Capítulo 18

El transcurso de la semana se podría decir que había sido tranquilo. Mi hermano, poco a poco, está volviendo a ser el de antes y cuando sucede algo o no se siente bien, nos cuenta y tratamos de ayudarlo.

Melanie contrató al detective Acuña para que averiguara quién es la persona que está detrás de las cartas misteriosas. A pesar de que le dijera que olvidemos el tema, ella prefiere que, por seguridad mía y la de nuestra familia, sepamos de quién se trata para tomar las medidas necesarias.

—Le repito que si no tiene una cita prevista no puede ingresar a ver al señor García. —La elevada voz de mi asistente provoca que mi atención se disperse de los papeles que están sobre mi escritorio.

—Y yo te vuelvo a decir que él es mi viejo amigo y no va a tener problemas en atenderme, ojitos verdes. —La chillona voz y aquel acento en particular me hace recordar a alguien.

—No puede ser que sea él —susurro y me pongo de pie para poder ir hasta donde está el vestíbulo de Gastón.

—Por décima vez señor le digo...—Ambos me miran—Sebastián, perdón si levante la voz, pero el hombre aquí presente no entiende que no puede verte sin una cita previa.

—Y yo quiero hacerle entender a este hermoso muchacho que yo soy un viejo amigo tuyo. —Habían pasado unos cuantos años desde la última vez que lo vi, pero sigue siendo el mismo que recuerdo. —Además de que me gustaría invitarlo a cenar, no a mi amigo, sino a ti. —Se apoya sobre el escritorio y le guiña el ojo al más joven haciendo que se ruborice.

—Deja a Gastón tranquilo, Will —digo aguantando la risa. —Vamos a mi oficina y Ton, ¿puedes traernos una taza de café y una de té? Por favor.

El joven asiente con la cabeza y se marcha mirando a cualquier lado menos a mi amigo, pero este no le importo eso y lo sigue con la mirada hasta que desaparece en el bufet.

—Quiero su número de celular.

—Deja de molestar a Gastón y entremos. —Golpeo su hombro para que me acompañe dentro de mi oficina.

—Créeme cuando te digo que nunca había conocido a alguien tan lindo como él. —Detiene su hablar y observa todo a su alrededor. —Mira que te ha ido bien, está oficina podría ser prácticamente el del propio gerente, un momento... —Toma asiento. —No eres el gerente, ¿o sí?

—Claro que no Will. —Río por su comentario. —Hay una larga fila de jefes sobre mi cabeza.

—Seguramente tú podrías mandarlos a todos esos —bromea. —Y, ¿cómo ha estado todo en mi larga ausencia? Extrañe tanto las comidas de tu madre, créeme allá en Londres no hacen nada comparado a lo que Estefanía cocina.

—Yo también extraño las comidas de mamá —digo con melancolía, pero trato de sonreír. —Mis padres fallecieron en un accidente Will —digo con calma.

—¡¿QUÉ?! —Las facciones de su rostro muestran sorpresa, y no lo culpo, él conoció por años a mis padres. —No lo puedo creer. —Apoya su mano en el mentón. —¿Cómo pasó?

—Es una larga historia, pero digamos que fue un accidente automovilístico. —Me acomodo en mi sillón. —Sin embargo, habrá tiempo para que hablemos de eso, ahora cuenta. —Inclino mi cuerpo para adelante para escucharlo. —¿Cuándo volviste?

—Volví la semana pasada —dice no muy convencido por mi cambio de tema. —Por suerte encontrarte fue bastante fácil, solo bastaron ver algunas revistas de arquitectura y allí estaba tu nombre. —Sonríe.

—Te juro que un día le voy a decir a mi jefe que deje de poner mi nombre en esas cosas. —Reímos. —No pude seguir hablando porque un golpe en la puerta llamo nuestra atención y, tras decir que pase, Gastón llega con una bandeja con nuestras bebidas.

Pude notar como las mejillas del menor están algo coloradas y se le nota el nerviosismo. —¿Necesitas algo más, Sebas?

—Yo necesito algo —interrumpe.

—Will. —Le advierto.

—Quiero conocerte, este es mi número. —Veo como le entrega una tarjeta la cual duda en aceptar. —Vamos ojitos verdes, no muerdo. —Sonríe arrugando sus ojos.

