Capítulo 14

Las dos semanas de vacaciones pasaron rápido, dejar a mi hermano nuevamente en su colegio fue toda una hazaña. Primero, empezó con que no quería levantarse, una vez que lo había logrado, no quiso desayunar y gracias a Meli, logramos que lo hiciera. Aun no comprendo su comportamiento, la psicóloga dice que es normal en su edad comportarse de esa manera, debido a que está creciendo y debe haber cuestiones que lo molesten, pero yo sé que no es eso, conozco a Bruno y siempre fue un niño alegre.

Ahora, lo que me fastidia, es no saber qué hacer para ayudarlo. En estas semanas, hemos tratado de hablar con él para mostrarle nuestro apoyo y que nos cuente si alguien o algo hace que se encuentre en ese estado, sin embargo, busca excusas o simplemente, nos ignora.

—Ya no sé, les prometí que lo iba a cuidar y siento que los estoy defraudando. —Se nota en mi voz la frustración. —Nunca antes se había comportado de esta forma, por favor, ayúdenme. —Escondo mi rostro en mis manos.

La mañana no está tan fría, pero de todas formas continúa siendo invierno y es inevitable no estar abrigado. A pesar de mi edad, sigo usando mis gorros de lana, son el único objeto que me abriga y deja verme algo juvenil.

—Mamá... —Miro su tumba. —Papá...—Me fijo en la de él. —Me estoy quedando sin fuerzas, ya han pasado ocho años desde que no están con nosotros y créanme, que nunca me sentí tan perdido como lo estoy. —Siento como el frío atraviesa la tela de mis pantalones, sentarme en el césped no es buena idea, pero no me importa, porque es mucho más cómodo estar así para poder hablar con mis padres. —Bruno es un chico con mucha energía, él siempre está haciendo de mis días más felices, también Meli lo hace, pero ustedes saben que el amor de un hermano no se compara con el de una pareja. —Froto mis manos buscando algo de calor. —En fin, este tiempo él estuvo algo aislado, siempre fingiendo una sonrisa, como lo salía hacer yo, ¿lo recuerdan? —Río por mi comentario y agacho mi cabeza negando suavemente. —No quiero que él sufra lo mismo que me pasó, solo es un niño y debería estar jugando, disfrutando de sus amigos, en cambio, se ha vuelto algo distante con ciertos temas, siento que me oculta cosas, no soporto verlo sufrir. —Cierro mis manos en forma de puño. —Por favor, ayúdenme a sacar fuerzas y descubrir qué lo está lastimando, no quiero que Bruno caiga en lo que yo caí. —Me pongo de pie largando todo el aire que tenía guardado. —Los amo, y prometo venir con él la próxima vez.

Camino por aquel sendero que tanto conozco.

Muchas veces he venido a verlos sin mi hermano, no es que no quiero que los vea, sino que siempre me alivia venir a contarles cómo está todo, aunque sea que no voy a recibir una respuesta de ellos.

El camino al trabajo se vuelve un poco molesto de lo normal, sin duda mi ánimo no es el mejor, siempre trato de buscar lo positivo, sin embargo, en esta ocasión, los problemas de mi pequeño me están afectado y eso que no sé de qué se tratan.

—Buenos días, señor García. —Una voz femenina me recibe a penas entro al edificio.

—Buenos días, Sofía. —Trato de poner mi mejor sonrisa. —¿Hay algún mensaje para mí? —Me acerco a ella quitándome el gorro.

—No, pero la correspondencia que te pertenece se la entregue a Gastón hace unos minutos —contesta con entusiasmo.

—Gracias, entonces me retiro a mi oficina. —Me despido no con mucho entusiasmo y me dirijo a mi oficina.

Mi celular vibra en el bolsillo de mi saco, es un mensaje con unas simples palabras, que hacen que una sonrisa sincera aparezca en mi rostro.

Meli: Descubriremos que tiene nuestro bebé y volveremos a verlos sonreír como antes, pero primero te necesito fuerte, no dejes que esto te derrumbe. Sé que lo amas, que sentís que estás defraudando la promesa de protegerlo, pero no es así. Te amo mi amor, Bruno nos necesita, somos su familia.

