Capítulo 3: "Aires parcialmente nuevos"

La capital, un mundo nuevo cuyos aires garantizaba el gran futuro que tendrás con tan solo vivir allí. Era el sitio soñado para los de afuera. Allí todo era mejor, rozando lo perfecto.

Y Khoni se encontraba ahí ahora mismo.

Mientras que bajaba del transbordador que la trajo vino a su mente la noche del sábado.

Ni ella, ni su madre, ni su hermano pudieron conciliar el sueño y vieron una y otra vez lo que contenía aquel paquete. Dentro había varios papeles, uno que le felicitaba por ingresar, otro que era el permiso para ir a la capital, y otros más que debía firmar alguno de sus padres para darle la autorización a quedarse por seis días en la capital.

Pasó la mañana del domingo en el simposio de Rotzer para tramitar los papeles que le permitirán ir a la capital con la razón de ser un recién ingresado. Por la tarde recibió ayuda de su hermano para empacar lo importante, y luego su madre tuvo que intervenir al ver que había enlistado más de tres maletas, ya que en uno de los papeles explicaba que solo uno iba a ser necesario. En la noche le recogió un auto que tenía el nombre CaEx escrito en la puerta, este la llevó a la estación. Con mucho pesar se despidió de su hermano y le aseguró que le contaría todo lo que vería, e hizo que su madre le prometiera que no le diría nada al respecto a su padre, que ella misma iba ser quien se lo dijera cuando se encontraran cara a cara.

Dio un suspiro al finalizar el recuerdo y se puso en marcha.

A su espalda se encontraba la Estación Centrix, sitio que se llevaba la mayor parte de la emoción de la capital.

Su estructura contaba con varios picos que subían y bajaban como montañas, solo que estos eran de espejos, lo cual le daba un efecto fantasioso al lugar. Ese era el punto de idas y venidas, era donde la gente se despedía de sus familiares que vivían en otras ciudades, donde recibían a los que fueron a visitar a parientes, un espacio lleno de historias, con un aire de esperanza y nostalgia.

Contempló el paisaje que tenía ante ella, esta no había cambiado en nada, seguía manteniendo el verde como color predominante.

Al lado del túnel, que era la única entrada a la capital, había montañas de campos verdes en forma de gradas que bajaban, y en cada una de ellas había una variedad de planthias, desde arbithias hasta arbusthias de varias clases. Estos eran los límites de la capital que hacían de gigantescos muros. Y encima se hallaba la misma cúpula característica de cada ciudad del país, cuya principal tarea era la de entregar un falso cielo, eso y evitar que el aire tóxico de las afueras les alcanzara.

Marchó por el inmenso piso blanco, y se detuvo ante cada letrero publicitario que encontraba, los cuales se proyectaban de los círculos de metal que había pegados en el suelo. Llegó al final del camino, con la autopista a unos pasos de distancia. Apenas lo cruzara saldría de la estación y estaría oficialmente en la capital. Al otro lado de la calle había un parque, con columpios y campos para jugar, el sitio perfecto para tener una buena despedida del lugar, había supuesto ella años atrás cuando pasó sus últimas horas en ese sitio antes de irse a casa.

Permaneció en ese límite, y buscó a la persona que dijeron le llevaría a la cátedra. Al girar a su derecha vio varias vans modernas aparcadas en fila, y en las puertas esperaban mujeres con traje negro.

Avanzó lentamente hacia la mujer más cercana hasta alcanzar a ver la insignia cosida en la chaquetaque traía puesto. CaEx. Comprendió de quien se trataba y se aproximó a ella.

—Disculpe —dijo con timidez.

—Hola, ¿eres un becario de Exthias? —preguntó la mujer con una amigable sonrisa.

—Sí —contestó, más segura que antes al saber que no se había equivocado.

—¿De qué ciudad vienes?

—Rotzer.

—Te toca con mi compañera, la que está al lado de la tercera van, ¿la ves? —Señaló a la mujer que leía la tablet blanca que cargaba.

Khoni asintió y le agradeció por la indicación.

La mujer levantó la cabeza cuando la muchacha se iba acercando y se enderezó para recibirla.

—¿Eres Khoni Selversthen? —dijo con la misma voz suave que la anterior mujer.

—Sí.

—Te estábamos esperando. —Sonrió— ¿Me podrías mostrar tus papeles de becado, por favor?

—Claro.

Con algo de nervios abrió el cierre superficial de su gran maleta y sacó un sobre grande color naranja, del interior expuso los papeles que la mujer le pidió y se lo entregó. Ella lo revisó y confirmó con el aparato la identidad de la muchacha, y con una cálida sonrisa le entregó una credencial que se lo colgó en el cuello antes de hacerle entrar a la van.

Era la última que faltaba en el grupo, la estudiante número catorce, casi todos los asientos ya estaban ocupados por otros becados que provenían de su misma ciudad. Por supuesto no reconoció a ninguno, así de poco conocía a sus compañeros. Encontró un asiento vacío en el pasillo, al lado de una joven que agitaba la cabeza al ritmo de lo que escuchaba en sus auriculares, y se sentó allí.