Gastón me mira esperando que le de mi confirmación, a lo que me causa gracia su postura, ya que él puede decidir si aceptar o no la tarjeta de mi amigo. Con vergüenza la toma y, inclinando la cabeza, se marcha.

—No sabía que eras gay —digo viendo la cara de tonto que tiene William.

—Sin etiquetas, amigo. —Toma un sorbo de su té. —Cuando me gusta alguien simplemente sigo lo que mi instinto diga.

—Siempre admiré como no te preocupaba lo que dijeran los otros. —Inclino mi cabeza de costado y arrugo mi nariz.

—Y yo siempre admiré tu forma de salir adelante. —Me apunta con la cuchara. —Ahora vengo a pedirte ayuda. —Me acomodo en mi sillón. —Tengo que anotar a mi hija en alguna escuela y pensé que por ahí sabrías de alguna que sea buena.

—¿Tienes una hija? —Lo miro sorprendido.

—Y por lo que veo, tú también. —Señala la fotografía que tengo con Bruno.

—Oh no, es mi hermano.

—¿Hermano? —Ahora él es el sorprendido.

—Qué te parece si el sábado vienen junto a tu hija a mi casa y conocen a Bruno y a Melanie. —Propongo con una gran sonrisa en mi rostro.

Continuamos un tiempo más hablando sobre qué hicimos durante todo el tiempo que él estuvo en Londres y lo orgulloso que se siente de ser padre soltero. Hacía ya tres años que había adoptado a la pequeña Eva y era hora de que comenzará la primaria.

Mi pequeño descanso con Will es interrumpido por los deberes del trabajo, así que no queda otra opción que esperar hasta el sábado para volver a vernos y seguir actualizando nuestras vidas. Sin duda, es bueno volver a verlo, él fue un pilar importante en mi adolescencia.

***

—Saben —dice Bella. —Todo está mucho más tranquilo desde que Erik se fue del colegio.

—Es que él siempre era el que comenzaba todas las peleas y molestaba a los demás, es obvio que íbamos a estar mejor sin él —responde con obviedad Tomi.

—Yo sé que no debería sentirme así, pero de alguna forma siento lastima por él. —Agacho la cabeza mientras juego con mis dedos. Puedo sentir la mirada sobre mí, está más que claro que mis amigos no entienden la culpa que siento. —No es su culpa tener unos padres que no lo quieren. —Levanto la mirada.

—Pero no por esa razón nos tiene que molestar a todos, en especial a ti Bruno.

—Bella tiene razón, no deberías sentirte culpable de librarte de una persona tan mala como Erick. —Lo único que hago es levantar mis hombros y continuar caminado por el pasillo.

Seguimos hablando de cualquier cosa mientras nos dirigimos hacia nuestro salón. Es verdad que yo no me debería sentir culpable pero cómo no hacerlo cuando un chico fue expulsado. Sé que mi hermano me ha dicho que esas fueron las consecuencias de sus actos, sin embargo, Erick no pidió tener dos padres que se creen superiores a todos y no le demuestren cariño o al menos, eso es lo que yo creo.

—TÚ. —Un grito a nuestras espaldas nos hizo voltear. —Por tu culpa expulsaron a mi hijo.

No voy a mentir, tuve miedo de que aquel hombre nos hiciera algo porque en mi corta vida nunca vi a alguien tan enojado. Se acerca a nosotros demasiado rápido y ninguno de nosotros reacciona.

—Eres una molestia igual que tu hermano. —Siento como aprieta con fuerza mi muñeca. —Si no fuera por tu culpa no tendría a mi jodido hijo molestándome todos los días en mi casa. —Su rostro muestra demasiado enojo y mi muñeca comienza a doler.

—Suel-suelteme. —Trato de sacar su mano, pero es imposible, tiene demasiada fuerza.

—¡SEÑOR GUTIÉRREZ! —Por fin me suelta y siento como mis amigos me abrazan alejándome de ese hombre. —NO VUELVA A AGREDIR A UNO DE MIS ALUMNOS. —Continúa hablando con la voz elevada. —Le voy a pedir que me acompañe a mi despacho. —Los pasos de la directora se hicieron escuchar. —Niños por favor ustedes también. —Con miedo salimos corriendo antes de ver el rostro del padre de nuestro ex compañero.

