Capítulo 8
Despertar un día común, siempre es normal y rutinario, pero hay un solo día en el año en el que levantarme, se vuelve difícil y doloroso.
Aquella fecha no creí que los perdería, en realidad, nunca lo pensé, pero las vueltas de la vida me hicieron caer en la realidad de que ellos no estarían y por eso, me duele tener que levantarme para ir a visitarlos en el aniversario de sus partidas. El primer año fue el peor, lloré todo el día y no quería ver a nadie, el segundo fue algo parecido, pero más leve, sin embargo, ahora en su séptimo aniversario despertarme es doloroso, pero he aprendido a vivir sin ellos, pero siguen vivos en mis recuerdos.
Como le dije a Bruno, hoy no asistirá a la escuela y eso lo cumpliré, Meli me observa mientras estoy mirando la pared, sentado en nuestra cama. Ella más que nadie sabe lo difícil que es para mí esta fecha, pero también ha sido la protagonista en ayudarme a salir del encierro que me provoca el aniversario del fallecimiento de mis padres.
—Buenos días, mi amor —dice con dulzura apoyando su cabeza en mi brazo.
—Hola hermosa. —Giro y le doy un beso en la frente. —¿Cómo has dormido?
—Bien, ¿Tú has podido dormir? —Se sienta y acomoda su mentón en mi hombro.
—Sí, gran parte de la noche pude, pero me he levantado antes de que suene el despertador. —Le doy un corto beso en sus labios. —Iré a preparar el desayuno, tú tienes que ir a trabajar.
—¿Estás seguro que te encuentras bien? ¿No prefieres que diga que estoy enferma y me quedo con ustedes? —pregunta sosteniendo mi mano, evitando que me marche de su lado.
—No permitiría eso, preciosa, tienes que ir a trabajar y yo debo ir a verlos con mi hermano, es lo que corresponde. —Le regalo una sonrisa antes de marcharme a la cocina.
Al pasar por el cuarto de mi hermano, lo observé y está profundamente dormido, como si no tuviera idea de lo que pasa y creo que no lo sabe, por eso prefiero que este día lo pasemos los dos. Hoy será la primera vez, en varios años, que vuelvo a ir al cementerio con él, la única vez que lo hice fue para su primer año y desde ese día, lo seguí haciendo solo.
Desayunamos a sola con Meli, los problemas que habíamos tenido con la carta desaparecieron, al igual que el misterioso remitente de ella, ya que solo fue esa carta y no hubo nuevas señales. Supongo que habrá sido alguna broma, de mal gusto, pero en fin sólo fue una sola vez y espero que no vuelva a ocurrir.
—Cualquier cosa tendré el móvil prendido —dice antes de marcharse.
—Te tendré al tanto de todo. —Beso sus labios y nos despedimos.
Mientras ordeno la cocina y preparo el desayuno para Bruno, Coni y Hope aparecen para hacerme compañía, ambos se sientan atrás mío y me observan.
—¿Qué ocurre compañeros? ¿Quieren salir? —Noto su afirmación por el entusiasmo que expresan al escuchar la pregunta.
Les coloco sus correas y marchamos para la calle. Es un día gris, el invierno no se hace esperar, sin embargo, el sol trata de asomar sus rayos entre las nubes.
—¿Sebastián? —Escucho una voz femenina atrás mío.
—¡Sofía! Que gusto verte por aquí. —La recepcionista de la empresa se encuentra frente mío. —¿No debería estar en el trabajo? —preguntó al percatarme de la hora.
—Sí, me he quedado dormida y aquí me vez, tratando de llegar a tiempo. —Se ríe algo nervioso. —¿Tú no deberías estar allí también?
—Hoy me tomé el día libre, debo hacer algunas cosas con mi hermano. —Arrugo la nariz tratando de disimular mi mal estar. —¿Quieres que te lleve en mi auto? Me cambio y puedo...
—De ninguna manera —interrumpe. —Es tu día libre no debes preocuparte por mí, mejor me voy antes de llegar más tarde. —Nos saludamos y observo cómo se marcha con pasos largos y rápidos. Aquella muchacha siempre fue muy simpática y ahora lo confirmo.
