Capítulo 10

Levantarme temprano me cuesta, aunque hoy ha sido la excepción. Mi alarma aún no suena, Meli sigue durmiendo a mi lado, hoy es nuestro aniversario y a pesar de haber estado un tiempo separados, conservamos nuestra fecha, eso es lo que acordamos. La mira, todavía tiene sus ojos cerrados, su respiración es lenta y tranquila, como si estuviera teniendo un sueño agradable. Estos días me estuve preguntando, si era correcto festejar esta fecha, Bruno todavía sigue con algunos malestares, la señorita Laura me ha dicho que investigaría si él está siendo acosado, pero no he tenido noticias aún. Un gran suspiro sale de mi pecho, no quiero que mi hermano sufra, no quiero que nada malo le pase.

Observe el reloj, falta un minuto para que este sueñe y antes que lo hiciera, lo apague. Mi novia no lo notó ya que ningún músculo de su cara se movió. Me recuesto a su lado, quedando frente a ella.

—Buenos días, mi amor. —Acaricio su rostro con suavidad, sé que ella se levanta con un humor muy particular por las mañanas, por eso trato de ser lo más delicado posible.

—No quiero levantarme, Sebas. —Arrugo su nariz y cerró con fuerza sus párpados para terminar girando y darme la espalda.

—Tenemos que levantarnos Meli, hay que ir a trabajar, además... —Acaricio su hombro, corriendo un poco su pijama. —Hoy es nuestro aniversario —susurro en su oído.

Se gira para encontrarse con mi rostro perfectamente frente al de ella. —Al fin cuatro años juntos, hermoso. —Me regala un pequeño beso en mis labios.

—En realidad es un poco menos, ya que me has dejado por un tiempo y rompiste mi corazón. —Apoyo mi mano libre en el lado izquierdo de mi pecho, fingiendo dolor.

—Eres un idiota. —Tras sus palabras, se abalanza sobre mi cuerpo y comienza a hacerme cosquillas.

—Ya... Para... Por favor. —Apenas puedo hablar, mi respiración es interrumpida por mi risa. —M-Meli para p-por favor. —Se detiene y mi risa va cesando poco a poco sin dejar que mi sonrisa desaparezca.

—Te amo, tonto. —Me muestra su sonrisa.

—Yo también te amo, hermosa. —Apoyo mi mano detrás de su cabeza y jalo para abajo, para poder darle un beso.

—¡FELIZ ANIVERSARIO! —La puerta se abre sin previo aviso y mi hermano entra corriendo, gritando sin motivo alguno.

—¿Por qué tantos gritos? —Mi novia sale de arriba mío y se acomoda para recibirlo.

—Hoy es el aniversario de ustedes, no sé qué significa, pero yo lo anote aquí. —Nos muestra una pequeña hoja donde dice "Aniversario Meli y Sebas: 5 de Julio" con su letra aún no tan prolija.

—¿Y cómo sabías tú que hoy es nuestro aniversario? —Lo acomodamos en medio de nosotros. —Aniversario significa que hoy cumplimos una cantidad de tiempo juntos.

—¡Ah! —responde abriendo grande su boca. —Como cuando festejamos el aniversario de mamá y papá, ¿no?

—Algo parecido pequeño, solo que hoy festejamos y en la fecha de nuestros padres, los recordamos. —Sonrío, trata de demostrarle cuál es la diferencia de estas fechas. —Pero entonces, ¿cómo te enteraste?

—Escuché como Meli hablaba con la tía Ame de este día, así que aproveche y lo anoté para no olvidarme —dice sonriendo orgulloso de sí mismo.

—Ahora tendré que tener más cuidado cuando hablo por teléfono, tenemos un pequeño espía en la familia —bromea Meli acariciando el cabello de Bruno. —Será mejor que nos levantemos, ya se nos hizo tarde a los tres.

Nos levantamos, me voy con mi hermano a su cuarto para poder vestirlo y mi novia se marcha a la cocina a preparar el desayuno. Nos atrasamos varios minutos en nuestro pequeño saludo mañanero, pero, a decir verdad, me hubiese gustado quedarme toda la mañana con ellos dos ahí, cómodos riéndonos de las ocurrencias de Bruno. Lamentablemente, debemos continuar con la rutina.

Junto a mi hermano, nos subimos a mi auto y nos despedimos de Melanie, ella se iría en el suyo.

—¿Cómo te sientes hoy? —Desde lo ocurrido la semana pasada, no dejó de preguntarle cómo se siente.

—Bien, siempre te digo que estoy bien, ¿no sé por qué siempre me preguntas lo mismo? —Noto algo de molestia en su voz.

—Porque soy tu hermano y me preocupo por ti, no quiero que nada te pase, Bruno. —Veo como levanta sus hombros en señal de indiferencia, me resulta extraño si cambio de humor repentino. —¿No quieres contarme nada? —Levanto una ceja.

—No, no tengo nada que contarte. —Se cruza de brazos y se queda mirando por la ventana. No quiero empezar una discusión sin sentido, es temprano y, a decir verdad, lo miro un tanto incómodo, él no suele ser así.

