba al contrario, y quería hacerlo sentir mejor, así que iba a irse a su hogar, sin importarle la invitación de Michael. Quería saber quién era Lindsey, y se acababa de enterar que los cuchicheos de las chicas diciendo que Bert y Gerard se veían bonitos juntos se habían vuelto realidad. Pero le interesaba mucho más el estado de ánimo del pelinegro.

—No tiene que ver con eso, solo...—No terminó su frase, porque ni siquiera sabía qué decir.

Frank apoyó una de sus manos sobre la del contrario, esperando que Gerard se lo tomara de buena manera, porque no podía verlo tan triste y no hacer nada al respecto.

* * *

Actualizé lo más rápido que pude (^:

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