Vuelvo a mi casa y me llevo una grata sorpresa.
—¿Dónde estabas? —pregunta Bruno con su pijama de Superman y el señor Tommo en su mano.
—Estaba afuera con Hope y Coni, hermanito. —Les saco la correa a las mascotas y me acerco a él. —¿Cómo dormiste? —pregunto bajando a su altura.
—Bien, pero quiero seguir durmiendo. —Un gran bostezo confirma lo que dijo.
—Pero ya es tarde Bruno y tenemos que hacer algo muy importante hoy. —Acaricio su pelo y lo tomo en mis brazos para llevarlo a la cocina. —¿Quieres que te prepare algo especial para desayunar? —Niega sin decir ninguna palabra y se acomoda en mi hombro.
Lo dejo en la silla y preparo su desayuno, debo decirle el motivo por el cual hoy no asistirá a la escuela porque estoy seguro que no recuerda que hoy es el aniversario de nuestros padres.
—Sebas, ¿Qué vamos a hacer hoy? —Me río por la pregunta ya que justo yo estaba por contarle el motivo.
—Hoy es un día un poco especial, hermanito. —Dejo un tazón con cereales y otro con leche de vainilla caliente. —Iremos a visitar a dos personas que nos aman mucho.
—¿A quiénes? —Se queda mirándome fijo con el ceño fruncido.
—Hoy hace siete años que nuestros padres no están con nosotros, Bruno. —Estiro mi brazo para agarrar su mano. —Vamos a ir a visitarlos, ¿Sí?
—Sí, me gustaría ir a verlos —dice con tranquilidad y continúa desayunando. Su estado de ánimo hace que mis miedos desaparezcan porque existía la posibilidad de que no quisiera acompañarme.
—Bueno, entonces termina de desayunar que yo iré a cambiarme. —Me levanto con rapidez para que no perdamos tiempo.
—¿Estás listo? —pregunto estacionando cerca del cementerio.
—Sí, yo siempre quise venir a verlos, pero tú no me traías nunca. —Levanta sus hombros.
—No lo hice porque no sabía si estabas listo Bruno, no fue porque no quería. —Acomodo mi brazo en mi asiento para girar y verlo sentado en los asientos traseros. —¿Vamos? —Sonrío.
Bajamos del auto y caminamos la larga calle que rodea al parque. Cualquiera que pasaría por aquí le gustaría pasar el día junto a su familia, pero los que tenemos a alguien especial, sabemos que este lugar es para que las personas visiten a sus familiares. El hecho de que el cementerio parezca un simple parque, me hacen las cosas más fáciles ya que Bruno no se asustará.
—¿Dónde están? —Agarrado de mi mano, levanta su cabeza como si los estuviera buscando.
—Tenemos que caminar un poco por este camino. —De la mano, caminamos sin prisa.
Algunas personas se encuentran frente a sus familiares o amigos, sea quien sea que se encuentre. Una señora nos sonríe a lo lejos, yo la conozco, es la encargada de cuidar las lápidas de toda la gente que está aquí; la saluda y seguimos nuestro camino, siento lo ansioso que está mi hermano al verlo observar para todos los lados, a medida que avanzamos.
—Llegamos hermanito. —Nos páramos frente a dos lapidas de mármol, apoyadas en el verde pasto. Se acerca con cuidado, lee lo que dice y vuelve a mi lado.
—¿Están ahí? —Levanta su cabeza para mirarme.
—Sí, están aquí. —Me acerco y me siento frente a ellos. —Ven, no pasará nada. —Se queda parado a mi lado y yo lo abrazo por su pequeña cintura.
—¿Ellos me querían? —Giro a verlo, tiene su mirada fija en el piso.
—Claro que si, te amaban muchísimo, ¿Por qué preguntas eso?
—Es que hay muchos padres que no quieren a sus hijos y pensé que ellos tampoco lo hicieron. —Me mira, sus ojitos celestes tienen un brillo especial, el mismo que tenía mi madre.
—Ellos te amaban y lo siguen haciendo, a pesar de que no los veamos, están con nosotros cuidándonos y acompañándonos todos los días, ¿Sí? —Estiro mis brazos para abrazarlos.
