Fiddlestan
Espero que les guste~
Nota: A estas alturas, en serio creo que el botón de "crear nuevo libro" debería estar bloqueado para mi xD
Nota-2: Para quienes me conozcan, saben que no suelo escribir shipp al decir verdad pero tiktok y pinterest me hundieron en este shipp lo suficiente como para impulsarme. Quería algo sin la angustia que parecen tener la mayoría de los fanfics, así que aquí esta
Nota-3: Lamento si quedo un poco raro o algo por el estilo, han pasado años desde que escribí algo sobre un shipp :3
Nota-4: En todo caso, acepto ideas y/o peticiones que puedan tener sobre Gravity Falls pero no hago situaciones de abuso demasiado explícitas ni nada de nopor y, a parte de esta pareja, no escribo shipp. Tampoco escribiré ninguna pareja con Bill, porque ese tipo de shippeo me ponen un poco incomoda, espero que puedan entenderlo ^_^
Nota-5: También me disculpo por cualquier error ortográfico o palabra faltante. Tengo un pequeño problema de atención que estoy intentando solucionar
Nota-6: En su mayoría, aquí habrá historias cortas y one-shorts como suelo hacer siempre
Nota-7: No tengo muy en claro si alguien realmente va a leer esto pero si ese es el caso, muchas gracias por darme una oportunidad ^_^
Stanley Pines supo perfectamente el momento en el que toda su vida se fue al diablo, cuando se dejo llevar por sus tontos sentimientos de desesperación y tristeza, lo que lo llevo a colarse a la escuela en plena noche y golpeo la mesa con ese estúpido proyecto que se rompió en el acto. Las cosas solo fueron cuesta abajo a partir de allí. Su padre le grito y lo empujo fuera de casa, declarando con enojo y resentimiento que no podía volver a menos que tuviera un millón o más, con nada más que una bolsa de lona con pocas cosas y las llaves de su auto. Busco consuelo y apoyo en su hermano pero este, furioso al sentirse saboteado y quien sabe que más, solo le dio la espalda y él no tuvo otra más que irse, con el corazón roto, sintiéndose más perdido que nunca pero dispuesto a hacerle la contra a su padre como siempre, ignorando la voz pesimista en el fondo de su cabeza que le recalcaba que era un desastre que no podía llegar muy lejos.
Y odia que eso tuviera razón, porque sus siguientes años no fueron un paraíso al decir verdad. Tuvo buenos momentos, donde pudo conseguir suficiente dinero para dormir bajo un techo o comer lo suficiente como para llenarse por completo, pequeños momentos en los que pudo reír y relajarse pero en su mayoría, fueron malos. Fue una lucha constante para poder sobrevivir, con uñas y dientes que termino por perder en uno de sus tantos escapes, sintiendo como si el destino intentara patearlo cada vez más fuerte con tal de que se quedara abajo pero él era terco y le gustaba hacerle la contra a todos a su alrededor, así que se volvió a levantar y solo continuo como pudo.
Hasta que la postal le llego en un momento de desesperación, en uno de los más bajos y oscuros que tuvo, y todo solo empeoro de alguna manera. Peleo con su hermano una vez más y termino por empujar a este por accidente hacia un extraño portal que no tenía muy en claro a donde podría llevar, que se estropeo en cuestión de segundos. Quedo devastado, con una quemadura grave que estaba seguro de que dejaría una marca permanente y un cuaderno, junto a un montón de maquinaria que no tenía idea de como funcionaba, llorando de desesperación. Al final, cuando la desesperación por dinero se volvió imposible de ignorar, termino por convertir una parte de la gran casa en una trampa para turistas y él tomo el manto de Stanford Pines, aprovechando que nadie había conocido realmente a su hermano, luchando por reabrir el portal para traerlo de vuelta.