Llegamos a la entrada de su escuela, lo escuchó suspirar y abrir la puerta, pero se detiene antes de salir.

—Sebas...—Hace una pausa. —Eres el mejor hermano. —Sonríe.

—Tú también lo eres Brunito. —Me giro y acaricio su cabello. —Ahora ve, se hace tarde, pasaré por ti cuando termines.

Lo observo caminar hasta la entrada, sus amigos lo estaban esperando; estaba por marcharme cuando vi al señor ... con su hijo, Erik. Este no saludo al pequeño, ni siquiera se fija si este entra o no a la escuela, su mirada está puesta en su celular. Ver a estos tipos de padres me hacen confirmar que no todos nacieron o están listos para llevar una posición tan linda como el criar un hijo.

—¡Señor García! —Escucho exclamar cuando entro a la empresa.

—Sofía, dice Sebastián no es necesario tanta formalidad. —Me acerco a la recepcionista. —¿Qué pasa?

—Perdón, es la costumbre de estar aquí adentro. —Agacha su rostro avergonzada. —Pasa que la señorita Amelie no ha llegado y hay papeles que son para usted, digo para ti. —Corrige y me entrega unos sobres. —Además trajeron esta carta, pero no aclara quien la envía.

—Gracias Sofía, cuando venga Amelie dile que venga directo a mi oficina, por favor. —Sonrío en señal de despedida y me dispongo al ascensor. Observo el papel en mi mano, en el frente mi nombre con una delicada letra y detrás, ninguna señal de quién provenía. Desde la primera carta no hubo otras, creí que solo había sido una broma, pero se ve que esto continúa.

Apoyo los papeles en el escritorio, seguramente son los nuevos planos que deben ser revisados y algún que otro papel que mis superiores deben aprobar. Me acomodo frente a la computadora, continuaré con mi trabajo, debo terminar un modelo para un edificio que debemos construir, no tengo que dejar que una simple carta me distraiga. Los minutos pasan y mi amiga sigue sin aparecer, es extraño que ella llegue tarde.

Tú:
Ame, ¿dónde te metiste?

A los pocos segundos, mi celular enciende su pantalla, un nuevo mensaje acaba de llegar.

Ame:
¡NO ENCUENTRO CHOCOLATE! Busque por todos los negocios y la mayoría está cerrado o no tienen. ¿CÓMO ES POSIBLE QUE NO HAYA CHOCOLATE?

No pude evitar reír al leer el texto, sin duda el embarazo la está afectando y más ahora que no falta mucho para que la pequeña nazca.

Tú:
Ven para la empresa, yo tengo chocolates en mi oficina, tenemos que hablar de unos temas.

Es verdad de los dulces, su padre me ha dicho que está con varios antojos y por eso me dejó algunos por si le llegaba a agarrar en la oficina y no pudiera salir a comprar. No pasó mucho tiempo hasta que mi compañera de ojos claros entrara por la puerta, sin anunciar su llegada.

—Dame mi chocolate —ordena sentándose frente mío.

—Ten. —Le entrego el dulce que ya había dejado preparado y río por lo desesperada que se encuentra por la pequeña barra de cacao.

—Ahora dime, que querías hablar —dice sin dejar de masticar. —¿Acaso no sabes que regalarle a Meli? ¡Oh por Dios! —exclama con felicidad. —HOY CUMPLEN CUATRO AÑOS JUNTOS. —Su rostro expresa felicidad y emoción.

—Sí Ame, hoy es nuestro aniversario. —Río por verla tan emocionada. —Pero no es eso, sino es sobre esto. —Le muestro la carta. —Creí que solo había sido una broma, sin embargo, Sofía me la entregó cuando llegué, dijo que se la habían dejado, peor no dijeron de parte de quien.

—No la has leído, ¿verdad? —dice acomodándose en la silla acariciando su panza.

—No, quería hacerlo contigo, para ser sincero no quiero que Meli la vea y menos en nuestro día. —Suspiro, me siento preocupado porque no quiero que nada arruine el día.

—Bueno, ¿qué estás esperando? Ábrela y léela —ordena y yo obedezco. Me fijo en la letra, es la misma que se mostraba en la primera carta.

"Querido Sebastián:

Hoy es tu aniversario con ella, como me gustaría poder estar en su lugar. ¿Te preparó el desayuno? ¿Beso tus labios deseándote feliz día? Acaso, ¿te hace feliz? Que pregunta tonta, claro que lo hace, siempre estuvo ella primero, nunca tuviste ojos para nadie más.
Me duele saber que no tengo oportunidad contigo, pero más me lastima saber que nunca podré decirte quien soy. Amo ver tu sonrisa, tus ojos celestes, aunque a veces parecen verdes y ver lo lindo que eres con tu hermano. Ojalá algún día te des cuenta que existe alguien mejor que ella.

Alguien que desea estar en su lugar."

—¡ES UNA PSICOPATA! —grita apenas termino de leer. —¿Mejor que Meli? O sea, nadie es mejor que ella para que esté a tu lado y de Bruno, tenemos que averiguar quién está atrás de estas cartas. —Me quita el papel de mis manos y comienza a verlo, como si tratara de buscar alguna pista.