—¿Te duele? —pregunta Bella.

—Mucho —respondo acariciando mi vendada muñeca. Dejo salir un largo suspiro. La enfermera había dicho que no hubo lesión, pero por precaución prefirió que tuviera la venda. Mi hermano, y los padres de mis amigos, había llegado hacia una hora y ninguno salía del despacho de la directora.

—¿Crees que lo manden preso? —habla Tomi a mi lado.

—Yo creo que sí, tu hermano casi lo golpea cuando lo vio. —No puedo evitar soltar una carcajada, porque sí, Sebas casi golpea a aquel sujeto, pero fue detenido por el padre de Bella.

Mi hermano nunca fue una persona violenta y mucho menos, creía que las cosas debían resolverse de esa manera, sin embargo, verlo actuar de aquella manera sobreprotectora me hizo dar cuenta que mientras yo este con él, nadie podría hacerme daño.

***

—¡Esto no se va a quedar así! Pienso hacerte una demanda por maltrato. —Golpe el escritorio antes de salir de aquel lugar. No podía seguir un minuto más frente aquel animal sin romperle la cara. —Bruno vamos. —Tomo su mano saca con cuidado y, sin dejar que se despidiera, empiezo a caminar hasta la salida.

Cuando recibí el llamado del colegio supuse que nada bueno sería, sin embargo, jamás creí que aquel hombre agrediría físicamente a Bruno. No dude un segundo en salir corriendo de mi trabajo, lo único que pensaba en ese momento era golpear a quien lastimó a mi hermano. Y ese humor aumentó cuando vi su pequeña muñeca vendada, sino fuera porque Mariano se encontraba allí, hubiera empeorado todo.

—¿Te duele? —pregunto a mitad de camino.

—Solo un poquito —susurra con timidez. Sé que está tratando de no alterarme más y probablemente le duela, pero no me lo dirá.

Estaciono frente a nuestra casa y nos dirigimos al interior. Como todos los días, Hope y Coni nos están esperando para recibirnos.

—Ve a tu habitación prepararé algo para que comas y luego descansarás. —Me regalo una de sus hermosas sonrisas y sale corriendo con nuestras mascotas siguiéndolo.

Suspire, realmente me siento cansado de toda esta situación.

Me quito el saco y la corbata, sin duda necesito relajarme un poco. En la cocina preparo algunos sándwiches para que ambos podamos comer, a pesar de ser cerca de las cuatro de la tarde, mi estómago pide ser alimentado.

El sonido de mi celular me distrae.

—Hola —atiendo sin ver de quien se trata.

—Sebastián, me ha dicho tu asistente que te has ido sin avisar. ¿Qué ha pasado? —Mi jefe, estoy en problemas. Pienso.

—Ha ocurrido un problema con mi hermano en el colegio, sé que debía avisarle...

—¿Qué ha pasado Sebas? —Noto como su voz se relaja y ahí fue cuando me di cuenta que había dejado su papel de jefe de lado, para convertirse en aquel hombre que me acompañó durante años.

Con un poco más de calma, le tuve que explicar a Roberto todo lo ocurrido desde el inicio. —Y eso es lo que paso, sinceramente nunca quise decírselo para no mezclar lo personal con lo laboral, sin embargo, en este momento no sé qué hacer.

—Lo mejor que puedes hacer en este momento es hacer la denuncia, mañana te espero en mi oficina y hablaremos sobre qué haremos con el proyecto que tenemos en conjunto con la empresa donde trabaja él. —Lo escucho inhalar y exhalar. —Dile que le mando un beso al pequeño y tú descansa un poco. —Nos despedimos y cuelgo.

Se siente bien saber que mi jefe comprendía mi situación y en cierto grado agradecía aquello.

Camino con una bandeja hacía el cuarto de Bruno y con cuidado entro. —Permiso —digo con suavidad. —Comemos algo y luego descansas ¿sí? —Él solo afirma y se corre dejando un espacio en su cama para mí.

