Capitulo 10


Dos lobos corrían en el bosque esperando el amanecer para el cual faltaban un par de minutos, uno era más grande que el otro e incluso cuidaba del más pequeño ante cualquier amenaza.

—¡Magnífico!—Chilló Eva mirando a la ardilla a sus pies.

—Creo que ya no la necesitarás.—Rio con amargura Remus.

—El tiempo pasa muchísimo más rápido cuando tienes compañía.—Afirmó estirando sus brazos.

—Vamos a casa, Eva.—Hizo un ademán con la cabeza.—Tú ropa está un poco rota.

—Siempre me pasa lo mismo.—Bufó.

—Sonríe un poco, un viejo como yo aún no controla que tan pulcros puede mantener sus atuendos.

—No eres viejo, Remus.—Se cruzó de brazos sintiendo frío.

El mayor le ofreció su abrigo, cualquier persona que no los conocía podrían creer que eran padre e hija y de alguna manera era así, se querían como tales.

Desde el primer día que estuvo en la vieja casa Lupin, Remus la trató con tanto cariño que era raro ya que durante años había recibido golpes e insultos. Remus le había jurado protegerla incluso si su vida dependiera de ello.

—Siempre me pregunté quien había estado antes de mi en la casa de los gritos, todas esas marcas... Lamento que hayas estado solo.

—No estuve solo...—Murmuró lo suficientemente bajo para no ser escuchado.—Por cierto Eva, me ausentaré unos días.—Explicó Remus mirando como el sol estaba cada vez más brillante.

—¿A donde iras?—Habló curiosa.

—Tengo algunas cosas que discutir con Dumbledore, estoy seguro de que te enterarás pronto.

—De acuerdo.—Le mostró una sonrisa.—Y tienes que dejar de pelearte con todo lo que encuentras, te están quedando muchas cicatrices.

Al ingresar a la vieja casa, Eva regañó al ex profesor mientras marchaba a una pequeña caja con ungüentos, lo primero fue ponerse un poco en las muñecas donde había estado lastimada por una ardilla que se resistía a ser devorada y luego prosiguió a Remus quien inclinó un poco el rostro para que le colocara aquella fría textura.

—Y... ¡Listo!—Sonrió dejando aquel frasco de lado.—¿Quieres chocolate caliente?

Remus le mostró una sonrisa y asintió, de alguna manera Evangeline le daba un poco de la felicidad que nunca antes había tenido desde que se graduó de Hogwarts, le daba un poco de luz a su oscura vida y le agradaba ver como una niña con tantos traumas siguiéndola podía sonreírle podía hacerlo reír y acompañarlo en su forma de licántropo.

Eva sintió el dulce aroma del chocolate derritiéndose en la leche, quería culpar a Lupin por darle siempre aquellas barras pero para ser sincera amaba el exquisito sabor que te dejaba en la boca.

—¿Por qué tengo que finalizar tan pronto Hogwarts?—Curioseó con cierta molestia.

—Por edad, tienes que terminar con tu generación.—Aseguró.—Pero si así lo quieres puedes seguir aprendiendo conmigo, puedes quedarte aquí después del colegio... Si quieres.

Eva le mostró una tierna sonrisa y asintió;—Claro que si, Remus, te lo agradezco.—Se acercó a abrazarlo.

El licántropo era sin duda el padre que siempre había deseado tener, tal vez en otra vida habían sido familia o algo así porque la conexión de amistad que tenían era casi perfecta.

—Aquí tienes.—Le extendió una taza de chocolate caliente.

Ella también sostuvo una y antes de ingerirla las hicieron chocar sonrientes, pronto Lupin se marchó dejándola sola, sus días solitarios los disfrutaba limpiando o leyendo ya que aún no cumplía la mayoría de edad para usar magia fuera del castillo.

Los días pasaron y por fin comprendió gracias a un periódico el porqué Remus se había ido "Harry Potter, El Niño que mintió" era la inmensa portada, no le importaba estar en la casa de Slytherin realmente no le interesaban las artes oscuras y los mortifagos como todo el mundo imaginaba. Su fe estaba puesta en Harry Potter, finalmente llegó el día de regresar a clases y ansiosa marchó con Remus a la estación.

—Siento que voy a vomitar de tanta alegría.—Vaciló Lupin al verla sonreír.

—Luego de esto estudiaré, ¡Lo que sea! No me importa, conseguiré un trabajo e iremos a Egipto de vacaciones.—Aseguró con alegría.

Ella le dio un abrazo sintiendo calidez;—Te voy a extrañar.—Le habló con tristeza.

—También te voy a extrañar, Eva. Pero no te preocupes, el último año pasa más rápido de lo que te imaginas.—Aseguró acomodándole el despeinado cabello.

—Te quiero, papá.—Le murmuró inconscientemente imaginando cómo hubiera sido su vida desde un principio con Remus siendo su padre.

—También te quiero, lobita.—Desintegraron el abrazo y se miraron sonrientes.—Ahora ve, no creo que quiera que el tren se vaya.

—No...—Se despidió antes de subir al tren.—¡Escríbeme!

Y así Eva marchó a su último año de Hogwarts.

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