Por otro lado, Fiddleford McGucket no tiene muy en claro cuando las cosas empezaron a salir mal. Quizás fue cuando su amigo de la universidad empezó a actuar extraño durante su investigación juntos en aquel pueblo lleno de anomalías o quizás fue cuando vio los planos de aquel enorme portal y su amigo decidió ignorar todas sus preocupaciones pero sabe que todo fue cuesta abajo en el momento en el que su cabeza atravesó el portal y pudo ver por unos segundos el mundo de pesadillas que los esperaba del otro lado.
Todo fue un desastre a partir de allí, uno borroso y difícil de comprender hasta cierto punto. Cuando las pesadillas se volvieron demasiado y la paranoia amenazaba con ahogar, llevo a cabo uno de esos inventos que Ford había empujado a un lado cuando se lo mostro. Una pistola especial, una capaz de borrar un recuerdo, esa era la solución a su problema. Y rayos que lo fue, al menos, por un tiempo pero entre más la usaba, la sensación de miedo que volvía después lo hacia con venganza hasta el punto en el que se estaba desesperando.
Fiddleford sabía que se había vuelto una especie de adicto pero podía encontrar la fuerza suficiente para detenerse o siquiera intentarlo. La sensación de alivio y libertad que venía con cada vez que borraba algo que consideraba horrible era tan adictiva que una vez que comenzó, ya no pudo detenerse. Una pesadilla, un tropiezo, un mal día o incluso ver de reojo algunos de los extraños seres del bosque que no le hizo nada malo, cualquiera era una buena excusa para apuntar esa arma a su cabeza y apretar el gatillo. Nada lo detenía pero en algún punto, su desesperación llego a una especie de limite y corrió hacia la cabaña que había abandonado un tiempo atrás, esperando conseguir ayuda, aunque no tiene muy en claro si buscaba ayuda para olvidar por completo o para superar su adicción.
Y se encontró con ese rostro que siempre volvía a él en pesadillas, con los ojos amarillos y una sonrisa escalofriante usualmente, pero era diferente, porque a pesar de que se llamo a si mismo Stanford Pines y lo aseguro con total seguridad que sabía a muchas mentiras, Fidds no podía ser engañado. Incluso cuando su mente era un desastre y sus recuerdos eran borrosos, podía notar que ese Ford tenía solo 5 dedos en cada mano.
Así fue como los caminos de Stanley y Fiddleford se cruzaron.
Su principio fue...algo difícil. Había desconfianza y miedo, mucha confusión e ira que no estaba dirigida entre ellos al decir verdad, pero ambos estaban desesperados por algo diferente en sus vidas, con una necesidad obvia de compañía, por eso se mantuvieron juntos, decididos a ayudarse mutuamente de alguna manera. Stanley mantuvo alejado a Fidds de esa extraña pistola suya, llego a robársela para poder esconderla y se negó a dar siquiera una pista de donde podría estar, ignorando cuando el científico rogaba entre llanto o incluso gritaba. Llego incluso a encerrarlo en el cuarto en el que Fidds se había mudado, dispuesto a obligarlo a sobrevivir la rehabilitación al parecer. En algún punto incluso lo ayudo con ese miedo que había desarrollado con el tema de las anomalías del bosque. También...lo ayudo a contactarse con su ex-esposa, suplicando por una segunda oportunidad para ser parte de la vida del hijo al que casi había olvidado por el uso constante del arma en un solo año, y lleno de alivio cuando ella se lo permitió.
Y Fiddleford lo ayudo a aprender todo lo que necesitaba para reabrir el portal, negándose al principio a bajar realmente al sótano para ver esa monstruosidad pero cediendo con los años, haciendo los cambios necesarios para que sea más estable y menos peligrosa, poco dispuesto a permitir que algo arrasara con el mundo. Y también obligo a Stan a cuidarse a si mismo, a comer más que bocadillos ocasionales en el día, empujándolos para que durmiera por las noches y arrastrándolo lejos de la cabaña cuando sentía que el otro se estaba sumergiendo demasiado en su trabajo o en el portal.
