Capítulo 15
—¿Cómo te sientes hoy, Bruno? —Desde hace un mes que me veo todos los días con Rosa y sinceramente, preferiría estar en mi casa.
—Igual, no siento nada nuevo. —Continúo tratando de armar el rompecabezas que trajo para que jugáramos. —Creo que me estoy enfermando.
—¿Por qué lo dices? —Giro mi cabeza para verla y noto como acomoda sus lentes.
—A veces me siento triste, pero ese mismo día, también me siento feliz, ¿es posible eso? —En realidad, me gustaría saber si eso lo era. No me gusta cómo me siento, hay días en los que quiero salir a divertirme y otros en los que quiero acostarme y dormir.
Todavía no tuve el valor de hablar con nadie sobre lo que ocurrió hace siete días atrás.
—Es normal hasta cierto punto, pequeño. —Se mueve en su sillón. —Hay veces donde las personas les gusta estar solas, consigo mismo, aunque no es normal que esto ocurra todos los días y menos en un niño de tu edad, además de que lo poco que te conozco, sé que eres un pequeño lleno de alegría el cual no debería sentirse de esa manera.
—Hay noches en las que escucho a mi hermano llorar. —Dejo de lado el juego y me siento sobre la silla frente a ella. —¿Es mi culpa?
—Por supuesto que no —contesta de inmediato. —¿Por qué piensas que es tu culpa? —Estira su mano para que pueda darle la mía y lo hago.
—No sé, a veces pienso que todo esto es mi culpa. —Otra vez siento ese dolor en mi pecho y un nudo en mi garganta que me impide hablar.
—¿A qué te refieres con todo esto, precioso? —Su voz en suave, está tratando de hacerme hablar, siempre lo hace. Sin embargo, no puedo contestar y me limito a levantar ambos hombros. —¿No quieres hablar de esto todavía? —Niego con mi cabeza. —Está bien. —Suspira. —¿Qué te parece si terminamos ese rompecabezas? —Sonrío mientras bajo de mi lugar y vuelvo al largo sillón donde se encuentra mi juego.
—Nos vas a decir que paso, no quiero seguir viendo que tus mejillas se pongan todas rojas porque estas evitando llorar. —Brazos cruzados, voz exigiendo una respuesta y su la expresión de su rostro sin duda muestran enojo.
—Tomi dijimos que no lo íbamos a presionar, él nos dirá lo que paso cuando este bien. —Mi amiga se acerca y me abraza.
—Es que no me gusta verlo mal. —Sigue cruzado de brazos, pero se sienta frente mío esperando que hablara.
—No seas malo con Bruno. —Se acerca y tira de su oreja, recibiendo un fuerte grito por parte de mi amigo.
—No puedes hacerme eso. —Frota con cuidado la zona colorada.
—Sí que puedo, soy la mayor del grupo y tengo que cuidarlos. —Bella había cumplido ocho años hace tres días y tomó el mando nuestro pequeño grupo diciendo que ella debía cuidar a sus menores amigos.
—Solo lo eres por unos meses, el próximo mes es mi cumpleaños y dentro de... —Cuenta con sus dedos. —Tres meses el de Bruno.
—Pero por ahora yo soy la más grande. —Imita su acción y ahora los dos están sentados frente a mí, en el piso de mi habitación. —Bruno no te vamos a seguir molestando con eso, cuando estés listos nos vas a decir que paso. Papá siempre dice que no hay que presionar...
—Erik me golpeó. —La interrumpo. Agacho mi cabeza y juego con mis manos.
—¡No puede ser! Voy a golpear a ese idiot...
—¡Tomas no digas malas palabras! —Lo detiene Bella antes de terminar la palabra. Puede escuchar el susurro de mi amigo argumentando que "idiota" no es una mala palabra. —Bruno, ¿por qué no nos dijiste? Hay que decirle a tu hermano para que hable con el papá de Erik para que deje de molestarte.
—¡¿Qué?! ¡No! No le vamos a decir nada. —Los miro con miedo, no quiero que Sebas se entere y mucho menos, que el padre de Erik lo sepa.
—Mejor le pegamos nosotros a Erik, sí, eso vamos a hacer —dice con orgulloso.