—Hey, tranquila que le hará mal a la bebé. —Vuelvo a tomar la carta. —Por ahora esto quedará entre nosotros, no quiero discutir con Melanie otra vez, ya fue suficiente con la primera. —Me inclino en mi silla y trato de pensar.

—¿Qué vas a hacer? —pregunta mirándome fijo.

—No lo sé, esto de las cartas es una locura, ya estoy grande y esto parece un juego de adolescentes que no se animan a decirle a alguien que le gusta, ya no estoy para estas cosas, Ame. —Me siento frustrado, no sé en qué momento madure al punto de darme cuenta que la juventud se quedó atrás.

—Amigo mío, no importa la edad que tengas, siempre habrá personas que creen que siguen teniendo edad para hacer estas tonterías. —Arruga la hoja hasta formar una bola y la lanza a la basura.

—¿Por qué hiciste eso? —La miro con confusión.

—Porque tienes razón, es hora de que nos enfoquemos en lo que en verdad importa, tienes una novia hermosa, un hermano maravilloso...

—Una secretaria que da la casualidad que es una gran amiga —interrumpo.

—Además de eso. —Ríe. —No dejes que una loca arruine eso. —Sonríe y nuestras miradas claras chocan, mostrando el cariño que nos tenemos, aquel afecto de la amistad.

Luego de hablar con Amelie comprendí lo que en verdad quería en mi vida, me ayudó a darme que todo lo que estuve planeando tiene que suceder, la sorpresa que quiero darle a Meli, tengo que dársela sin miedo, aunque existe la posibilidad de que me rechace o no se sienta lista. Ese pensamiento ha estado dando vueltas por mi cabeza, me gustaría que esto fuera más fácil.

El día pasa rápido, el trabajo hace que la hora vuele y por fin es momento para ir por Bruno. Él será mi aliado en la sorpresa, viene a mi memoria el momento cuando le conté sobre lo que tengo pensado, se emocionó tanto que casi le dice a ella. El recuerdo produce una sonrisa en mí, sé que esto es algo que Bruno también quiere.

Me quedo parado frente a la puerta de la escuela, ya debería estar por salir de clases y la campana de salida lo confirma. Varios grupos de niños salen al encuentro de sus padres o personas que los pasan a recoger, entre medio visualizo a tres pequeños que se alegran al verme. Bruno saluda a sus amigos y viene corriendo para abrazarme.

—Te extrañe, no quiero venir al colegio mañana. —Fue lo primero que me dice cuando lo tengo en mis brazos.

—¿Por qué hermanito? ¿Pasó algo? —Lo corro de mi hombro para ver su rostro.

—No —dice con su voz mentirosa. —Solo que te extraño y quiero estar contigo en casa, como antes.

—Sabes que debes venir a la escuela, Bruno. —Lo dejo en el suelo y tomo su mano. —Solo quedan unos días y comienzan las vacaciones de invierno.

—Está bien —susurra mirando el piso.

Antes de abrir la puerta del auto para que entre, me agacho quedando a su altura. —Qué te parece si ahora me ayudas con la sorpresa para nuestra bella dama. —Lo digo con lentitud para poder ver como sus facciones de su rostro cambian y forman una gran sonrisa.

—¿Se lo dirás? ¿Vamos a hacer eso? —Veo la ilusión en sus ojos, la misma que tengo yo.

—Sí, pero deberás ayudarme ya que solo no voy a poder, que dices, ¿me ayudas? —Extiendo mi mano esperando su aprobación.

—¡Sí! —alega con un grito agudo, chocando su pequeña mano en la mía. —Hay que cumplir una misión y es darle el mejor regale del mundo a Meli—añade exaltado. Sin duda ha estado viendo mucha televisión.

—¿Misión bella dama? —Me gusta la idea de que tengamos una complicidad en este momento, hace que sienta que seguimos unidos como hermanos.

—Misión bella dama —responde sellando nuestro pacto con una sonrisa, que provoca que aparezca una igual en mi rostro.

Amo cada momento que paso con mi hermano, pero sobre todas las cosas, me alegra saber que será mi compañero en esta nueva aventura que quiero emprender junto a él y, sobre todo, con Meli.

- - -
¡¿Debi acaso estás loca?! ¿Apareces y nos dejas un capítulo con un final abierto? Sí lo sé, soy mala e.e

Les prometo que en el próximo capítulo sabrán que es lo que traen entre manos los hermanos o tal vez no... No me maten jajaja
Ustedes que dicen, ¿la loca de las cartas parara o seguirá haciendo de las suyas?

Gracias por todo el apoyo, no hay día que no agradezca contar con ustedes, sin duda son las/os mejores. Cada uno de ustedes tiene una parte de mi corazón. Espero que el capítulo les guste, tanto como yo lo hago al escribirlo. No olviden comentar y/o votar, si en verdad lo merece. Además, recordarles que tenemos dos grupos de lectores, uno en Facebook y otro en WhatsApp, están más que invitado a unirse.

Sin más nada que decirles, les deseo un bonito día/tarde/noche y les mando un abrazo gigante desde Argentina ♥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top