Fiddlestan #4
Espero que les guste~
Nota: Puedo admitir que me emocione un poco más con esto de lo que esperaba xD
Nota-2: Fidds obliga a Stan a ser un poco más responsable :3
Nota-3: Antes de que alguien me pueda preguntar, hay linternas de luz negra que entran en los bolsillos
Stanley y Fiddleford pueden admitir, al menos entre ellos, que han tenido algunos problemas con los agentes del gobierno a lo largo de los años y si lo piensan bien, realmente no es una sorpresa. Incluso si la gente del pueblo ignoraba cualquier cosa extraña, incluyendo los breves periodos de antigravedad que habían provocado con algunas pruebas y errores mientras hacían todas las modificaciones necesarias, eso no significaba que el resto del mundo realmente hiciera lo mismo. Así que cuando un auto negro y de aspecto algo lujoso en comparación con todo lo demás se acerca para estacionarse cerca de la cabaña, la pareja comparte una mirada llena de cansancio entre ellos. No se sorprenden mucho cuando tocan la puerta y se encuentran con dos sujetos vestidos de traje, al puro estilo de agentes secretos, y que se presentaran como trabajadores del gobierno.
Stan esta totalmente dispuesto a esquivar cualquier pregunta como siempre lo hace y mentir de la manera más descarada que puede para sacarlos de allí lo más pronto posible pero su sobrino parece entusiasta, sacando algo de su chaleco que hace que sus ojos se abran con sorpresa que lucha por esconder. El diario con el número 3 esta en las manos de su sobrino y un nudo en su garganta ante ese hecho, una presión que solo aumenta al escuchar al menos divagar sobre el contenido del libro, queriendo que los agentes lo escucharan sobre todo lo raro que habitaba ese pueblo. Fidds es quien lo hace reaccionar, mirándolo con seriedad ligera, y solo entonces es cuando el hombre avanza. Siente una punzada de culpa al empujar a su sobrino lo más lejos que puede de ellos, desacreditando todo lo que había salido de la boca del niño que lo mira con molestia y alegando que tiene una imaginación muy hiperactiva, restándole la importancia al asunto a pesar de que su corazón esta algo acelerado por la ansiedad.
Logra convencerlos de irse y solo entonces puede relajarse un poco pero aun se siente ansioso, porque lo que necesita esta en manos del niño que luce como si alguien lo hubiera traicionado.
-¡Tío Stan, arruinaste mi oportunidad!- Dipper en serio esta molesto, eso es notable. -Ellos me habrían creído si hubiera tenido un poco más de tiempo-
-Niño, basta- él se siente tenso, algo enojado por la presencia de los agentes del gobierno y frustrado por la necesidad del niño por demostrar algo que no tiene muy en claro pero no puede negar que esta un poco desesperado por tener el diario entre sus manos. Aquello que le falta, la última pieza de su rompecabezas de 30 años esta al alcance y no puede tomarlo. Tan cerca pero tan lejos. -Mantente alejado de esos sujetos- es una orden, una de las pocas que les da a los niños, incluso mantiene su expresión sería que logra que los gemelos lo miren con sorpresa. -Es en serio- y Fidds espera que eso sea suficiente pero puede ver a Dipper desviar la vista con molestia y tiene un mal presentimiento.
Algo que, para su desgracia, se cumple.
Dipper sale por la puerta principal a espaldas de todos, aprovechando que Mabel los distrae con la planificación de esa fiesta por la que había estado rogando por días, y McGucket no duda en terminar por seguirlo, deseando que las cosas no salieran tan mal. Se queda lejos pero atento, viendo como el niño se encuentra con los agentes del gobierno, luciendo entusiasta, mostrando aquellas cosas a lo que se había enfrentado pero los adultos le restan importancias, tachando todo eso como algo totalmente inventado, y por un momento, cuando los ve caminar hacia sus autos para irse, siente alivio pero eso le dura poco.
-¡No, esperen!- Dipper parece desesperado, lo suficiente como para pasar las paginas del diario con rapidez y pánico, dispuesto a lo que sea para que esos hombres le crean por alguna razón que Fidds aun no puede entender del todo. El niño se endereza cuando parece encontrar algo y muy pronto, esta recitando palabras extrañas, un encantamiento de seguro, y por unos segundos, un viento gélido es lo que sopla.
Un brazo repentino emana de la tierra, pútrido y verdoso, apoyándose en la tierra para hacer fuerza, mostrando un zombies de ojos brillantes que suelta un gruñido profundo y grave. Es el primero de muchos. Los hombres cuando manos salen de abajo suyos, manos tirando de sus ropas, y el menor retrocede, asustado, abrazando el libro contra su pecho y pareciendo horrorizado al darse cuenta de lo que acababa de hacer.
-¡Dipper!- Fiddleford esta aterrado, en especial cuando empiezan a salir en gran cantidad y sale de su escondite a favor de correr hacia el niño, tropezando al esquivar una mano que intento agarrarle la pierna.