No sé qué sería de mis días sin esta mujer. Melanie hace que mis pies vuelvan a la tierra y trate de buscar fuerzas para demostrarle el hombre que soy, aquel del cual se enamoró.

—Tu sonrisa muestra felicidad, aunque el brillo de tus ojos este apagado, ¿qué es lo que te preocupa? —La voz de mi nuevo asistente me saca de la nube en la que me encontraba.

—Perdón, no me di cuenta que ya había llegado. —Salgo del ascensor y marcho a mi oficina, con Gastón a mi lado. —¿Tanto se nota que no estoy bien? —Cuelgo el saco en un perchero y, prácticamente, me tiro sobre el sillón frente a mi escritorio.

—Créeme que Amelie antes de irse me dejo todos los detalles del trabajo, además de cómo darme cuenta que te sucedía. —Una amplia sonrisa aparece en su rostro, mostrándome el único hoyuelo que posee. —Sé que mi deber es reemplazarla hasta que vuelva y ordenar los papeles, pero también sé que me pegará si le digo que estás bien cuando no es así. —La voz grave que lo caracteriza, contiene un tono suave cada vez que habla.

—No me sorprende que Ame le pegue a alguien por ocultarle cosas, recuerdo cuando Leandro le escondió su chocolate para poder tener reservas para los antojos. —Río tras aquel recuerdo. —Nunca más lo volvió a hacer.

—Okey, no quiero terminar como su esposo. —Tuerce sus labios en señal de disgusto y no pude evitar una carcajada.

—Tranquilo hombre, Ame no te pegará. —La sonrisa se borra de mi cara. —Pero, en fin, si no he comenzado muy bien el día y la verdad que no sé cómo continuara.

—¿Aún continúan los problemas con ojitos lindos? —"Ojitos lindos" ese había sido el apodo que Gastón le puso a mi hermano el día que lo conoció, según él, los ojos son las puertas al alma de una persona, y los de Bruno le trasmitía mucha paz y tranquilidad.

—Sí, durante las vacaciones estuvo tranquilo, aunque evitaba ciertos temas, pero hoy empeoro todo. —Apoyo mis codos sobre el escritorio, juntos mis manos y lo miro fijo. —Estuve alrededor de media hora tratando de que se levante, no quiso desayunar y peor fue tratar de que entre a la escuela.

—Crees que el niño, del cual me contraste, ¿tiene algo que ver? —Esa pregunta me la han hecho todas las personas de mi entorno y a todos les respondo lo mismo.

—Estoy seguro de que sí, pero no tengo pruebas, más allá de lo que sucedió hace poco y sus maestras no me han dicho nada al respecto. —Elevo mis hombros en señal de incertidumbre.

—Ojalá pudiera ayudarte, Bruno es un pequeño cautivador y bueno, me encantaría que mi sobrino sea como él. —Bufa resignado.

—El pequeño torbellino te ha tenido entretenido este fin de semana por lo que veo. —Trato de sonar divertido.

—Ni me lo digas, no sé cómo hace mi hermana para seguirle el ritmo. —Se pone de pie. —En fin, iré a organizar algunas cosas del señor Rossi pero ya sabes, cualquier cosa me llamas. —Nos despedimos y me quedo solo con mis pensamientos.

La pila de papeles llama mi atención, toda la correspondencia se encuentra allí. Comienzo a revisarla, algunos planos que revisar, cuentas que pagar y un sobre con mi nombre.

—No otra vez, por favor. —La caligrafía con la que está escrito mi nombre la reconozco, tenía dos sobres iguales al que se encuentra en mis manos. —¡Gastón! —grito al hombre tras el teléfono. —Trae café para ambos y ven lo más rápido a mi oficina.

En la oficina los únicos que sabemos de la existencia de las cartas son Ame y Gastón, ellos me ayudaron a eliminarlas y tranquilizarme diciéndome que todo es una broma, pero luego de la segunda me sentí algo paranoico.

Ahora tengo una tercera en mi poder y mis nervios están aumentando a medida que me cuestiono y leerla o no.