—No, claro que no, mi papá dice que nada se arregla con violencia. —Se pone de pie y se agacha a mi lado. —No le vamos a decir nada a tu hermano porque eso lo tienes que hacer tú, pero al menos, cuéntanos que paso ese día.
Suspiro. —Está bien.
El timbre sonó haciendo que todos salgamos al patio para comenzar con nuestro descanso.
—Yo quiero ir a merendar a ese lugar que nos dijiste Bruno, por favor dile a Sebas que nos lleve. —Juntó sus manos frente a ella.
—Yo quiero ser un príncipe. —Dijo Tomi mientras caminamos a uno de los bancos.
—Yo seré el príncipe y tú un noble caballero. —Sonreí dejando mi comida en la mesa frente mío.
—Ustedes sean lo que quieran, pero yo seré una princesa y encontraré a mi príncipe.
—¿Y por qué no a un caballero? No siempre tiene que ser un príncipe. —Bella golpeó a nuestro amigo con el paquete de galletas aun cerrado.
—No seas tonto, las princesas con los príncipes, no con los caballeros.
—¿Por qué? Una princesa puede estar con un príncipe, con un caballero o hasta con otra princesa. —Levantó sus hombros. —Lo importante es que sea feliz.
No pude evitar sonreír en aquel momento, porque eso es lo que siempre mi tía Ana me dice. Una chica puede ser feliz con un chico y también lo puede ser con una chica.
Continuamos hablando de distintas cosas, sobre el programa de televisión que los tres miramos. Algunas canciones aparecieron en nuestra memoria haciendo que cantemos en voz baja para que solo nosotros escucháramos.
—Iré al baño, no se vayan sin mí. —Salí de mi asiento y corrí por el pasillo para no perder tiempo antes de que el timbre vuelva a sonar.
Entré a uno de los cubículos a hacer lo necesario y, cuando salí, me llevé una sorpresa.
—Veo que tus amigos te dejaron solo. —Una sonrisa poco amigable estaba en su rostro.
—Déjame Erik, por favor. —Traté de caminar hacia la salida, pero se puso frente a mí, impidiéndomelo.
—¿A dónde crees que vas? Tú y yo tenemos que hablar, tonto. —Si alguno de mis amigos me hubiese dicho tonto sería algo normal, pero viniendo de él sé que no es nada bueno.
—No recuerdo que tengas una charla, así que por favor déjame volver al patio Erik. —Una vez más impidió que saliera.
—¿Ya le contaste a tus amigos que me viste en aquel lugar? ¿Les dijiste lo que mi mamá me dijo? —Camina hacia mí haciendo que yo retroceda.
—Yo no le dije nada a nadie. —Baje mi cabeza sintiéndome nervioso por todo esto.
—Seguro te burlaste con el tonto de tu hermano de mí ¿no? —Sentí la pared, ya no tenía donde ir.
—Yo n-no dij-dije nada. —Mi voz me delató, mis manos sudaron y mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas.
—¡No me mientas! —gritó. —Te vi riéndote con tus amigos, seguro les estabas contando como mi madre me trató y se burlaban de mí. —Un empujón provoca que choque con fuerza contra la pared haciendo que doliera.
—Erik por favor, no quiero pelear, solo quiero irme de aquí. —Las lágrimas ya corrían mis mejillas haciendo que mi vista estuviese algo nublada.
—Te odio Bruno ¿entiendes eso? Odio cada cosa de ti, a tus amigos, a tu estúpido hermano y la tonta familia que te hacen creer que tienes. —Percibí la rabia en su tono de voz y lo confirmé en su rostro. —Si él no le exigiera en el trabajo, no se la agarraría conmigo, ni con mi mamá. —Nuevamente me empujó y el dolor en mi espalda aumento.
—No sé de qué me estás hablando, po-porr favor de-dejame irme. —Hipeé sin poder ocultar mi miedo.
—¡No te hagas el tonto! Tú y tu hermano se burlan de mi familia y el que siempre termina pagando las consecuencias soy yo. —El timbre anunciando el final del descanso se escucha. —Pero sé que en algún momento el cuento de la familia feliz se te va a terminar, ellos tendrán un hijo y se olvidaran del tonto Bruno, cuando se casen, te dejaran solo porque eso hacen los hermanos mayores, se olvidan de su pequeño hermano.