Nos quedamos un rato más, le conté algunas anécdotas de antes de que él naciera y lo lindo que fue enterarme que tendría un hermano menor. El ambiente se tornó tranquilo y cómodo, como si estuviéramos en familia.
Durante el día, decidí que era bueno llevar a Bruno a comer afuera, un pequeño restaurante que se encuentra en el centro de la ciudad. El horario del mediodía es tranquilo, sin embargo, el tránsito se escucha pasar. Pasar este día completo con Bruno es la mejor decisión que he tomado este mes, sin duda a los dos nos hacía falta tener un tiempo de hermanos y se nota en nuestro rostro.
—¿Cómo estuvieron mis amores? —Nos pregunta Meli dejando su cartera en el sillón.
—¡Bien! —responde con alegría. —Sebas me llevo a comer una hamburguesa aaaasssiiii de grande. —Abre sus brazos lo más que puede. —Y después comimos un helado. —Se para en el sillón y la abraza.
—Pero hace frío para comer helado. —Me mira en forma de regaño.
—No hay época del año para comer helado —bromeo.
—Iré a darme una ducha. —Besa la frente de Bruno. —Ustedes preparen la cena.
—¿Y para mí no hay un beso? —Me giro para verla y me tira un beso. —Ya escuchaste a la dama, debemos cocinar.
—No, yo me iré a mi cuarto a jugar con Coni, tú cocinarás solo. —Se burla y sale corriendo, con su perrita tras él.
—¿¡Acaso nadie me ayudará en esta casa!? —grito entre risas.
—¡NO! —mi novia y mi hermano gritan a unísono desde sus habitaciones.
Me río de la situación y me marcho a la cocina, no me queda otra que cocinar con la compañía de Hope. No es difícil saber que preparar, cuando ya tienes la salsa boloñesa lista y lo único que hace falta son unos ricos spaghetties. A los pocos minutos, Meli aparece a mi lado, con su pijama y una toalla envolviendo su pelo, me da un beso de esos que tanto me gustan.
—Creí que nunca me saludarías. —La abrazo por la cintura.
—Después de un día duro de trabajo, nada mejor que estar en los brazos de mi hermoso novio. —Sonríe y volvemos a unir nuestros labios. —¿Cómo les fue?
—Muy bien, nos hizo bastante bien poder estar un día los dos solos y la verdad, reaccionó mejor de lo que esperaba cuando estuvimos allí.
—Él ya es un pequeño niño grande y entiende las cosas, sabe dónde están sus padres y lo acepta, al igual que tú. —Acaricia mi nuca.
—Por eso eres la mejor. —Beso su mejilla. —Ahora busca a Bruno que la comida ya está lista.
Meli y Bruno llegan a la cocina, se acomodan en la mesa y yo les sirvo el plato de cocinada a cada uno. Compartir la cena con las dos personas que más amo es mi parte favorita del día porque me siento acompañado y en familia.
Ellos dos son mi vida, haría lo que fuera por verlos felicidad, si las consecuencias serían perder la mía. Ya perdí a mis padres, a mis guías desde que tengo conciencia, no dejaré que nadie me quite a mi familia, una vez más.
- - -
¡Hola bellezas! ¿Cómo están?
Les quiero contar que estoy preparando una sorpresa para ustedes, se las iré contando más adelante lo único que espero es que les guste y les pueda devolver un poco de todo el cariño que ustedes le dan a esta novela.
El capítulo de hoy, me gustó poder transmitir un poco de la hermandad de Sebas y Bruno, y lo duro que puede ser para ellos ir a visitar a sus padres a un cementerio. El amor de ellos sin duda es una parte fuerte de la historia.
Espero que les guste, que pueda seguir transmitiendo sentimientos con mis palabras y la historia. Si de verdad creen que lo merece, espero un comentario y/o voto. Además, recordarles que tenemos un grupo en Facebook y otro en WhatsApp, les dejo el banner con toda la información.
Sin más nada que decirles, les deseo que tengan un lindo día y mandarles un abrazo gigante desde Argentina.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top