Capítulo 2.- Elisa de Soleil.
Nuestra ahora protagonista abre sus párpados y observa el techo de una de las habitaciones reales.
—¿Fue un sueño? —Se pregunta Elías sintiendo un dolor de cabeza insoportable.
—Es un alivio que haya despertado, señorita —dice un médico a su lado.
El médico trae puesta una bata blanca con un cubre bocas, su cabello es negro y está alborotado. Tiene ojos café claro. Se muestra aliviado y se pone de pie.
—Al rey le encantará la buena noticia. Entonces, con su permiso —El médico hace una reverencia y sale de la habitación.
La habitación es pequeña, sus paredes tienen un color violeta, una cama individual en la esquina superior derecha y al lado una silla, eso es todo lo que hay en dicha habitación, nada más.
—¿Qué voy a hacer a partir de ahora? Nadie me creerá, digo ¿Magia que te cambie de sexo? ¡¿Para qué necesitan tal magia?! —exclama la pelinegra.
—Con permiso —dice el rey entrando a la habitación.
—Claro —asiente Elías.
Ambos miran hacia abajo, creando un ambiente incómodo, hasta que Elías recordó que nadie más lo ha reconocido.
—Entonces Elías, ¿Podrías contarme lo sucedido? —pregunta Evan.
—¡¿Cómo lo supo?! —exclama el Asmoth alterado.
—¿Cómo? No es tan difícil, sobretodo si analizamos el hecho de que nadie pasaba por ahí en ese momento —señala el rey—. Entonces ¿Qué fue lo ocurrió?
La pelinegra se toma la barbilla, y se pone a pensar en lo que sucedió en el bosque.
—No lo sé, el incendio se propagó increíblemente rápido incluso para ser magia. Tras eso me aplastó un árbol y no recuerdo más de ahí en adelante —comenta Elías.
—Supongo que no podemos hacer nada. Y sobre tu condición, diremos que eres mi hermana pérdida, de ese modo nos zafaremos de varias cosas —dice el Soleil.
—Su majestad...... ¿Cree que se tragarían eso? —expone el Asmoth.
—Elías, ¿No conoces el concepto magia? —dice el rey.
La pelinegra asiente comprendiendo el plan perfectamente.
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—Y por eso les pido que sean amables con ella, ya que no comprende nada sobre lo ocurrido, en los últimos 50 años —dice Evan finalizando su discurso.
Elías está sonrojada debido al vestido de la familia real, un hermoso vestido de una pieza color rosa, con encajes florales en la zona del pecho. El vestido resalta sus atributos haciéndole sentir incomodidad.
《¿Realmente le creyeron? Tiene que ser una broma ¡Una maldita broma! ¿Verdad?》Se cuestiona la Asmoth en seis pensamientos más
La excusa que dio fue que, es la hermana que perdió en un asalto de las brujas hace 50 años, dándole por muerta sin embargo lo que hizo fue viajar en el tiempo.
—A partir de hoy la nombro princesa primera del reino —declara el rey.
Ambos se retiran al salón de la familia real, mientras nuestra ahora protagonista piensa sobre que hacer con su vida.
—No te preocupes, no me sucedas si así lo quieres, pero, quiero que sigas apoyando a Jesús todo lo que puedas ¿Bien, Elisa? —cuestiona el hombre mayor con una sonrisa.
—¿Ese perro suceder el trono? ¡Me niego! ¡No hay forma de que ese mujeriego lo haga! —exclama Elisa furiosa.
—En ese caso cuento contigo para que lo vuelvas digno —pide Evan.
—Cómo usted quiera —responde Elías.
Gilbert y Rin entran en la habitación llenos de suciedad, además de tener los ánimos por los suelos.
—¿Qué sucedió? —cuestiona el rey.
—¡Le exijimos que mande otra tropa al bosque para buscar a Elías! —exclama el canoso.
—¡Por favor, su majestad! —pide la chica.
Ambos guerreros se incan ante Evan. Elías baja la mirada y se mantiene al lado del trono real, sentada.
—Lo lamento, ciertamente él es como un hijo para mí, pero, deben aceptarlo ya no-
—¡No puedo aceptarlo! —Gilbert levanta la voz—. ¡Él lo prometió! ¡Qué juntos seríamos los más fuertes y que pro-
—¿Señor Gilbert? ¿Verdad? —comenta Elías colocandose frente al rey.
El susodicho asiente.
—Deje sus juegos de niños, la persona que busca ya no está. ¿No le enseñaron que un guerrero puede caer en cualquier momento? —pregunta la ahora mujer.
Los ojos de canoso destellan furia y se da la vuelta mientras aprieta sus puños.
—Con su permiso, majestad. —El ahora general (Gilbert) sale de la habitación seguido de Rin.
Elías se mantuvo observando la puerta durante unos minutos mientras el rey permanece en silencio.