-¡T-Tío Fidds!- el niño esquiva a un zombie que casi lo agarra, corriendo para acortar la distancia, con todo el arrepentimiento escrito en su rostro mientras se aferra a la ropa ajena. -¡Lo siento mucho, yo...!-
-¡Tenemos que irnos!- se siente mal por interrumpirlo pero agarra su pequeña mano y corre tan rápido como puede, el castaño luchando por seguirle el ritmo pero sin quejarse, esquivando todos los zombies que aparecen en su camino como pueden y luchando por llegar a la cabaña una vez más, adentrándose sin pensar.
Fiddleford usa su pobre pero reforzado banjo para proteger a los niños, golpeando a cada zombies que se acerca demasiado, sintiendo que la adrenalina era todo lo que lo guiaba y retrocediendo cada paso que aquellas cosas avanzaban, amontonándose, siendo demasiados para uno solo. Y es entonces que Stan aparece. Usa un bate, una de las tantas armas que tiene escondidas en partes de la casa, despegando el camino lo suficiente para que pudieran llegar a la escalera y correr hacia el ático, donde se encierran, necesitando al menos unos minutos para recuperar el aliento e intentar buscar una solución.
-¡Dipper!- Mabel hace un gesto hacia su hermano, mientras Stan y Fidds se apoyan contra la puerta, pudiendo sentir los golpes que de los zombies, haciendo fuerza para que no entraran. -¡Tienes que hacer algo!- reclamaba con cierta desesperación, mientras su gemelo solo parece al borde de arrancarse el cabello.
-El diario no dice nada sobre como detenerlos- Dipper hace una mueca, revisando cada pequeño detalle de las dos paginas que tiene enfrente pero sin poder encontrar nada que pudiera ayudarles realmente, haciendo una mueca ante los gruñidos que puede escuchar que vienen de afuera de la habitación. Están atrapados y todo es su culpa.
-¡Fidds!- el hombre le lanza a su pareja una mirada suplicante, haciendo un gesto ligero.
-¡Ya voy!- rebusca en el bolsillo del traje negro de aspecto maltratado, haciendo un sonido de victoria cuando encuentra lo que necesita, y se lanza hacia los niños. -Dámelo- extiende la mano y aunque el menor luce confundido, termina por obedecer. -Veamos que dice- prende la linterna, iluminando las paginas con la luz negra, y ante la incredulidad de los niños, nueva información se revela.
-¿Tinta invisible?- jadeo con asombro, sin poder creerlo, su cerebro funcionando tan rápido al imaginar todo lo que se había perdido porque no tenía idea de que hubiera nada más allá de la información visible. -¿Cómo...?- miro a su tío, con una pregunta en la punta de su lengua.
-¡Aquí esta!- Fidds se mantiene concentrado, interrumpiendo sin querer una vez más al niño, cuya boca se cierra con un ligero chasquido de dientes. -"Los zombies tienen una debilidad a pesar de que se los creía invencibles pero a sus cráneos los destruirá una perfecta armonía de tres partes"- bufo, sintiendo que su frustración con el auto crecía un poco. Ese tonto, solo él para dejar encantamientos en un diario y poner las advertencias en tinta invisible, como siempre.
-¿Armonía?- los ojos de la niña brillan, medio abrazándose a la maquina de karaoke en forma de maleta con ruedas que había estado llevando consigo todo el tiempo. -¡Tengo la solución a nuestro problema~!- y parece orgullosa de eso, su hermano haciendo una mueca ante lo que eso implicaba.
-Eso...puede ser una buena idea- Fiddleford sonrío, entre divertido y aliviado, enderezándose cuando parte de la puerta se rompió lo suficiente para que un brazo entrara y Stan tuvo que apartarse antes de ser agarrado. -¡Hay que subir!- señala hacia la puerta arriba de ellos que los llevo hasta el tejado, donde se acomodaron como pudieron, con el científico preparando la maquina y haciendo una pequeña modificación para que sonara lo más fuerte posible para que alcanzara a todos los muertos vivientes que se hubieran levantado. -¡Listo, pueden empezar!- presiono un botón, permitiendo que el comienzo de la musical sonara y escondió su risa tras una toz fingida. Sonaba algo ochentero y se podía ver que solo una persona estaba cómoda con ello.
-¡Somos la patrulla alfa del amor!- Mabel parecía muy contenta a pesar de todo lo que estaba sucediendo, con su micrófono en mano, preparada.
-Yo nunca acepte ese nombre- Dipper hizo una mueca, avergonzado, parado con rigidez y apretando un poco demasiado fuerte su propio micrófono.
-No creo que nuestras vidas valgan tanto- Stan lo dijo con toda la seriedad del mundo.
-Stan- lo miro con mala cara, enarcando una ceja en una orden silenciosa y el hombre de traje no tuvo otra que suspirar con cierto fastidio, resignado.
