61 | primer viaje espacial

—Thanos pasó mucho tiempo tratando de perfeccionarme —explicó Nebula—. Y mientras trabajaba hablaba de su Gran Plan. Incluso estando desensamblada, yo quería complacerlo. Le preguntaba a dónde iríamos una vez que complete su plan. Y siempre respondía lo mismo. "Al Jardín".

—Eso es lindo —dijo Rhodey—. Thanos tiene un plan de jubilación.

—Entonces, ¿dónde está? —preguntó Steve.

Rocket sacó un holograma de la Tierra—. Cuando Thanos chasqueó los dedos, la Tierra fue el epicentro de un pico de tensión de proporciones cósmicas. Nunca se vió algo así. Hasta hace dos días... en este planeta.

—Thanos está ahí —dijo Nebula, mirando el holograma.

—Usó las Gemas otra vez —dijo Natasha.

—Oigan, iríamos con poco personal, ¿saben? —preguntó Bruce.

—Todavía tiene las Gemas —dijo Rhodey.

—Entonces tomémoslas —sugirió Carol—. Usémoslas para hacer volver a todos.

—¿Así nomás? —preguntó Bruce.

—Sí, así nomás —respondió Steve.

—Si hay una pequeña oportunidad de deshacer esto, se lo debemos a todos los que no están aquí para intentarlo —dijo Natasha.

—Si lo hacemos, ¿cómo sabemos que no terminará como antes? —preguntó Bruce.

—Porque antes no contaban conmigo —respondió Carol.

—Oye, chica nueva —habló Rhodey—. Todos en esta sala son superhéroes. Y si no te importa que pregunte, ¿dónde estuviste todo este tiempo?

—Hay muchos planetas en el universo —respondió Carol con calma—. Y por desgracia no cuentan con ustedes.

Thor se puso de pie y se acercó a Carol, parándose directamente frente a ella antes de invocar su martillo. Cuando Carol no se inmutó y siguió mirando a Thor, él asintió—. Ella me agrada.

Steve miró el holograma del planeta—. Vamos por este hijo de perra.

Freya se quedó boquiabierta cuando escuchó a Steve hablar, y ella y Natasha compartieron una mirada de asombro—. Lo siento. Steve, ¿te sientes bien?

—Sí —respondió Steve—. Tienen 15 minutos para vestirse.

Freya se dirigió a la habitación donde estaba Tony y encontró a Athena todavía sentada junto a su cama con Aria en su regazo—. Hola, Athena.

—Hola, Freya —dijo Athena con una pequeña sonrisa—. ¿Qué está pasando?

—Vamos a buscar a Thanos —respondió Freya—. Y con suerte, podemos encontrar las Gemas y usarlas para traer a todos de vuelta.

Athena parecía esperanzada—. Realmente espero que vaya bien, y solo ten cuidado, ¿de acuerdo?

—Lo tendré —prometió Freya—. Volveremos pronto, y si Tony se despierta, dile otra vez que lo siento.

—No eres tú con quien está enojado —le dijo Athena—. No te preocupes.

—¿Cómo está el bebé? —preguntó Freya—. ¿Ya le dijiste a Tony?

Athena negó con la cabeza—. No, voy a esperar hasta que se despierte. Ojalá esté feliz.

—Lo estará —dijo Freya—. ¿Has pensado en algún nombre?

—Me gusta Morgan —respondió Athena—. Tengo un tío en Inglaterra llamado Morgan. Aunque ya no hablo con mis parientes, él siempre envía una tarjeta de cumpleaños. Es el único miembro de mi familia con el que todavía hablo.

—Morgan Stark —sonrió Freya—. Me gusta. Sirve para niño o niña.

—Exacto —dijo Athena—. Bueno, debería dejar que vayas. Tienes una misión.

Los ojos de Freya se agrandaron—. Mierda, sí.

Diez minutos después, Freya se encontró sentada en la nave de los Guardianes junto a Steve. Rocket y Carol tenían el control de la nave al igual que Astrid. Cuando atravesaron la atmósfera y estuvieron con éxito en el espacio, Rocket se volvió hacia los Vengadores sentados detrás de él.

