Cap 8: Ir al mercado

Hu Huo se quedó en silencio por un momento, antes de responder con voz apagada.

Zhang He sonrió y sacó una caja de cartón debajo de la mesa. "Esto es lo que el Gobernante Oficial quiere entregarle al señor Wen. Así que te lo encargo".

Hu Huo no sabía si aceptarlo o no. Después de dudar un momento, abrazó la caja, frunció el ceño y se dirigió al escritorio. En ese momento, una voz juvenil y fresca resonó detrás de él:

"Hola, estoy buscando a Zhang He".

Al escuchar la voz familiar, Hu Huo se quedó paralizado. Se dio la vuelta y dijo torpemente: "Señor Wen".

"¿Eh? Eres tú". Wen Bai parecía haber olvidado las palabras de Hu Huo unos días antes cuando se conocieron: "El cobrador ha llegado".

Su única impresión era que Hu Huo le había dado una nuez de arena.

Hu Huo vio la sonrisa pura en el rostro del joven y se sintió aliviado. "¿Buscas a Zhang He? Él está..." Hu Huo miró atrás y vio que el lugar de Zhang He estaba vacío, no sabía a dónde había ido. Maldijo en silencio, respiró hondo y forzó una sonrisa: "¿Qué asunto tiene con Zhang He?"

Wen Bai dijo: "Quiero pedir prestada una nave aérea. La nave espacial de mi amigo todavía está en el campo, quiero traerla de vuelta".

En ese momento, Zhang He salió de alguna parte y dijo respetuosamente: "Señor Wen, es muy amable de su parte, no necesita molestarse con estos pequeños asuntos, déjenoslo a nosotros. Por favor, siéntese aquí, haré que alguien traiga la nave de inmediato".

Wen Bai se apresuró a decir: "No es necesario molestarlos, iremos nosotros mismos".

Pero Zhang He insistió: "Eso no es posible".

Viendo que seguían rehusando cortésmente el uno al otro sin fin, Ming Luo, impaciente, los interrumpió: "No hay necesidad de tantas molestias, sólo vamos a desmontar algunas piezas".

Al oír esto, Hu Huo no pudo evitar intervenir: "¿No quiere las otras partes de la nave después de desmontarla?"

Wen Bai suspiró: "Ya no se puede reparar, no tiene caso traerla de vuelta".

Hu Huo tuvo dificultades para hablar: "Entonces, después de que desmonte las piezas, ¿podemos tener los restos de la nave?" Inmediatamente se dio cuenta de que sonaba como si estuviera aprovechando la situación, así que rápidamente agregó: "Les pagaremos créditos por ellos".

"¿Ah?" Wen Bai lo advirtió amablemente: "Pero ya no se puede reparar, ¿realmente la quieren?"

Zhang He tuvo que explicar: "Carecemos mucho de piezas aquí. Las pocas naves aéreas de la Sede del Gobierno las ensamblamos nosotros mismos. Con los restos de esta nave, podríamos ensamblar varias máquinas".

"Todavía tengo otra nave en mi patio". Al escuchar esto, Wen Bai también se sintió mal. La gente de Wen Duo Xing era muy pobre, no solo en dinero, sino también en tecnología. Pero estas personas merecían su respeto. Wen Bai dijo: "En realidad, planeábamos desmontar la nave y vender las piezas, ¿las quieren?" Si fuera posible, Wen Bai les habría regalado las piezas directamente, pero lamentablemente no tenía dinero para ser tan generoso.

Habían visto la otra nave de Wen Bai antes. Sus piezas eran precisas y obviamente costosas. Hu Huo estaba emocionado pero también preocupado por el costo: "Las queremos todas".

"Haré que alguien traiga la nave ahora mismo". Hu Huo arrojó la caja que tenía en sus brazos a Zhang He y rápidamente buscó a alguien para traer la nave.

Zhang He sintió que la caja pesaba en sus manos. Miró la caja y le dijo a Wen Bai: "Esto es del Gobernante Oficial para usted".

