Capítulo 31.-Lo que acecha en las sombras.
El Monte celeste, una de las localizaciones más enigmáticas en todo lo largo y ancho del mundo, pues con excepción de los demonios y criaturas que moran ahí nadie ha pisado dicho lugar en los últimos 500 años.
Más sin embargo, hoy día, dos grupos escalan su blanco paisaje lleno de kilómetros y kilómetros de nieve.
Tanto los jinetes como los pecados han decidido aliarse para evitar más pérdidas.
Más sin embargo, un misterio ronda la cabeza de los líderes de ambos grupos, ¿Por qué tras amenazarlos, Kéter, también parecía haber sufrido dicha amenaza?
Incluso sin necesidad de gran coeficiente pudieron llegar a una respuesta, está siendo controlado por algo.
Pero, ¿Qué pueden hacer? Con sólo su presencia fue capaz de paralizar a dos de los más poderosos demonios.
Más aún así, sus ardientes deseos de venganza contra la humanidad no se han apagado. Pero, a pesar de ello ninguno puede abandonar la emoción que opaca a sus deseos de venganza, miedo, es lo que sienten al interactuar con aquello que mora dentro de Kéter.
Rápidamente llega Alazan seguido por Aaron, Asmodeus y Eurinome. Tras lo cual llega Luxeuil tranquilamente mientras en su mano genera una esfera azul llena de energía.
—Regresamos —dicen los recién llegados al unísono.
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Elías se encuentra en un campamento levantado por el ejército de Elam y el de Soleil mientras es atendida de sus heridas.
—Eso fue lo que me dijo —comenta la pelinegra.
—Ciertamente es una gran oportunidad, pero, actualmente nuestras fuerzas no corren por el mejor momento ¿Qué se supone que hagamos? —dice Jesús.
—Da igual, si no hacemos algo ahora ¿Cuándo lo haremos si no? —pregunta Moisés.
—Pero si no vamos con cuidado no tendremos oportunidad alguna —dice Katherine.
—....... —Karkemish mantiene la mirada baja.
Todos se quedan en silencio mientras entra Zavebe y detrás están Agalariept, Mormo y Cilneries con galletas.
—¿Dónde está aquél humano? —pregunta Mormo curiosa.
—Cierto ¿Qué le sucedió a Gilbert y a Rin? —pregunta Jesús.
—Están muertos —comenta Elías—. Y eso por que, para evitar que sus muertes hayan sido en vano, partiré mañana rumbo al bosque mitológico.
—Y-Yo —tartamudea la reina de Elam—. Tengo gran práctica en la magia de apoyo.
—¿Vendrás? —pregunta Elías sorprendía.
La reina asiente, mientras Karkemish y Adren permanecen en silencio.
—No pudimos hacer nada, somos demasiado débiles, si vamos junto a Elías no seríamos más que una carga —declara Adren.
—Señorita —dice Karkemish—. Lo lamento—. Pero en esta ocasión no podré protegerla siendo tan débil, lo siento.
—¿De qué hablas? —dice la reina de Elam poniendo su mano sobre la cabeza del guerrero y sonriendo—. Haz protegido maravillosamente el reino y a mí a pesar de enfrentar a tamaño enemigo, por eso, no me quejo de que te niegues a luchar.
Karkemish se mantuvo en silencio. Mientras Elías sólo lo observa de lejos.
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A la mañana siguiente Elías junto a Katherine ponen rumbo al monte celeste, una ubicación tan legendaria como inexplorada, pero de lo poco que se sabe de ella es de su inusualmente fuerte campo magnético.
Karkemish y Adren sólo los observan marcharse mientras Zavebe se les acerca.
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Asmodeus, ese nombre era bastante reconocido en tiempos bastante antiguos, cuando las guerras aún se libraban para saber cuál sería la especie dominante del planeta.
Y durante ese tiempo, Asmodeus aún era un demonio de bajo rango, pero, siendo una excepción a la regla, era un ser pensante.
Teniendo una apariencia bastante similar al como se ve actualmente quitando que tenía grandes cuernos, alas y una piel de color azul.
Siendo el campo de batalla dónde conoció a un héroe particular, pues a pesar de haber vencido se negó a asesinarla.
Cobarde y quejumbroso, eran características raras para alguien con su título. El nombre de aquél hombre era "Baltasar Gerard".
—¿Qué haces? —cuestiona Asmodeus con su cara inmutable como siempre.
El héroe se sentó y soltó un largo suspiro.
—Es sólo que, ¿Por qué tengo que arrebatar más vidas? Ustedes, nosotros ¿Por qué tenemos que seguir luchando? ¿Por qué tenemos que seguir con estás cruentas matanzas que sólo seguirán engendrando más muertes? —dice el joven Gerard mientras respira agitadamente.