—No, mi hermano no haría eso. —Mi voz sonó casi en un susurro. —Sebas nunca me dejaría solo, él se los prometió.
—¡Ja! Los hermanos mayores nunca cumplen sus promesas, se olvidan de ti apenas nacen sus hijos. —Vi como una sonrisa llena de burla se formó en su rostro. —Al menos yo tengo a mis padres, pero tú no tienes a nadie. —Y sin darme cuenta cómo pasó, su mano golpeo mi mejilla y en repuesta lo empuje tratando de salir del baño, pero fue más rápido y puso su pie haciéndome caer, provocando que mi cara golpeara el frío piso. Me quedé en ese lugar llorando mientras escuchaba como Erik se marchaba sin antes susurrarme en el oído: "Qué habrás hecho para que tus padres te dejaran solo con tu hermano sabiendo que él te abandonaría".
Luego de haber terminado de contar lo que había pasado y llorar un poco más con Bella y Tomi, decidimos que cuando estuviera listo se lo contaría a mi hermano. Sin embargo, poder haberlo hecho con ellos se siente bien, como si me sintiera más liviano.
Hacía ya una hora que se habían ido y me dedique lo que quedaba de tiempo a hacer la tarea con la ayuda de Meli, acompañados por Coni y Hope.
—Meli, ¿tú me quieres? —pregunto mientras sigo escribiendo la respuesta de una pregunta.
—Claro que lo hago, hermoso. —Acaricia mi cabello. —¿Por qué lo preguntas?
—El día que Sebas y tú tengan un hijo, ¿me seguirás queriendo? —Está vez fijo mis ojos en los de ello, nunca había prestado atención, pero son oscuros tanto que diría que son negros.
—Mi pequeño bebé. —Me abrazo pegándome más a ella. —No importa quién llegué a nuestras vidas, tú siempre serás mi pequeño bebé el cual vi crecer y que cada día se robaba más mi corazón y lo sigue haciendo.
—Pero creí que mi hermano te había robado el corazón —pregunto con duda.
Ella simplemente ríe. —Ustedes dos han robado mi corazón. —Me separa de ella y me mira. —Te amo, te amamos, nunca lo olvides, ¿está bien? —Afirme con un movimiento de mi cabeza y sonriendo como hacia una semana no lo hacía.
***
Estoy cansado del trabajo, sin duda ha sido uno de los días más duro de este año.
Nuevos proyectos empiezan a llegar, algunos quedan por terminar y la gran mayoría pasan por mi oficina para ser supervisados.
La nueva alianza iba marchando bien, unas que otras veces me he topado con el señor Gutiérrez, mis ganas de golpear su tedioso rostro aumentaba a pasos acelerados, pero siempre aparecía Gastón para tranquilizarme. En esa semana, me encargue de tenerlo al tanto de todo lo que había sucedido con aquel sujeto en lo personal. Mi compañero, decía que nunca debía mezclar lo laborar con lo personal, pero todo eso se vio estropeado el día que la maestra me dijo que él que había golpeado a Bruno fue el hijo del mencionado.
Aquel día llegue a la empresa dispuesto a destruir su rostro y hablar con el señor Rossi para que deshiciera el contrato que tenían con aquellas personas, pero para mi suerte, ese día Amelie se presentó en una visita sorpresa y, luego de un largo sermón, me hizo entender que no vale la pena hasta que Bruno no sea el que me lo dijera.
Ella tenía razón, en esa semana mi hermano había cambiado radicalmente.
Había días en los que no comía, no quería salir de la cama y otros, en donde ocurría todo lo contrario. La señora Rosa me explico que hay que controlar estos cambios, ya que no queríamos que desencadenara algo peor.
Sin embargo, mi pequeño hermano se negaba a cooperar. No le contó a nadie lo ocurrido, ni siquiera Erik lo había hecho, a excepción de a uno de sus amigos el cual, alerto a la maestra y ella fue quien encontró a Bruno llorando en el piso del baño.
