Cap 8: Una Noche en el Hospital

Por fin llegaron al hospital, Ikki estacionó el vehículo en el primer espacio vacío que sus ojos contemplaron. Todos bajaron rápidamente, Hyoga llevaba a Shun en brazos.

Los médicos aparecieron rápidamente y en todo ese ajetreo, Shun cayó inconsciente en los brazos del rubio, luego fue llevado rápidamente a emergencias.

Los caballeros y su diosa esperaban noticias sobre Andrómeda en la sala de espera.

- No lo entiendo, él se sentía bien ¿Por qué de repente cae en este estado? - preguntó la diosa a nadie en particular mientras miraba sus manos en su regazo.

- No lo sé, tal vez le cayó mal la comida - habló Seiya sin entender lo que estaba sucediendo, Saori lo miró algo ofendida. Shiryu se dio cuenta de esto y se colocó en medio de ambos.

- Si el problema fuera la comida, todos estaríamos igual - habló con sabiduría el Dragón.

- Tienes razón - habló el Pegaso.

El ruso miraba a los demás de manera ausente. Desde que soltó a Shun, el Cisne había terminado actuando de manera automática ante los demás, sus respuestas eran cortas, parecía estar enfocado en algo diferente y así era.

Hyoga solo pensaba en pedirle a todos los dioses que ayudaran al joven de cabellos verdes, su mente repasaba una y otra vez todo lo sucedido aquella noche, lo que le provocaba un horrible nudo en el estómago.

Fue sacado de sus pensamientos por una mano ajena en su hombro, volteó encontrándose con los ojos azules del Fénix quien con el gesto trataba de brindarle algo de apoyo.

- No te preocupes, mi hermano va a estar bien, ha pasado por cosas peores, se recuperará - habló el Fénix con esperanza en sus palabras, el rubio sonrió.

- Si, tienes razón - respondió más animado.

Una enfermara llegó por el pasillo y se paró a un costado de la habitación, esto llamó la atención de todos, sobre todo de cierto rubio, ya que aquella enfermera era la encargada de avisarles sobre Shun.

- ¿Familiares de Shun Kido? - todos se levantaron rápidamente y caminaron hacia ella.

- ¿Cómo está? - preguntaron Hyoga e Ikki al mismo tiempo.

- Él se encuentra bien, afortunadamente se trataba de un simple malestar, una reacción natural al cuerpo frente a algún componente extraño. Se le administraron medicamentos y un calmante para el dolor.

-¿Qué fue lo que le causó esa reacción? - preguntó la joven diosa.

- No lo sabemos, es una reacción muy extraña, los doctores aun no conocen la causa, pero en cuanto lo sepan lo informaremos de inmediato.

-¿Podemos ir a verlo? - preguntó el ruso.

- Si, pero aun sigue dormido, tuvimos que administrarle el tratamiento por vía intravenosa. Está en el piso 3, habitación 9, a la derecha.

Todos agradecieron, Hyoga e Ikki corrieron de inmediato siguiendo la dirección indicada, parecía una carrera para ver quien llegaba primero. Cuando llegaron a la habitación, Hyoga abrió la puerta y ambos entraron.

Shun se encontraba recostado en la cama, su rostro estaba sereno y con una expresión de debilidad, estaba pálido, se veía tan frágil.

- Shun - Ikki se acercó a su hermano y tomó su mano - Shun por favor, despierta - el menor no reaccionó, Hyoga caminó hacia los dos hermanos y se ubicó al otro lado del más joven.

Allí se quedó contemplándolo, Ikki posó la mano de su hermano a un costado de su dueño y caminó a una ventana, sabía que el rubio estaba igual o hasta más preocupado que él, así que decidió darle algo de espacio.
Hyoga sujetó la mano del menor, estaba algo fría, tal vez por el aire acondicionado de la habitación. Con su pulgar, hizo un pequeño masaje en el dorso de la mano blanca, ese masaje siempre calmaba a Shun cuando no podía dormir, lo relajaba y lo hacía sentirse mejor. El rubio deseó con todas sus fuerzas que despertara, que abriera sus hermosos ojos, pero Andrómeda parecía estar bajo el hechizo de la bella durmiente, tan profundo fue ese pensamiento que el rubio buscó en la mano del más joven alguna marca de pinchazo. Luego recordó como el príncipe había salvado a la joven: con un beso.

La sola idea lo hizo sonrojar, meneó la cabeza de lado a lado para sacarse esa idea absurda de la cabeza, solo se quedó ahí contemplándolo.

- No te preocupes, yo velaré tu sueño, estaré aquí hasta que despiertes - susurró el rubio de tal manera para que solo fuera audible para el menor, aunque el peliverde no pareció escucharle.