Estuvimos en silencio por un largo tiempo, nos dedicamos a observar la televisión y comer. De reojo lo observo y el parecido que tiene con mis padres es fantástico, ellos se habrán ido, pero me dejaron un poco de cada uno en mi pequeñín.

—¿Te gustó? —Me pongo de pie y retiro la bandeja.

—Tengo el mejor hermano mayor. —No esperaba que me respondiera eso y siento como mi pecho de llena de orgulloso.

—Descansa pequeño, en un rato te vendré a buscar para cenar. —Me acerco con cuidado para poder besar su frente. —Te amo, nunca lo olvides. —Y con un par de maniobras, apago la luz y cierro tan solo un poco la puerta.

Limpio las cosas que habíamos usado y me quedo recostado en el sillón. Un programa de comedia acompaña de fondo, aunque no le estoy prestando atención. Tengo muchos sentimientos encontrados y varios pensamientos que me atormenta. Cierro mis ojos y dejo salir las lágrimas que tenía guardadas. El enojo sigue presente pero la frustración de no poder estar tranquilo me atormenta.

—¿Amor? —Miro hacia la puerta y allí esta ella.

—Hola bebé. —Trato de fingir una sonrisa, aunque sé que con Meli no funciona.

—¿Qué paso? —Deja su cartera en uno de los sillones y se acomoda a mi lado. —¿Qué pasa Sebas? —No digo nada, simplemente acomodo mi cabeza en su regazo y continúo llorando.

Me siento tan impotente por todo lo que mi hermano está viviendo. Él no tiene la culpa de nada de lo que está ocurriendo y mucho menos, de que un idiota trate mal a su hijo y eso conlleve a que provoque bullying. Con tan solo de pensar que Bruno no pudo defenderse frente a estas agresiones, me hace sentir defraudado conmigo mismo por no cumplir mi promesa de siempre cuidarlo. Sin embargo, el seguir viendo aquel brillo en su mirada y su pequeña sonrisa, hace que todo pase, aunque sea solo por unos minutos.

—Todo va a estar bien amor, no te preocupes. —Su mano acaricia mi cabello.

—Te amo tanto —susurro a un volumen en el cual me pueda escuchar.

—Yo te amo más amor. —Deja un beso en mi frente. —Y sea cual sea el problema, lo resolveremos juntos como siempre lo hemos hecho.

En ese instante comprendo que tengo a la mejor mujer que pude haber pedido. Si mi madre nos viera en este momento me diría "te lo dije". Porque sí, ella siempre me decía que yo estaría con Melanie, pero siempre me negué.

—¿Sebas? —Un dormido Bruno llega hasta nosotros. —¿Qué pasó? —Me siento y dejo que se acomode en el medio de ambos. —¿Te sientes mal? —Nuestros perros se acomodan en uno de los sillones individuales. Un día normal les diría que se bajaran, pero hoy no.

—No hermanito, mientras los tenga a ustedes yo estaré bien. —Apoya su cabecita en mi hombro y observo a mi novia. Ella me mira con algo de preocupación y sé que cuando estemos solo comenzará un interrogatorio, pero no me importa. "Te amo" le digo solo moviendo mis labios y se acerca para poder darme un beso, uno corto lleno de cariño.

Nos quedamos un rato más los tres acurrucados en el sillón observando un programa. Ellos dos son mi familia, por ellos tengo que salir adelante como tantas veces lo he hecho porque un tropezón no es caído y siempre encuentro mi fuerza para seguir en mis dos personas favoritas.


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Hola ¿hay alguien por ahí? Espero que no se hayan olvidado de mi jajaja

¿Cómo están? No se dan una idea cuando los extrañé y cuanto extrañe escribir sobre mis hermosos hermanitos García. En verdad, fueron unos meses difíciles para mi pero siento que todo de a poco está volviendo a la normalidad.

Pregunta: si tuviera que crear una red social para subir contenido, imágenes y esas cosas, prefieren, ¿twitter, instagram o facebook?

Espero que el capítulo les guste y no haberlos defraudado. Gracias  por esperarme y por algunos mensajitos lindos que me llegaron, en verdad no tengo palabras para expresarles cuanto los adoro ♥

Nos vemos en el próximo capítulo. Un beso desde Argentina!

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