Prólogo

—Sebas, levántate llegaremos tarde. —Escuchar su voz mientras me sacude en la cama, no es una buena forma de empezar el día.

—Bruno, todavía no ha sonado la alarma. —Me giro y cubro mi rostro con la almohada.

—Vamos no seas malo. —Siento todo su cuerpo caer sobre el mío. —Le diré a Meli que no te hables más. —Noto su tono de burla.

—Sabes que Meli está de viaje y no debemos molestarla. —Me doy vuelta obligándolo que se bajara de la cama. —Ahora ya me levantaste así que ve a cambiarte, yo haré lo mismo. —Me sonríe y sale corriendo a su cuarto.

No sé en qué momento pasó, pero mi pequeño hermano tiene siete años y hoy es su primer día en la escuela primaria. Su emoción me da felicidad, me tranquiliza saber que está preparado para empezar a relacionarse al cien por ciento con niños de su edad, a pesar de haberlo hecho en el jardín de infantes, ninguno tenía la capacidad de entender nuestra situación y, ahora, será cuando en verdad descubra que tan fuerte es Bruno.

Camino hasta el baño, el sueño aun no me abandona y eso se debe que me quedaban treinta minutos más para dormir, pero esta vez se lo perdono al chiquitín. Salgo al pasillo, todavía con en pijama, y mi hermano pasa corriendo hacia la cocina.

—¿Qué dijimos de correr en el pasillo? —grito.

—¡Perdón! —Escucho su voz ya en la cocina.

Lo veo acercando un banquillo para poder agarrar el polvo de cacao para preparar su leche chocolatada, mientras que yo me sirvo un poco de café y preparo tostadas para los dos.

—¿Listo para hoy? —Le saco la leche de la heladera y la apoyo en a su lado.

—Sí, ya quiero conocer nuevos amigos. —Su sonrisa no desaparece de su rostro.

—Sabes que puedes quedarte si...

—Yo quiero ir, no tengo miedo de lo que pueden llegar a decir —interrumpe. —Yo soy grande y puedo solo. —Se baja con su taza llena de chocolatada.

—Disculpe señor adulto, no fue mi intención molestarlo —bromeo.

—Usted debe ir a trabajar y yo a la escuela. —Me amenaza con una cuchara.

—Usted se está ganando una serie de cosquillas. —Corro atrás de él, pero sus hábiles piernitas son más rápidas. Corrimos unas vueltas a la mesa y la falta de aire me hizo detener. —Está  bien, tú ganas ya no estoy para esto. —Vuelvo a buscar el café y las tostadas.

Terminamos de desayunar, nos alistamos, él para la escuela y yo para el trabajo. El hecho de no estar con él todos los días y volver a la rutina me cuesta un poco, además de que Meli se tuvo que ir y volvemos a quedar los dos solos.

El terminar la universidad y continuar trabajando me dio la oportunidad de ascender, poder adquirir mi primer auto y darle una buena vida a mi hermano. No somos la típica familia, hemos pasados por momentos difíciles durante su crecimiento; sobre todo en tu etapa cuando debía entender por qué nuestros padres no estaban o por qué él no tenía un padre o una madre en respectivos días. Fue duro ver su carita mientras crecía y entendía lo que sucedió, pero me calmo saber que un día lo entendió.

—Sebas. —Sentí que mueven mi brazo. —Sebas, despierta. —Escuché su voz en la oscuridad.

—¿Qué pasó? Es temprano todavía Bruno. —Giré y me encontré con sus ojitos celestes mirándome en la oscuridad de la noche, con la luz de la luna, siendo nuestra única fuente de iluminación.

—Ya entendí todo. —Lo vi, aún es pequeño, sus cinco años de edad se notan.

—¿Qué entendiste, hermanito? —Me corrí dejándolo que subiera a mi lado.

—Mamá y papá no están con nosotros por culpa de esa gente mala. —Se acomodó a bajo en brazo. —Entendí que no es nuestra culpa, que ellos nos amaron; aunque los extrañe, los voy a amar y les voy a tirar besos al cielo para que algún día les llegue a ellos, ¿Les llegan mis besos? —pregunto con su tono leve, lleno de dulzura.

—Claro que sí, hermanito. —Beso su frente con algunas lágrimas en mis mejillas, con su corta edad comprendió que no es nuestra culpa que estemos sin ellos, que hay personas en el mundo que solo buscan dañarte.

Desde aquella noche, el veía las cosas con otra mirada, una parte de él dejó de ser un simple niño para comprender que existen dolores que ni siquiera un adulto podría soportar, como lo es perder a tus padres.