Así pasaron todo el día en el hospital, Saori hablaba con cada médico que se encontraba y enseñaba la foto pero no obtenía respuestas, Seiya se la pasó consolando a Ikki quien de vez en cuando parecía caer presa de la angustia y lo animaba a comer la comida de la cafetería, Shiryu animaba a Hyoga e intentaba convencer al rubio de que comiera, este aceptaba a regañadientes pero con la condición de no alejarse del menor. Allí estuvo todo el día, sujetando su mano, velando su sueño, como se lo había dicho, además, ansiaba ver el despertar del joven y no pensaba moverse de su lado ni un solo instante.

A las 8:00pm la enfermera ingresó a la habitación.

- Señores, les informo que la hora de visitas ha terminado, el joven permanecerá aquí hasta que los doctores le den el alta, así que por favor, retírense.

El ruso soltó por primera vez la mano de Shun y caminó hacia la joven.

- ¿Puedo quedarme con él?

- Lo lamento pero eso no es posible sin un registro.

- Me registraré, haré lo que sea pero por favor, déjeme quedarme. Él me necesita... puedo dormir en el suelo o en una silla, le prometo que no seré una molestia, al contrario, ayudaré... pero por favor - las lágrimas comenzaron a traicionarlo y la voz comenzó a quebrarse - No me aleje de su lado.

El ruso no quería separarse del joven y haría lo que fuera por permanecer a su lado, la joven lo miró y sonrió comprensiva.

-;Está bien, pero debe venir a registrarse - el ruso sonrió feliz y asintió.

- Ve tranquilo, nosotros lo cuidaremos hasta que regrese - le habló Ikki, Hyoga asintió y salió de la habitación dirigiéndole una última mirada al joven dormido.

Caminaron hasta una recepción, una joven atendía el lugar, Hyoga se detuvo junto a la enfermera.

- Mizuna, este joven va a registrarse - le informó la enfermera.

- Esta bien, por favor, dígame su nombre - habló la castaña mientras tecleaba y miraba la pantalla de la computadora.

- Hyoga Kido - la joven tecleó rápidamente, le pidió unos datos más y luego tomó un sello.

- Muy bien, ahora deme su mano, la que quiera - Hyoga tendió la mano derecha, la chica le colocó un sello en la mano de color rojo que tenía el símbolo del hospital - Si alguien te pregunta por tu registro, solo debes mostrar este sello. ¿Va a quedarse a cuidar a alguien?

- Si.

- Bueno, evite salir de la habitación, no camine por los pasillos y no mucho ruido, recuerde que hay más pacientes, y lo más importante, no se quite el sello.

- Entendido, no se preocupe.

- Ya puede retirarse - le dijo la chica con una sonrisa.

Hyoga caminó junto a la enfermera hasta la habitación del menor, los demás estaban a punto de irse, el ruso casi corrió hacia el peliverde, quien aún seguía dormido.

- Te traeré una almohada y una manta para que puedas dormir en esa silla - la chica le señaló la silla que se encontraba a un lado del ruso, en la que había pasado todo el día sentado. La joven salió de la habitación.

- Cuídalo bien pato - ordenó el Fénix mientras se despedía de su hermanito con una dulce caricia en el cabello, Hyoga solo asintió.

- Les avisaré cualquier cosa - los demás asintieron y salieron de la habitación. La enfermera entró y le entregó a Hyoga la almohada y la manta, luego salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

Los doctores le hicieron un último chequeo al menor y luego los dejaron solos. Hyoga se sentó en la silla y con dulzura acarició los verdes cabellos de su amigo, luego sujetó su mano.

- Te dije que no te dejaría solo - besó el dorso de la mano blanca y miró al dueño con algo de tristeza - por favor, despierta.

Con suavidad movió la silla lo más que pudo para acercarse al menor y colocó la almohada que le habían dado en el borde de la cama.

Allí permaneció un rato mientras sujetaba la mano del más joven, estaba a punto de quedarse dormido cuando de repente sintió un pequeño movimiento, miró la mano y notó que esta se había cerrado, Shun le había dado la mano. Rápidamente Hyoga subió su rostro y miró a Andrómeda, no se había movido, seguía exactamente igual, esto desilusionó un poco al rubio quien volvió a recostar su cabeza en la almohada pero esta vez viendo la mano que lo sujetaba con suavidad.

Comenzó a caer en la depresión que le otorgaba el saber que su amado seguía inconsciente, acercó la mano blanca a sus labios y al notar que se había enfriado de nuevo comenzó a soplarle y a darle dulces besos pequeños para mantenerla en calor, de nuevo, volvió a sentir un movimiento, la mano de Shun había apretado un poco más la suya, Hyoga volvió a ver al menor pero volvió a desilusionarse cuando se encontró con el pálido rostro dormido.

Volvió a recostar se cabeza en la almohada y sin querer dejó salir una solitaria lágrima que cayó en la blanca tela de la almohada, apretó un poco más la mano del menor y con ese único contacto comenzó a sentirse más tranquilo, lentamente comenzó a dormirse hasta que finalmente cayó rendido en los brazos de Morfeo.





















Hyoga... ¿te encuentras bien?
































Hyoga reacciona... por favor...