No mentiría si dijera que no sentí alivio cuando me entere que habían suspendido al niño por un mes, a pesar de que pedí que lo expulsaran, su padre tenía poder y había hecho lo posible para que eso no ocurriera.
Ahora, Bruno asiste a la psicóloga todos los días, está mucho más tranquilo, pero sé que, en cualquier momento, se puede derrumbar.
—Bueno, a mí también me gustaría un abrazo —digo apoyado en el umbral de la entrada de la cocina observando una hermosa escena.
—¡Seba! —Corre a mis brazos y lo recibo en un confortante abrazo, hacía una semana que Bruno no tenía este humor, es él. —¿Cómo te fue? —preguntado mirándome. Sus ojos azules vuelven a brillar con aquel azul eléctrico lleno de energía.
—Bien, precioso, con mucho trabajo, pero ya estoy contento de estar aquí. —Lo levanto envuelto en mis brazos y reparto besos en todo su rostro. —Y a ti, ¿cómo te fue? Me contaron que tuviste visitas de dos personitas.
—Sí, Bella y Tomi vinieron a verme después del colegio. —Sí, hoy había sido una mañana difícil en la cual se negó a asistir a clases, a pesar de que Erik no estuviera yendo a la escuela. —La pase muy bien con ellos, Meli nos preparó un desayuno con muchas cosas. —Su sonrisa, tan sincera llena de alegría, mi chiquitín está volviendo.
—No quiero interrumpirlos, pero... —Mi novia puso su mano en mi hombro. —A mí también me gustaría recibir algo de amor. —Ambos estiramos uno de nuestros brazos y rodeamos su cuerpo pegándola más a nosotros. Quedamos unidos en abrazo.
—Gracias por quedarte hoy con Bruno, mi amor. —Dejo un beso sobre los labios de Meli. —En verdad, no sé cómo podré pagarte todo lo que haces por nosotros.
—Yo sé cómo podrías —contesta con un tono sensual en su voz. Tira del cuello de mi pijama haciendo que cayera arriba de ella en nuestra cama. Los besos van aumentando la temperatura de nuestros cuerpos, las caricias esconden muchas sensaciones que habíamos extrañado, pero el ruido de nuestra puerta siendo abierta nos alerta a acomodarnos, separándonos de inmediato.
Un somnoliento Bruno aparece caminando con un peluche en su mano, seguido de Coni.
—Bebé, ¿qué pasa? —pregunta Meli acomodando su alborotado cabello.
—Tuve una pesadilla, ¿puedo dormir con ustedes? —Ninguno llega contestar la pregunta, él ya se está acomodando en el centro del amplio colchón; incluso Coni está acomodada en el espacio libre de la cama de Hope.
—Será mejor que todos durmamos. —Me guiña un ojo y se acomoda al costado de mi hermano.
—Sí, será lo mejor. —Estiro mi brazo para apagar la luz de la lámpara que está al lado de la cama.
La habitación a oscuras y el hecho de estar acostados con las dos personas más importante del mundo, me traen recuerdos de cuando mi ojiazul era un pequeño bebé el cual dormía siempre a mi lado o en el medio de mi novia y yo, como en este preciso momento. Ahora, la sensación es la misma, con la única diferencia de que ya no es un bebé.
Ellos son mi familia, mis anclas para continuar luchando.
---
¡Hola bellezas! ¿Cómo están hoy? ^.^
Les traje un nuevo capítulo cargado de emociones. La verdad, este es un poco más especial ya que puse algo de mis experiencias en él. Lamentablemente, en mi vida, tuve el papel de nuestro pequeño protagonista. Muchos se preguntan como es posible que niños de tan solo 7-8 años pueden sufrir acoso o provocarlo, déjenme decirles que estamos en una época donde el acaso escolar en tan temprana edad va aumentando.
Por eso, si alguno de ustedes necesita hablar y desahogarse no duden en escribirme, recibirán mi respuestas apenas vea el mensaje y estaré encantada de platicar un poco.
Como siempre les digo, no olviden votar y/o comentar si en verdad lo merece. Además, recordarles que tenemos un grupo en Facebook y otro en Whatsapp. Dejo el banner con toda la información.
¡Les mando un beso y un fuerte abrazo desde Argentina! ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top