—¡¿Ahora qué pasó?! —La puerta se abre violentamente dejando ver al joven moreno entrando a toda velocidad con dos tazas en mano. —¡¿Quién se murió?!

—¡Por Dios Gastón, nadie se murió! —conteste más alterado que él.

—Perdón, perdón, es que casi me dejas sordo por el teléfono y... —Fijo su mirada en el sobre. —¡La loca apareció otra vez! —grita horrorizado.

—Ya, cállate —dije tirándole un papel en la cara. —Sí, volvió, pero aún no abro la carta.

—Creo que deberíamos llamar a Amelie, ella sabe manejar la situación mejor que nosotros dos.

—No lo sé, no debería molestarla con este asunto en el estado que se encuentra. —Acaricio mi nuca pensando si es buena idea la opinión de mi amiga.

—Sé que no deberíamos, pero estará molesta si no le contamos esto. —Un suspiro sale de mis labios mientras tomo mi celular.

Solo se necesitaron dos tonos hasta que Ame atienda.

—Pero si es el jefe más hermoso de todos, ¿a qué se debe tu llamado? —Se nota que aún está acostada, su voz un poco más grave de lo normal la delata.

—Perdón por molestarte amiga, pero Gastón insistía en que debíamos llamarte.

—Para que él diga eso significa que es algo grave. —Escucho como trata de acomodarse dando algunas quejas. —Ponme en altavoz y cuéntame que es lo que está pasando.

Obedezco a su pedido. —Listo Ame.

—Bien chicos, díganme que es lo que está sucediendo. —El teléfono se encuentra en el centro del escritorio.

—Ha llegado otra carta. —Trato de ser indiferente, pero los nervios me lo impiden.

—¡¿CÓMO SE ATREVE A SEGUIR ENVIÁNDOTE CARTA AHORA QUE ESTÁS COMPROMETIDO?! —Cualquiera diría que ella está presente, debido al grito que retumba en las paredes.

—Cálmate Ame, no le hará bien al bebé —dice mi compañero tratando de no sonar agresivo.

—¿Han leído ya la carta? —interroga un poco más calmada, aunque su voz sigue sonando con rudeza.

—No, por eso te llamamos —añade el chico frente a mí.

—Bien, entonces Sebas ábrela de una vez y veamos qué quiere la loca.

Una vez más, vuelvo a obedecer la orden de mi amiga, y con las manos húmedas comienzo a abrir el sobre, tomo aire y empiezo a leer.

"Querido Sebas:

Sé que seguirá sonando absurdo que continúe escribiéndote cuando solo tienes ojos para tu prometida. Oh sí, sé que le has propuesto matrimonio, aunque quisiera, no puedo felicitarte porque ella me ha robado a al hombre más hermoso que he conocido. Ojalá pudiera ser ella y despertarme todos los días a tu lado, pero contéstame algo, ¿realmente te hace feliz? ¿Por qué muchas veces tus ojos azules no tienen brillo? ¿Qué está haciendo mal? Me encantaría poder ayudarte en esos momentos y mostrarte que existe una mujer que en verdad se preocupa por ti. No pierdo las esperanzas de que un día la dejes y te des cuenta de que estoy cerca de ti, esperándote."

¿Qué acabó de leer? ¿Cómo es posible que sepa de mi compromiso con Meli? ¿Acaso me estaba siguiendo? No puede ser real todo esto.

No sé cuánto tiempo estuve perdido en mis pensamientos hasta que sentí algo húmedo sobre mi rostro, es Gastón tirándome agua.

—¿Qué haces, idiota? —Reaccione empujando su mano con el vaso.

—¡No vuelvas a hacer eso! Nunca vi a una persona ponerse tan pálida y cuestión de segundos. —Frunce el ceño y se cruza de brazos. —Ya volvió al mundo de los vivos, Ame, puedes hablar.

—¿Sebas? Amigo, ¿estás bien? —Note la preocupación en su voz.