¿Del Gobernante Oficial para él? Wen Bai abrió la caja con curiosidad y vio que contenía una docena de tiras reactivas de pH, así como vasos de precipitados, tubos de ensayo y otros instrumentos necesarios para experimentos.

Wen Bai estaba muy feliz. El Gobernante Oficial era realmente una buena persona. Ayer solo mencionó algo al Médico Sin Escrúpulos y hoy el Gobernante Oficial ya le había enviado lo que necesitaba. Decidió que cuando cultivara verduras en su campo, la primera cosecha sería para el Gobernante Oficial.

Wen Bai quería agradecer al Gobernante Oficial, pero Zhang He dijo que el Gobernante Oficial había salido a hacer una inspección y no estaba en la Sede del Gobierno. Mientras esperaban que trajeran los restos de la nave, Wen Bai envió un videomensaje al Gobernante Oficial agradeciéndole por los instrumentos de laboratorio.

Ming Luo permaneció con los brazos cruzados, recostado en la silla con los ojos cerrados descansando.

Cuando llegaron los restos de la nave, sacó del bolsillo la aguja que había usado el día anterior y se acercó a la nave. Hu Huo probablemente sabía que esa nave pertenecía a Ming Luo, por lo que no lo detuvo.

Ming Luo puso una mano sobre la nave y de un salto subió a bordo.

Antes de chocar con la nave de Wen Bai, su nave ya había sido bombardeada por un cañón de fotones. De otra forma, un choque ordinario no habría dejado su nave en ese estado.

El grado de daño de la nave daba pistas sobre lo ocurrido, pero Wen Bai no entendía esas cosas y no pudo darse cuenta. Pero las personas de la Sede del Gobierno obviamente lo notaron, aunque no dijeron nada ni mostraron ninguna sospecha hacia él.

Desde temprano habían investigado que el historial de Ming Luo era sospechoso, pero aun así lo dejaron quedarse en la residencia. ¿Realmente no les preocupaba que pudiera hacerle daño a ese ingenuo chico? Pensando en esto, la mirada de Ming Luo se volvió turbia e incierta. Parecía que las personas aquí eran mucho más complicadas de lo que aparentaban.

Ming Luo se metió en la cabina y comenzó a manipular cosas, arrojando algunas piezas de vez en cuando. Wen Bai, aburrido, comenzó a cabecear hasta que de repente un fuerte estruendo lo despertó. La nave se había derrumbado, como si se hubiera desarmado desde adentro.

Justo antes de que la nave se derrumbara, Ming Luo había saltado. Se sacudió el polvo de la ropa con disgusto y dijo: "Quédense con lo que queda".

Zhang He, muy agradecido, dijo: "Gracias, señor Ming".

"Asegúrense de depositar el dinero en la cuenta de él", dijo Ming Luo, señalando a Wen Bai.

Hu Huo le dijo a Wen Bai: "Haré la transferencia a su cuenta de inmediato".

Wen Bai vio cómo su saldo pasaba de cero a treinta mil. Aunque treinta mil no era mucho, era la mayor cantidad que Hu Huo podía darle. Al ver la expresión de culpa de Hu Huo, Wen Bai no dijo nada. De repente sintió un tirón en el cuello y, al darse la vuelta, vio que Ming Luo lo sujetaba del cuello de la camisa con el dedo índice y lo llevaba afuera. "Vámonos".

Wen Bai preguntó confundido: "¿A dónde?"

Ming Luo respondió fríamente: "¿No dijiste que íbamos a comprar ropa?"

Ah, es verdad, casi lo olvida. Wen Bai apartó su mano. "No me jales, caminaré por mi cuenta".

Después de preguntarle a Zhang He dónde comprar ropa, los dos salieron de la Sede del Gobierno. No había un centro comercial en la ciudad central, solo un mercado en la plaza frente a la Sede del Gobierno. Las personas sin trabajo solían vender cosas allí, principalmente artículos de uso diario, pero también había comida, como nueces de arena.