Elías entrena duramente todos los días, a pesar de parecer una niña y tener la peor condición se esfuerza más que todos, entrena incluso cuando llueve.
—No lo entiendo. Todos aquí están por la paga que dan, ni siquiera el general nos entrena. Entonces ¿Por qué tú? —pregunta un Gilbert de 14 años.
En ese momento no le respondió, pero, poco a poco fue influenciado por aquél niño, decidiendo seguirlo muy de cerca. Crecer junto a un hombre como él, no sería mala elección.
Un día comprendió si motivación: devolver el favor a la familia real. Tan simple como efectiva.
Conforme pasaron los días, él también comenzó a entrenar en todos los climas, sin dirigirse ninguna palabra, sólo se conocieron a través de su esfuerzo.
Con el paso del tiempo, Elías venció al general de aquél tiempo convirtiéndose en el general hasta el día de hoy.
—¡Prometo que algún día te llevaré a la cima! ¡Serás el más poderoso! —exclama Gilbert lleno de determinación.
Incluso aunque fuera una promesa de un solo lado, su compañero la siguió al pie de la letra, lo apoyaba cada que lo necesitaba y si bien, fue un irresponsable, era un gran amigo.
Elías tiene la mirada sombría. Evan suspira al ver a su hijo (ahora hija) corriendo fuera del castillo.
Nuestra ahora protagonista llega a la taberna del ejército de Tzar, la lluvia cae sin parar.
—¿No creen que es lo mejor que pudo haber pasado? ¡Ese maldito ya no nos va a atormentar más! —exclama un hombre músculoso y velludo.
—¡Cierto! ¡Cierto! ¡Qué bueno que murió! ¡No podía soportarlo! ¡Se creía la gran cosa! —opina un hombre delgado.
—¿Verdad? ¡Era demasiado arrogante! ¡Deseaba tanto ponerlo en su lugar! —opina otro soldado.
Elías tiene los ojos húmedos viendo como la gente que consideró su familia lo odian.
—Era un gran pedazo de mierda, ciertamente —opina Gilbert.
En ese momento, algo dentro de nuestra protagonista se rompió, comenzando a correr.
Bajo la lluvia, Elías corre sin saber a donde dirigirse, el lugar a que alguna vez perteneció y no está más.
—...pero —continúa Gilbert—. ¿Realmente pueden hablar así de un muerto? ¡¿No les da vergüenza?!
Con unas simples palabras, Gilbert calló a todos sus subordinados. Elías corre y corre, hasta que llega a la fuente.
—Fui realmente un estúpido, pensar que quería otra oportunidad para verlos. ¿Por qué tuvo que pasar esto? ¡Maldita sea! —exclama Elías eufórica.
—¿Se encuentra bien? Señorita —pregunta un joven con voz suave.
Es un joven de cabello rubio, ojos azules, una gran sonrisa, cuerpo delgado y bien ejercitado. Trae un chaleco gris, con un camisa manga larga blanca debajo, jeans azules y zapatos cafés.
—Oh, eres tú —comenta Elías con voz suave.
Ya adentro de un carruaje, ambos se mueven hacia el castillo. Elías se está secando con una toalla.
—Entonces ¿Me concederá el honor de saber su lindo nombre? —pregunta el chico misterioso.
Aplicando sus artimañas éste hombre ha logrado seducir a gran cantidad de mujeres alrededor de todo el reino
《Listo. Con esto ya está en mi bolso》piensa el rubio.
—¿Mi nombre? ¿No le reconoces? —pregunta la ahora chica.
《¡¿Cómo?! ¡¿La conozco?! Tiene que ser una broma. No me esperaba éste desarrollo ¡¿Qué hago en ésta situación?!》El chico se toma la barbilla.
—Sigues siendo un perro —comenta Elías.
El hombre frente a Elías es: Jesús de Soleil. Mientras procesa las palabras, el cerebro de Jesús está a punto de explotar.
《Espera. ¿"sigues"? ¿"perro"? ¡No puede ser!》El Soleil menor mira con miedo a la Asmoth.
Armandose con todo el inexistente valor que tiene, para hacerle la pregunta que temen sea la realidad.
—¿Eres Elías? —cuestiona el príncipe.
—Sí —contesta Elías sin ánimos de hablar más—. Pero, no tengo ganas de hablar de lo sucedido así que ¿Podrías no preguntar nada?
—S-Sí —contesta el príncipe.
Ambos se mantienen en silencio hasta llegar al palacio, ingresan por los pasillos bien arreglados y con varios sirvientes esperado su llegada. Entran a la habitación del rey con un silencio incómodo.
Evan se da cuenta de la depresión de Elías, pero, sabiendo que puede empeorarlo, prefiere no indagar en el asunto.
—Con permiso, majestad —La chica pelinegra se retira del cuarto.
—Padre. ¿Qué fue lo que pasó? —cuestiona el príncipe.
