Capítulo 20
Me despido lo más rápido que puedo de mi hermano, necesito entrar y hablar con mis amigos. Ellos no me van a creer. Corro por el pasillo hasta que llego a mi aula, y veo que solo Bella está en su lugar.
—¡Bruno! —grita. —¿Cómo estuvo el fin de semana? —Me siento a su lado.
—Quiero que ya llegue Tomi quiero contarles algo —digo con entusiasmo.
—¿Adoptaste otro perrito? ¿Meli esta embaraza?
—¡¿QUÉ?! No, no es nada de eso. —Apoyo mi cara en la mesa. —Es algo genial.
—¿Qué es genial? —interrumpe.
—Conocí a una chica que es muy linda —digo con algo de vergüenza. —Su nombre es Eva y viene de Inglaterra.
—¿Y cómo la has conocido? No me digas que este fin de semana te fuiste hasta allá y volviste porque esa no te la creo. —Se burla mi amigo.
—Claro que no tonto —bufo con algo de molestia. —Es la hija de un amigo de Sebas que al parecer se conocen desde que son pequeños y él es de allí.
—Me dieron ganas de conocerlo dicen que los ingleses tienen un acento extraño al hablar español —habla Bella.
Continuamos hablando sobre distintas cosas hasta que la maestra entra y debemos empezar la clase. Mi mañana se está pasando rápida, el tema que estamos viendo en historia es interesante y, aunque mi amigo se esté quejando que no entiende nada, trato de prestar atención.
—Bien chicos, pueden salir. —Todos salimos al pasillo para dirigirnos hacía el patio donde tenemos nuestro recreo, pero dos personas sentadas en las sillas afuera de la dirección llaman mi atención.
—¡Will! —Corro hasta él mientras mis amigos me gritando que los espere. —Eva que bueno es verte otra vez. —La saludo con un beso en la mejilla.
—Hola Bruno —contesta agachando su cabeza sonrojada.
—¿Cómo estás campeón? —Chocamos los cinco.
—¿Vienen a anotar a Eva? —pregunto con entusiasmo.
—Así es, estamos esperando que nos atiendan. —Sonríe. —¿Ellos son tus amigos?
Giro mi cabeza y observo a mis amigos parados a cada lado. Bella tiene una sonrisa y Tomi una mirada curiosa. —Sí, ellos son Bella y Tomi, espero que podamos ser amigos los cuatro —digo observándola a ella.
—A mí me gustaría —contesta sonriendo mostrando un hoyuelo.
—¡Que bueno! —grita a mi espalda y se acerca a ella. —A veces es muy aburrido ser la única chica entre estos dos. Soy Isabella, pero me dicen Bella. —Extiende su mano hacia William.
—Un gusto Bella, soy William, pero me dicen Will. —Imita el gesto de mi amiga.
—Su acento es genial. —Lo mira con fascinación.
—¿Señor Tomberlake? —Escuchamos la voz de nuestra directora. —Niños, ¿qué hacen aquí?
—Solo estábamos hablando con Will y Eva, él es amigo de mi hermano. —Sonrío con inocencia.
—Regresen al patio trasero, el recreo terminará en unos minutos y no creo que quieran perdérselo. —Los tres afirmamos con la cabeza, nos despedimos y nos marchamos.
—Ahora entiendo porque dijiste que Eva era linda.
—Espero que entre, en verdad me gustaría tener una amiga en el grupo.
Los tres estamos de acuerdo con que Eva entre o no al colegio, sería parte de nuestro grupo de amigos porque si había algo que aprendimos es que nadie sería excluido de estar con nosotros si lo quisiera.
Las horas pasan. En el segundo descanso no volvimos a ver al amigo de mi hermano y a su hija, por lo que supusimos que ya se habían marchado. Las clases continúan y por fin es la hora de marcharnos. Guardamos todas nuestras cosas y nos dirigimos hacia la salida. Aún no estaban ninguno de los adultos que nos deberían venir a buscar, así que nos hacemos a un lado esperando a que llegarán.
—¿Bruno? —Esa voz. Busco la mirada con desesperación de mis compañeros frente a mí, y en la de ellos vi reflejado el sentimiento que estoy sintiendo, miedo. Me giro con sumo cuidado y lentitud porque no quiero problemas, no otra vez.
—Erick —digo en un susurro.
—Tranquilos no vengo a buscar pelea, por favor solo escúchenme. —Noto algo de súplica en su voz y ¿miedo? ¿Acaso Erick tiene miedo? —Necesito que me ayuden por favor. —Mis ojos se abrieron en señal de sorpresa. Analizo su expresión, me doy cuenta que en verdad tiene miedo y ¿su labio está lastimado? Sí, lo tiene lastimado a igual que su ceja.
