Capitulo 4


—Entonces así fue como la sangre sucia me golpeó en el rostro.—Draco terminó de contar algo a Eva.

—¿Sangre sucia?—Hizo una mueca sin comprender.

—Ya sabes, cuando un señor Muggle se enamora de otra señora Muggle y como se aman se abrazan mucho y...—El rubio intento explicar.

—Draco, eso ya lo sé.—Lo interrumpió.

—Déjame continuar, entonces tienen un hijo mago.—Concluyó.

—En resumen... Dos Muggles tienen hijos magos.—Habló con una sonrisa.—¿Qué tiene de malo?

—Mucho, mi familia es sangre pura.—Aseguró.

—No lo entiendo, de verdad.—Suspiró agobiada.—Ya regreso.

Se acercó a los gemelos llamando la atención de un en específico;—George, ¿Que van a hacer?

—Entraremos al torneo.—Reveló sonriente.

—Pero... no son mayores de edad.

—Mira y sorpréndete, Evangeline.—Fred le mostró una sonrisa antes de beber la poción, saltaron por la línea de edad colocando dos trozos de pergamino las personas a su alrededor comenzaron a aplaudir mientras ellos reían.

—¿Ya lo ves? Tan simple como robarle el dulce a un...—Antes de poder continuar salió disparado del lugar junto a su gemelo.

—¿Como decías?—Se acercó a los ahora ancianos gemelos.—Vamos a enfermería.

Llamó a los dos con la cabeza y así la siguieran a la enfermería. Luego de unos minutos esperándolos por fin volvieron a ser los mismos;—Que tal Evangeline, ¿Me debería dejar crecer la barba?

—Definitivamente no.—Sonrió para Fred antes de regresar su mirada a George.

—Yo me tengo que ir, quedé en hablar sobre unas cosas con Angelina. ¡Los veo luego!

—Eva...—George le llamó la atención de manera calmada.—Se que te dije que no importaba la razón pero... ¿Porqué decidiste usar esa maldición?

Entonces Eva comenzó a recordar los múltiples abusos que había recibido por tantos hombres, sus piernas temblaron y comenzó a llorar sin darse cuenta, necesitaba hablarlo con alguien pero no confiaba aún. Unos brazos la rodearon con delicadeza evitando tocarla mucho, ya había entendido lo mucho que la incomodaba.

—Lo siento... No fue mi intención hacerte llorar, cuando te sientas lista puedes contar conmigo, te escucharé siempre.

—Gracias George.—Se apegó a su pecho sintiendo calma.

*   *   *

—La campeona de Beauxbaton es... ¡Fleur Delacour!

Los aplausos se hicieron presentes ante el anuncio, Draco y Eva murmuraban sobre diversas cosas incluyendo el torneo.

—¿Quien crees que salga para Hogwarts?—Lo miró curiosa.

—El chico Diggory, no había nadie más emocionado que el por entrar.—Aseguró.

—¡Viktor Krum!

—¿Diggory? Que curioso, espero que gane.—Miró a la mesa de los Gryffindor.

George la miró con una sonrisa, Eva al instante la correspondió con la misma actitud.

—Hey, conozco esa sonrisa.—Se quejó Draco.

—¿De que hablas?—Regresó su vista a el.

—¿Ahora te juntas con las comadrejas?

—Draco, no seas grosero.—Lo regañó.

—¡Cedric Diggory!

—Te lo dije.—El Malfoy cambio de tema rápidamente mientras Eva volvía a ver a George con curiosidad.

Los compañeros del Hufflepuff comenzaron aplaudir y felicitar mientras los chicos de Durmstrang y Beauxbaton miraban con admiración al castaño el cual parecía decidido a ganar a como de lugar.

—Creo que eso sería todo, ¿Nos vamos a la sala común?—Habló un agotado Draco.

Hasta que repentinamente otro papel salió haciendo sorprender a todos.

—¡Harry Potter!—Anunció el director.

Cuando el azabache no se acercó el director con notorio enojo volvió a llamarlo;—¡Harry Potter!

El chico se acerco mirando incrédulo a los de su mesa, el semblante de Draco se volvió realmente amargo causándole impresión a Evangeline.

—San Potter.—Escupió con rabia.

—Creo que deberíamos irnos ya.—Se levantó de su asiento tirando suavemente de la túnica de su compañero Slytherin.

—Te apuesto a que no durará ni 5 minutos en el torneo.—Habló saliendo del gran comedor.

—No seas cruel, es un chico de tu misma edad apuesto a que esta muy asustado por entrar a algo como ese torneo.—Volvió a regañarlo.

—Te pareces más a mi mamá que mi propia mamá.—Bufó el rubio.

Un recuerdo volvió a la cabeza de Evangelina, el último momento en el que vio a su madre con vida.

—Sabes que te amo muchísimo mi pequeña y dulce niña.—Le cantó a una Evangeline de no más de 9 años.—Quiero que das fuerte, si tu padre te lleva con el se muy fuerte.

—Mami, ¿A donde iré?—Habló temerosa.

—Lejos, muy lejos.—Comenzó a llorar.

—¡Crucio!—Inició la tortura de la mujer.

—Evangeline, ¿Te sientes bien?—Draco la regreso a la realidad.

—S-Si... Solo estaba recordando.—Pestañeo un par de veces.—Vamos a la sala común, muero de sueño.

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