Empezaron como simples conocidos, dos seres que la estaban pasando muy mal y que tenían sus propios problemas pero que se unieron para poder traer de vuelta a aquel que había caído al portal. Se vuelven amigos con el pasar del tiempo y en algún punto, se enamoran. No es algo que ninguno haya podido evitar realmente.
Stan se enamoro del hombre que llego a conocer, aquel que podía divagar durante horas sobre alguna cosa científica que lo emocionaba lo suficiente y no se desanimaba cuando tenía que explicar ciertos detalles, en realidad, lucia entusiasmado de poder enseñar algo que adoraba. Que podía pasar horas diseñando y construyendo un robot, luciendo como un niño emocionado con un nuevo juguete. Que tocaba el bajo y hacia chistes tontos de química. Que era sincero con cada palabra y gesto, que se preocupaba de manera genuina y no parecía tener ningun limite de mostrar sus sentimientos, en especial con aquello que le gustaba o lo que le desagradaba. Que estaba dispuesto a levantar la voz o usar su instrumento como arma a la hora de defender y que no retrocedía, incluso si estaba aterrado. Stan amaba a Fidds por todo lo que era y mucho más allá pero tenía inseguridades y miedos que le impidieron decir algo, sin querer arruinar lo bueno que tenía en su vida porque tenía mala costumbra de estropear las cosas cuando se ponía demasiado sentimental. Lo que menos quería era perder lo que tenían.
Pero Fiddleford también se enamoro de aquel hombre que tuvo el placer de encontrar en lugar de su antiguo compañero, aquel que era brusco y hacia chistes raros pero que ponía todo el esfuerzo en pequeñas acciones que significaban el mundo. Que intentaba lucir como un hombre frío e indiferente pero que era sensible y un amante de lo romántico. Que llevaba el corazón en la manga en cada momento y protegía con cada fibra de su ser aquello que llegaba a atesorar con total cariño. Que ponía a aquellos que consideraba importantes en su vida por encima de todo lo demás. Que podía coquetear con descaro y hacer chistes con doble sentido pero que se ponía nervioso y sonrojado cuando el coqueteo era devuelto. Fidds amaba a Stan por todo lo que era y mucho más allá, anhelando con cada fibra de su ser poder darle todo el amor que tenía en si para que el otro se sintiera importante y amado como siempre debía ser, pero se sentía ansioso y temeroso, aunque por sobre todo ansiaba poder cerrar esa pequeña distancia entre ambos. Quería poder extender las manos para acunar el rostro ajeno y llenarlo de besos, abrazarlo, susurrar palabras llenas de cariño y amor sin tener intenciones de detenerse. Quería que Stan se sintiera amado.
En algún punto, perdió la paciencia y simplemente lo hizo. Fue uno de esos momentos en los que estaban disfrutando de la tranquilidad del día, hablando de todo y de nada, tomando refrescos porque se habían quedado sin cerveza y ninguno hizo amague de estar dispuesto a salir a comprar. Fidds observo a Stan riendo, con las mejillas algo rojas y los ojos brillantes con felicidad pura, su sonrisa amplia mientras hacia grandes gestos en cuanto lograba soltar la lata que tenía. Y el impulso que lo golpeo en ese mismo instante hizo que su cuerpo se moviera.
Estiro las manos, acunando el rostro ajeno como tanto había querido durante un tiempo, sonriendo con encanto puro y permitiéndose memorizar la mirada de asombro que el hombre tenía, con los ojos bien abiertos por la incredulidad y moviendo la boca como si intentara preguntar que estaba pasando pero con su voz muriendo por los nervios.
-¿Fidds?- su voz se rompió un poco y el mencionado sintió algo cálido estallar en su pecho al verlo así, luciendo tan nerviosos, con algo brillando en sus ojos.