—¿Por qué deberíamos ayudarte? Tú has molestado a Bruno todo este tiempo, hasta lo golpeaste. —La voz de Tomi se escucha a mi espalda.
—No queremos saber nada de ti y, por lo que sé, no deberías estar cerca de la escuela y mucho menos de nosotros. —Toma mi muñeca y tira de ella para alejarme del chico lastimado.
—Sé que los lastime en especial a ti Bruno. —Fija su mirada en mí. —Pero entendí que todo fue mi culpa, que lo único que hacía era tratar de ocultar todo lo malo que me sucede en mi casa. Por favor, créanme necesito ayuda, tengo miedo, no me siento seguro en casa, yo... e-en ver-verdad n-no sé con quien ha-hablar. —Hipa tratando de no llorar.
—Vinieron a buscarnos —susurra Bella.
—Este es el número de mi celular en verdad no sé qué más hacer. —Agarro el papel con desconfianza. —Llámame y te explicaré todo.
No deja que ninguno le contestemos nada, sale corriendo hacia donde su bicicleta esta y se marcha. Dejando en mí demasiadas dudas y con algunos miedos del pasado tratando de aparecer.
***
—¿Me estás diciendo que le próximo viernes saldrán? —pregunto confundido luego de que mi alterado secretario entrará sin ningún permiso y comenzará a parlotear sobre mi amigo.
—¡Sí!
—¿Por qué usas el celular en horario de trabajo? —Levanto una ceja.
Su rostro cambia preocupación. —¡Sebastián! Perdón, no debería haberlo usado, ¿cómo pude ser tan irresponsable? Perdona, en verdad no volverá a pasar, te lo juro si quieres descontarme...
—Tranquilo compañero, respira un poco —digo pasándole un vaso con agua. —Toma un poco creí que te morirías de un ataque de nervios.
—Lo siento. —Acepta el vaso. —Es que tienes razón, no debería usar el celular.
—No te preocupes Ton, yo solo te lo digo como un amigo, sabes que yo no tengo problema mientras no descuides tu puesto, pero si llega a pasar alguno de nuestros jefes no creo que lo entienda como yo. —Él asiente con la cabeza. —Ahora dime, ¿ya te dijo a donde te llevará? —Me acomodo en mi sillón con una sonrisa juguetona. Sin embargo, Gastón no tuvo tiempo de contestar porque alguien golpea mi puerta.
—Adelante. —Vuelvo a acomodarme.
—Señor García llego correspondencia para usted. —La joven recepcionista de la planta baja se acerca a nosotros. —Trate de comunicarme son su asistente, pero ahora entiendo porque nadie atendía. —Saluda al chico frente a mí con un movimiento de cabeza.
—¿Quién lo envía? —Tomo el gran sobre marrón.
—No dijeron, fue enviado por mensajería privada.
—Gracias Sofía, puedes retirarte. —Nos saluda y se marcha.
—Tú crees que es.
—Ahora mismo lo averiguaremos.
Abro el sobre y saco, no solo un papel, sino que también, varias fotos en donde estamos Meli y yo en el supermercado la semana pasada.
—No puede ser. —Una presión en el pecho me impide continuar hablando. Terror, miedo es lo que siento en este momento y me encuentro paralizado viendo todas las imágenes sobre mi escritorio que no soy capaz de agarrar la carta y leerla.
—Yo la leeré. —Despliega el papel y comienza.
"Mi querido Sebastián:
¿Me has extrañado? Porque en verdad yo sí. Sabes que feo es salir a comprar y toparme con aquella imagen. Verte feliz en los brazos de otra persona que no soy yo, ¿lo sabes? No claro que no. Ojalá te dieras cuenta de mi presencia, estoy tan cerca pero claro, tú prefieres a la insulsa de Melanie. Sin embargo, estoy segura de que pronto ustedes terminaran dudo que ella pueda aguantar lo que se está por venir.
Nos veremos pronto mi querido."
Estoy sintiendo como todo a mi alrededor se hace cada vez más pequeño, las paredes están cada vez más cerca de mí. No puedo respirar, un dolor en el pecho me lo impide. Necesito salir de aquí, necesito aire. ¿Por qué todo da vueltas de repente? ¿Qué es aquel susurro que escucho? Mis manos están frías, no dejo de temblar. ¿Qué me pasa?
—Sebas, mírame y respira conmigo. —Unos ojos verdes me están mirando.
