Los nervios la recorrían en todo momento, veía pasar a muchos chicos en los pasillos del tren, agachó su mirada al escuchar a una chica murmurar sobre ella.

—Draco, ¿Esa no es la hija de Greyback?

—Escuché que es una completa zorra, entre sus piernas han estado la misma cantidad de personas que los estudiantes de Hogwarts.—Se burló una chica.

—Cállate, Pansy.—Habló molestó.

El rubio se levantó saliendo del compartimiento, sus miradas se conectaron un momento ambos se habían visto pocas veces pero Draco la recordaba a la perfección, nunca olvidaría los gritos de ella al estar encerrada con una persona en contra de su voluntad.

Años atrás Lucius había ido junto a su hijo a casa de Greyback sin saber lo que ocurría, su padre le había ordenado mantener la cabeza agachada mientras el resolvía sus asuntos, pero curioso volteó a ver a una chica de castaña cabellera que era casi arrastrada por un hombre mayor que ella.

Horas más tarde le contó a su madre lo que había visto y ella le explicó lo que Evangeline tenía que aguantar, aclaro también que no eran sus asuntos así que no había manera de sacarla de aquel lugar. Entonces Draco el cual parecía ser un completo patan y egocéntrico cayó rendido, con sus brazos rodeó el delicado cuerpo de Evangeline dándole un cálido abrazo.

—Lamentó no haberte podido ayudar... Lo siento tanto.—Murmuró en su oído.

—No es tu culpa.—Tragó saliva sintiéndose incómoda, al instante lo apartó.

—¿Estas sola? Puedes sentarte conmigo si quieres.—Le mostró una sonrisa dejando sorprendidos a los que estaban viendo.

Ella asintió acompañándolo hasta uno de los compartimientos vacíos, el resto del viaje Draco no paro de hablar de diversos temas para entretenerla. Pero el camino parecía cada vez más y más corto llegando finalmente al castillo donde todos se amontonaban queriendo entrar de una vez al Gran Comedor.

—Prometo que no todos los años es así.—Aseguró Malfoy tirándole malas miradas a los que accidentalmente chocaban con ellos.

Pero cierto pelirrojo chocó contra Evangeline provocando que ambos cayeran en diferentes direcciones, el chico se levantó bajo las burlas de su hermano y le extendió la mano a la chica.

—Lo siento, fue mi error.—La ayudó a levantarse.—Soy George Weasley.

Ella no respondió nada, tan solo bajo la mirada a la mano que George sostenía quería que la soltara pero temía que como su padre ante cualquier queja recibiera una paliza.

—¿Eres nueva aquí? Nunca antes te había visto.—Preguntó mirándola asombrado, Evangeline era una chica realmente hermosa pero gracias a los moretones y cortadas casi no podían apreciar sus facciones.

—Suéltame, por favor.—Habló con la voz temblorosa.

—¿No la escuchaste? Weasley.—Draco lo obligó a soltarle la mano.—Deberías meterte en tus asuntos, comadreja.

Pero George ignoro por completo lo que Malfoy había dicho, tan solo vio como la castaña se alejaba pidiéndole perdón con la triste mirada que la caracterizaba.

* * *

Finalmente su turno para usar el sombrero seleccionador llegó, había visto a los niños de primero hacerlo así que pensó, ¿Qué tanto miedo puede dar un sombrero parlante? La respuesta, mucho.

—¡Ajá!—Gritó el sombrero haciéndola sobresaltar.—Evangeline Greyback... Tienes un gran futuro en tu vida como maga, me agrada lo ambiciosa que eres y al mismo tiempo tan inteligente, definitivamente eres una ¡Slytherin!

La mesa de las serpientes estalló en aplausos, Draco la recibió con una sonrisa dejándola sentar a su lado pero había algo que la incomodaba, la mirada de cierto Gryffindor encaprichado.