63 | seguir adelante
CINCO AÑOS DESPUÉS:
Cinco años no parece mucho tiempo, pero para Freya parecía que habían pasado cincuenta años desde que Thanos había aniquilado a la mitad de la población.
Rocket partió de la Tierra junto con Nebula y Astrid, tomando su nave para tratar de ayudar a otros planetas a recuperarse. Carol también se fue para ayudar al universo y los Vengadores dejaron de existir.
Los Vengadores se disolvieron definitivamente después de Thanos, aunque Freya y Natasha permanecieron en el complejo, que ahora estaba etiquetado como "área restringida". Tony había llevado a Athena, Aria y al nuevo bebé al medio de la nada, comprando una casa junto a un lago para recuperarse del trauma; Bruce se había convertido en profesor después de permitir que Hulk se hiciera cargo de su cuerpo, y Rhodey estaba trabajando con el gobierno para tratar de ayudarlos en todo lo que pudiera.
No se supo nada de Clint, que había desaparecido después de que su esposa e hijos desaparecieran. Sus cuatro hijos, incluida la bebé Freya, desaparecieron en el acto, y Clint desapareció por completo. Sin embargo, hubo informes de un hombre que masacraba a líderes del crimen y jefes de la mafia tan fácilmente como si fueran de papel, y el modus operandi se ajustaba al conjunto de habilidades de Clint. Freya y Natasha habían estado tratando de localizarlo por un tiempo, sin suerte.
Freya estaba con Natasha mirando las fotos de Morgan y Aria que Athena le había enviado. A pesar de que Tony hizo todo lo posible para sacar a los Vengadores de su vida, Freya seguía siendo la tía Freya para sus hijas, y mantenerlas alejadas de ella era algo que ni él ni Athena harían. Visitaba cuando podía y fue nombrada madrina de Morgan cuando nació.
Luego de admirar las fotos de Morgan, tanto Freya cono Natasha se prepararon para la llamada conjunta con Rocket, Nebula, Astrid, Carol, Okoye y Rhodey, sus hologramas observaban como las dos amigas preparaban sus sándwiches. Freya apagó su teléfono y volvió a su sándwich, cortándolo por la mitad mientras Rocket hablaba.
—Sí, abordamos esa nave de guerra sospechosa que rastreó Danvers —dijo Rocket.
—Era un basurero con desechos infecciosos —espetó Nebula.
—Gracias por la información —dijo Rocket, mirando a Carol.
—Estaban más cerca —dijo ella.
—Sí, y ahora olemos a basura —respondió Rocket.
—Es realmente repugnante —dijo Astrid.
—¿Tienes una lectura de esos temblores? —le preguntó Natasha a Okoye.
—Fue una leve subducción debajo de la placa africana —respondió Okoye.
—¿Podemos verlo? —preguntó Freya—. ¿Cómo lo manejamos?
—Freya, es un terremoto bajo el océano —respondió Okoye—. Lo manejamos al no manejarlo.
—Carol, ¿te veremos el mes que viene? —preguntó Natasha.
—Es poco probable —respondió Carol.
—¿Qué? ¿Te harás otro corte de pelo? —preguntó Rocket.
—Escucha, cara peluda —dijo Carol—. Estoy cubriendo mucho territorio. En todos lados pasa lo mismo que en la Tierra. En miles de planetas.
—Muy bien. Es una buena razón —murmuró Rocket.
—Así que es posible que no me vean por mucho tiempo —dijo Carol.
—Está bien. Este canal siempre está activo, así que si algo anda mal, si alguien causa problemas cuando no debería, nos lo dicen a nosotras —dijo Natasha.
Todos asintieron con la cabeza antes de que sus canales se apagaran, dejando atrás solo a Rhodey. Freya recibió un mensaje de Steve diciéndole que se dirigía al complejo, y ella sonrió. Luego miró su sándwich y suspiró.
—Ahora que terminamos, puedo comer —dijo Freya—. Estoy hambrienta.
—Freya, siempre estás comiendo —dijo Natasha, antes de mirar a Rhodey—. ¿Dónde estás?
—En México —respondió Rhodey—. Los federales hallaron una habitación llena de cadáveres. Parecen muchos hombres de un cartel... ni siquiera pudieron disparar sus armas.