—¿Gastón? —pregunto casi en un susurro.
—Sí, soy yo, Sebas préstame atención. —Toma mi rostro en sus manos. —Mírame y respira conmigo, vamos compañero sé que tú puedes.
Hago lo que él me pidió y respiro tratando de seguir su ritmo. Siento como las pulsaciones de mi corazón vuelven a la normalidad. ¿En qué momento se aceleraron? El aire fluye por mis pulmones con más facilidad y el temblor desaparece de mi cuerpo.
—¿Qué paso? —Me acomodo en mi sillón tratando de recuperar los recuerdos de lo que sucedió hace unos instantes.
—Tuviste un ataque de pánico, creí que te desmayarías. —Noto la preocupación en su rostro, sé que quiere preguntarme algo.
—Llama a Acuña, dile que lo espero en mi casa a penas salga de trabajar y también a Ana, dile si puede ir a retirar a mi hermano a la escuela. —Él simplemente asiente y sale mi oficina.
Solo queda una hora para que mi turno termine, tengo que acabar de acomodar algunos papeles para poder dar por finalizado todo, lo único que espero es por concentrarme.
—Necesito que hagas todo lo que este a tu alcance para encontrar al responsable detrás de todo esto. —Camino de un lado a otro. —Y si es necesario más.
—Hijo tranquilízate, ya hemos estado en una situación así y hemos descubierto a los responsables.
—Lo sé, solo es que tengo miedo. —Me siento en una de las sillas de la cocina. —¿Y si le pasa algo a Melanie?
—Tranquilo no le pasará nada a nadie. —Se pone de pie. —¿Estás son todas las cartas? —Afirmo. —Con todo lo que tengo me pondré a averiguar y posiblemente me veas por tu trabajo, voy a necesitar las grabaciones de las cámaras de seguridad.
—Gracias, en verdad estoy aterrado y no quiero que Meli me vea en este estado, ella la está pasando bastante mal también con el tema de sus padres. —Hago una mueca de disgusto.
—Tú quédate tranquilo que cuando sepa algo te llamaré. —Caminamos hasta la entrada y, antes de que llegáramos, esta se abre.
—Hola muchachos. —Saluda Ana llegando con Bruno.
—Hola Sebas. —Me agacho para recibirlo en mis brazos. —¿Por qué no fuiste a buscarme? —Lo escucho decir contra mi hombro.
—Tenía que arreglar unos asuntos con Cesar, pero mañana iré por ti. —Beso su cabeza.
—Yo los dejó, cualquier cosa que ocurra, no dudes en llamarme. —Los tres nos despedimos del oficial.
—Vamos prepararé algo de almorzar mientras esperamos a Meli —digo.
—¿Estás segura de esto? —pregunto estacionando el auto.
—Sinceramente no, pero debo hacerlo, al fin y al cabo, son la única familia que conozco —dice con una mueca de molestia en sus labios.
—Me tendrás a tu lado pase lo que pase. —La miro fijo.
—Por eso te amo. —Besa mis labios de forma sutil. —Vamos, hagamos esto rápido.
Salimos y nos dirigimos a la antigua casa de mi novia. Pude ver su nerviosismo mientras tocamos el timbre, agarro mu mano para darle mi apoyo. Una señora con algunas canas nos abre.
—Cora —digo observándola. Tiene un poco más de arrugas desde la última vez que la vi.
—Sebastián, veo que aún continúan juntos. —Posa sus ojos en la persona que alguna vez llamo hija.
—Gracias por venir.
—Hagamos esto rápido por favor, tenemos cosas que hacer y sinceramente no estoy tan cómoda viniendo a verte. —Aquellas palabras no solo me sorprendieron a mí, sino que también, a la mujer.
Dentro de la casa, observamos que una joven de aproximadamente nuestra edad está en el sillón. Cabello prácticamente negro, ojos grises y facciones definidas y delicadas, definitivamente pertenecía a la alta sociedad.
—Supongo que tú eres Melanie. —Habla poniéndose de pie. Los tacones que lleva puestos la hacen estar cerca de mi altura. Se acerca a nosotros y extiende su mano. —Soy Mariana hija legitima de Oscar. —Su sonrisa no es para nada amigable. —¿Y tú? —Ahora su sonrisa es coqueta.
—Sebastián, el prometido de Melanie. —Abrazo la cintura de Melanie en señal de que no estoy interesado en su coquetería.
—Por favor, tomemos asiento. —La dueña de casa nos hace seña a los respectivos sillones.
Los tres hacemos lo que nos indica.