—Una loca sabe de mi compromiso con Melanie, ¿cómo es posible eso? Casi nadie lo sabe. —Apoyo los codos a los costados de la computadora que se encuentra frente a mí. —¿Y si trata de hacerle algo a Mel? ¿Y si trata de lastimarla con tal de que yo este con ella? —Siento mi corazón bombear con más velocidad y mi pecho sube y baja con rapidez.

—Tranquilo hermano, trata de estarlo, así podremos resolver esto y evitar que Amelie venga a la empresa.

—Te estoy escuchando idiota. —No pude evitar soltar una carcajada por aquel comentario.

—Al menos lo hicimos reír, tonta. —Algunas veces olvido que Gastón es unos años menos que nosotros y se comporta con actitudes más juveniles. —En fin, volviendo al tema, tenemos que hacer algo, no puedes seguir recibiendo cartas de esta manera.

—Concuerdo —añade la mujer tras el teléfono. —Deberíamos revisar las cámaras de seguridad podríamos ver si, cuando el cartero vino, alguien puso algún sobre o algo que sea sospechoso.

—¿Estás queriendo decir que puede ser alguien dentro de la empresa? —La desesperación por terminar con todo esto vuelve, y más sabiendo que "la loca" puede estar más cerca de lo que creo.

—Juro que si estuviera ahí te pegaría. —Amenaza. —¡Claro que es alguien de la empresa! O acaso, ¿qué alguien te está espiando?

—Bueno llegue a pensar que podrían ser de... —Por un momento dudo si debería decirlo. —Pensé que podría ser Sonia desde la cárcel.

—¡POR EL AMOR DE DIOS! —grito. —Ton hazme el favor de pegarle. —Y así como yo obedecí, él también lo hace y me pega en el hombro con fuerza.

—¡Auch! No era necesario que sea tan fuerte. —Froto el área del golpe.

—¿Quién es Sonia? —pregunto con curiosidad.

—Siento que estoy hablando con adolescentes. —Imagino a mi amiga frotando su panza buscando la calma. —Sebas no es ella, está más que claro que no haría esto desde la cárcel y mucho menos sabría lo del compromiso, juraría que es alguien dentro de la empresa.

Ninguno de los dos pudo contestarle, el teléfono de mi oficina comienza a sonar interrumpiendo nuestra charla.

—Oficina de Sebastián García —hablo tratando de sonar tranquilo.

—Señor García perdón que lo molesto en este momento, pero no encontré a su asistente y tiene una llamada urgente. —Escucho la voz de la recepcionista que me saluda todas las mañanas.

—Está bien Sofía, pásame la llamada. —Cuelgo el teléfono y observo como Gastón habla animadamente con mi amiga por mi celular. Segundos después, suena el aparato.

—Sebastián García, ¿con quién teng...?

—¿Amor? Soy Meli, hermoso escúchame por favor no te alteres. —Mi novia es la que se encuentra alterada, la conozco y sé que eso no significa nada bueno.

—Mi amor tranquilízate, respira.

—Sebas, es Bruno —dice sin respirar. —Le han pegado en el colegio, Sebas...—Siento como su voz se quiebra y mi respiración se corta. —Bruno no deja de llorar, dice que es su culpa, no sé cómo calmarlo, no...

—¿Dónde están? —Interrumpo.

—En casa. —Sin dejar que termine de hablar, cuelgo y me levanto.

—¿Qué paso? —Mi asistente había terminado de hablar con Amelie y se encuentra observándome con preocupación.

—Bruno. —Agarre mis cosas y salgo corriendo de mi lugar de trabajo. Mañana posiblemente tenga problemas por irme de esta manera, pero ahora lo único que me importa es el bienestar de mi hermano.

—¡Todo es mi culpa! ¡No tendría que haber dicho nada! —Los gritos de mi hermano hicieron que me debilitara. Nunca había escuchado tanto dolor en su voz, ni cuando tuvo que enfrentar la charla sobre el accidente de mis padres.

—Melanie —digo con la poca voz que me queda, ella se gira y me observa mientras me acerco a la puerta de la habitación de Bruno. No dice nada y me abraza, está llorando, siento como mi camisa se humedece.

—Te necesita. —Es lo único que dice y se separa de mí para poder dejarme entrar.

Al entrar me llevo la peor imagen.