—Jesús, ni siquiera él lo sabe. Sólo sabemos que uno de los bosques fue atacado. Aún no hemos averiguado como se las arreglo para ingresar a Soleil —confiesa el rey.
—Dime una última cosa ¿Cuál es su fachada? —pregunta el rubio.
—Tú tía —confiesa Evan.
Jesús se quedó de piedra al oír esas palabras.
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—No lo voy a ver porque esté preocupado sino porque, ¿Porque? Espera ¡¿Cuál es mi excusa?! —exclama el Soleil menor.
Elías sale de la habitación con un pantalón ajustado azul, una camisa verde con mangas amarillas y botas grises.
—¿Chucho? —cuestiona la ahora chica sin mostrar emociones.
《¡Se ve tan linda! ¡Espera! ¡¿Qué estoy diciendo?!》
Jesús se sonroja mientras se alborota el cabello frenéticamente, dejándoselo totalmente alborotado.
—¿Y bien? —cuestiona Elías.
—Ah. ¿T-Te parece si damos una vuelta? —pregunta el chico.
—Oh, bueno —contesta la pelinegra.
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Jesús camina por delante mientras se sostiene el pecho. Trae una camiseta manga larga azul junto unos pantalones verdes.
《¿Qué me está pasando?》Se pregunta Jesús mentalmente.
—¿A dónde vamos? Han pasado 2 semanas desde el incendio así que no he visto la ciudad. ¿Podemos pasear? —cuestiona la chica.
—¿Hm? ¡Oh! ¡S-Sí! —asiente el príncipe.
Ambos caminan por toda la ciudad, sin embargo, Elías parece totalmente ausente, como si algo le estuviera afectando.
Elías y Jesús crecieron juntos. Elías era alguien realmente sorprende, pudiendo hacer más cosas que otros niños jamás podrían, por lo que el príncipe quedaba en ridículo; provocando que el rubio sintiera una gran aversión hacia su hermanastro, pensando que le arrebataria el trono.
Sin embargo, Elías nunca mostró ambición alguna, más bien, siempre ayudaba a Jesús. Explicándole lo difícil y ayudándolo en sus prácticas con espadas.
Al contrario de lo que pensaba, Elías siempre se mantuvo detrás de él, incluso rechazando el trono en varias ocasiones. No quería coronarse, quería coronar a Jesús.
Sin darse cuenta, ambos llegaron al campo de entrenamiento del ejército de Tzar. Elías toma una espada de madera y la lanza a Jesús, mientras toma otra para sí.
—Enfrentame —pide la ahora chica.
—¿Eh? ¡¿Eh?! ¡N-No puedo! ¡Eres una chica! —exclama Jesús.
—¡Defiendete o te dañare! —exclama la pelinegra.
La chica se lanza a la carga con una estocada hacia el estómago del chico. Jesús cierra los ojos esperando el golpe que nunca llegó a doler.
—¿Eh? ¿Por qué? —pregunta el príncipe.
Elías lanza varios ataques que Jesús bloquea con facilidad, pero los ataques no cesan teniendo un ritmo consecutivo.
—¿No duelen? No puede ser —dice el chico.
El príncipe ataca rápidamente con una tajada ascendente, la cual desarma a Elías y la hace caer sentada.
—¿E-Estás bien? —pregunta Jesús preocupado.
—¡No te preocupes por mí! ¡Sigamos! —exclama Elías con decisión.
Pero, sin importar cuantas veces lo intentó, perdió fácilmente ante el príncipe, la pelinegra obtuvo ampollas en las manos que luego sangraron.
—¡Ya detente! ¡¿No ves que sólo te estás lastimando?! ¡¿Qué qu- —Se calló al ver a Elías llorando por primera vez en toda su vida.
—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué de todas las personas tuvo que pasarme esto a mí?! ¡Perdí mi hogar, mi fuerza, y a descubrí que no tengo a nadie! ¡¿Por qué?! ¡Lo odio! ¡Odio haberme convertido en mujer! —exclama la ahora chica.
Jesús se sorprendió de la repentina explosión de Elías, abrazandolo por instinto.
—Yo estoy aquí —dice el chico.
—¿Y qué? S-So-Sólo eres un perro —dice la chica con voz rota.
—Suéltalo nadie lo sabrá —comenta el príncipe sobando la espalda de Elías.
Elías lloró lo que no lloró en toda su vida. La ahora chica camina sonrojada frente a Jesús, quién igualmente está sonrojado.
—¡N-No le digas a nadie! —reclama la pelinegra.
—S-Sí —responde tímidamente el príncipe.
Ambos llegan al palacio e ingresan dentro de él.
To be continued.....
Como agregado y para los que no entiendan el porque de que Elías le diga Perro a Jesús es por lo siguiente:
A los Jesús se les dice Chucho y en ciertas localidades a los perros también les llaman Chucho.
Bueno, muchas gracias por leer mi historia a todos ustedes.
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