Ella lo sabía, ese humano era único, sabía que debía protegerlo más no pudo. Aquél sujeto terminó por romperse durante el trayecto de la guerra.
Más no importaba, sólo era una aguja en el pajar, eso era lo que Asmodeus se hacía creer más..... Hace poco lo descubrió, dicho humano seguía vivo de algún forma y no sólo eso, sino que por alguna razón ahora comanda tropas demoníacas en busca de destruir a la humanidad.
—¿Qué haces? —cuestiona Aaron.
—Tan sólo recuerdo el pasado —comenta la mujer demonio.
—Hm, quién pensaría que puedes sentir —dice Eurinome.
A pesar del comentario de su compañero de ojos cerrados, la chica le ignora y camina hacia la cima.
"¿Qué estoy haciendo?" Fue una pregunta que ha estado presente durante toda su vida.
A diferencia del resto de demonios, ella no guarda rencor alguno contra los humanos, pues era evidente que si les acorralaban mostrarían sus dientes.
Más, ¿Por qué lo hace? ¿Aburrimiento? ¿Acaso en el fondo si los odia? La respuesta es que no lo sabe.
Quizás sea encontrar un motivo para vivir, quizás sea para reencontrarse con la única persona que fue capaz de hacerle sonreír.
—¿Están listos? —cuestiona Alconio.
—Inicia cuando quieras —responde Irineo.
Detrás de Irineo se encuentra un anciano delgado montado en un caballo negro gigante.
—¿Señor Khloros? —cuestiona el rey demonio.
Jinetes del apocalipsis: Khloros Koiné "Muerte"
—Se acercan —musita el anciano.
Aquél anciano ciego y que viste lo que parece ser una pesada armadura negra además de unos guantes grises de gran tamaño.
—¿Quiénes? —pregunta el Castellani.
—Aquél experimento andante —responde el jinete.
—Muy bien, Alazan Ve —ordena Irineo.
Sin cuestionar aquellas órdenes, Alazan inmediatamente desaparece.
—¿Qué sucede? —cuestiona Alconio.
—Enemigos —contesta Khloros.
—Ya veo, Magno y Gregorio, vayan —ordena esta vez el líder de los pecados.
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A pesar de estar a días del monte celeste, Elías y Katherine ya habían sido detectados para su mala suerte.
—¿Estás bien? —cuestiona Elías.
—Jaja —ríe la soberana de Elam levemente.
—¿Qué ocurre? —cuestiona la pelinegra.
—Es sólo que te vez realmente linda como chica, quizás deberías quedarte así por el resto de tu vida —asegura Katherine.
—¿Huh? ¿Eso fue esperanza? —pregunta la ahora chica en tono burlón.
—Tú fuiste quién me la pegó más te vale que te hagas responsable —comenta la reina en bajando su tono de voz—. ¿Sabes? Yo realmente nunca deseé ser reina, sabía que llegaría pero realmente prefería que hubiera pasado ahora.
Elías se mantuvo en silencio escuchando atentamente cada una de las palabras dichas por su compañera que permanece sentada en una roca.
—De seguro el habría sido mejor rey que y-
—Eso dalo por hecho —contestó Elías—. Pero, aún eres joven ¿No es normal? Quiero decir, está bien si fallas, no es como que puedan echarte mucho en cara.
—Gracia- ¿wahhhh~?
Antes de poder terminar de hablar, al recargarse en la piedra esta misteriosamente se movió y abrió una extraña puerta por la que Katherine cae frente a una sorprendida Elías que no logra atraparla.
—¡Kate! —exclama la ahora chica.
Al bajar la roca vuelve a su lugar y la pelinegra desciende rápidamente hasta el fondo. Dónde, encuentra a Katherine sobandose por la caída.
Al estar ambas de pie, unas extrañas piedras alumbran todo el lugar mostrando una mesa en el fondo, con dos estanterías llenas de libros.
Una silla de fuerza, una pequeña mesita de hierro al lado con diversos instrumentos y lo más extraño, alrededor de diez celdas pequeñas de cada lado.
Al avanzar sienten un olor a putrefacción que al voltear resulta ser un cadáver en descomposición.
—¡¿Qué demonios?! —exclama Katherine sorprendida.
Aunque a Elías se le revolviera el estómago tendría que por lo menos saber que es este lugar.
Al avanzar, se topa en la mesita de acero con un extraño papel que comienza a leer. Al leerlo repentinamente lo suelta y se queda perpleja.
—Veamos, ¿No eres tú el homunculo que busca Kéter?
Elías se queda congelada sin saber que decir o hacer.
Katherine se aproxima tapándose la nariz y recoge el papel que también empieza a leer.
Proyecto: Nueva humanidad.
To be continued.....
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