—Seré breve, sé que ninguna de las dos quiere estar aquí. —Por primera vez, observo que ambas se miran. —Alejandro está enfermo, tanto que hizo un testamento que ustedes dos deben revisar y firmar.
—¿No entiendo por qué tiene que hacer esto usted y no mi madre?
—Yo ni siquiera soy su hija biológica.
—Tu madre no quería que Melanie sepa de todo esto, lo cual legalmente no se puede o tu parte de la herencia sería removida. Y, a pesar de no ser nuestra hija biológica, lo sigues siendo por ley. Además, de que aún te tenemos cariños.
—Cariño, si claro. —Rueda los ojos y se apoya en mi hombro.
La mujer bufa con molestia. —Por favor, lean esto firmen y no nos tendremos que ver nunca más las caras.
Las dos tiene una hija frente a ellas, trato de ver que es lo que dice, pero no puedo comprender casi nada.
—¡¿La casa!? ¡Esta bastarda se quedará con la casa! —grita con enojo.
—¿Yo bastarda? Te recuerdo que la segunda familia eres tú. —Una vena comienza a hincharse en su cuello.
—¡Al menos mis padres si me quieren! No como los tuyos que te dejaron abandonada en un orfanato.
—Será mejor que te calmes. —Le advierto.
—Tú te quedas con la empresa y con todos sus bienes excepto la casa, no sé qué tanto te quejas. —Apoya el papel sobre la mesa del medio, toma un bolígrafo y firma. —¿Debo firmar ambos papeles? —pregunta directamente a Cora, ella solo afirma. Estira un poco su cuerpo y le arranca el otro papel de las manos a Mariana. —Listo, no quiero saber nada más de ninguna de las dos. —Se pone de pie y yo imito su acción.
Camino a la puerta, se detiene y se gira a mirar a aquellas dos mujeres que se encuentran estáticas.
—Puede que mis padres biológicos me hayan abandonado y que ahora los adoptivos no me quieran, pero Alejandro nunca ha faltado a ninguna fiesta, ningún cumpleaños y siempre ha estado bajo este techo todos los días. ¿Sabes por qué? Porque a pesar de todos los problemas está era su familia, la que siempre estuvo con él en cada momento. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? Que tú solo eras la segunda, porque seguramente a ti te decían que estaba en el trabajo o en algún viaje para justificar su ausencia, cuando la realidad era otra. —Tomo su cintura. —Yo no tendré padres, pero tuve una familia, algo que tú nunca sabrás lo que es. —Sin dejar que contestaran abre la puerta y nos marchamos.
Dentro del auto no dice nada, su mirada está perdida en algún punto del paisaje.
—¿Preciosa? —susurro acariciando su cabello con mi mano libre. Y eso fue lo que necesito para romper en llanto. Busco un lugar cercano para estacionar y poder consolarla. —Ven aquí. —Quito su cinturón de seguridad y la coloco sobre mis piernas. —Todo va a estar bien, mi amor.
Acaricio su espalda, dejo que llore todo lo que necesite. Luego de unos minutos, todo dentro del auto es silencio. Bajo un poco mi mirada y la veo jugando con uno de los botones de mi camisa.
—¿Qué pasa, amor? —pregunto con suavidad.
—Solo no me dejes sola en todo esto, no soportaría tener que volver a enfrentar todo mi pasado sin nadie que me ayude a levantarme. —Su voz es un simple susurro.
—Nunca más estarás sola Meli, no solo me tienes a mí, está Bruno, Ana, Amelie y te diría que hasta podríamos incluir a Will y a Gastón. —Beso su cabeza y escucho como una pequeña risa sale de sus labios por lo último que dije. —Ahora nosotros somos tu familia y eso nadie lo va a cambiar.
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Creo que el drama de este capítulo compensa que haya desaparecido un tiempito jajaja
¿Cómo están bellezas? Espero que estén muy bien. ¿Qué les pareció el capítulo? Quiero leer sus opiniones a cerca de la nueva actitud de Erick y sobre la hermanastra de Meli. Los estaré leyendo.
Quiero recordarles que tenemos un grupo den Facebook y una página en Instagram:
*Grupo de Facebook: Debi Caceres Wattpad Oficial
*Página de Instagram: Debicwattpad
En ambas estoy subiendo e informando cualquier cosa que ocurra.
Como siempre les digo, GRACIAS por todo el apoyo, sin duda nada de esto no sería posible sin ustedes. Cada uno de ustedes tiene un pedacito de mi corazón. Nos vemos en el próximo capítulo que, si mi imaginación quiere, será pronto.
Los adoro, un beso desde Argentina ♥
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