—Probablemente sea una banda rival —dijo Natasha.
—Pero no lo es —respondió Rhodey—. Es Barton, no hay duda.
—Natasha, no te mientas a ti misma —dijo Freya con un movimiento de cabeza.
—Lo hizo aquí, lo que estuvo haciendo los últimos años —dijo Rhodey—. Digo, la escena que dejó... debo decirte que hay una parte de mí que no quiere encontrarlo.
Natasha parecía que estaba a punto de llorar, y eso aterrorizó a Freya—. ¿Averiguarás a dónde irá después?
—¿Nat? —dijo Rhodey inseguro.
—¿Por favor? —respondió Natasha.
—Está bien —dijo Rhodey, antes de que su holograma desapareciera.
Natasha respiró hondo, tratando de no llorar, y Freya se apresuró a abrazar a su amiga. Durante los últimos cinco años habían derribado por completo sus muros. Se habían vuelto más cercanas que nunca, lloraron juntas en el aniversario del chasquido, trataron de encontrar la felicidad en los videos de la hija de Tony y Athena, Aria, cayendo al lago. Se habían permitido ser vulnerables.
—Les ofrecería hacerles la cena, pero ya se ven bastante mal —dijo la voz de Steve desde la puerta.
Freya y Nat se giraron para mirarlo, y la primera de las dos se levantó para saludar a Steve—. Hola.
Los dos se besaron brevemente y Natasha casi sonrió—. ¿Viniste a lavar tu ropa?
—Y a ver a una amiga —respondió Steve.
—Claramente tu amiga está bien —respondió Natasha.
—Sabes, vi un grupo de ballenas cuando cruzaba el puente —dijo Steve.
—¿En el río Hudson? —preguntó Natasha.
—Hay menos barcos, el agua es más limpia —dijo Steve.
—Si estás por decirme que vea el lado positivo, estoy por tirarte un sándwich de mantequilla de maní por la cabeza —respondió Natasha.
—No mi sándwich —dijo Freya, alcanzando su plato.
—Lo siento —se disculpó Steve cuando Freya volvió a sentarse—. Es la costumbre. Sigo diciéndoles a todos que deben seguir adelante y crecer. Algunos lo hacen. Pero nosotros no.
—Si seguimos adelante, ¿quién hará esto? —preguntó Freya.
—Quizá no haga falta hacerlo —replicó Steve.
Natasha negó con la cabeza—. No tenía nada. Y luego conseguí esto. Este trabajo. Esta familia. Y eso me hizo ser mejor persona.
—Es verdad —dijo Freya, parpadeando para contener las lágrimas—. Esta familia me hizo mejor de lo que nunca fui, y aunque hayan muerto... aún tratamos de mejorar.
—Creo que todos necesitamos tener una vida —dijo Steve.
—Primero tú —respondió Natasha—. Tú y Freya han estado juntos desde el 2014, ¿y todavía no has hecho la pregunta? Casi 10 años después, Steve. Vamos, ella no va a esperar para siempre.
—Cállate, Nat —interrumpió Freya—. Estoy justo aquí, ¿sabes?
—Lo sé —dijo Natasha—. Solo digo que nueve años es mucho tiempo.
—No —respondió Freya—. Estamos contentos con cómo están las cosas, y casarnos ahora parece...
—Incorrecto —terminó Steve—. Pero créeme, lo hablamos y acordamos que preferimos quedarnos como estamos.
Natasha asintió—. Ah, ¿entonces lo que están diciendo es que están arruinados y no pueden pagar por la boda?
—No —respondió Freya al instante, antes de suspirar—. Sí. No tengo un trabajo estable en este momento.
Natasha se rió cuando apareció un holograma y lo tocó. Una voz habló a través de los altavoces—. ¡Hola! ¿Hay alguien en casa? Soy Scott Lang. Nos conocimos hace unos años en el aeropuerto de Alemania.
—¿Scott? —preguntó Freya, poniéndose de pie confundida.
—Soy el que se volvió muy grande —explicó Scott—. Estaba enmascarado. No me reconocerían.
—¿Es un mensaje viejo? —preguntó Steve, porque sabía que Scott Lang era una de las víctimas del chasquido.
Natasha de repente parecía esperanzada—. Es la puerta principal.
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