"01".

“A veces, el pasado vuelve en forma de nostalgia”.

Pablo Neruda.


POV Narradora

Nathalie no era tonta, aunque no sabía qué sucedió en esa corta llamada, entendió que era algo que dejó a su jefe congelado.

Gabriel se pasó el resto del día pensativo, como si fuera ajeno al mundo real, sumergido en algo que odiaba, una sensación que, cada que le envolvía, las inmensas ganas de llorar se apoderaban de él.

Nostalgia.

Ese día no era diferente al resto, pues, como toda tarde oscura, luego del trabajo, estaba encerrado en su estudio con un whisky que le hacía compañía.

¿Qué era diferente entonces?

Ella...

No era Emilie esa vez, no era los recuerdos de su hermosa vida junto a su familia, no eran los recuerdos de los primeros pasos o palabras de Adrien, no eran los momentos de risa o frustración de las peleas contra esos adolescentes enmascarados.

No era nada, ningún recuerdo, ningún momento, proveniente de su vida como el exitoso diseñador, Gabriel Agreste.

Era ella.

Los recuerdos junto a esa chiquilla, las risas, los momentos de llantos, los abrazos, los besos.

Ese beso en particular.

Por unos leves momentos recordó cuando no conocía a Emilie, cuando no existía Adrien, cuando no conocía nada sobre los miraculous, cuando no era nadie.

Cuando solo era “Grassette”... Cuándo solo era él, junto a ella.

—Señor, la cena está servida.

La voz de su asistente le hizo levantar un poco la mirada, y fijarla en un rincón de la habitación.

No hizo otra cosa más que asentir, dando un último sorbo a su whisky antes de caminar por la puerta, pasando al lado de la mujer, y siguiendo de largo hacia el comedor.

Su mente iba nublada, pérdida, congelada, tanto que no midió el tiempo que le llevó caminar, tanto que no presto atención a sus seno, y no notó a su hijo en la mesa, ya sentado a punto de comer.

A pasos lentos y movimientos vagos tomó asiento, recargando su rostro en su puño por un momento, antes de levantar la cabeza y notar como aquel rubiecito le miraba fijamente.

—Mierda, Adrien, me asustas.— exclamó con un poco de mal humor, pasando su mano por su rostro.

El jovencito abrió los ojos a más no poder por tres razones, en primera, que su padre estuviera comiendo en el comedor y junto a él era increíble, en segunda, ver a su padre así, desalineado, cansado y perdido era poco común.

¿Y qué dijera una grosería?

El mismísimo Gabriel Agreste diciendo una grosería, no era algo de todos los días, ya que, según el diseñador, eso era una costumbre horrorosa se la sociedad que demostraba mediocridad.

Nathalie se posó junto a la puerta, viendo como ambos Agreste compartían una cena luego de tantos meses y excusas, en silencio, pero, sin duda, sorprendiendo a ella y al menor.

—Padre, ¿Sucede algo?

La voz baja de su hijo le hizo mirarlos por unos segundos, notaba a leguas que el niño estaba nervioso, que sus movimientos eran tensos y torpes como sus palabras.

Mentalmente, Gabriel se reprochó, pues no podía ser que, fuera tan ajeno a algo tan simple como cenar con su hijo, y que el niño no supiera cómo reaccionar ante él.

Sonrió levemente, con más nostalgia que antes, Adrien era la viva imagen de Emilie, se parecían tanto que, momentáneamente, imaginaba que era una especie de karma mirar a su hijo y ver a su "difunta" esposa.

—¿Cómo va el colegio, hijo? ¿Y tus clases de esgrima y chino?— respondió con otras preguntas, esquivando el tema.

Tanto la mirada del niño como la mirada de Nathalie demostraban sorpresa, ya era poco usual cenar juntos pero que el diseñador iniciara una conversación tan "común", era más que sorprendente.

—Bien, padre, avancé un poco en chino y en esgrima, el profesor dice que me encuentro a nivel de sus estudiantes de curso superior. — su dulce voz temblaba, se sentía raro, como si su corazón estuviera temblando y a la vez se sumergía en un calor acogedor. — ¿Cómo estuvo tu día? —

El mayor iba asintiendo con casa cosa que su hijo decía, hasta que se quedó quieto ante la última pregunta del menor.

—Estuvo... bien, hijo, mi día estuvo bastante bien.— murmuró un poco ansioso, pues, ya conocía lo que se venía, su mente le traicionó, inconcientemente habló de ella — una amiga vendrá pronto a la casa...

El tiempo pareció detenerse por un segundo, esas palabras se quedaron clavadas en el aire, sorprendiendo demasiado a la asistente y al joven Agreste.

La expresión de Gabriel era difícil de descifrar, pues parecía emocionado, parecía tenso, y sobre todo, lo ocultaba detrás de una expresión sería, o lo intentaba.

—¿Una amiga, padre?— preguntó, sosteniendo su cuchara a medio camino, el mayor solo asintió, y tan rápido como volvió a sentir ambas miradas sobre él se puso de pie— ¿Padre?

—Aun no sé si mañana o en unos días, pero vendrá pronto— se puso rápidamente de pie y marchó hacia la puerta —solo te pido que te comportes, buenas noches, hijo.

Y, simplemente, se marchó luego de escupir esas palabras.

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Holiiiis!!!

Cómo están? Djkskss

A ver, a ver, esto es un mero impulso, la historia salió de una conversación que tuve con mi pareja y nos causó gracia jsksjs

¿Les gusta la portada?

La hice con IA jsksksks

No encontraba lo que quería y la IA me salvó, djsjs.

En fin, espero que disfruten esta historiaaaa, que no sé si será una mini historia o que, pero buenop

Nos vemos en la próxima actualización!!!

Un besitoooooo ❤️✨

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