Nada cambia

Un año después.

Los besos habían subido la temperatura del lugar, llenos de hambre y necesidad, hambre proveniente más que nada de una de las partes mientras que el otro intentaba seguirle el ritmo. Las caricias habían iniciado en el sofá, aprovechando que los padres de Teru no estaban, y que la servidumbre solía irse a lo suyo para no ser inoportunos. De un momento a otro ya se encontraban atravesando la casa a trompicones hasta que la puerta de la habitación se cerró.

Light intentó corresponder de la misma forma y a la vez dejar la mente en blanco, pero estaba demasiado pendiente de lo que pasaba y cuando la mano de Teru se coló por debajo de su camisa no pudo continuar, se tensó y por inercia detuvo el beso soltando un jadeo.

—Pe-Perdón... —Murmuró con los ojos muy abiertos, sus labios temblando.

Teru sonrió y con ternura le acarició la mejilla con el pulgar.

—No te preocupes. No pasa nada. —Dio un paso hacia atrás, ante lo cual Light de inmediato lo tomó de la muñeca para detenerlo.

—¡No! ¡Pero podemos continuar!

El de cabello negro se regresó y le enmarcó el rostro con las manos antes de darle un suave beso en los labios.

—De verdad, no pasa nada. ¿Sabes? Hay personas que no son tan sexuales y eso está bien— habló con calma, sin ninguna pizca de molestia por lo ocurrido—; además, creo que el hecho de que siempre sea en casa de mis padres te cohíbe, y no te culpo, me sentiría igual si las veces que tenemos intimidad fuera en tu casa. Por eso estoy pensando en mudarme a un apartamento para finales de este año, durante las vacaciones, y quien sabe, tal vez podrías mudarte conmigo. —Sonrió, casi rozando sus narices debido a la cercanía.

Light también sonrió, no porque la idea le emocionara, sino porque Teru siempre parecía ser tan comprensivo.

—Eso... suena bien. —Murmuró, viéndolo a los ojos.

Teru no vio ninguna chispa en esos iris color miel, tampoco detectó alguna pizca de emoción en su voz; ni en ese momento ni en muchos otros a lo largo de su relación. Sin embargo, lo amaba demasiado y sabía que con paciencia Light llegaría a amarlo con la misma intensidad.

—Sé que ambos tenemos cosas que hacer, pero aún nos queda algo de tiempo —lo tomó de las manos y las llevó a sus labios para besarle los nudillos—, ¿te parece si te invito a un café?

—Claro. —Respondió de prisa, casi como si fuera un alivio.

El de anteojos sonrió, sin embargo al tener las manos de su novio tan cerca, no pudo evitar notar el sarpullido que se había apoderado de sus dorsos desde hace meses, que si bien en ese momento no estaba tan rojo y alborotado como lo había llegado a ver, tampoco desaparecía.

—Creo que deberíamos pedir una segunda opinión respecto a tu alergia.

—¿Otra? —preguntó con tono irónico— Teru, ya consultamos con dos médicos distintos y ambos dijeron lo mismo: estrés.

—Sí, pero...

—Es por la universidad —interrumpió—, aunque todos crean que mi carrera es una tontería, a veces...

—No es una tontería —lo envolvió en un abrazo antes de permitirle continuar—. No vuelvas a decir eso, ok?

Light se quedó inerte, acto seguido hundió la cabeza en el pecho del otro y cerró los ojos.

Muchas veces había tenido dudas sobre su relación, ¿dónde estaban las ansias? ¿La emoción por verlo? ¿El cosquilleo en la panza por sus besos?; pero en otras ocasiones se daba cuenta de que ya no se sentía solo, y eso es algo que debía agradecerle a Teru.

OOO

Light mantenía las manos debajo de la mesa, jalándose las mangas del suéter para cubrirse los dorsos. Sacaba una tan solo para tomar el cubierto y dar un bocado, luego la devolvía a su escondite.

Desde hace unos meses una tía había adoptado el hábito de acompañarlos cada viernes a cenar, luego de la muerte de su esposo. Teru también solía acompañarlos pero esa vez ya tenía otros planes con sus padres.

La mayor parte de la cena había transcurrido entre pláticas de los tres adultos presentes, sin embargo Light sabía que en algún momento la atención se iba a dirigir a él, desafortunadamente pasó antes de que terminara de comer.

—Es una pena que Teru no haya podido acompañarnos, con lo bien que me cae. —Dijo la mujer de cabello marrón y ondulado mientras se limpiaba la comisura de los labios con una servilleta.

El comentario parecía inofensivo y ese era el problema. A Light le parecía que muchas veces su familia soltaba comentarios pasivo-agresivos pero si él contestaba de forma que ellos no consideraban adecuada, entonces el que estaba mal era él. A veces hasta dudaba si las cosas eran como él las percibía o si solo estaba exagerando como tanto le decían.