Hope y Coni debajo de la cama con sus cabezas escondidas entre sus patas, y sobre el colchón, un pequeño bulto llora, tapado por todas las sabanas como si tratara de ocultarse del mundo.

—Hermanito —susurro provocando que el llanto se vuelva más fuerte.

—To-todo es mi cul-lpa. —Escucho como le cuesta respirar. —Él ti-tiene razón, nadie me quiere, no sirvo pa-para nada, por eso mamá y papá me dejaron solo, soy un hijo malo.

—Bruno, pero ¿qué mierda estás diciendo? —Quito todo lo que lo envuelve y levanto su cuerpo en mis brazos, obligándolo a pegarse a mi pecho. —Nunca vuelvas a decir eso, me escuchaste, nunca más. —No puedo retener las lágrimas.

—Ustedes van a tener su propio hijo y me van a abandonar, voy a quedarme solo. —Con sus manitos aprieta mi camisa, como si tratara de no dejarme ir. —No me dejen, pro-prometo portarme bien, y-yo los amo. —Levanta su cabeza y presto atención a su rostro. Tiene una gran herida en su frente, una más pequeña en su mejilla y en una de sus cejas. Sin embargo, lo que más me duele es ver todo ese dolor reflejado en sus ojos, aquel azul brillante que tanto lo caracteriza, había desaparecido por un azul oscuro y libre de cualquier luz.

—¿Qué te hicieron hermanito? ¿Quién te lleno la cabeza con todas estas cosas? —Lo abrazo y lo acurruco más en mis brazos como si fuera un bebé, porque para mí lo sigue siendo y ahora está herido. —Mi pequeño, nunca te dejaré solo, ¿escuchaste? Nadie lo hará, somos una familia y te amamos, nunca olvides eso. —Beso su cabeza mientras lagrimas recorren mis mejillas. —Te amo Bruno, eres todo lo que tengo en mi vida, la personita que hace de mis días más felices y por la cual mataría, de ser necesario. No quiero verte así, prometí que te cuidaría y protegería de todo, y eso voy a hacer, no vas a volver a derramar una lagrima. —Nos quedamos un tiempo abrazados, hasta que siento como su pequeño cuerpo se relaja.

Lo acomodo en su cama, había caído en un profundo sueño. Nuestras mascotas, aprovecharon y se acomodaron al lado de él. Sonreí ante esta acción. Trato de no hacer ruido y me retiro de su cuarto.

Afuera, mi prometida me espera con su mirada llena de preocupación y los ojos hinchados debido al llanto. Corre a mí y me abraza.

—¿Cómo está? —pregunta casi en un susurro.

—Está dormido, pero nunca lo había visto de esa forma, siento que están apagando toda su felicidad y solo es un niño. —Suspiro y rodeo su cintura con mis brazos. —Pero voy a averiguar quién está atrás de todo esto, no voy a permitir que lo acosen, les prometí a mis padres que lo protegería y no estoy dispuesto a romper esa promesa. —Bajo mi mirada y me encuentro con la de Meli.

—Estoy orgullosa de ti y todo lo que haces por esta familia. —Deja un casto beso en mis labios.

—No voy a dejar que nadie derrumbe todo lo quenos costó construir. —Estoy decidido a hacer todo por volver a ver a mi hermanofeliz. Nadie se mete con mi familia y mucho menos, con la felicidad de ella.  


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¡Hola bellezas! ¿Cómo están?

Acá está el nuevo capítulo lleno de sentimientos y drama. Les juro que me duele escribir las escenas donde Bruno sufre, "entonces no lo hagas Debi", me encantaría pero van a ver que más adelante vuelve su felicidad, lo prometo.

¡Espero que el capítulo les guste! Y como siempre les digo, no olviden votar y comentar si en verdad creen que lo merece. Además, recordarles que tenemos un grupo en Facebook y otro en Whatsapp, dejo el banner con toda la información. (Si me olvide de pasarle a alguien el link del grupo de Whatsapp, por favor avíseme)

¡Les mando un beso grande desde Argentina! Y un abrazo lleno de amor y agradecimiento por todo el apoyo

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