Capítulo V: ¿Quién es Dylan Ford?
Matthew
El agua fría en la cara me espabiló un poco, aun así, mi mirada en el espejo lucía cansada, además me desconocía. El sentido común me gritaba que no debía involucrarme, pero algo más fuerte dentro de mí me impulsaba a hacerlo.
De un momento a otro, Dylan Ford pasó de ser un hermoso actor, alguien a quien admiraba y con quien de vez en cuando fantaseaba, a convertirse en una persona de carne y hueso... con problemas muy reales. A veces nos olvidamos que esas personas detrás de las pantallas, sean actores, músicos, incluso influencers, tienen una vida lejos del público. Que sufren y lidian con las mismas cosas que nosotros, los simples mortales; en ocasiones batallan con dificultades que no podemos ni siquiera imaginar. Cada vez se sentía más extraño poder entrar en su vida, era fascinante, pero al mismo tiempo asustaba. Como subir a lo alto de una montaña rusa y después sentir el vértigo y el temor al descender.
Mi teléfono vibró en el bolsillo del pantalón. Salí de la sala de baño, tomé el móvil y me senté en el sillón dispuesto a revisar los mensajes. Hacía unas horas le había escrito a Sasha, emocionado porque lo más increíble del mundo me había ocurrido: iba a tener una cita con Dylan Ford. Sonreí, todavía incapaz de creer lo muy equivocado que estaba.
«Ajá, chikistrikis, ¿cómo te fue?»
El mensaje era de hacía dos horas. A ese le seguían otros más recientes.
«¡Cuéntame! Soy tu mejor amiga. Sabes que soy bruja, si no lo haces, te voy a echar una maldición😠»
«¡Aaaaaah! ¡Matt, aparece, imbécil!»
«¡Ya sé por qué no me respondes! ¡Te lo cogiste!😈 ¡No lo puedo creer! ¿Es eso? ¡Dime, no seas así!🙄»
Resoplé negando con la cabeza. Ni siquiera sabía si a Dylan le interesaban los hombres, mucho menos si yo le gustaba. A juzgar por cómo fue la cena, diría que no tenía ninguna oportunidad con él.
Miré la hora en mi reloj de muñeca eran casi las doce de la noche, en casa serían alrededor de las diez. Comencé a teclearle para hacerle un breve resumen de la situación, obviando el último altercado con el hermano de Dylan.
«¿Te pidió que fueras su abogado?😮 ¿Y qué le dijiste? Piénsalo bien Matt, todas esas celebridades tienen problemas. Una cosa es que te acuestes con él y otra que seas su abogado.»
¿Qué me acueste con él? Fruncí el ceño, al parecer mi amiga pensaba que solo tenía una idea en la cabeza con respecto a Dylan.
«Aunque, por otro lado, conocerías a muchos famosos que después puedes presentarme 😅😏."
«Le dije que sí» Tecleé en la pantalla. «Voy a dormir, Sasha. Hablamos mañana, estoy agotado.»
«¿Te lo vas a coger, ¿verdad? 😏»
Puse los ojos en blanco y apagué la pantalla. Pensé de nuevo en Dylan y en toda la situación que había vivido hacía tan solo un instante. Tenía intensos deseos de fumarme un cigarrillo, aunque hacía casi un año que lo había dejado. Ni siquiera mi reciente ruptura con Frank me había provocado tantas ganas de recaer en el vicio. Al otro día tenía una reunión con el CEO de la empresa de electrodomésticos para aclarar los términos del contrato. Tal vez lo mejor sería acostarme y ocuparme de Dylan por la mañana.
Sin embargo, una cosa era lo que debería y otra lo que quería hacer.
Abrí el buscador en mi teléfono y tecleé el nombre de mi famoso nuevo cliente. De inmediato, los links de varias páginas aparecieron uno debajo de otro en la pantalla.
Descarté las que me eran familiares e involucraban su trabajo profesional en «El amante del príncipe». Abrí una que hablaba de su vida personal:
Dylan Arthur Ford nació el 5 de marzo y era el primer hijo de un matrimonio conformado por Arthur Ford e Isabella Fiori. Él era militar y ella médico ginecoobstetra. Cuando Dylan tenía catorce años ocurrió un accidente automovilístico donde murieron sus padres y su pequeño hermano de ocho años, Kevin. Dylan quedó a cargo de su hermano adoptivo Timothy Ford de veintidós años para ese entonces, su pariente vivo más cercano.
Tenía quince años cuando comenzó su carrera como modelo en pasarelas locales. A los diecisiete años saltó a la fama gracias a que el fotógrafo Nils Hamilton posteó algunas fotos de su rostro en Instagram que llamaron la atención de Cherrybloom, convirtiéndose en la imagen de su campaña para el perfume unisex Beauty. Su apariencia andrógina llamó la atención de las casas de moda más renombradas, por lo que poco tiempo después debutaba en la semana de la moda de Nueva York de la mano de Molocopi, modelando con éxito ropa tanto masculina como femenina. A partir de allí todo había sido triunfos en su carrera. Había sido portada de varias revistas famosas dedicadas a la moda, incluyendo Vogue varias veces. En septiembre del año anterior ocupó el lugar 25 en la lista de Top 50 de modelos masculinos de Models. com. En la actualidad era uno de los modelos más cotizados del mundo.