La mujer presionó el botón rojo que había al lado de la entrada a la van y la puerta se cerró. Le dio la señal al conductor a que arrancara y se sujetó de una de las barandas negras para dirigirse a los jóvenes.

—Hola a todos, soy Adhix, la monitora de Exthias, y estaré a cargo de ustedes en este, su primer día en la capital.

La van dejó atrás a los demás vehículos y se puso en marcha. Las paredes eran en su mayoría transparentes, lo que permitía que no se pierdan nada de lo que se mostraba afuera.

—Muchas felicidades, jóvenes novizzios, por su ingreso a la cátedra. Como bien les han explicado, esta semana de introducción se basará en mostrarles Exthias, lo que estudiarán allí, y su historia en general.

A sus costados se levantaban gigantescos edificios que ocupaban la manzana, y los espacios vacíos los llenaban campos verdes repletos de arbithias y arbusthias, además de un par de piletas y bancas de madera colocadas en las sombras.

—Un estudiante novizzio es, en otras palabras, un estudiante nuevo. Y como estudiante nuevo que son se les instruirá par que se puedan aclimatar a la capital y a la misma cátedra antes de pasar a estudiar los siguientes seis años —fue explicando Adhix—. Ya sea que hayan tenido la oportunidad de venir a visitar la capital con anterioridad o nunca lo hayan hecho, es importante que sepan que el ambiente de aquí es muy diferente a los demás, y por lo tanto podría llegar a afectarles a la mayoría. Los efectos que podrían tener son: mareo, náuseas, cansancio, dolor de cabeza. Aunque estos podrían diferir dependiendo el estudiante.

La van giró en una esquina y pasaron al lado de un largo parque repleto de arbithias y gente recostada debajo de estos.

—Durante estos seis días recibirán una guía completa y detallada sobre Exthias, como bien dije al principio. Se les mostrará lo que serán capaces de hacer el próximo año y también los puestos que tendran cuando se graduen.

La van fue bajando la velocidad y Adhix se giró hacia el chofer. Le susurró algo y se acomodó en el asiento del copiloto para abrir el compartimento que había delante de ella. Sacó unos folletos plastificados y los colocó encima de la tablet que cargaba.

—Hemos llegado —dijo luego de levantarse, dirigiéndose a los jóvenes—, en un minuto pasaremos a entrar a la Cátedra Exthias.

El auto se detuvo frente a una enorme reja negra y esperó a que esta le diera el paso. Se escuchó un clic y las puertas que lo conformaban empezaron a separarse hacia adentro. Dos hombres vestidos de negro, con un escudo cosidos a un lado del pecho, se hicieron ver a cada lado de las puertas, portando una posición seria y estática. El chofer le entregó una credencial azul y el hombre de la izquierda asintió, dándole el permiso a continuar.

—Exthias ha deseado entregarles a los estudiantes un ambiente más… silvestre —dijo la monitora apenas entraron—, por eso mismo encontrarán varias campos verdes y piletas decorando todo el lugar, entre otras cosas de ese estilo.

Pasaron cerca de un edificio blanco que contaba con dos líneas de ventanas verticales que llegaban a unirse con el primer piso, el cual solo consistía de paredes de vidrio.

—Cada bloque tiene una tarea específica y un diseño que combina con el complejo en total —continuó la monitora—. Estos intentan guardar un poco de su antigua clase que tuvo cuando la escuela se fundó, es por eso que en ellos podrán ver una combinación entre la modernidad que hay en la capital y la tradicionalidad con la que se vivía años atrás.

El vehículo se detuvo junto a un camino blanco que se une con la entrada de un edificio más ancho que los demás pero un poco más bajo. Al otro lado, a la derecha de la van, se encontraba una circular pileta de agua colocada en el medio del rectangular campo verde repleto de arbithias.

—Esta es la Administración del Complejo —informó la monitora—. Antes de empezar la ruta guiada entraremos para que realicen los trámites necesarios como estudiantes Novizzios, además de que les explicarán más sobre sus horarios de la semana y otros puntos importantes.

Los hizo bajar de forma ordenada e ingresar en una sola fila. Entraron a dicho edificio y siguieron avanzando por el vestíbulo, siguiéndola mientras abrían las bocas de asombro. El salón era bastante amplio, y solo contaba con un mueble en donde tres recepcionistas se veían ocupadas. A la izquierda había tres ascensores, al igual que al lado derecho, y estos estaban tan desolados que parecían ser solo de adornos.

Una de las recepcionistas, la más baja de las tres, habló por unos minutos con Adhix, le hizo firmar algunos papeles y concluyó pidiéndoles a los jóvenes que hicieran lo mismo.

Pasó a guiarlos hasta uno de los ascensores de la derecha, el que estaba en medio, y presionó uno de los pocos botones que había en el panel con tal normalidad que podría haberlo hecho con los ojos cerrados por las tantas veces que realizó el mismo recorrido, pero con algunas palabras modificadas.

