Tan semejantes pero distintos

como tener un espejo entre ellos, donde cada lado es lo contrario al otro

tan ajenos a la otra vida, pero con una atracción inminente.

Sus ojos claros como el agua y su serena mirada

se asimilan a los claros de luna como aquel que ella ahora mira,

recordando la noche en que todo comenzó

cuando su rostro asombrado producía grietas

que gradualmente reflejarían sus anhelos.

El recuerdo de ese primer beso, suave pero ameno

correspondido casi al termino y degustado como ninguno;

sobrecogida pero alegre por el desenlace ocurrido.

Hecho que se reitera en múltiples ocasiones

como aquel día que profundizaba una caminata

siendo arremetida por un profundo y desesperado beso

que más que hacerla despertar deseos carnales

le satisfacían y emocionaban por la ilícita situación.

Besos fugaces e inquisitivos, plenos y pasionales

los hay delicados y frenéticos; cortos y duraderos,

capaces de avivar deseos penetrantes con tan diáfanos roces.

Deslumbrada con su presencia y su previsible contacto

una sonrisa le arrebata suscitándola a perderse en su mirada

cálida como su mano en su abultado vientre

seguido de un electrizante beso de fuego.