Hacía un año había incursionado en el mundo de la actuación en papeles secundarios de películas como «Un Sugar boy enamorado», que se volvieron éxitos de taquilla. Luego obtuvo el protagónico en la serie de fantasía lgbt «El amante del príncipe», de la cual ya se había confirmado una segunda temporada.
En cuanto a su vida personal, no había muchos detalles. No tenía pareja confirmada, aunque la página mostraba varias fotos de él en fiestas con otros modelos. Tampoco hacía alusión a su preferencia sexual, aunque mencionaba que había asistido a la entrega de los premios Emmy con la joven actriz Anabella Steele, con quien, se especulaba, tenía una relación romántica, pues se les había visto en varias ocasiones comiendo juntos en restaurantes costosos de la ciudad.
Estuvo internado debido a una neumonía hacía pocos meses y luego solo hablaba de lo que se esperaba de la carrera del actor y modelo.
El resto de las páginas sobre él decían más o menos lo mismo.
Quizá tenía que ser más específico en mi búsqueda.
«Dylan Ford. Escándalos» tecleé
Lo máximo que aparecía era el hecho de que un hombre modelara ropa de mujer y fuera portada de varias revistas de moda femenina, pero eso había ocurrido dos años atrás y Dylan en la actualidad solo modelaba ropa masculina.
Frustrado, apagué la pantalla. Volví a servir whisky y descorrí las cortinas del enorme ventanal. Las luces nocturnas de la ciudad titilaban frente a mí, azuladas algunas, doradas otras, iluminando las ventanas distantes de los grandes rascacielos. Mi mente regresó con Dylan. ¿Qué esperaba encontrar en internet sobre él? ¿Qué era un joven adicto, problemático y fiestero? O, ¿justamente, lo contrario?
Luego de media hora me fui a dormir sin poder sacarme de la mente la imagen de Dylan dormido sobre las sábanas blancas del colchón.
La reunión con el nuevo socio de papá se prolongó más de lo que me hubiera gustado. Él y yo habíamos ido a almorzar a uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, me dediqué a mostrarle el contrato y resaltar las ventajas que tendría para su compañía entrar en nuestra cartera de clientes. Dos horas después y media botella de vino, el hombre finalmente se despedía. Solo faltaba reunirme con su abogado y cerrar el contrato.
Mientras esperaba a que el valet parking trajera mi auto, le envié un mensaje a Marc comentándole mis avances laborales. Como era de esperar, mi hermano me contestó preguntando por Dylan.
«Estaba pensando que no es mala idea que te hagas cargo de la carrera de Dylan Ford.»
«Sasha cree que solo me traerá problemas.» Le escribí
«Eso es por qué Sasha no lo está viendo a nivel profesional. Le daría impulso a tu carrera y podrías proponerle que se vuelva nuestro cliente.»
«¿Nuestro cliente?»
«Sí, de Lux Marketing. Podríamos encargarnos de la publicidad de su marca. Tener a Dylan Ford entre nuestros clientes, sin duda sería un exitazo, hermanito. A ti te haría escalar muy rápido entre los socios de papá. Es lo que quieres, ¿no?»
No le contesté, apagué la pantalla, enojado. Primero Sasha pensaba que lo único que deseaba era acostarme con él y ahora mi hermano me proponía que me valiera de su fama para hacer carrera. No se trataba de agarrarme de su éxito ni del de nadie para hacer el mío. Recordé, entonces, a Timothy y como me había señalado al decir que conocía a los de mi clase, a esos que solo buscaban aprovecharse de Dylan, tal como me estaba proponiendo Marc o insinuaba Sasha.
Mi auto llegó, entré en él con la idea de reunirme con mi nuevo cliente tan pronto arribara al hotel. Le hubiera enviado un mensaje avisándole, de no ser porque no tenía su número telefónico registrado en el mío. Tampoco tenía su correo.
Mientras conducía continué pensando en Dylan y su hermano. Había pasado toda la mañana como en un remolino, dando vueltas sin remedio alrededor del mismo tema. Frente al semáforo, esperando que la luz roja cambiara, sonreí de lado al darme cuenta de que ni siquiera había pensado en Frank. Tal vez ya había superado el hecho de que me engañara luego de tres años de relación. Tenía que encontrar algo bueno en el nuevo caos que amenazaba mi vida desde que Dylan entró en ella.
Al llegar a la recepción del hotel, uno de los empleados, pulcramente vestido de traje, me sonrió cortés y me entregó mi llave.
