39 | ciudad en ascenso
—Ultrón sabe que vamos —dijo Steve—. Es probable que nos reciba con artillería pesada. Para eso nos preparamos. Pero la gente de Sokovia no. Nuestra prioridad es rescatarlos.
Una caja se movió y todos se giraron para mirarla. Entrecerrando los ojos, Freya la movió a un lado y se cruzó de brazos—. Parece que tenemos una intrusa.
Lyanna Stark estaba agazapada detrás de las cajas, evidentemente escondida para poder asistir a la misión con ellos. Mirando a Freya, sonrió—. Hola.
Tony parecía a punto de explotar—. ¿Qué diablos estás haciendo aquí, jovencita?
—Quería ayudar —dijo Lyanna poniéndose de pie mientras el resto del equipo entablaba una conversación entre ellos, todavía lo suficientemente callados para escuchar a Tony y Lyanna sin que fuera muy obvio.
—Tu mamá me va a matar —dijo Tony—. Esto es peligroso.
—Puedo ayudar —protestó Lyanna—. Lo prometo, puedo ayudar.
—No puedo protegerte ahí fuera —dijo Tony exasperado—. Daremos la vuelta y te llevaré a casa.
—No tenemos tiempo —respondió Clint—. Lo siento, Tony, pero ya casi llegamos y es demasiado tarde.
Tony se volvió hacia su hija con los ojos llenos de ira—. Debería estar decepcionado, pero esto es algo que yo haría sin dudas. Ni siquiera tengo un traje de repuesto para ti.
—Puede quedarse conmigo —ofreció Freya—. Puedo protegerla, Tony. Estará a salvo conmigo.
—¿Estás segura? —preguntó Tony.
Freya asintió—. Sí. Lo prometo, estará a salvo.
Cuando el jet comenzó a descender, Steve miró al equipo—. Solo quieren vivir en paz. Eso no pasará hoy. Pero haremos lo que podamos para protegerlos. Podemos cumplir con la tarea. Descubramos que estuvo construyendo Ultrón, encontremos a Romanoff y saquemos a los civiles. Que la lucha sea entre nosotros. Ultrón cree que somos monstruos; que somos todo lo que está mal en el mundo. Esto no se trata de vencerlo, sino de si tiene razón.
Aterrizaron el jet y el equipo entró en acción. Bruce se dirigió a buscar a Natasha, Pietro corrió por la ciudad gritándole a la policía que comenzaran una evacuación, y en una hora la gente estaba saliendo de la ciudad, guiada a las salidas por los Vengadores.
Steve, Freya y Lyanna guiaban el tráfico hacia el puente, asegurándoles a las personas que estarían bien, pero Freya siempre se aseguraba de tener un ojo en Lyanna. No se arrepintió de haberle dicho a Tony que cuidaría de su hija y Tony no se arrepintió de dejar que ella lo hiciera porque confiaba en ella más que en nadie del equipo. Ella cuidó de Lyanna cuando Killian y la amenaza terrorista ocurrieron, por lo que la consideraba familia.
Freya pensó que lo estaban haciendo bien, pero habló demasiado pronto. Los robots comenzaron a aparecer, docenas de ellos rompiendo el suelo y volando alrededor de la ciudad. Inmediatamente, Freya agarró el brazo de Lyanna y la empujó detrás de un auto.
—¿Estás asustada? —preguntó Freya.
Lyanna negó con la cabeza—. No, quiero ayudar.
—Esto se va a poner peligroso —dijo Freya—. Quédate cerca de mí, ¿de acuerdo?
—Está bien —respondió Lyanna.
Freya suspiró—. Soy una adulta irresponsable por hacer esto, pero espera —tocó a Lyanna y un campo de fuerza apareció alrededor de la chica—. Mientras estés a 15 metros de mí, estarás protegida, ¿de acuerdo? Sólo quédate lo más cerca posible.
Lyanna asintió, permaneciendo cerca de Freya mientras los robots del puente comenzaban a atacar. Steve se ocupó de dos mientras que tres volaron hacia Freya, quien sintió un instinto maternal de proteger a Lyanna y sintió que la ira la invadía. Torciendo sus brazos, los tres robots se convirtieron rápidamente en cubos que luego explotaron.
Cuando se fueron, Freya miró a Steve—. Así que ahora estamos luchando contra robots. Genial.
—¿Cómo es eso genial? —preguntó Steve mirando a Freya como si se hubiera vuelto loca.