Hoy era un día laboral, por lo que no había muchos vendedores. Cuando vieron a Wen Bai y Ming Luo caminando juntos, rápidamente agacharon la cabeza y fingieron no verlos. Aunque la gente de WenDuo sentía curiosidad por Wen Bai, después del aviso especial del Gobernante Oficial, nadie se atrevía a acercarse para no molestarlo.

Al ver esta escena, Wen Bai no sabía si reír o llorar. Estas personas eran tan obvias que fingir que no las veía era inútil.

Pasaron junto a un puesto y Wen Bai exclamó: "¿Eh?", detuvo sus pasos, se agachó y miró detenidamente los granos parecidos a piedras de arena.

"¿Son semillas? " Aunque no se veían en nada como semillas, la intuición de Wen Bai le decía que debían serlo.

El anciano vendedor se estremeció al ver que Wen Bai se detenía, casi arrancándose algunos pelos de la barba. Reprimió sus emociones y fingió frialdad, pero su tono delataba su actual estado de ánimo: "Joven, usted sí que conoce las mercancías, son semillas, no se equivoca".

Toda la atención de Wen Bai estaba en esas semillas, sin prestar atención al cambio de ánimo del vendedor. "¿Qué tipo de semillas son?"

El anciano tartamudeó: "La verdad, no lo sé con seguridad, pero probablemente sean... ¿semillas de verduras?"

Wen Bai no dijo nada. Con un movimiento de su mano dijo: "Me las llevo todas, ¿cuánto cuestan?"

El anciano, avergonzado por la actitud generosa de Wen Bai, se rascó las manos. "Las semillas han estado guardadas mucho tiempo, tal vez la tasa de germinación sea muy baja".

"¿Cuánto tiempo han estado guardadas?"

"No tanto, solo unos setenta u ochenta años".

Wen Bai: ... ¿Setenta u ochenta años y no es mucho tiempo?

El anciano agregó: "Pero si es el señor Wen, no hay problema, seguramente podrá hacerlas crecer".

Wen Bai sonrió con resignación. La gente de WenDuo Xing tenía una fe ciega en la familia Wen, como si todo lo que hicieran fuera normal para ellos. (NT: Tengo dilemas con el nombre del planeta, entonces será así: El nombre completo es WenDuoXing, pero a veces se usará WenDuo para referirse al planeta)

Esta confianza hacía que Wen Bai sintiera una gran presión.

Wen Bai pensó que esto también estaba bien. Un día, si cultivaba nabos en su campo, estas personas probablemente tampoco harían más preguntas.

Wen Bai se preguntó qué habría hecho Wen Duo en el pasado para que la gente de Wen Duo Xing aún respetara y confiara tanto en la familia Wen.

Las semillas le costaron a Wen Bai mil créditos. Sabía que las semillas eran caras, así que ni siquiera discutió el precio y las compró todas. Después de comprar las semillas, se dio cuenta de que había pasado más de media hora. Wen Bai levantó la vista hacia el atractivo perfil de Ming Luo, quien había estado esperándolo pacientemente desde que se agachó a ver las semillas, sin mostrar la más mínima señal de impaciencia.

Wen Bai se sintió un poco avergonzado. "Debí hacerte esperar mucho, vamos a comprar ropa ahora".

Los lugares donde se vendía ropa eran como los puestos callejeros del pasado, con algunas varas clavadas en el suelo de las que colgaban las prendas. La tela no era de muy buena calidad, mucho peor que la ropa que el Gobernante Oficial había preparado para él. Dadas las circunstancias, Ming Luo no puso objeciones. Cuando Wen Bai sostuvo una camisa contra su cuerpo para medirla, tampoco dijo nada.

Las proporciones corporales de Ming Luo eran muy estándar: hombros anchos, cintura estrecha y piernas largas, el típico cuerpo para lucir ropa. Cualquier prenda se vería bien en él.

Después de comprar algunas piezas de ropa, se preparaban para regresar cuando, al pasar junto a un puesto de carne de cerdo asada, Wen Bai olió el aroma y no pudo seguir avanzando.

Se le hizo agua la boca mientras miraba el puesto con anhelo y le dijo a Ming Luo: "¿Comemos el almuerzo antes de irnos?"

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