Llegamos a la puerta de la escuela, muchos padres están despidiéndose de sus hijos y, es hora, de que yo me despida de mi hermano por un par de horas. Bajamos del auto, pero antes le tome una foto con mi móvil para enviarle a Meli, sé que le gustaría estar en este momento.

—¿Puedo entrar? —pregunta acomodando su mochila. Extiendo mi mano, tomo la de él y caminamos hacia la entrada.

—Cualquier cosa estaré atento al teléfono por si pasa algo. —Acaricio su cabello.

—Estaré bien, nos vemos a la salida. —Me da un beso en la mejilla y sale corriendo a un largo pasillo, con distintas puertas a sus costados. Ahí va mi vida entera, corriendo a conocer nuevas personas y enfrentar el mundo sin mi protección.

Parado en un semáforo, reviso mi celular esperando ver un mensaje de ella, desde que se fue no tuve noticias, lo único que espero es que esté bien y vuelva pronto.

—Buenos días, Sebastián —saluda la recepcionista.

—Buenos días, Sofía. —Me dirijo al ascensor y marco mi destino.

Al salir, mi compañera de años me recibe como todas las mañanas.

—Buenos días señor arquitecto —bromea. —¿Cómo fue tener que dejarlo en su primer día de escuela?

—No te voy a mentir, me hubiese gustado poder estar con él un poco más. —Caminamos a la oficina.

—A todos nos gustaría poder estar todo el tiempo con nuestros hijos, pero a veces no se puede. —Ame ha encontrado la felicidad junto a su esposo y, ahora, esperan su primera hija.

—Eso lo dices porque aún no la tienes en brazos. —Miro su panza y me río. —¿Hoy que debemos hacer?

—Todavía falta terminar el plano para la compañía de telefonía y organizar la reunión con los obreros. —Observa su agenda.

—Bien, entonces me pondré a terminar los planos para que ya quede todo organizado. —Me siento en mi sillón.

—Muy bien, cualquier cosa me llames. —Señala el teléfono y se marcha de mi oficina.

Paso toda la tarde armando y arreglando detalles del nuevo proyecto que tiene la empresa. Desde subí de puesto, las cosas mejoraron, pudimos cerrar muchos planes a futuro y crecimos mundialmente. Pero no subí solo, Amelie se convirtió en mi secretaria y ahora está más metida en el mundo de la arquitectura, aunque sea desde el lado administrativo.

Todo era listo, y la hora para retirar a mi hermano se acerca, así que es hora de dar los últimos detalles y retirarme.

—¿Cómo estuvo tu día? —pregunto mientras abrocha su cinturón.

—¡Estuvo genial! —grita. —Vimos muchos números, distintos animales y leímos un cuento —habla sin hacer pausa.

Río. —Me alegro que te haya gustado. —Arranco el auto. —¿Tienes tarea?

—Sí, tengo que hacer cuentas matemáticas. —Saca su cuaderno y, durante el viaje, hacemos la tarea.

—Vamos a dormir que mañana hay que levantarnos temprano. —Acomodo sus frazadas para que se acueste.

—Sebas, ¿Cuándo va a volver Meli? —pregunta mientras toma a señor Tommo.

—No lo sé Bruno, ella dijo que, cuando estuviera lista, volvería. —Beso su frente. —Si habló con ella, le diré que la extrañas, ¿Sí? —Afirma con su cabeza y se acomoda.

—Buenas noches, hermano. —Me mira.

—Buenas noches, hermanito. —Apago la luz, cierro la puerta, pero no del todo, a pesar de ser un pequeño valiente su miedo a la oscuridad no desaparece.

Camino a mi cuarto, es hora de que descanse. Volver a la rutina y, acostumbrarme a que ahora Bruno tendrá su rutina me llevará tiempo, sin embargo, esto no será complicado lo único me hubiese gustado contar con el apoyo de ella, pero ahora ella necesita su espacio y lo respeto.

Apago todas las luces, menos la del pasillo; me acuesto y me relajo, pensando en lo bueno que es ver verlo crecer y agradezco poder compartir sus días. Tanto pensar provoca que mis párpados se cierren y el sueño ganara la batalla interna de mi cuerpo.


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¡Hey! Hola ¿cómo están? Si están leyendo esto GRACIAS por volver a confiar en mí y continuar con esta hermosa historia.

A partir de ahora, comenzaré a publicar esta historia y, al igual que con el libro anterior, publicaré un capítulo todos los días, si nada se interpone jajaja

Espero que este primer capítulo, les guste tanto y les de ánimos a seguir este nuevo libro. Les quiero recordar que contamos con dos grupos de lectura, uno en Facebook y otro en WhatsApp, todos son bienvenidos. Les dejo el banner con la información.

Sin más nada que decirles, bienvenidos a esta segunda parte y les mando un besos desde Argentina

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