—¿El huésped de la habitación 15-04 se encuentra en ella? —le pregunté por Dylan.
El recepcionista revisó en su ordenador. Luego sacó de uno de los cajones detrás del mostrador de mármol un sobre amarillo.
—El señor dejó esto para usted, señor Preston.
—¿No está? —Extrañado, tomé el sobre de manos del hombre frente a mí.
—Abandonó el hotel por la mañana.
—¡¿Abandonó el hotel?! ¡¿Cómo que abandonó el hotel?! ¿Estaba solo? ¿Recibió alguna visita antes?
—Señor, no estoy autorizado para ...
—Necesito el número de teléfono que dio el señor Ford al registrarse.
—Señor Preston, por favor. —Volvió a decir el recepcionista en voz baja y con una sonrisa tensa en los labios.
—Llama al gerente, no continuaré hablando contigo.
El recepcionista enrojeció, por fortuna no discutió, sino que levantó un auricular y dijo algo en voz tan baja que no pude escuchar. Mientras esperaba en el brillante lobby, abrí el sobre.
Era una simple hoja con letra manuscrita.
«Matthew, no puedo arriesgarme a que Timothy regrese o alguien más me encuentre. Pronto te escribiré.
Gracias por todo.
Dylan.»
Cerré los ojos y me froté la frente. No sabía muy bien cómo sentirme, si enojado, confundido o angustiado. Reconocí la letra en la hoja, era la misma de la nota que me había dejado en la libreta que me regaló en el avión. Tal vez sí se había ido o Timothy había venido por él y lo obligó a escribir eso.
O sencillamente, arregló las cosas con su hermano y yo no era más que un imbécil al haberme figurado una película de terror en mi cabeza.
El gerente se acercó a mí con otra sonrisa protocolar en los labios. De pronto, tanta burocracia me pareció absurda e irrelevante, quería averiguar dónde diablos estaba Dylan y quería hacerlo rápido.
—Señor Preston.
—Hola, Elvis. Ha surgido un problema —le dije al gerente obviando cualquier cortesía.
—Usted dirá, será un placer para nosotros ayudarle.
—Verás, se trata de Dylan Ford? Se suponía que nos veríamos hoy para una reunión de negocios, sin embargo, el joven acaba de decirme que Dylan se ha marchado. Necesito su número de teléfono. Tal vez no lo sabes, pero ayer alguien subió a su habitación en una actitud violenta.
—Oh, sí, señor Preston, estoy enterado del altercado que usted reportó. Revisamos las cámaras esta mañana.
—¿El hombre rubio de ese altercado regresó al hotel? —inquirí con algo de temor—. ¿Él o alguna otra persona visitó a Dylan antes de que él se marchara?
Elvis suspiró. Estaba consciente de que lo ponía en la comprometedora situación de revelar información sobre un huésped. Me miró muy serio antes de responder.
—Solo por ser quien es usted, accederé a darle la información que me pide.
El gerente, seguido por mí, se acercó a la recepción, en voz baja se dirigió al joven empleado que me miró con algo de odio. Desde donde estaba podía ver cómo se movían los labios de ambos, las cejas alzadas y expresiones un poco consternadas. Finalmente, el recepcionista buscó en su ordenador. Dos minutos después, el gerente volvió conmigo.
—El señor Dylan no recibió visitas antes de marcharse. —Elvis me entregó un papelito, tenía escrito un número telefónico—. Cuando lo hizo se fue solo.
—Gracias, Elvis. Esto no te traerá problemas, Dylan es mi cliente y solo quiero velar por su seguridad. No quisiera que un altercado como el de anoche volviera a suceder.
Elvis asintió. El hotel llevaba años siendo cliente de Lux Marketing y siempre que alguien de la compañía tenía que ir a esa ciudad, nos hospedábamos allí. Aunque no directamente a mí, Elvis nos conocía desde hacía mucho tiempo.
Nota en mano, caminé por el suelo de mármol, impoluto y brillante, en el cual se reflejaba mi imagen. Atravesé el lobby hasta el elevador cubierto de espejos. Una vez en mi habitación me quité el saco y volví a leer la nota. Algo en ella me había quedado sonando: «o alguien más me encuentre.» ¿Quién era «alguien más»? ¿Alguno de los miembros del equipo de Timothy?
El teléfono móvil vibró en mi bolsillo. Tenía un correo nuevo, el remitente era Dylan Ford.
Palabras del capítulo: 2223
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Hola!!! Qué gusto saludarlos! ¿Qué creen que le haya pasado a Dylan?
Por cierto, la historia a la que se hace referencia "Un sugar boy enamorado" existe, jajaja, está en proceso y su autora es jakirasaga Y así como dice el título, va de un chico que para mantenerse conquista a señores de cierta edad. Su última conquista resulta ser nada menos que el papá de su novia. Es una historia bastante divertida y con mucho spicy y escenas +18.
Nos leemos el otro jueves, besitos.
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