-Bien, como sea pero no disfrutare de esto- y a pesar de sus palabras, después de empezar, parecen sentirse más cómodos a pesar de la letra algo empalagosa de la época. Fidds tiene que taparse los oídos cuando los tres logran cantar juntos, el sonido fuerte y algo estridente, resonando tan lejos como fuera posible, explotando las cabezas de todos los muertos vivientes que estaban a su alrededor, sus cuerpos cayendo al suelo y acumulándose muy rápido.
Todo es un desastre al final pero bueno, al menos, los zombies están muertos...otra vez.
-Ah, todo esto es mi culpa- Dipper mira a su alrededor en cuanto logran bajar, pudiendo ver que la sala esta destruida, el sillón volteado y todo esta sucio por la tierra que venia con aquellos seres, sin olvidar el desastre que es afuera, lleno de cuerpos tirados. Se pregunto si la gente ignoraría eso como ignoraba todo lo demás.
-Oye- Mabel golpea su hombro con el suyo, mostrando una sonrisa pequeña y amable, esperando poder animar a su hermano. -Al menos, pude cantar karaoke con mi familia. Estoy contenta con eso- él la miro, sintiéndose un poco más aliviado de no haber arruinado la noche ajena pero aun se siente mal, ella solo había querido tener una fiesta tranquila y normal, sin ninguna cosa rara que pudiera venir del pueblo y él levanto a los muertos. Se siente como un tonto.
-Tío Fidds- se voltea a ver al mencionado, quien aun sostiene el libro entre sus manos, jugando con su linterna de luz negra. -Tu...sabías lo de la tinta invisible- esta ansioso ante ese detalle tan importante, hay miles de preguntas que rondan por su cabeza y esta conectando algunas cosas, pensando que iba a tener que cambiar algunos hilos en su pizarra de teorías sobre el autor.
-Hablaremos de eso más tarde, ¿si?- sonrío con nerviosismo, sin saber como explicarse realmente pero no lo había pensado en su momento, solo había estado desesperado y queriendo evitar que los zombies los atacaran que por unos segundos, se olvido del secreto que escondían los diarios y que los niños lo desconocían. -Ahora, lo importante es limpiar y ordenar- hace una mueca de desgana ante el desorden a su alrededor, sabiendo que afuera estaba peor. -Y asegurarnos de que nadie se haya convertido o saliera herido-
-E-Esta bien- el niño asiente, sabiendo que eso era más importante que su curiosidad de momento. -¿Me lo devuelves?- extiende sus manos, ansioso por tener el diario de vuelta. Había mucha nueva información allí, escondida de cierta manera, que ahora tenía que leer. La pareja comparte una mirada entre ellos, serios y preocupados al parecer, luciendo como si estuvieran compartiendo una conversación silenciosa.
-¿Tengo que ser yo?- Stan es quien rompe el silencio entre ambos, casi como un niño que se queja, acomodando su fez.
-Stan- Fiddleford conocía a su marido, sabía que estaba esquivando la parte de ser serio y responsable cuando se trataba de los niños, y aunque usualmente no tenía problema con ello, esta vez no podía dejarlo pasar. Los gemelos pudieron haber salido heridos o peor. Así que miro a su marido con seriedad y este se enderezo con una mueca, luciendo asqueado por unos segundos, solo para terminar bufar.
-Bien, bien- rodo los ojos con cierta resignación, dejando escapar un largo suspiro. -Por mucho que estoy algo orgulloso por tener las agallas de ir en contra de mis palabras, nos metiste en muchos problemas- Stan estaba cansado de solo pensar en los arreglos y limpieza que iban a tener que hacer para que la cabaña estuviera como antes una vez más. Por no mencionar que debían limpiar los cuerpos que quedaron al rededor antes de que empezara a oler demasiado a podrido. -Reviviste a los muertos, estos hicieron un desastre, y encima, trajiste a los sujetos del gobierno cuando te dije que no te acercaras- Dipper se encogió apenas en su lugar, avergonzado, sabiendo que eso era verdad. -Así que, malas noticias para ti, ese diario se quedara con nosotros hasta que limpiemos todo este desastre-
-Eso...es justo- hizo un puchero, ahí iban sus planes de desvelarse para leer los secretos del diario pero sabía que cometió un error, uno mal, así que no podía quejarse realmente. La niña tarareo, mirando a su hermano con tristeza, moviéndose para acariciar su espalda con suavidad en señal de compañía.
-Te lo devolveremos- Fidds agrego, logrando que el menor se animara. -Pero intenta no encontrar más problemas con esto, ¿si?- sabía que eso iba a entrar por un oído y salir por el otro, porque esos dos aun se meterían en problemas, pero supuso que con intentar no se perdía nada.
Esa misma noche, hicieron una copia del diario 3 para poder leerlo con más tranquilidad.
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