31 | ultrón
Cuando todos los invitados se fueron, los Vengadores, Athena y Lyanna se sentaron a hablar sobre el martillo de Thor.
—Es un truco —dijo Clint haciendo girar una baqueta entre sus dedos.
—Es más que eso —rió Thor.
—"Quien sea digno, tendrá el poder" —dijo Clint en voz baja—. Como sea, ¡es un truco!
—Por favor, adelante —dijo Thor señalando el martillo.
—¿En serio? —preguntó Clint.
—Sí —dijo Thor.
—Esto será hermoso —dijo Rhodey mientras Freya se reía.
—Clint, tuviste una semana dura. Si no logras levantarlo, no te culparemos —dijo Tony provocando risas en todos excepto en Lyanna, quien parecía confundida de por qué todos se reían.
—Sabes que ya vi esto —dijo Clint antes de intentar levantar el martillo y no lograrlo—. Todavía no entiendo cómo lo haces.
—¿Sientes que te juzgamos en silencio? —preguntó Tony.
—Stark, por favor —dijo Clint alejándose mientras Tony se ponía de pie.
Athena sonrió—. Esto será divertido.
—Nunca me acobardo ante un desafío honesto —dijo Tony—. Es física. Si lo levanto, ¿puedo gobernar Asgard?
—Sí, claro —respondió Thor.
—No tengo fe en ti —comentó Athena.
—Gracias —dijo Tony lanzándole un beso a su esposa. Cuando intentó y no pudo levantar el martillo, dio un paso atrás—. Ya vengo.
Regresó con su armadura de Iron Man en el brazo, antes de volver a intentarlo. Cuando no funcionó, solicitó la ayuda de Rhodey, pero aún así, los dos no pudieron hacerlo.
—¿Estás haciendo fuerza? —preguntó Rhodey.
—¿Estás de mi lado? —preguntó Tony.
—¡Ahora! —respondió Rhodey.
Bruce tomó su turno, gritando mientras lo intentaba antes de dar un paso atrás y fingir ser Hulk. Cuando se dio cuenta de que nadie parecía impresionado, volvió a sentarse con torpeza.
Freya palmeó el hombro de Steve—. Adelante, no hay presión.
—Vamos, Cap —dijo Clint mientras Steve agarraba el martillo.
La expresión de Thor cayó cuando el martillo se movió ligeramente cuando Steve intentó levantarlo, y Freya se rió de su expresión. Cuando Steve dio un paso atrás, Thor se rió.
—Nada —rió Thor, tomando un sorbo de su bebida.
—¿Y Freya? ¿Athena? —preguntó Tony—. ¿Viuda?
—No —dijo Natasha—. No necesito sacarme esa duda.
Freya negó con la cabeza—. De ninguna manera.
Athena enarcó las cejas—. No querría avergonzarlos si pudiera levantarlo.
—Con respecto al hombre que no fue rey: está trucado —dijo Tony.
—Puedes apostar tu trasero —dijo Clint.
—Steve, dijo una grosería —dijo Maria.
—¿Se lo contaron a todos? —le preguntó Steve a Freya y Tony.
—Sí —dijo Freya.
—Marcaron el mango y tiene código de seguridad, ¿no? —preguntó Tony—. "Quien tenga las huellas de Thor tendrá el poder" es más acertado.
—Sí. Es una teoría muy interesante —dijo Thor—. Tengo una más simple —tomó el martillo—. Ustedes no son dignos.
Todos gimieron y se rieron, antes de que un timbre hiciera que todos se estremecieran. Un gruñido bajo y el sonido del metal rechinando hizo que todos se dieran la vuelta y vieron a un robot parado al otro lado de la habitación.
—Dignos —dijo la voz—. No. ¿Cómo podrían ser dignos? Son asesinos.
—Stark —dijo Steve.
—¿Jarvis? —preguntó Tony.
—Lo siento, estaba dormido —dijo el robot—. O estaba soñando.
—Reinicia a los Legionarios —instruyó Tony tocando su teléfono—. Creo que el sistema tiene un problema.