-Ah, eres adorable~- y no debía serlo, porque era un hombre adulto con el cabello despeinado pero para él lo era, lo adoraba. Pudo ver el efecto que causó sus palabras, podía sentir como las mejillas bajo sus manos se calentaban, y arrullo con encanto antes de inclinarse para acortar la distancia entre ambos. Deposito un ligero y muy suave beso sobre los labios, pudiendo sentir que se sobresaltaba un poco ante eso pero incluso entonces, se terminó apoyando en el toque de manera tentativa, como si no supiera que fuera bienvenido o no a pesar de que fue el mismo Fidds quien empezó eso.
-Tu...- Stan miro al otro con los ojos bien abiertos, luchando por saber que decir a continuación, aferrándose a la ropa ajena, dudoso. Fidds conocía la historia ajena lo suficiente como para poder notar su inseguridad y miedo, sabiendo que la mente de Stan tenía la horrible capacidad de ir hacia lugares oscuros si te descuidabas.
-Stanley- tarareo, manteniendo una suave y cariñosa sonrisa a pesar de que los nervios lo estaban carcomiendo. -No necesitas pensar demasiado- bufo, moviéndose para poder rodearlo con sus brazos y atraerlo hacia si, temeroso por un segundo y suspirando de alivio al sentir las grandes manos del castaño en su espalda, arrugando su ropa por la forma en la que se aferraba pero a Fidds no le molestaba, solo tarareo una vez más, acariciando espalda ajena de manera casi distraída mientras Stan hundía su rostro en su hombro. -Te quiero, no hay nada más allá de eso- sus propias mejillas ardieron, sintiéndose como un adolescente ansioso una vez más.
-¿Me quieres? ¿En serio?- Stan tembló ante eso. Él tenía el historia de no tener suerte en ese tipo de cosas. Dos de las personas que se suponían que debían amarlo le habían dado la espalda con facilidad ante su error y aunque su mamá lo amaba, lo sabía, tampoco hizo mucho por detenerlos. -¿No a Ford?- pregunto con la voz rota y amortiguada porque se negaba a moverse de donde estaba, casi con timidez y temeroso de cierta manera por la respuesta. No estaba costumbrado a ser amado, a ser elegido por encima de su hermano, porque se suponía que él era el desastre.
-Nop. Solo a ti- ni siquiera dudo en sus palabras, poniendo cada seguridad que tenía en ellas, esperando que el otro le creyera o estaba dispuesto a repetirlo cuantas veces fueran necesarias. -Stanford puede chupar un limón, te elijo a ti. Te quiero solo a ti- los labios se Stan temblaron, con una sensación cálida y abrumadora creciendo en su pecho hasta extenderse por todo su cuerpo, con lagrimas de alivio y felicidad saliendo de sus ojos sin su consentimiento. Fidds solo sonrío al ser apretado en su abrazo, pasando sus dedos por el cabello castaño oscuro, dispuesto a no comentar sobre humedad que estaba llegando a su ropa en la zona del hombro. -Por sobre todo y todos- podía sonar un poco exagerado en este punto pero al diablo, Fiddleford estaba seguro de nada podría hacerlo soltar a Stanley ahora que lo tenía entre sus brazos. -Si no te importa compartir tu lugar con Tate, claro- agrego con tono ligero
-N-No me importa compartir- bufo apenas, algo divertido. Él era una persona que ponía a la familia y a los que amaba por encima de todo lo demás, así que no le sorprendía que Tate estuviera en primer lugar en la lista de prioridades de Fiddleford pero no podía negar que estaba encantado ante la idea de que él también fuera tan importante como para llegar hasta allí.
-Genial~- sonrío enormemente, contento y satisfecho. -Ahora, eres todo mío~- lo obligo a apartarse, ignorando como Stan se quejaba y luchaba por esconder su rostro mojado por las lagrimas que aun no se detenían, solo para poder besarlo una vez más y esta vez, fue correspondido con todo el entusiasmo del mundo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top