—Bien, ¿quién de ustedes no estuvo en el espacio? —preguntó Rocket.

Steve, Freya, Natasha y Rhodey levantaron la mano y Rhodey miró a su alrededor incómodo—. ¿Por qué?

—Será mejor que no vomiten en mi nave —dijo Rocket.

—Nuestra nave —corrigió Astrid.

—Lo que sea, rubia.

—Haremos el salto en tres, dos, uno —dijo Nebula, y Freya apretó los puños en el reposabrazos de su asiento.

Freya no podía apartar los ojos de las docenas de luces de colores que podía ver más allá de la ventana. Le recordaba a Star Wars, solo que esto era mucho más colorido y en realidad le estaba pasando a ella. Cuando la nave salió disparada del punto de salto, Freya sintió que iba a vomitar.

La mano de Rocket se estrelló contra la de ella—. No vomites en mi nave.

Freya agitó una mano mientras tragaba las náuseas—. Estaré bien.

Carol salió volando de la nave y se quedó flotando frente a la ventana—. Bajaré a hacer el reconocimiento.

Una vez que ella se fue, el resto del equipo se levantó y se movió alrededor de la nave, sacudiéndose la sensación que tenían de la primera vez que viajaban por el espacio. Astrid se acercó a Freya mientras se apoyaba pesadamente contra la pared, tratando de no vomitar.

Ella le entregó una bolsa de dulces—. Ten, Groot come estos para no vomitar.

Freya tomó la bolsa de Astrid—. Gracias. ¿Qué son?

—Se llaman rocas espaciales —respondió Astrid, mientras Freya sacaba una de la bolsa.

—Vaya, son realmente buenos —dijo Freya.

Astrid sonrió—. Sí, lo sé. Nos abastecimos por completo hace un tiempo, pero esa es la última bolsa que queda a bordo. Estaba escondida en la habitación de Groot debajo de su colchón.

Freya volvió a mirar la bolsa—. Lamento lo de tus amigos.

—Está bien —respondió Astrid—. Si esto funciona, podemos recuperarlos.

—¿Cuántos eran? —preguntó Freya—. Rocket no quería hablar sobre eso.

—Éramos bastantes —dijo Astrid—. Estaba yo, mi hermano, Apollo, Mantis, Drax, Gamora, Rocket, Groot y... Peter.

—¿Peter? —preguntó Freya suavemente—. ¿Un novio?

—Esposo —respondió Astrid, mostrándole a Freya el anillo de bodas que llevaba en una cadena alrededor de su cuello—. Lo extraño todos los días. Nunca fui muy buena en el amor, pero él simplemente... cambió todo, ¿sabes?

—Lo sé —dijo Freya, mirando a Steve, que estaba hablando con Natasha.

Astrid guardó los anillos debajo de su camiseta—. No sé qué hacer sin Peter.

—Oye, esto va a funcionar —dijo Freya—. Vamos a recuperarlos a todos.

Astrid suspiró—. Eso espero. Extraño a mi equipo.

—Yo también —vino la voz de Rocket—. Ahora solo somos tú y yo, rubia.

Freya miró a Rocket—. Todavía me cuesta creer que eres real.

Rocket se cruzó de brazos—. Podría golpearte para mostrarte que tan real soy.

—No seas grosero —dijo Astrid.

—¿Por qué a la gente le cuesta creer que soy real? —dijo Rocket.

—Porque en la Tierra no tenemos mapaches parlantes —respondió Freya—. De hecho, no tenemos a nadie como la gente con la que trabajas.

—Sí, bueno, tu mundo se hizo mucho más grande —dijo Astrid.

Rocket señaló la cabina—. La supermujer ha vuelto.

Fueron a ver qué tenía que informar Carol y ella se detuvo antes de llegar a la ventana—. No hay satélites, ni naves, ni ejércitos. Ni ninguna defensa terrestre. Solo está él.

Nebula asintió—. Y eso es suficiente.

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