EXTRA #2
|NACIMIENTO DOMINIK|
ISABELLA
Estoy a días de dar a luz a mi niño y la anticipación de lo que será cuando volvamos a casa con él me llena el corazón de un sentimiento que jamás había sentido.
Mi vida dio un giro desde que regresé de Inglaterra. Mis padres me comprometieron con un hombre el cual no conocía. Viaje a Berlín para huir, pero me encontré con mi prometido, el cual me hechizo. Cumplí mi promesa de hacer pagar a los hombres que me hirieron. Pero también descubrí que aquella mujer que amé sin importar lo que me hacía resultó no ser mi madre.
Ahora estoy a nada de conocer a mi hijo y asegurarme de que sea el niño más feliz del planeta tierra, que jamás sienta que sus padres no lo aman, porque lo amamos más de lo que se puede amar a alguien.
—¿Qué piensas? —me pregunta Ronald al verme distraída.
—En lo orgullosa que estoy de nosotros —respondo —en lo feliz que me siento al tenerte a ti y tener a nuestro bebé.
Aún me arrepiento de los pensamientos que tuve cuando me enteré de que Dominik estaba creciendo en mí y espero que mi hijo algún día me perdone por eso.
—Y yo estoy orgulloso de ti porque a pesar de todo nunca te rendiste conmigo —dice, pero soy yo que estoy agradecida porque él nunca.
Él nunca se rindió conmigo.
—Creo que tu hijo está feliz —digo al sentir un fuerte movimiento en mi vientre.
—Dominik está feliz por su madre y por su padre —le habla a mi vientre y sonrió.
Despertar cada mañana viendo esto. Como Ronald le susurra cosas a nuestro hijo. Cuando dice que nos ama más que a nada en el mundo, mi corazón crece al igual que todo el amor que siento por él.
—Oh, dios. Tu hijo está muy activo hoy —los movimientos de mi hijo son cada vez más fuertes.
Los ojos de Ronald me miran llenos de ilusión y no puedo imaginar una vida sin esa mirada.
Me levanto de la tumbona porque ya llevamos casi dos horas aquí y quiero llegar a la cocina para poder preparar la cena.
—¿Crees que podamos quedarnos un rato aquí? —pregunta Ronald.
Niego de inmediato. Llevo casi todo el día sentada y haciendo pocos movimientos porque tengo dolores en mi pelvis, pero ahora mismo necesito moverme un poco para que Dominik pueda nacer en los próximos días.
—Voy a preparar la cena, tu hijo y yo tenemos hambre —digo, acaricio mi vientre al sentir nuevamente a mi bebé.
—Siéntate, Blanca preparará la cena.
—No voy a sentarme, necesito moverme para que nuestro hijo pueda nacer en los próximos días.
Leí que mientras más me mueva mejor me irá en el parto, así que los últimos días he estado haciendo cortas caminatas junto a mis cachorros a excepción de hoy.
—Dulzura.
—No, ya sé que vas a decir, pero iré a preparar nuestra cena.
—No —mira mi entrepierna y lo fulmino con la mirada.
—No estoy en condiciones de follar.
—No es eso, creo que ya va a nacer.
Inclino mi cabeza y veo que el piso a mi alrededor está mojado.
—Ronald, acabo de hacerme pipi —murmuro, no sentí, lo juro que no sentí cuando me hice pipi.
—Dulzura, ese es nuestro hijo avisando que ya va a nacer.
—No, no, no, no...
Niego repetidas veces, se supone que faltan un par de días para que bebé pueda nacer, si nace ahora estaría naciendo algunos días antes.
—Vamos al hospital.
Se pone de pie y camina hacia mí, lo detengo de inmediato.
—No tengo dolores —digo— debemos llamar a la doctora, ella nos dirá qué hacer.
Ronald agarra su teléfono y rápidamente le marca a mi ginecóloga quien ha sido mi médico durante mí embarazo.
—Creo que mi mujer va a parir a nuestro hijo en este preciso momento.
—¡No va a nacer! —grito, pero fue un completo error, ya que siento como si me fuera a partir.
—Va a nacer.
No sé qué habla Ronald con la doctora, pero necesito que finalice esa llamada porque estoy a punto de desmayarme.
—Debemos ir al hospital.
—Creo que va a nacer hoy —mi voz se entrecorta por las ganas de llorar que tengo— no debía nacer hoy.
—Dulzura —mi esposo llama mi atención— la doctora nos dijo que ya estabas lista.
—Oh, Dios —me sostengo del brazo de Ronald cuando siento nuevamente el dolor.
Diez minutos después estoy entrando a la sala de nuestra casa para poder subir a nuestra habitación y cambiarme por algo que cubra más mi cuerpo. Ahora mismo llevo puesta la pieza superior de mi traje de baño y una salida que me llega a la mitad de las piernas.
—No puedo subir esas escaleras —menciono cuando siento una nueva contracción— esto está siendo sumamente doloroso.
—¡Blanca! —Ronald grita y Blanca aparece rápidamente— necesito que te quedes con mi mujer mientras subo por algunas cosas, toma el tiempo de las contracciones mientras regreso.
—Ya viene el pequeño —murmura Blanca ofreciéndome su mano.
—Este pequeño me va a partir en dos —resoplo.
Creo que las contracciones ahora mismo están siendo más seguidas y duran más de lo normal, a este paso terminaré teniendo a mi bebé aquí en la casa. Ronald baja con la maleta que habíamos empacado hace un mes con las cosas que necesitaremos en el hospital, me ayuda a vestir con un pantalón de chándal y una sudadera blanca.