—Sí... —respondió tras unos segundos, luego de dejar el tenedor a un lado y llevar ambas manos hacia abajo de la mesa—. Él tenía una cena con sus padres.

—Oh, ¿y no te invitaron? —Preguntó abriendo los ojos— Digo, me parece muy bien que tu familia sea tu prioridad pero también debes convivir más con la familia de tu novio, después de todo...

—He convivido con los Mikami, tía —interrumpió de la forma más suave que pudo—, me han invitado a su casa pero por esta vez, ya que los dos teníamos planes, decidimos que cada quien la pasara con sus respectivas familias.

—Sí, bueno Light, pero tu tía solo te lo estaba diciendo como un consejo. —Agregó de inmediato Soichiro, acomodándose los anteojos mientras fruncía el ceño.

—Sí, tampoco es para que te lo tomes a mal. —Prosiguió ella, provocando que el castaño parpadeara confundido, él no respondió de mala manera, ¿o sí? ¿Acaso fue el tono que usó?

En ese instante su madre interrumpió la plática al ponerse de pie y decir que iba por el postre mientras que a su padre le cayó una llamada y se disculpó para luego dejar la mesa por unos minutos. Light creyó que era un buen momento para cambiar de tema, y sí que ocurrió, pero no cómo él esperaba.

—Espero que no me lo tomes a mal —retomó su tía—, con eso de que eres tan sensible... ¿pero, por qué no subes fotos con Teru?

—¿Eh? —definitivamente no lo había visto venir— Porque no me gusta subir todo a redes. —La respuesta fue tajante, aprovechando que ninguno de sus padres estaba ahí.

—Oh, pero es bonito hacerlo, que los demás vean...

—Con todo respeto, tía —interrumpió—, pero lo importante es la relación real que tenga con mi novio, no lo que aparentemos en redes.

—Bueno, yo solo digo lo que él me ha dicho —respondió alzando las cejas, antes de agradecerle a Sachiko por el plato de postre—. No quiero ser chismosa pero Teru siente que no te gusta subir fotos con él... y lo entiendo, de seguro él debe desear que lo presumas con tus amigos y no lo haces.

El castaño se quedó en silencio unos segundos, procesando lo que acababa de escuchar.

—En todo caso, sería algo que él debería decirme. —Supo mantener la compostura, pese a que lo había sacado de onda que su novio hiciera esos comentarios a su familia en lugar de hablarlo con él.

—A lo mejor lo ha hecho pero tú no has sabido escuchar —prosiguió ella mientras Soichiro volvía a incorporarse a la mesa—. Te lo digo con toda la buena intención, recuerda que los Mikami los invitaron a almorzar mañana y siempre hay que dar una buena impresión, ¿no es así, hermano? —Dirigió la mirada a Soichiro, quien recién volvía a la mesa.

—Estoy de acuerdo —asintió, dedicándole una sonrisa a su esposa tras recibir un plato con postre—. Los Mikami siempre han sido muy distinguidos y correctos.

—Y hay que recordar que la primera vez que se conocieron no parecían muy contentos con la relación. —Añadió su tía.

—Eso sí que no —dijo Sachiko, frunciendo el ceño—, nosotros siempre hemos tratado muy bien a Teru, así que ellos no tienen que ver mal a mi niño.

Light sonrió, sintiendo una leve chispa cálida en su pecho.

—Gracias, mamá. —Murmuró con toda sinceridad.

Sin embargo su tía tenía razón, la primera vez que conoció a los Mikami le dejaron saber de forma poco sutil que ellos esperaban algo mejor para su hijo. Lo único reconfortante que guarda de aquella velada fue como Teru lo defendió de comentarios sarcásticos y le dio su lugar; él y no sus propios padres. La relación con ellos mejoró tras ese primer encuentro, aún así estaba nervioso por ese almuerzo previsto para el día siguiente, por lo que no necesitaba más presión de parte de su familia al respecto.

—Mamá, yo tendré que rechazar tu pay de manzana —dijo tras aclararse la garganta y ponerse de pie con su plato para llevarlo al lavaplatos—. La cena estuvo deliciosa y me gustaría acompañarlos a la sobremesa pero debo estudiar.

Era la peor excusa que podía tener, sobre todo teniendo en cuenta que para ellos su carrera no llevaba algún tipo de esfuerzo, pero es la excusa que había dado desde la secundaria.

Se marchó a su habitación, sin embargo ponerse a estudiar no estuvo entre sus opciones. Le fue imposible hacerlo, su sarpullido se había alborotado desde la mesa y no podía dejar de rascarse los dorsos de las manos mientras daba vueltas en la habitación.

A veces se preguntaba si su vida sería más fácil si hubiera optado por una carrera que ellos aprobaban, ¿hubiera sido eso suficiente? De haber elegido lo que ellos consideraban mejor, él no se sentiría en paz consigo mismo, lo curioso es que al haber hecho lo contrario consiguió el mismo resultado, ¿entonces cuál era la decisión correcta?

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