- Hyoga, Hyoga despierta - el ruso despertó, sus ojos buscaron la mano que sostenía pero no la encontraron, recorrió su brazo aun dormido hasta que encontró lo que buscaba, sintió una dulce caricia en su cabello, eso lo hizo despertar de golpe, miró hacia arriba encontrándose con unos hermosos ojos esmeraldas y una bella sonrisa.

- ¡Despertaste! - Hyoga se incorporó de golpe, soltó la mano del menor y se levantó, rápidamente se inclinó y abrazó al peliverde, este correspondió a su abrazo, Hyoga dejó salir algunas lagrimas de felicidad y alivio. Shun sintió esto y se separó un poco de él.

- ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?

- No, es solo que estoy muy feliz de verte consiente - Shun sonrió y sujetó el rostro del ruso con ambas manos, delicadamente limpió las lagrimas del rubio con sus pulgares, luego colocó sus manos en los hombros del mayor - Gracias, ¿Cómo te sientes?

- Me siento bien, ya no me duele nada - dijo Shun con una radiante sonrisa, luego bostezó.

- ¿Tienes sueño verdad? - El peliverde asintió - Bueno... - Hyoga se sentó en la camilla y colocó su cabeza en el hombro del menor - Vamos a dormir, fue un día pesado - Shun recostó su cabeza en el cabello del rubio y así cayó dormido rápidamente.

Hyoga le siguió, pero se despertaba a ratos para cuidarlo, Shun había recostado la cabeza en la almohada, así que Hyoga podía levantarse con facilidad sin despertarlo. Se levantó y se estiró un poco, miró al menor y sonrió inconscientemente, se veía más repuesto y tenía mejor color. El Cisne llevó su mano hasta el rostro de Andrómeda y acarició su mejilla con delicadeza, el menor despertó por aquel contacto.

- ¿Qué sucede Hyoga? - preguntó medio dormido mientras se frotaba los ojos.

- Nada... puedes volver a dormir - dijo completamente sonrojado y nervioso, Shun lo notó a pesar que estaba medio dormido. Hyoga actuaba raro a veces y no sabía disimular cuando lo pillaban nervioso.

- Se que te pasa algo, te conozco muy bien, ¿Qué tienes? - preguntó preocupado, la charla le había espantado el sueño.

Hyoga miró a todos lados, ese era el momento, no tendría otra oportunidad como esa, tenía que confesarle lo que sentía por él, ya no podía ocultárselo.

- Bueno, veras... es que yo... Shun... yo - miró al peliverde y sintió miedo, tenía miedo de decirle lo que sentía y que lo mandara a freír espárragos. Tomó aire. No podía pensar así, ignoró ese pensamiento y se mantuvo firme, ya no había vuelta atrás - Yo... estoy enamorado de... enamorado de... ti - lo último lo dijo casi en un susurro, Shun pareció no escuchar, así que se acercó un poco más al rubio - estoy enamorado de ti, Shun.

Ahora si lo había escuchado, Andrómeda lo miró sorprendido y sonrojado por la vergüenza, Hyoga decidió continuar:

-Desde que te conocí, sentí una conexión especial contigo y, ese sentimiento se transformó lentamente en algo más fuerte que un simple amor fraternal... cuando te veía triste o decaído, me sentía mal porque no me gusta verte así, es por eso que a pesar que no pueda ayudarte a resolver todos tus problemas, intento hacerte sonreír, no me gusta ver tu rostro afligido. Esa sonrisa significa todo para mí porque... porque es tuya Shun y refleja tu más sincera alegría.

El peliverde lo contempló sin mover un solo musculo, escuchando atentamente cada una de las palabras del rubio.

- Es por eso que a veces actúo un poco extraño y bueno, no te voy a forzar a que estés conmigo si no quieres, después de todo, es bastante raro que un chico se te esté declarando y... - Shun puso su dedo índice en los labios del ruso para evitar que siguiera hablando.

- Hyoga... yo... no sabes lo mucho que me alegra escuchar eso porque... yo... también me enamoré de ti - dijo con un tierno sonrojo decorando sus mejillas, Hyoga lo vio sorprendido.

El peliverde retiró su dedo y con decisión besó los labios del rubio. El Cisne estaba sorprendido y feliz por aquel momento, correspondió el tierno beso y deseó con todas sus fuerzas que no fuera un sueño, y si lo era que no lo despertaran.

Ambos se separaron mientras se miraban a los ojos con dulzura, ninguno de los dos esperaba aquel momento pero agradecían que hubiera sucedido.

El rubio dejó caer una de sus manos hasta el muslo del menor, este abrió los ojos con sorpresa.

- ¿Qué sucede? - preguntó nervioso el rubio, estaba a punto de quitar su mano de esa zona pero Shun sujetó su muñeca.

- H-Hyoga - tartamudeó con la voz algo quebrada, miró su muslo y movió la mano del ruso, provocando que este también mirara aquella zona con curiosidad - P-puedo sentir t-tu mano...

Continuara...

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