—Extraterrestres, robots, ¿qué sigue? —preguntó Freya—. ¿Dinosaurios?
Steve puso los ojos en blanco cuando un estruendo sacudió el suelo—. Eso no es bueno.
Corrieron hacia el puente, quedándose en el borde mientras el suelo a su alrededor se partía y la ciudad entera comenzaba a levantarse del suelo. Los ojos de Freya se agrandaron cuando agarró la mano de Lyanna para sostenerla.
—¿Qué demonios? —dijo Freya—. ¿Cómo es esto posible? ¿Tony?
—¿Tienes a Lyanna? —preguntó Tony.
—Está aquí —respondió Freya mientras Steve eliminaba a los robots que se acercaban a ellos.
—Mantenla a salvo —dijo Tony.
—Lo haré —respondió Freya.
De repente, Steve fue derribado por un robot, y Freya apenas tuvo tiempo de empujar a Lyanna antes de que también la derribaran. Freya volteó en el aire y se contuvo.
—¡Steve, Freya, se acercan! —dijo Tony.
—Ya se nos acercaron —dijo Steve desde su posición en el suelo.
—Un poco tarde, Tony —dijo Freya aterrizando en el capó de un auto antes de volver corriendo hacia Lyanna.
—Stark, preocúpate por bajar a la ciudad con cuidado —dijo Steve—. Los demás tenemos una tarea: destruir a los robots. Si los dañan, se lo devuelven. Si los matan, supérenlo.
—Eso fue inspirador —dijo Freya dramáticamente—. Una inspiración para el mundo.
—Cállate —murmuró Steve—. Tenemos una tarea que hacer.
—Mi tarea es mantener a la niña a salvo —dijo Freya señalando a Lyanna.
—No soy una niña —protestó Lyanna.
—Sí, lo eres —respondieron Freya y Steve.
Un auto en el puente comenzó a caer y la mujer que estaba adentro gritó.
—Freya, atrápala —dijo Steve—. Yo cuidaré a Lyanna.
Freya asintió, corriendo hacia el borde del puente antes de zambullirse por el costado, disparando hacia la mujer. Cuando llegó al auto, alcanzó a la mujer.
—Toma mi mano.
Agarró la mano de Freya y, sin perder ni un segundo más, las lanzó a las dos de regreso a la ciudad voladora, aterrizando de nuevo en el puente. La mujer le agradeció antes de salir corriendo, y Freya vio a Steve arrojar su escudo a uno de los robots, llamándolo de regreso.
—¡Lyanna! —gritó Freya—. ¡Conmigo, ahora!
Lyanna corrió hacia Freya—. Quiero ayudar.
—¿Quieres ayudar? —preguntó Freya—. Deberías haberte quedado en casa.
—Mi papá me dejaría ayudar —dijo Lyanna.
—No, no lo haría. Dile que no la dejaría —dijo Tony.
Freya atrapó un robot en el aire y se lo lanzó a Thor, quien lo aplastó con su martillo—. Escucha, esto es peligroso. Y ahora, debido a que estás aquí, tengo que vigilarte y no puedo ayudar a mi equipo como lo hago normalmente.
—Solo quería ayudar —dijo Lyanna cruzándose de brazos.
—Lo sé —dijo Freya—. Pero esto es peligroso, y no puedes simplemente ir corriendo por ahí porque crees que puedes manejarlo.
—¡Vamos Freya! —la animó Tony—. ¡Díselo! Tal vez a ti si te escuche.
—Cállate Tony —dijo Freya antes de mirar a Lyanna—. Te quedas cerca mío y no te involucras, de lo contrario, volaré tu trasero de regreso a Nueva York.
Lyanna se veía miserable—. Bien.
Freya suspiró—. Adolescentes. Los odio.
—Dímelo a mi —intervino Tony.
—Cállate, Tony —dijo Freya nuevamente.
—Solo te estoy apoyando, Freya —dijo Tony.
Cuando vio cuántos robots había y cómo Steve estaba luchando, volvió a mirar a Lyanna—. Me voy a arrepentir de esto.
Sacó su arma y se la entregó a Lyanna. La chica la tomó confundida—. ¿Para qué es esto?
—Tengo que ayudar a Steve —dijo Freya—. Te quedas aquí y algún robot se acerca, apunta y dispara. Solo no te dispares a ti misma.
—Tiene 13 años, Freya, no 3 —dijo Tony—. Sabe cómo manejar un arma.
—¿Me veo como una mamá para ti? —preguntó Freya—. No sé cómo funcionan los niños.
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