Respondió sus dudas y los ayudó con los trámites para que esto no tomara más tiempo del programado. Tuvieron que firmar más papeles, responder algunos cuestionarios, tomarse fotografías, entre otras cosas que hizo que el proceso durara una hora.

Al concluir, la monitora les aclaró que solo faltaba algo más para hacer antes de acompañarlos a la ruta guiada. Los llevó varios pisos más arriba y los condujo por un extenso pasillo de paredes blancas que no contaba con ningún detalle que permitiera diferenciarlos unos con otros, pero ella lo había cruzado las suficientes veces para saber el camino de memoria. Llegaron a una puerta marrón, usó la tarjeta azul que traía en el bolsillo y les pidió que entraran, que ella esperaría afuera mientras ellos disfrutan de la sesión informativa que les hablará de la Cátedra.

La habitación era del suficiente tamaño para que todos entraran, con las sillas blancas separadas en la misma distancia, todas mirando hacia la pantalla negra que hacía de cuarta pared. Escogieron sus asientos según el orden en el que entraban, y al momento en que todos se sentaron, la pantalla negra se volvió blanca. A continuación empezó la sesión.

La Cátedra Exthias se fundó en 2794 por Endreid Exterchd y Runius Hiassan, dos amigos que compartían la pasión de la enseñanza hacia los jóvenes.

En la pantalla aparecieron dos hombres sonriéndole a la cámara mientras los grababan en medio del terreno que acababan de comprar.

Ambos personajes fueron dos de las principales influencias en la capital. Ellos demostraron cuánto ayudaría a los habitantes de esta principal ciudad y no tardaron en recibir un importante puesto en el concejo.

Los colegas se veían enfrascados en una seria conversación con otros hombres importantes que conformaban el concejo, todos sentados en taburetes que formaban un medio círculo dentro de otro, y adelante yacía un hombre sentado, quien en esa época era el gobernante del país.

La Cátedra se fue levantando mientras que la misma capital lo hacía, hasta que el primero llegó a convertirse en una organización importante para la capital, lo que ayudó a que varios tratados se crearan para el beneficio de muchos.

Se mostró una estupenda vista desde el cielo de  la Cátedra recién terminada, y luego pasó a verse edificio por edificio y todos los campos verdes que brillaban ya que hace poco habían sido regados.

Mientras pasaban los años, Exthias se amplió hasta que empezó a recibir a estudiantes de afuera de la capital, creando así el proceso de las becas. Su objetivo siempre ha sido y será adiestrar a los jóvenes que tenían ese algo especial para convertirlos en provechosos humánidas.

Al concluir la presentación dieron por iniciado el tour.

—Este es el mapa de Exthias —dijo la monitora ya de vuelta en la van y le fue entregando a cada uno el folleto plastificado que estuvo cargando—, les servirá más para ubicarse, no es necesario que lo lleven a todas partes con temor a perderse ya que contamos con paneles más grandes ubicados en el complejo.

Continuaron avanzando y Adhix iba contándoles un poco sobre cada edificio que dejaban atrás.

—En la cátedra hay dos especialidades generales y una exclusiva —dijo en un momento—. Con respecto a las generales estas son: Tanahthia y Vodehthia.

La van giró una esquina que contaba con varias bicicletas aparcadas y siguió el rumbo.

—Monitora, ¿qué es ese edificio? —preguntó una muchacha señalando lo que veía.

Adhix se giró y sonrió al ver de lo que hablaba.

—Ese es uno de nuestros dormitorios, Tanis. Sus becas incluyen alojamiento a sus familias más cercanas y un dormitorio para vivir en la misma cátedra, así se evitarán el costo de transporte entre otras cosa. Al final de nuestro tour los llevaremos a las habitaciones que usarán desde el próximo año, pero que en estos días ya pueden ir accediendo.

El edificio resaltaba al instante debido a su aspecto totalmente antiguo. Era de cinco pisos hecho solo de ladrillos, y con unas enredaderas que se dispersaban de arriba y abajo.

El resto del camino fue igual, se detenían por cada edificación importante y la monitora se aseguraba de solo dar poco detalles sobre lo que se hace adentro, excusándose con lo mismo, que se les hablará al respecto más adelante.

Khoni escuchaba atentamente lo que ella iba diciendo, y sonreía con admiración ante cada cosa que veía, y sus ojos brillaban por cualquier dato que soltara, aunque esto no sonara tan fantástico para los demás.

La noche llegó junto con la van y la monitora para llevar a los jóvenes a sus habitaciones. Las conversaciones fueron más amenas, como si ya se conocieran lo suficiente para bromear entre ellos.

La muchacha que estaba sentada al lado de Khoni mantuvo silencio en el resto del camino, con la cabeza gacha y un abultado flequillo que no permitía ver sus ojos. Ambas eran las únicas que guardaban silencio, parecían estar mucho más exhaustas que los demás.

La monitora se despidió de cada uno y les deseó una buena noche, ya que mañana también será otro día ocupado.

Cuando Khoni entró a la habitación que le señalaba el papel que le entregaron en el primer piso, se encontró con la muchacha del flequillo, quien sería su compañera de cuarto por el resto de la semana y el próximo año.

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