—Ayúdame con esto —le pido a Blanca.
—La doctora nos está esperando junto con el obstetra.
—Solo quiero que mi bebé nazca bien.
—Nuestro bebé nacerá muy bien, hiciste un excelente trabajo.
—Lo hicimos —murmuro.
Cuando llegamos al hospital mi dilatación era de cinco y aún no tenía el cien por ciento de borramiento así que me toco esperar casi una hora. La doctora me dio la opción de la epidural, pero me negué rápidamente, si voy a tener a mi hijo de forma natural quiero sentir todo lo necesario.
—Dulzura, aún puedes pedir la inyección.
—Ya dije que voy a tener a mi bebé sin aplicarme nada.
Ahora mismo las contracciones son cada tres minutos y duran treinta y cinco segundos así que creo que ya estoy lista para darle la bienvenida a mi niño.
—Ya estoy lista —le digo a Ronald. Me retuerzo en la camilla por el dolor.
—Llamaré a la doctora.
Ronald no sale de la habitación sino que le da al botón rojo haciendo que a los pocos minutos entren los tres doctores que me están atendiendo junto a dos enfermeras.
—Estoy lista.
—Vamos a revisar la dilatación.
Mierda, lo incómodo que se siente que la doctora esté metiendo sus dedos en mi vagina cada que se le dé la gana me hace querer gritarle y patearle la cara, pero me detengo porque sé que es su trabajo.
—Preparemos la sala de parto —menciona la doctora mientras se quita los guantes.
—Creo que voy a morir antes de ver a mi hijo —murmuro, me llevo una de mis manos a mi boca para silenciar mi sollozo.
—No vuelvas a decir eso —dice Ronald.
—Es mejor que se cambie, estamos en camino a recibir a su bebé —le indica la doctora a Ronald.
Siento como la camilla donde estoy empieza a ser movida y Ronald queda fuera de mi vista.
Antes de poder ingresar a la sala siento como si mi vagina estuviera siendo taladrada y mi pelvis fracturada por el dolor agonizante.
—No vaya a pujar —pide la doctora.
—No, lo voy a hacer para que este niño salga ahora mismo.
Sin importarme el pedido de la doctora empiezo a pujar y siento como algo empieza a salir por mi vagina.
—Mis próximos bebés los tendré por cesárea —menciono ante mi dolor.
Juro que no volveré a resistir algo como esto.
Ronald me extiende su mano y la aprieto con todas mis fuerzas mientras sigo expulsando a nuestro bebé.
—Un poco más Isabella.
Pujo todo lo que esté a mi alcance, no sé cuánto tiempo llevo en esto, pero llega un momento donde siento un descanso y escucho un estruendoso chillido.
—Eso si son pulmones —susurro, estoy agotada, mis ojos empiezan a cerrarse, pero el pequeño bulto que ponen en mi pecho se roba toda mi atención.
—Nuestro hijo —menciona Ronald.
Veo la pequeña bola rosada que está envuelta en una manta azul y sonrió.
Tiene demasiado cabello y es tan negro como el de su padre, pero su piel es igual de clara a la mía.
—Pequeño Dominik —murmuro.
Las lágrimas empiezan abandonan mis ojos y lloro de felicidad, después de tanto dolor logré traer un hermoso niño al mundo.
❈❈
Traer a mi hijo al mundo fue agotante, luego de que nos llevaran a nuestra habitación y haber alimentado a Dominik por primera vez, me quedé dormida mientras veía como Ronald se encargaba de calmar el llanto de nuestro hijo.
Ahora mismo la señora Kristin tiene a mi pequeño en sus brazos mientras le sonríe y deja que este le sostenga su dedo.
—Es igualito a mi Ronald —menciona ella mirándome.
—Como es la vida, lo llevo durante nueve meses, siento que me parto en dos cuando lo tengo y se parece a su padre.
No me molesta en lo más mínimo que mi hijo se parezca a su padre, para mí es gratificante tener un mini Ronald corriendo por toda la mansión mientras nuestros perros lo persiguen.
—Solo espero que mi próximo hijo se pueda parecer a mí.
—¿Tendrás más?
—Claro, Ronald dijo que quería seis hijas, tal vez tengamos la mitad.
—Yo también hubiera querido una familia numerosa, pero no pude.
—Tendrá muchos nietos —aseguro.
Nuestros amigos llegan con las manos llenas de regalos para nuestro pequeño y la boca llena de los mejores deseos que recibo con los brazos abiertos. La habitación estuvo llena de las personas que amamos y en ningún momento hizo falta alguno de mis padres.
—Hiciste un excelente trabajo —menciona Ronald entregándome una caja— esto es un regalo por nuestro hijo.
No debiste.
—Claro que sí, mereces esto y mucho más.
—Te amo mi amor.
—Mi mujer. Te amo dulzura.
—Los amo —beso la frente de mi hijo y luego le doy un casto beso a mi esposo.
NOTA DEL AUTOR
Pequeño especial para celebrar los 6M de lecturas. confieso que nunca pensé que GAA llegaría tan lejos.
Infinitas gracias a todos ustedes por estar aquí y disfrutar del libro y los que sigo escribiendo. de verdad que nunca encontrare las palabras para decir lo agradecida que estoy.
SEIS MILLONES PARA GRACIAS AL ACUERDO
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top