—Escuché un ruido terrible —dijo el robot—, y yo estaba enredado en... entre... hilos. Tuve que matar al otro. Era un buen tipo.
—¿Mataste a alguien? —preguntó Steve.
—No habría sido mi primera opción —respondió el robot—. Pero, en el mundo real, hay que tomar decisiones horribles.
—¿Quién te envió? —preguntó Thor.
El robot reprodujo una grabación de la voz de Tony diciendo—: Veo una armadura alrededor del mundo.
—Ultrón —jadeó Bruce.
—En carne propia —respondió el robot—. O no, aún no. Esta es la crisálida. Pero estoy listo. Tengo una misión.
—¿Qué misión? —preguntó Natasha.
—Paz en nuestra era —respondió el robot, y la pared detrás de él explotó.
Freya instantáneamente se lanzó hacia Lyanna, llevándola al suelo justo cuando un robot volaba sobre sus cabezas. Athena aterrizó junto a ellas y, mientras se desataba el infierno, Freya se concentró en poner a salvo a Athena y Lyanna.
—¡Athena! —le gritó Tony a su esposa al verla con Freya—. Freya, ¿las tienes?
—Sí —gritó Freya, ayudando tanto a Athena como a Lyanna a ponerse de pie antes de correr hacia la salida.
Un robot voló hacia ellas, pero Freya lo atrapó con sus poderes y lo destrozó, dejando caer las partes desmontadas antes de volverse hacia Athena y Lyanna.
—Bajen y esperen hasta que alguien venga a buscarlas, ¿de acuerdo?
—Vamos, cariño —dijo Athena, sacando a Lyanna de la habitación.
Un robot abordó a Freya por detrás y ella salió volando por la habitación, atravesó uno de los paneles de vidrio de la habitación y aterrizó en el suelo.
—¡Stark! —gritó Steve.
—Un segundo —respondió Tony.
Freya rodó sobre su espalda y atrapó a un robot en el aire mientras volaba hacia ella, estrellándolo contra el suelo—. ¡Thor!
Lo destrozó con su martillo y Freya se puso de pie, y justo cuando estaba de pie Steve la sacó del camino mientras otro robot intentaba derribarla. Aterrizando en el suelo, Steve notó la sangre en el brazo de Freya.
—¿Estás bien?
—Sí —respondió Freya mirando sus brazos—. Vamos.
Cuando Tony eliminó el último robot, Steve ayudó a Freya a ponerse de pie. Tenía cortes en los brazos por haber caído en el vidrio, y gimió cuando vio la sangre.
—Me gustaba este vestido —susurró Freya.
—Cuánto dramatismo —dijo Ultrón—. Lo siento, sé que tienen buenas intenciones. Pero no lo pensaron bien. Quieren proteger el mundo, pero no quieren que cambie. ¿Cómo salvar a la humanidad si no la dejan evolucionar? —recogió un robot roto—. ¿Con esto? ¿Estos títeres? Hay un solo camino para la paz: la extinción de los Vengadores.
Thor lanzó su martillo y destrozó al robot, que cayó al suelo antes de murmurar—: Tenía hilos, pero ahora soy libre...
Una vez que se eliminó la amenaza, Tony salió de la habitación en busca de su esposa e hija, mientras que el resto de los Vengadores se quedaron en estado de shock. Freya hizo una mueca mientras se miraba los brazos, y Steve respiró hondo.
—Debemos comprobar que no quede ningún vidrio —dijo Steve.
Freya cerró los ojos y se concentró, imaginando el vidrio roto todavía en su brazo e imaginando que fuerzas invisibles lo quitaban. Mientras extendía la mano, gimió de dolor al sentir que casi una docena de fragmentos de vidrio se desprendieron de sus brazos antes de aterrizar en su palma.
Steve observó, con una combinación de disgusto y asombro en su rostro, y cuando Freya abrió los ojos, miró el vidrio roto en su palma—. Eso no fue agradable de ver.
—Tampoco se sintió agradable —respondió Freya mirando sus brazos—. Pero creo que lo tengo todo.
Bruce de repente miró a su alrededor, la preocupación plasmada en su rostro—. Tenemos que ir al laboratorio.
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